Desnivel en subida: 675 metros Cerro
de los Bolos 12’00
- 12’30h.
Rangos de temperatura: de 3ºC a los 16’5ºC
Hacía
casi tres años que no visitaba la Dehesa de Camarate y recordando que me
faltaba por caminar un tramo de la etapa 17 del sendero Sulayr he querido aunar
objetivos en esta visita. Dado que ahora por la mañana la escasa luz (en
Camarate donde su tramo inicial está bastante encerrado en el barranco), hace que las fotos salgan con un tono azulado poco real, voy a iniciar el relato en
el punto final del recorrido y terminarlo en el inicio.
El
acceso a Camarate desde Lugros se puede afrontar desde dos puntos, que yo conozca.
Uno es desde el Molino de las Herrerías (puente de las Herrerías), medio
kilómetro antes del pueblo de Lugros en la propia carretera de acceso, para
progresar junto a una acequia hasta llegar al río Alhama y ascender por él
hasta la puerta de la Dehesa. Otro es avanzar esos 5 kilómetros y aparcar en la
misma puerta. Yo hoy he escogido este segundo por haber andado ya el otro recorrido y disfrutar de más tiempo arriba.
La
etapa 17 del sendero Sulayr enlaza refugios: Postero Alto con el refugio de
Peña Partida, donde se alcanza la cota máxima (2.430 metros) a lo largo de sus 300 kilómetros; el primero asistido, con acceso para vehículos y amplio aparcamiento; el segundo pequeño, no asistido, sin posibilidad de acceso motorizado y enclavado en la cota mas alta que tiene el recorrido. Voy a iniciar el relato en el Cerro de los Bolos (aproximadamente a unos 6 kilómetros del refugio Postero Alto y en la cota 2.000 metros). Es donde se
sobrepasa definitivamente el bosque de repoblación de pinos y aparece el
piornal que ya no abandonaré en el resto de la etapa. Aquí he aprovechado
para descansar durante una media hora a la vez que me comía el preceptivo
bocadillo.
Ante
mí aparece el Barranco Bernal, cubierto con una espesa masa de pinos de
repoblación que sólo permite una nota de color al fondo del barranco donde los
chopos, alimentados por el arroyo rompen la "monocromía", eso percibo si miro loma abajo. Hacia arriba el piornal, dominando toda la extensión a la que tengo acceso
visual. Estoy en la ladera del Mirador Bajo y aparentemente hacia él se dirigen las
rodadas que tengo que seguir, pero pronto el sendero las abandona desviándose hacia la derecha, bordeándolo por su falda en busca del collado coronado con rocas muy visibles que está a la derecha.
Entre ellas atravesaré por un portillo destartalado una valla ganadera que se prolonga loma
arriba buscando la cima. No olvido nunca de cerrar los portillos por los que accedo, si están en condiciones de hacerlo, ya que el abandono han echado a perder muchos de ellos.
Cambio de término municipal, abandonando el de Jérez del Marquesado me introduzco en
el de Lugros por el que me voy a mover hasta finalizar la jornada. Las lluvias
(nieves en las cotas altas) de estos días pasados han dejado multitud de
pequeñas pozas en las rocas y el cielo limpio, arrastrando la polución hasta el suelo, lo que
me permite divisar con bastante nitidez las distintas sierras de las provincias de Granada y Jaén: Sierras de Baza, Cazorla, Serrezuela de Jódar, Mágina, Mirador Alto y Bajo y
Morrones (estos dos último en la propia Sierra Nevada).
Aquí
el sendero -en suave descenso- atraviesa la loma (donde tiene inicio el Barranco
de las Chorreras) que hoy muestra la totalidad de la gama de los verdes
salpicada por notas coloristas aportadas por los agracejos. Más abajo aparecen
los prados altos de la dehesa y los primeros robles. Cierra esta loma una
crestería rocosa muy llamativa que es donde yo abandonaré el sendero Sulayr para descender a Camarate.
Pero antes llego a un carril amenizado por una acequia y salpicado de
borreguiles (Barranco de las Chorreras).
El
Sulayr, en fuerte repechón, se encarama hacia las Piedras de los Soldados (emergen del suelo ahusadas formaciones rocosas casi verticales), yo
prosigo por el carril hasta una nueva valla y su portillo. Enseguida dejo un pequeño recinto vallado que acoge una estación metereológica mostrando el anemómetro
totalmente estático; el carril prosigue en descenso continuado acercándome a
los prados avistados anteriormente. Por encima de ellos una acequia para
aprovechar el agua de un barranco adyacente y en medio de un extenso y verde prado un
blanco abrevadero muy visible. Estoy en la parte alta de la dehesa. Por ahora
solo vegetación de alta montaña aunque cada vez tienen mayor presencia los
arbustivos.
La
Dehesa de Camarate está considerada como uno de los tesoros botánicos más
preciados del Parque Nacional de Sierra Nevada ya que alberga uno de los bosque
mixtos más completos de la provincia y de buena parte de Andalucía: cerezos
silvestres, robles melojos, serbales, fresnos, sauces, agracejos, majuelos,
quejigos…, además de una amplia fauna: cabra montés (hoy durante todo el día
muy esquiva), jabalí, gato montés, garduña, jineta, águila y búho real, además
de los rebaños de ovejas y el mencionado vacuno. Esta diversidad es la que hace
que durante el otoño presente una imagen especialmente atractiva, mostrando
rojos, ocres, verdes, anaranjados y amarillos en desordenada mezcolanza, para
hacerme disfrutar sobremanera.
A
medio camino entre acceso y zona más alta de la hacienda encuentro un tentadero rodeado de apriscos, no
en vano esta era una dehesa de reses bravas, aunque actualmente no lo parecen tanto ya que me he paseado
entre ellas y en lugar de peligro he percibido más bien demanda de caricias. Junto al pequeño coso un
abrevadero perdido y media docena de imponentes cerezos que aunque presumían todavía de colores rojizos, las últimas lluvias los
han despojado de buena parte de sus hojas, perdiendo prestancia.
Describir
este espectáculo me resulta muy difícil o al menos yo no encuentro las palabras que al leerlas consigan reflejar y expresar la belleza contemplada, así que os remito a la serie
fotográfica que he captado durante la jornada.
Abajo,
junto a la puerta, los restos de unas construcciones; entre ellas la fachada de
una ermita que mostraba hoy una preciosa escalinata de acceso totalmente tapizada por verdes musgos e hierba; algo más arriba los imprescindibles chiqueros donde encerrar los animales antes de su carga/descarga
en camiones para el transporte. Y donde se unen los diferentes arroyos formando
el río Alhama, la puerta de acceso a la dehesa. Se puede afirmar que el río Alhama y sus arroyos afluentes vertebran toda esta Dehesa de Camarate.
Todavía
en el carril de salida me he visto bloqueado por una montonera de piedras
ocupando todo el ancho de la carretera. Están arreglando el acceso y habían
descargado un camión de aparatosas y blancas rocas para elaborar un talud lateral e
impedir que el río se coma la carretera. Casi una hora de espera viendo el dominio mostrado por el conductor con la maquinaria en el manejo y colocación de las piedras, para terminar con una colaboración de los "obligados mirones" para rematar los trabajos retirando las piedras más menudas, terminando de despejar la vía y poder
proseguir, antes de que se cumpliera la amenaza de otra descarga por parte de otro camión que había anunciado su llegada.
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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