miércoles, 13 de abril de 2016

Guájares, tres de golpe (Granada)

Guájar Fondón.







El primero en mi ruta es Guájar Fondón, el más bajo de los tres.

Todo el valle que acoge a los pueblos es un verde vergel de frutales.

Una de las calles del pueblo en mi caminar buscando el camino de El Castillejo.

Extraordinarios ejemplares de olivos por tamaño y antigüedad. 

Allí donde acaban los cultivos comienza el bosque de pinos con un manto vegetal cubriendo todo el suelo. 

Los muros de contención aparatando el terreno que permiten los cultivos.

Primer avistamiento de las ruinas de El Castillejo.

Las acequias, heredad árabe, son las verdaderas arterias de esta sierra.

El río Toba en su discurrir buscando a sus mayores: Guadalfeo.

Cuando acaban los "tropicales" comienzan los olivos y almendros, después los pinos terminan culminando las cimas.

Los restos del poblado fortificado de El Castillejo, ocupando la cima de la colina (cerro Testigo).

La muralla  perimetral defensiva delimita un espacio ovalado de 120 por 130 metros.

Restos del aljibe junto a 8 casas  en el interior del recinto.

Las construcciones se acoplan al terreno adaptándose a las irregularidades de la colina. 

Desde El Castillejo, en la sierra de los Guájares, entre los pueblos de Fondón y Faragüit.

Excelente atalaya para vigilar y controlar los movimientos por el valle.

Desde la esquina norte del recinto se abarca en su totalidad el pueblo intermedio.

Una de las varias fuentes que me he encontrado durante mi caminar.

Junto al río de La Toba, por debajo de Faraüit, las rocas literalmente rezuman humedad, basta con apreciar la vegetación.

Para acceder a Faragüit tengo que atravesar el río, y no será la última vez.

Atravesando Guájar Faragüit en busca del inicio del próximo tramo de sendero.

Alguna de las acequias comparten recorrido por las calles junto a la iglesia.

Sin detenerme demasiado en su tránsito me paro en alguno de sus rincones.

De nuevo junto al río, eje vertebrador del valle y de mi recorrido.

Vuelvo a los montes ya que tengo que alcanzar un collado para avistar el último de los Guájares. 

Guájar Alto, el más pequeño, el más alto.

Desde el "Alto" arranca una pista hasta la población de Nigüelas de la que me han hablado y bien.

Prominencias de la sierra de los Guájares, ésta junto al Alto.

Otra que destaca por su forma de columna en su cúspide.

Estoy en el Mirador de la Viñuela o Villuela, a mitad de camino entre los primeros y el tercero.

Desde aquí se aprecia perfectamente los terrenos cultivados que rodean el pueblo, más arriba peñas y bosque.

El Mirador es el único punto del recorrido desde el que se pueden avistar los tres y no completos.

Oigo ruido de agua y tardo en localizarla (abajo izq.), luego intentaré acercarme hasta la cascada.

La carretera que une los pueblos pasa al pie de la cascada.

Incluso han habilitado un mirador y un recorrido ascendente y enfrentado donde parar y deleitarse.

El recorrido del río Toba entre las sierras de las Albuñúelas y la de los Guájeres con un microclima subtropical.
Entre Guájar Faragüit y Pinos del Valle, casi alcanzado el collado, este mirador. 



De regreso hacia Pinos del Valle, en el collado, dos construcciones en las que me detengo.

Un aparente castillo rojo que lo he encontrado llamado "Casa de la Cebada".

Frente al castillo, al otro lado de la carretera la "Venta de la Cebada".

Me adentro entre sus ruinas lo que la prudencia me permite.

Galería que se asoma a la carretera de Pinos del Valle.

Esta ladera, ya del Valle, salpicada de floridos almendros.

Éste, junto a la carretera, me hizo detenerme: no cabían más flores en sus ramas.

El Valle de Lecrín, otro enclave privilegiado por su benigno clima.

El suave clima de que disfruta permite el cultivo, casi exclusivo, de los cítricos.

