miércoles, 1 de febrero de 2017

Sierra de Castril V: Cerro del Buitre (Castril - Granada).









En las cercanías del pantano de Negratín.


Caminando por el carril.

Voy ganando altura.

Carril de acceso que tengo que recorrer durante algo mas de cuatro kilómetros.


Formaciones rocosas calcáreas que voy visualizando.

Los prados, ahora agostados, darán mucho colorido durante la primavera.

Abrigos labrados por las corrientes cuando el arroyo discurría más alto.

En estas sierras son frecuentes los abrigos rocosos.

No estaba todo lo claro el día que me hubiera gustado para ampliar horizontes.

Embalse del Portillo con Castril (pueblo) detrás.


Cuando gano altura el piso rocoso, muy erosionado, dificulta el caminar.

Aparece la nieve tapizando modestamente el suelo.

Conforme vaya ascendiendo tendrá más presencia.

Todo por encima de la cota 1.800 estaba totalmente cubierto por la nevada de estos pasados días.

En algunos lugares me hundía hasta 30 centímetros en cada paso.



Los pinos adoptan la forma abanderada por los pertinaces vientos que soportan.

Arriba y a la derecha el hito que corona el Cerro del Buitre.

Pero todavía quedan muchos pasos en que hundir la bota en la nieve.


Tengo que buscar el collado de la derecha antes de afrontar el último repecho.

En la cima

Las nubes enmarañaban el horizonte. 


Enseguida se percibe de dónde sopla el viento dominante.

Desde la cumbre el collado y la bajada entre los desperdigados pinos.

Las caras sur de las montañas mucho mas despejadas de nieve. La insolación hace su trabajo.

Antes de iniciar la bajada, último vistazo.

Aprovecho las anteriores pisadas como guía para bajar y no hundirme tanto en la nieve.

Algunos pinos apenas mostraban su verde natural.

Y las espículas habían servido de soporte y molde a las de hielo.

Todos los pinos solitarios de esta cima muestran la forma abanderada.


Los agrupados se defienden mejor del aire por lo que consiguen mantener la forma.

Han tenido que soportar estas cimas una fuerte ventisca días atrás.

Siguiendo el camino trazado.


Los piornos bajo su capa protectora.

El hielo destaca las formas.


A casi 1.900 metros, en la ladera del Buitre, este nacimiento.

Caseta albergue usada por senderistas y pastores.

La primera estancia con sillas, mesa y chimenea.

Hoy me he tomado el bocadillo sentado y sobre una mesa con mantel.

Desde la puerta del refugio: el Buitre.

Esta pared rocosa protege al refugio de los habituales vientos del norte.

Una última foto, antes de reiniciar la bajada. Las nubes amenazaban con cerrarse. 

Cualquier abrigo era aprovechado para refugio de personas y ganado.

En las laderas del Buitre uno de los piornales más extensos, hoy invernando.

Todas las zonas sin arboleda ni rocas serán prados en la primavera.


Cerca ya del teórico aparcamiento, posando para mí ya que da varias pasadas a escasa altura. 

Oscuro sobre blanco, apenas se distinguen detalles.

Este quebrantahuesos marcado en la inmediata sierra de Cazorla, Segura y las Villas.

En el aparcamiento me esperan estos dos "andarines".


Me ceden la vez y hasta que no comienzo yo a andar no se arrancan.



Hay momentos del recorrido que apenas me separan unas decenas de metros del otro parque, el de Cazorla, Segura y las Villas. Fronteras ficticias.

A estas elevaciones rocosas, que por resistirse con más ahínco a la erosión sobresalen sobre el terreno, se les llaman Morras.

Esta es una de las que se avistan durante más tiempo durante el recorrido.

De nuevo ya en la pista, bajando en busca del coche.


Después de una jornada prolífica en nieve, un cambio. 





