Fecha: 23-6-2016 Hoya de la Mora 7’30h. 2.500m.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Carihuela 9’00h. 3.200m.
Duración: 8h (Lemniscata) Lagunillos
Púlpito 10’10h. 2.850m.
Desnivel en subida: 1200 metros Púlpito
(cima) 10’42h. 2.978m.
Rangos de temperatura: de 3ºC a los 17’5ºC Laguna de las Cabras 11’05h. 2.850m.
Crestones 12’30h. 3.142m.
Carihuela 13’30h. 3.200m.
Hoya
de la Mora 15’30h. 2.500m.
Hacía
meses que no salía de excursión, por unas causas u otras, generalmente todas
ellas importantes que han ido
desligándome de la costumbre (casi hábito), acercándola casi al olvido. Aunque
es cierto que el hábito no hace al monje, sí le ayuda a parecerlo. Dicho que me
trae a la memoria el comentario oído y fijado en algún momento de mi niñez:
durante la guerra civil, cuando se dependía de detalles para caminar hacia la
perdición o la salvación, a los religiosos (sentados) se le arrojaba un objeto
entre las piernas; los que las cerraban, se delataban.
Pues
yo hoy he iniciado la andadura sin hábito, sin competencia (ya que a esas horas
la Sierra no encuentra muchos amigos) y sin compañía, si exceptuamos a mi fiel
sombra. Amanece aun temprano y antes de las ocho ya el sol me tiempla. Mi
sombra, al principio se alargaba sobremanera, como queriendo abandonarme, como
queriendo transitar por otros lares, asomándose incluso a otras lomas, apenas mantenía un imprescindible y mínimo contacto con mis
pisadas. Más tarde, mientras ascendía las fuertes cuestas de Cauchiles se
pegaba a mí, retraída, medrosa. En ambos casos ha sido la fiel y muda compañía
de la que he disfrutado durante la jornada.
Hay
un conjunto de lagunillos al sur de los Raspones de Río Seco, que por ubicación
no son muy visitados; si a ello unimos que cada autor los ha nombrado de forma
dispar obtenemos la confusión que quiero abandonar yo. No hay forma de
aclararse de qué hablamos cuando nos referimos a ellos. Siguiendo la
nomenclatura de A. Castillo, los Lagunillos del Púlpito ya se divisan –a vista
de pájaro- una vez alcanzado el collado de la Carihuela y se seguirá haciendo
hasta alcanzar Los Raspones, durante todo el recorrido de la pista del Veleta
hasta Capileira.
Ubicados
al oeste del pico del Púlpito (bicéfalo: 2.965 y 2.978 metros) y recostados en
una plataforma rocosa de abrasión glaciar, en el margen izquierdo del circo
colgado del Veleta. Este conjunto lo forman cuatro lagunillos: los dos
superiores, de escasa superficie, con pocas aportaciones y apenas borreguiles,
aguantan lo que duran los ventisqueros; el medio, algo mayor, cerrado (sin
emisario) y también temporal; mientras que el Bajo presentaba hoy una estampa
muy atractiva. Posee emisario y nivel permanente y su área de alimentación –muy
extensa-, cubierta toda ella por un precioso borreguil.
Aunque
no lo aparente la aproximación es complicada, sin vereda, con mucha
pendiente sobre terreno pedregoso muy fracturado. Han sido citados desde
antiguo, dada su visibilidad, con distintos nombres: Lagunillos del Veleta, del
Sabinar, de Los Raspones, hasta que en el año 1.993 E. Fernández los cita como
Lagunillos del Púlpito, pero siempre cantados
“Sois
las limpias turquesas con que enjoya la Sierra la desnudez de sus hombros,
en
la gran fiesta del estío;
el collar de azules perlas, que luce en su
altivo cuello de reina;
el rosario inmarcesible de lágrimas, de los siglos de nieve
que cayeron en su frente encanecida".
Ángel Casas (1.943).
Las
observación de las láminas de agua junto a los prados y borreguiles que los
circundan son uno de los mayores atractivos, a la vez que de contraste, en este
entorno montañoso árido, gris y monótono veraniego.