Fecha: 2-2-2016                                                                Guájar Fondón                                                 9’00h.
M.I.D.E.:2,2,3,3.                                                                Castillejo                                                            10’00h.
Duración: 6h (Semicircular)                                         Guájar Faragüit                                               10’40h.
Desnivel en subida: 430 metros                                    Guájar Alto                                                        12’30h.                
Rangos de temperatura: de 7’5ºC a los 18ºC            Mirador de la Viñuela                                    13’20h.
                                                                                              Guájar Faragüit                                               14’30h.
                                                                                              Guájar Fondón                                                 15’00h.
                                                                                             

Estos tres hermanos que comparten nombre y discrepan en el apellido, fueron poblaciones independientes hasta hace unas décadas (1973) en que decidieron unirse y habilitar la “capitalidad” en la población central. Comparten laderas en las estribaciones de la zona septentrional de la costa granadina. Tras la conquista del reino de Granada fueron repartidas estas tierras entre fieles servidores de los Reyes Católicos, pero fue tras las rebeliones moriscas (guerras de las Alpujarras) cuando prácticamente desaparecieron todos sus pobladores ante el avance del Marqués de Mondejar cuando remontó el río Toba con la orden de aniquilar a todos los moriscos.

Posteriormente se repoblaron estos pagos con 90 colonos entre los que se repartieron las propiedades pertenecientes a los moriscos, gente venida de Granada, Jaén y Ciudad Real principalmente, quedando los núcleos poblacionales reducidos a los tres que se conservan actualmente, ya que se abandonaron los demás asentamientos (Guájar la Vieja y/o el asentamiento fortificado de El Castillejo).

Ocupan un reducido y precioso valle subtropical atravesado por el rio de la Toba. Su nombre, el compartido por las tres poblaciones deriva del árabe con un significado de: abrupto, escarpado y de difícil acceso, lo que ya nos indica lo que nos vamos a encontrar en su entorno: multitud de barrancos, enclaves y paisajes de belleza sobresaliente.

El núcleo urbano más importante de los tres es el intermedio: Guájar Faragüit (Jardín escondido),

"Está cercada de bancales y arbolado de almeces y parrales,
que van subiendo desde el río y forman una gradería vistosa
su clima es templado, con vientos N. y E., y solo se
padecen  algunas calenturas.
…Los cerros, tajos y peñascos de que se halla erizada
 la mayor parte del término, están poblados de pinos,
 carrascos, romeros y aulagas , encontrándose solo
algún viñedo hacia el N. en el sitio llamado los Jarales,…”
Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España (Pascual Madoz).

cuya iglesia es un buen ejemplo de las construcciones mudéjares. Construida, tras la conquista, sobre una mezquita en los primeros años del s. XVI, siendo una de las iglesias que no se vio afectada por la guerra de los moriscos de 1568; otras muchas fueron incendiadas. En un cerro cercano al núcleo se puede visitar El Castillejo, antiguo poblado fortificado almohade del s. XIII.

Voy a dejar el coche a la entrada del más bajo de los tres: Guájar Fondón, para iniciar un recorrido, que si no me pierdo, enlazará las tres poblaciones con alguna variante que también trataré de caminar. En este “Fondón” inicio la subida ya por las mismas calles del pueblo. Están los panaderos con sus vehículos repartiendo la mercancía y son ellos los que me indican el camino a seguir para iniciar el recorrido hacia el Castillejo: señalando siempre hacia arriba.

Durante los primeros minutos voy bordeando parcelas cultivadas, todas ellas con frutos tropicales: chirimoyas, aguacates, naranjos, etc. Tras alcanzar una antigua acequia, el sendero –SL-A52- llanea entre olivos (algunos de troncos enormes, retorcidos y llamativos que enseñorean su vejez), buscando el  barranco Rendate (aquí tengo que extremar la atención para no perderme). Tras cruzarlo el paisaje comienza a cambiar, desaparecen los frutales dando paso a jaras, aulagas, espartos y pinos. La subida se acrecienta pero para compensar el sendero se clarifica y deja de ofrecer dudas.

Desde lejos se divisan los restos de las murallas del antiguo asentamiento coronando el Cerro Testigo; una vez alcanzado el collado sólo me quedan escasos minutos para encontrar primero los restos de una antigua canalización y una alberca, tras algunos pasos más entro en el recinto dolomítico de El Castillejo (405 metros). Restos -en relativo buen estado de conservación- de un poblado fortificado datado entre finales del siglo XII y principios del XIV; los muros exteriores y los interiores delimitando las viviendas presentan buena conservación.

Lo que sí sigue siendo es una inmejorable atalaya desde donde se divisan excelentes y amplias vistas, tanto de Guájar Faragüit como parte de Guájar Fondón y las sierras que los rodean: sierra de Jurite, de la Mesa y del Chaparral así como buena parte del curso del rio Toba (por las muchas tobas calcáreas o travertinos que presenta a lo largo de su cauce). La bajada se hace rápida, por pendiente y cortedad, hasta cruzar de nuevo otra acequia: Allá de Cara (expresión local: en frente, en aquella cara, respecto al pueblo), de origen nazarí que se conserva perfectamente.