Fecha: 24-11-2016                                                        Inicio Carretera                    9’00-16’30h.   (1.000m.?)
M.I.D.E.:3,3,3,3.                                                          Collado Laude                       10’00-15’30h. (1.400 m.)
Duración: 7’30h (Semicircular)                                 Bifurcación                            11’15-14’30h. (1.700 m.)
Desnivel en subida: 622 metros                                 Cerro del Buitre                    12’45-13’00h. (2.020 m.)           
Rangos de temperatura: de 2ºC a los 15ºC              R. de los Pastores                  13’30-13’45h. (1.880 m.)
                                                                                        
                                                                                        
De la sierra de Castril me quedaba pendiente al menos un recorrido que lo estaba demorando en el tiempo por los muchos kilómetros de acercamiento que hay que hacer (alrededor de 150 por dos). Esta semana me acordé de él pero las previsiones metereológicas no parecían muy favorables. Ayer hablaron en las noticias de que hoy jueves se abriría una “ventana” en la zona y la he aprovechado.

Además de la distancia, la información que facilita la ventana del visitante, al menos, induce a error. Habla del kilómetro 4 de la carretera de Pozo Alcón a Huéscar (A-326). No es el punto kilométrico correcto sino el 21 (ya cerca de Castril). Algo que tiene más sentido puesto que el pico del Buitre se encuentra en esta sierra y no en la de Cazorla, Segura y Las Villas como sería de ser ciertas las referencias. Distinciones sólo de nombre porque ni por composición, ni por orografía se aprecia diferencia alguna; simplemente una línea imaginaria de límites entre provincias: Granada y Jaén.

El carril de los Madroñales arranca tras una curva muy cerrada. En el inicio hay un panel anunciador del sendero, que no informa del pésimo estado del mismo durante sus más de 4 kilómetros. Abstenerse totalmente de entrar turismos, si le tenemos un mínimo aprecio al vehículo. Son 4’1 kilómetros (por dos: ida y vuelta) que he tenido que añadir a los 10’7 del propio sendero.

El carril, hoy totalmente empapado, muy resbaladizo en los fuertes repechos que afronta  en los escasos kilómetros de su recorrido ganando altura de forma rápida, para llegar al teórico aparcamiento: amplia explanada que ocupa buena parte de un collado muy atractivo visualmente. Aquí nace el sendero (PR-A 349) que en sus dos terceras partes será circular, siendo lineal el último tramo de subida, desde que alcanzamos el barranco de Laude hasta la cima.

El sendero va tomando poco a poco altura, al principio por zona de poca vegetación, para adentrarse después en espeso bosque de pino laricio hasta desembocar en el barranco Laude. Por este barranco continúo ascendiendo hasta llegar al collado Poyo Ramos (curiosas formas rocosas provocadas por la erosión).

Pero será el matorral el que cubra toda la superficie: sabinas y enebros a la cabeza, agazapados en el suelo para aguantar las duras condiciones invernales, adoptando formas almohadilladas y/o redondeadas. Junto a ellos otras muchas especies herbáceas, algunas de ellas endemismos o especies de extensión restringida junto con otras exclusivas de las Sierras Subbéticas.

Enseguida unos destartalados rediles confeccionados con materiales diversos y aparentemente abandonados que aprovecharon en su día una pared rocosa y algunos abrigos de la misma para ampliándolas guardar el ganado. Más abajo algunas señales de que el hombre vivió aquí, restos de bancales hoy todo terreno inculto.

Ya tenemos a la vista el Cerro del Buitre si sabemos identificarlo: arriba a nuestra derecha. El sendero sigue ascendiendo para dejar el refugio a la izquierda y algo separado, al abrigo de una pared rocosa que lo protege de los vientos del norte. Yo he reservado su visita para el regreso, donde aprovecharé la estancia para comer.

El sendero no asciende al Buitre de forma directa por presentar éste en su cara noroeste bastantes zonas de tajos además de mucha pendiente; opta por rodearlo, ascendiéndolo por la cara sur primero y la este después. A escasos minutos del albergue me encuentro un abrevadero (tornajo) semi-helado y algo por encima un nacimiento con su correspondiente pileta que lo alimenta mediante una tubería plástica.