Otro, objeto principal de mi visita por desconocido, es el Lagunillo de Las
Cabras. Yo quería recorrerlos hoy todos y fijarlos en la memoria, antes de que
ésta o las piernas me den “una espantá”, y haciendo mía la aseveración de que:
nadie tiene tanta determinación como el que no sabe dónde va, a ello me he
lanzado.
El
recorrido inicial hasta el refugio de la Carihuela (punto más elevado del día
con 3.200 metros) y su continuación por la pista rodeando la falda del Cerro de
los Machos no necesita descripción. Aquí me descuelgo por un terreno sumamente
molesto: amplios y muy pendientes cascajares difíciles de caminar. Lo tomo con
calma, sólo lamentando los muchos metros que desciendo consciente de que más
tarde tendré que volver a remontar.
Están
los lagunillos del Púlpito (dos o cuatro dependiendo de fechas) ocupando pequeñas cubetas
escavadas en roca. Todo este paraje llama la atención por ser casi en su
totalidad afloramientos rocosos que emergen a los que la erosión no ha sabido ocultar, ocupando toda
la superficie. Como ya las conocía de una anterior visita, sólo me entretengo
el tiempo necesario para tomar unas fotos.
El
verdadero objetivo del día era otra laguna del que no tenía constancia hasta
hace poco, que se encuentra escondido y encajado entre Los Raspones y el
Púlpito. Este es el denominado como Laguna de Las Cabras. A tras mano de todo e
invisible hasta que no estás encima de él -si lo tienes ubicado-, puede presumir
de ser una de las lagunas menos conocidas de toda Sierra Nevada. Fuera de la
vista, fuera de itinerarios montañeros, alejada de la línea de cumbres y de
difícil, penoso e intencionado acceso.
Separado
de los anteriores por un collado y media hora larga de andadura. Pero antes de acceder a él decido coronar la doble cima del Púlpito (que se queda a escasos 22 metros de
ingresar en el club de los tres miles). Desde su cima, enseguida llama la
atención la forma rectangular de la laguna (algo que desde su orilla no
resultará tan evidente) y que inevitablemente me recuerda a la Laguna Cuadrada
(camino del Caballo –verea cortá-), salvando distancias y extensiones.
Tras
descender de nuevo hasta el collado (donde abandono mochila y bastones), continúo bajando un centenar de metros por un angosto barranco, semiobstruído por un resistente ventisquero hasta alcanzar la
cubeta ocupada por la laguna. Toda esta cara sur de Los Raspones ha sido
milenaria y pacientemente lamida por los hielos, cuando aquí se asentaba un
glaciar y de ese paciente trabajo dan cumplida fe las redondeadas y pulidas formas
que enseñan las rocas.
La laguna, abierta, con entrada de nacimiento y emisario casi permanente.
Recostada en un pequeño circo en la cara oeste de los Raspones de Río Seco, en
una cota baja (2.850 metros). Rodeado de una excelente franja de borreguiles, me llama la atención además de su forma, los numerosos meandros que ha formado su
desagüe antes de precipitarse definitivamente en busca de su inevitable encuentro con el río Veleta.
Para
el regreso decido remontar lo más próximo a los tajos que protegen esta cara de
Los Raspones; sin sendero alguno me pego instintivamente al pie de los tajos en
una ardua y prolongada ascensión, lo que provoca que a veces tenga que transitar encajonado entre el propio tajo y algún ventisquero. Las rocas acumulan más calor que la blanca nieve y se suelen formar pasillos entre ellas y los ventisqueros.
Aprovecho mi ubicación para -en los descansos- visualizar de nuevo los tres lagunillos anteriores y en la lejanía la cascada por la
que se desploma en su recorrido inicial el naciente río Veleta después de abandonar
la laguna de Aguas Verdes. Quiero acceder a la carretera, justo en la unión de
Raspones y Crestones. Una vez alcanzada, me asomo a la cubeta de Río Seco para apreciar
el estado de sus lagunas.
A
partir de aquí regreso por la carretera hasta el refugio de la Carihuela,
descender por los Lagunillos de la Virgen, Embalse de las Yeguas y complejo de Borreguiles
adornado con llamativas y curiosas formas en un intento de hacer mas atractivos los
recorridos por las pistas de los visitantes nivales.
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros. |
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