miércoles, 18 de febrero de 2015

Trincheras Sierra de Huétor III (Los Atajuelos - Huétor Santillán - Granada)




TRINCHERAS EN "LOS ATAJUELOS"

Fecha:6-1-2015
M.I.D.E.:2,2,3,3.
Duración: 3h (Circular)                                       
Desnivel en subida: 400 metros
Rangos de temperatura: de -3ºC a los 11’5ºC

Caseta junto a las canteras abandonadas.

Cantera de Mari-Celi.

Por aquí hemos descendido el monte Calar Blanco, buscando la línea recta. 

Casa forestal de Los Peñoncillos.

Fuente del Pozuelo, por encima de los viveros.

Primeras trincheras que encontramos en la cima del cerro en el paraje denominado "Los Atajuelos".

Apenas divisamos pequeñas trincheras aisladas aun.

Poco más adelante las construcciones son más numerosas.

Todos los restos muy deteriorados. Han transcurrido muchos años desde que dejaron de usarse. 

Disfrutamos de excelentes vistas hacia Sierra Nevada.

No podemos sino aprovechar para comernos una fruta asoleados. 

Para las fechas en que estamos hay poca nieve en nuestra sierra.

Nos acercamos al conjunto principal de las construcciones que permanecen.

El deterioro es patente. 

Los restos de lo que fue la construcción principal.

Encontramos un nido y no de pájaros precisamente.

El estar construido de hormigón ayuda a que se perpetúe en el tiempo.

Totalmente camuflado por ubicación y color.

Bajando descubrimos visualmente este otro promontorio, imposible de ver desde abajo..

En su cima hasta cuatro parapetos defensivos dominando los accesos.

Tampoco debe ser muy conocido a tenor de la falta de "indicios de visitas" (basura).

Colgado casi en vertical sobre la actual autovía.

Las diferentes construcciones dominando los puntos cardinales.

Unos metros por debajo de la cima y al abrigo de la roca, los restos de este refugio.





Los restos del muro norte de la pequeña construcción.

Hace ya algunos meses encontré menciones de una serie de trincheras ubicadas en el Parque Natural Sierra de Huétor que desconocía totalmente. Hoy en compañía de mi hijo Carlos y aprovechando la festividad  del día hemos querido acercarnos hasta la sierra para al menos ubicarlas y a ser posible visitarlas.

Nuestra intención era explorar dos enclaves, no muy distantes entre sí, en que las referencias situaban dos conjuntos de trincheras pertenecientes a nuestra guerra civil (1936-1939). Las primeras hablaban de un cerro a la derecha de la autovía Granada-Murcia a la altura del Puerto de la Mora (salida 264); las segundas a la izquierda de la misma autovía y unos kilómetros más abajo (salida 259). Y parafraseando a Borges, no me duelen prendas aceptar que mi desconocimiento de ambos enclaves no se avergüenza demasiado de ser total, por lo que vamos a intentar paliarlo en lo posible. De todas formas no deja de ser una excelente excusa para echar una mañana de caminata por parajes ignotos en inmejorable compañía.

Ya sabíamos de las dificultades con las que nos íbamos a encontrar, primero en su búsqueda y luego en su recorrido si al final las encontramos, ya que las referencias que yo llevaba no eran ni fiables, ni precisas. Tras alcanzar el Puerto de la Mora y abandonar la autovía por la salida 264, retrocedemos casi un kilómetro por la vía de servicio, hasta encontrar una señalización prohibiéndonos continuar.

Abandonado el coche, comenzamos a caminar por la estrecha carretera asfaltada que, según mapas, nos lleva primero hasta las inmediaciones de la casa forestal El Pozuelo (desconocida para mí) y posteriormente a unas antiguas canteras abandonadas (Mari-Celi) que hoy sólo sirven como puesto de caza. Estamos en la propia falda del Calar Blanco, pero no encontramos por dónde progresar, así que decidimos subir monte a través intentando esquivar las muchas y lacerantes aulagas junto con otras “espinosas” que abundan en la zona, el suelo calcáreo muy erosionado tampoco ayuda.

Tras un buen rato de subida conseguimos coronar el cerro del Calar Blanco (1.635) que teóricamente soporta las buscadas trincheras. El no tener claras las referencias nos ha hecho acceder a la cumbre por su extremo norte y tras deambular un rato por su cima hemos descubierto que el conjunto de trincheras estaba ubicado en su extremo sur. Hemos abandonado tras haber avistado algunas pequeñas trincheras aisladas, dejando el grueso del asentamiento para mejor ocasión, pero con una idea muy clara de cómo y por donde ascender la próxima vez.

