Fecha: 18-11-2015 C.V.
Santa Rita 8’30h.
M.I.D.E.:2,2,2,2. Mirador
de la Cabrera 9’10h.
Duración: 3h (Semicircular) C.V.
Santa Rita 12h.
Desnivel en subida: 300 metros
Rangos de temperatura: de 4ºC a los 16ºC
Hoy
teníamos (me acompaña mi hijo Carlos) previsto hacer dos recorridos por la Subbéticas. El primero compuesto a su vez por dos itinerarios en las inmediaciones
del propio centro de interpretación y el segundo, de mayor entidad, en las
afueras de Carcabuey denominado Las Buitreras.
El
centro de visitantes de Santa Rita en un edificio de tipología tradicional de
dos plantas. En la baja se encuentran las exposiciones interpretativas del
terreno kárstico que ha dado lugar a la remodelación de estas montañas calizas
originando lugares singulares como el Lapiaz de los Lanchares o la Cueva de los
Murciélagos. En la segunda se encuentra el centro de operaciones de guardas
forestales del Parque. Con buen acceso, a pie de la carretera A-339, dispone de
aparcamiento, aseos y tienda además de sala de audiovisuales.
Del
propio centro parten dos senderos, uno lineal y otro circular que comparten los
primeros centenares de metros. El lineal asciende hasta el Mirador de la
Cabrera, el segundo –circular- es el denominado circuito botánico que recorre
la Dehesa de Vargas. La propuesta que combina los aspectos botánicos y
geológicos se presenta muy interesante.
Nosotros
los haremos en este mismo orden. El sendero discurre por la ladera norte de la
Sierra de la Cabrera. Nos encontramos caminando por colinas calcáreas. Aunque
en la actualidad resulte difícil de imaginar tenemos que retrotraernos en el
tiempo unos cientos de millones de años (Jurásico), e imaginar que estas
tierras eran el fondo marino del Mar de Thetis (actual Mediterráneo).
En
este medio marino abundaban multitud de moluscos y concretamente unos con cocha
en espiral llamados ammonites. Todas estas conchas, al morir el animal, se
depositan en los fondos marinos que junto con otros sedimentos de igual
naturaleza acabaron formando un importante paquete de rocas calizas. Una vez
retiradas las aguas por la elevación del terreno, debido al choque de las
placas tectónicas, no sólo quedan al descubierto sino que se elevan (hasta los
1.500 metros en el caso de La Tiñosa, techo del Parque y de la provincia), formando las Sierras Subbéticas.
El
primer tramo es de suave subida y nos acompañan distintas especies vegetales:
encinas, cornicabras, majuelos, retamas… componiendo el típico bosque
mediterráneo. Una vez llegado al punto en que separan los recorridos, (junto a
un hermoso ejemplar de quejigo), decidimos ascender primero hasta el Mirador.
El sendero que nos conduce hasta los 1.080 metros en que se encuentra ubicado
está flanqueado por encinas, durillos, olivillas y majuelos. Siendo los rojos
frutos de estos últimos vitales para la alimentación de multitud de aves:
verderones, cojugadas, currucas…, si elevamos la mirada al cielo es probable
que divisemos el majestuoso buitre, ya que en esta sierra anida la colonia más numerosa
de toda la provincia.
Esta
frondosidad vegetal (ya que es casi materialmente imposible salirse del sendero), a
veces se ve interrumpida por “canchales”: zonas de piedra suelta de distintos
tamaños que se van desprendiendo, debido a la periglaciación, formando estos
mantos de piedra suelta que descienden por la ladera y que impide el arraigo de
las plantas. Tras el esfuerzo de la subida llegamos a un pequeño mirador desde
donde tenemos una completa vista del Lapiaz de los Lanchares. Aquí la roca ha
sufrido otro tipo de erosión, la lluvia va disolviéndola creando surcos y agujas formando un terreno
“típico” de las sierras calcáreas denominado vulgarmente “rompe-piernas” por la
dificultad que presenta el caminar por él.
Enfrente
observamos también el Arroyo Valdecañas con el Tajillo del Águila, una simple
falla provocada por la ruptura de la tierra debido a los movimientos de las
placas tectónicas. En las zonas más bajas los omnipresentes cultivos de olivos
con sus filas perfectamente alineadas. Abajo, a nuestros pies, la carretera y
los edificios del propio centro. Acabada la estancia en el pequeño mirador, tenemos
que retroceder para bajando, alcanzar de nuevo el punto donde se bifurcan las
variantes del sendero e iniciar el segundo recorrido.
Nos
adentramos en un típico bosque mediterráneo que presenta algunos ejemplares de
gran porte, ocupando el estrato alto, mientras abajo el matorral,
diversificándose muchísimo: torviscos, rosales, helechos… lo ocupa todo. En los
puntos de mayor humedad aparecen las madreselvas, los juncos, los zarzales y la
llamativa peonía; y todo ello salpicado con ejemplares de quejigos
espectaculares, por volumen y altura. Tras el recorrido el sendero nos devuelve
al Centro de Visitantes.
Ahora,
a mediados de noviembre, a pesar del “veranillo” que se prolonga en exceso y
que las lluvias no acaban de llegar, la orientación norte de estas laderas
preservan la humedad y hacen que sean frecuentes los líquenes cubriendo las
rocas y los troncos, haciendo que los dos recorridos estuvieran muy atractivos,
y sólo por poner un pero diré que se nos han quedado cortos.
En el Centro nos demoramos observando un joven buitre recogido en Cabra. Según nos cuentan
ha sido requerido el personal para su recogida ya que estaba en una de las
naves de la población. Desnutrido e incapaz de volar se disponían a llevarlo al
veterinario del centro de recuperación para su tratamiento y posterior
devolución a la libertad. El conductor, poniendo una nota de humor ha comentado,
que posiblemente la recuperación se conseguiría con tres o cuatro kilos de carne.
En
el propio centro nos informan que el segundo recorrido que queremos conocer hoy
está dentro de una finca privada que se dedica a la ganadería y ganadería
brava, por lo que no aconsejan nuestra visita. Desanimados, decidimos olvidarlo
y ya sin prisas nos dedicamos a recorrer el Centro viendo los audiovisuales y
leyendo los distintos paneles informativos antes de iniciar el regreso.
Se
puede complementar la visita al Centro de visitantes con otra a la población de
Cabra (una decena de kilómetros) o a la de Priego (20 kilómetros), cualquiera
de las dos son elecciones acertadas.
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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