Por debajo, ya junto al río, alguna fuente que mana en medio de una roca (Fuente Santa); manantial de aguas cristalinas, (donde si hacemos caso a la leyenda se cuenta que bajaban las mujeres, que habitaban El Castillejo a lavar la ropa), algún abrigo rocoso, humedad y vegetación por doquier, para atravesado el río ascender en busca de las primeras construcciones de Guájar Faragüit.

Alcanzada la carretera pregunto por el inicio de la segunda parte de mi recorrido: el sendero que me ha de acercar hasta Guájar Alto (SL-A53). Tengo que caminar unos quinientos metros por la propia carretera hasta encontrar un poste indicador que me remite de nuevo hasta el río por un pendiente carril cementado. Tras cruzarlo y remontar los primeros metros por una endiablada pista terrera en construcción, me desvío adentrándome en bosque de pinos buscando, ahora por sendero, el Collado de la Villuela o Viñuela. En estos primeas rampas de ascensión, ya por el sendero, me encuentro multitud de conchas fosilizadas, bivalvos que acreditan los orígenes marinos de estas sierras.

Una vez alcanzado el collado la pendiente suaviza y camino por una pista que tras recorrer un par de lomas, volveré a abandonar para seguir otro sendero que transita entre bosque cerrado de pinos. Pero lo que me llama la atención y verifica la bondad del microclima es la abundancia de bojes y palmitos además de jaras y esbeltos romeros. Tras recorrer diversos barrancos aparece enfrentado el pueblo. Guájar Alto, blanco, pequeño y recogido, recostado en la ladera y totalmente rodeado de los verdes intensos de los frutales tropicales que el benigno clima y la abundante agua mantienen.

El regreso, por el mismo recorrido hecho a la ida salvo que alcanzado de nuevo el Collado me acerco hasta el mirador de la Villuela que busca asomarse casi en verticalidad sobre el cauce del río Toba. Oigo rumor fuerte de agua y tardo en localizar que allá abajo, junto a la carretera que une los pueblos, hay una cascada por la que se precipita lo que me parece ser el sobrante de una acequia. Son una treintena de metros por una pared casi vertical, tapizada de musgos por la que se desploma el agua al reencuentro con el río.

De regreso en Guájar Faragüit recorro un enlace que une los dos primeros pueblos. Es un carril cementado que a media altura entre carretera y río y bordeando parcelas cultivadas, en apenas quince minutos me devuelve hasta el primero de los pueblos donde aparqué esta mañana el coche. Decido acercarme, ya con el coche, hasta la cascada para verla desde cerca, por lo que remonto un par de kilómetros hasta localizarla.

Es una preciosa cascada a la que han habilitado un mirador y en la loma enfrentada un sendero que gana altura para poder observarla desde diferentes perspectivas. De nuevo en Guájar Faragüit decido hacer el camino de vuelta por la carretera que se dirige, atravesando la sierra (GR-3204), hasta Pinos del Valle y desde él recorrer buena parte de los pueblos del Valle de Lecrín dedicados en exclusividad al cultivo de cítricos por la particular bonanza del clima que se mantiene durante todo el invierno, aunque a decir verdad, este año no ha hecho falta ya que el propio invierno ha sido excesivamente benigno.

Mientras remonto por la carretera, remozada recientemente, me veo obligado a parar repentinamente para no atropellar a una hermosa culebra bastarda que extendía su casi metro de longitud ocupando buena parte de mi carril. Estaba tomando el sol, ganando calorías en estos días soleados y templados del invierno en que debería estar hibernando. Una muestra más de las anomalías climáticas que estamos padeciendo.

A medio camino paro para asomarme al mirador de Guájar Faragüit antes de alcanzar el collado y dejar de ascender. Todavía haré otra parada en el propio collado para acercarme hasta un rojo y pequeño castillo (Castillo Venta de la Cebada) a la derecha de la carretera, junto a él y cerca de su fachada norte los restos de una enorme aljibe de planta rectangular y una señorial casa –ahora en ruinas- a la izquierda (Venta de la Cebada).

Una semana después de mi visita (8-2-2016) se declaró un incendio en las inmediaciones del río Toba, aparentemente provocado (el tercero en dos días y bastante próximos entre ellos) que arrasó zonas de matorral y arbolado.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

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