A partir de la bifurcación la capa nívea se ha hecho permanente aunque no muy gruesa. A partir del refugio acumula grosor y una vez que afronto la cara este del cerro empiezo a hundirme hasta el tobillo. Aquí, los escasos pinos salgareños, aparecen todos abanderados y muestran uno de los lados de su tronco cubierto de nieve, señal inequívoca que nos indica de dónde suele soplar el viento. Además estaban todos ellos cubiertos de hielo hasta tal punto que a algunos no se le veían las hojas, reproduciendo sus formas el hielo que las tapizaba.

Alcanzo un enésimo collado que durante la primavera posiblemente será un excelente prado de montaña pero que hoy me dificultaba sobremanera el caminar por la acumulación de blanda nieve caída estos días atrás. He optado por hacer una subida pensando en que las pisadas (ya que tenía que hacer el trabajo) me sirvieran para la bajada, facilitándomela.

Por mi experiencia puedo afirmar que hay tantos paisajes como observadores, ya que cada uno aporta percepción, gustos y preferencias, bagaje cultural, experiencias personales y por supuesto su estado de ánimo. Independientemente del aspecto tangible del escenario físico que estemos visualizando, cada uno lo vive y lo disfruta de manera muy personal. Los innumerables elementos formadores del paisaje se interrelacionan con el observador mediante un lenguaje. De la capacidad del observador para entender ese mensaje va a depender que el diálogo establecido sea más o menos fructífero.

La cima del Buitre (2.020 metros), una de las cimas señeras de esta sierra, la corona un hito de hormigón a la que se había adherido el hielo arrastrado por el viento en su media circunferencia orientada hacia el viento dominante. Las vistas, desde arriba, son amplias y llamativas a pesar de que el día no era el más propicio por frío y nubes bajas para estas contemplaciones. El frío reinante y la brisa constante me han obligado a reiniciar la marcha a los pocos minutos de mi llegada.

La bajada, más cómoda, al aprovechar mis propias huellas, que al menos impedían que las botas resbalaran al encajar en las marcas impresas durante mi subida, además me evitaba la preocupación por buscar los recorridos más idóneos: el trabajo estaba hecho.  En el descenso si me he acercado hasta el refugio y lo he visitado. Lo componen dos estancias; una -interior- destinada a dormitorio con cuatro camas tradicionales; la otra a la entrada con chimenea, sillas y una mesa "con mantel". Está dotado de placa solar y una batería, hoy desconectada.

Sigo descendiendo para al llegar a la bifurcación tomar el otro ramal y completar el tramo circular. Bajo denso dosel de adultos pinos (pinar de las Potras), hoy echaba en falta el sol dada la temperatura; este otro recorrido pierde menos cota al principio para acumularla en su tramo final. Excelentes vistas, si el día lo permite, del pantano y la población de Castril.

De nuevo en el teórico aparcamiento me encuentro dos caballos, que indecisos ante mi presencia, remolonean sin decidirse a seguir su camino. Yo sí lo hago y enseguida se animan también y comienzan a bajar detrás de mí. Si el carril, esta mañana crujía -helado- bajo mis pisadas; ahorra todo ese hielo licuado lo ha convertido en un barrizal con el que tengo que ir lidiando, atento a posibles resbalones, sobre todo en los tramos con mas inclinación. Casi una hora después alcanzo la posición del coche.

Resumiendo podría afirmar que el recorrido de hoy discurre entre pinares y prados de alta montaña, así como piornales y matorrales de altas cumbres, sabinas y enebros pegados al suelo con formas almohadilladas para soportar los vientos, todos abrigados hoy por la capa nívea; muchos de ellos exclusivos de estas serranías subbéticas. Las cabras monteses y los jabalíes sumamente esquivos; distintas especies de aves que van saltando de árbol en árbol a mi paso y los buitres junto con alguna otra rapaz (quebrantahuesos) han sido la fauna avistada hoy. El paisaje espectacular. Las época recomendada de visita: cualquiera menos verano. El recorrido me ha encantado.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

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