Tomada la decisión, descendemos de la forma más directa posible, ya que teníamos la carretera y el coche a la vista, intentando hacer el trayecto más recto, a la vez que corto, a fin de ahorrar tiempo; sin olvidar tomar las precauciones debidas, ya que estos montes son calcáreos y por ello de muy incómodo andar por la fuerte erosión que el agua ocasiona en las rocas que acaban con formas muy irregulares, presentando multitud de agujas y agujeros.

Tras desplazarnos unos cuatro kilómetros (dirección Granada), dejamos la autovía por su salida 259 para coger un carril terrero que se dirige hacia la casa forestal “Los Peñoncillos”. Justo detrás de la casa y en dirección sureste se eleva un cerro (1.400 m.), en el paraje denominado “Los Atajuelos”. Ni conozco, ni he encontrado referencias de sendero o vereda que nos ayude a ascender, por lo que usamos una pista que llaneando nos acerca hasta los antiguos viveros (en la actualidad totalmente abandonados) que se usaron en los años 50 del pasado siglo para la repoblación de estos montes.

Una vez llegados a las explanadas que en su día cobijaron los viveros y superadas las distintas terrazas que los componían, descubrimos –casi en sentido literal- una fuente semi-oculta por las zarzas y junto a ella una alberca de medianas dimensiones. Seguimos ascendiendo por donde nuestro buen criterio nos aconseja entre pinos primero y chaparras después, pero siempre con un sotobosque de aulagas de las que hay que cuidarse a pesar del grueso tejido de los pantalones.

Sólo tengo claro que hay que ascender en busca de la cima donde las referencias situaban los restos de las trincheras. Dificultad de orientación no hay por ser un cerro relativamente aislado, así que basta con trepar. Una vez llegado casi a la cumbre comenzamos a ver apilamientos de piedras, en su mayoría desparramadas; las menos, manteniendo la forma de muretes propios de los parapetos tras los que se protegían los soldados. Seguros de haber encontrado el lugar sólo nos falta deambular por las laderas junto a la cima en busca de los diferentes restos que puedan quedar.

Decidimos avanzar por la cresta para a la vuelta desviarnos un poco hacia el norte, ya que unos metros más abajo avistamos restos de muros. Por la cima apenas si encontramos algunas trincheras semicirculares, muy deterioradas ya que están construidas con apilamiento en seco de piedras propias del lugar sin argamasa alguna. Parece que si se siguen manteniendo en pie es con la colaboración de los cazadores que las deben usar como puestos de caza. Al menos cartuchos se avistan por doquier.

Tras alcanzar lo que parece ser el extremo del cerro regresamos por su cara norte y a un nivel algo más bajo para visitar los restos de muros que desde la cima hemos divisado. Nos encontramos los muros perimetrales de una “amplia” estancia que en su día debió estar techada y muros protectores junto a largos fosos en ambos lados. Junto a uno de los muros nace un foso serpenteante, de apariencia artificial a pesar de los años transcurridos, que se descuelga ladera abajo. Decidimos seguirlo.

Escondido entre la vegetación descubrimos un nido de ametralladoras con puestos de vigilancia a ambos lados, en muy buen estado de conservación. No parece que las visitas sean frecuentes ya que su interior aparece limpio -para nuestra sorpresa-, salvo algunas piedras y algo de tierra caídas por algún desprendimientos que casi taponan la entrada. No conseguimos descubrir más restos por lo que decidimos iniciar la retirada. La bajada la iniciamos por la ladera norte del monte y descubrimos, algo más bajo y justo enfrente un pináculo calcáreo cuya cima muestra los restos de varias construcciones en muy buen estado.

Una vez alcanzada su cima entendemos el porqué de este enclave alejado del grueso de las otras construcciones: desde él se domina un buen trecho de lo que ahora es autovía y antes carretera nacional y, desde siempre, paso obligado hacia el noreste (levante) desde Granada. Unos metros por debajo de la cima los restos de una pequeña construcción colgada literalmente sobre la actual autovía.

Ante la falta de nuevos descubrimiento en la zona decidimos dar por terminada la inspección y regresar junto a la Casa Forestal Los Peñoncillos, donde dejamos aparcado el vehículo e iniciar el regreso hasta Granada. Es la hora de comer.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.


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