miércoles, 5 de noviembre de 2014

Sulayr Tramo 5: Puente Palo - Capileira (Sierra Nevada - Granada)




A primera hora sólo había una nube en el cielo.

Subiendo a Cáñar llegan los minutos mágicos.

Y el patito feo....

Área Recreativa Puente Palo, inicio del tramo 5 del sendero Sulayr. 

Río Chico.

Las cumbres de los tres miles ya cubiertas de nieve: Pico Tajo de los Machos

Junto a la acequia, el sendero.


Regalos que ofrece el bosque.

Ya veo mi destino.

Amplio rebaño ascendiendo por la loma que yo bajo, un recorrido más inteligente.

Barranco Poqueira con la loma del Mulhacén oculta por las nubes.

Uno de los numerosos cortijos que hay junto al recorrido.

Puente Chiscar sobre el río Poqueira.

Los barrancos donde no falta el agua desarrollan una exuberante vegetación.

Paseando por Capileira.

Fuente del Cerezo.

De fondo la amplia loma que tendré que ascender en mi regreso.

La abundancia de agua es patente por sus muchas fuentes.

Lavadero público bajo que han querido conservar.

Calles escalonadas y tinaos, dos soluciones arquitectónicas habituales de estos pueblos.

Río Poqueira.

Despidiéndome de Capileira.

Abundancia frutal.

Agua por doquier.

Interior de uno de los cortijos abandonados del recorrido.

Por fin las nubes liberaron a los colosos.

Consigo encerrar a los tres en la misma imagen.

Centenarios ejemplares de robles.

Balsa Almiar.

La población de Cáñar con el pantano de Rules de fondo.



Fecha:15-11-2014                                                                           Puente Palo                                         9’00h.
M.I.D.E.:2,2,2,3.                                                                               Balcón del Almiar                              9’30h.
Duración: 6h30’  Lineal  (23,1km.)                                             Loma de la Matanza                         10’00h.                     
Desnivel en subida: 1.065 metros                                                Barranco de Rosas                           11’00h
Rangos de temperatura: de 13ºC a los 24ºC                              Capileira                                             11’30h.
                                                                                                            Atalaya                                                14’00h.                      
                                                                                                            Puente Palo                                        15’30h.


El Área Recreativa Puente Palo, en donde comienza esta etapa cinco del sendero Sulayr, dista de la villa (título que le otorgó Felipe II por la ayuda prestada en la rebelión de los moriscos) de Cáñar unos 9 kilómetros. Tras atravesar el casco urbano, hay que remontar por una pista forestal casi 800 metros verticales que es el desnivel que separa ambos enclaves. Ésta área (bastante abandonada y desatendida) se asienta en el margen derecho del rio Chico.

En mi ascenso hasta el punto de inicio avisto dos grandes acequias que surten de agua a los campos de Cáñar. Primero, a la salida del pueblo, la Acequia Grande que más arriba mostrará su itinerario paralelo a la propia carretera. Más arriba la Acequia Barjas, restaurada recientemente mediante un proyecto sustentado básicamente por voluntarios.

Cáñar es uno de esos pequeños pueblos -apenas sobrepasa los 450 habitantes- pertenecientes a la Alpujarra granadina por los que no se pasa, hay que ir. La carretera lo deja al margen de los recorridos más frecuentados. Encaramado en la loma de su mismo nombre (1.014 m.), presta buena parte de su término municipal al Parque Nacional de Sierra Nevada.

Como dato curioso mencionar que posiblemente es el único de la zona que mantiene el juego del “frontón”. Deporte que introdujeron varias familias vascas cuando se produjo la repoblación de estas tierras tras la expulsión de los moriscos, utilizando como frontón la pared de su iglesia.

Se inicia la etapa en el área recreativa, junto al río Chico, el que enseguida cruzo. Es éste río propicio a las grandes crecidas arrastrando, debido a su fuerte desnivel, gran cantidad de aluviones. Para paliar los efectos de estas crecidas se construyeron hasta 24 diques a lo largo de su corto curso, siendo el último el ubicado a más altura y grande de todos (dique 24 Soportújar). Se terminó de construir en el año 1943, que con una altura de 30 metros permite que se forme una espectacular cascada cuando el caudal es abundante.

Se sigue por la carretera unos centenares de metros hasta llegar a una bifurcación en que elijo el ramal de la izquierda –el que sube- para enlazar enseguida con el trazado de la acequia “El Almiar”. El recorrido junto a la acequia transitando bajo un frondoso bosque de robles melojos va a durar alrededor de tres kilómetros. Hoy llevaba agua hasta casi su final, lo que ha hecho el recorrido muy ameno.

Es éste uno de los bosques más espectaculares de todo el Parque Nacional, con ejemplares centenarios que hoy ofrecían su generosa cosecha a todos los que quisieran disfrutarla (estos robledales son una reliquia de la Era Cuaternaria, cuando el clima era bastante más frío y sólo se mantienen en cotas altas de las sierras). Cuando el bosque me deja “ver” disfruto de amplias panorámicas. A mi izquierda alcanzo ver el Pico Tajo de los Machos (un tres mil) hoy cubierto por la nieve; a mi derecha todo el curso bajo del rio Guadalfeo, pantano de Rules incluido, hasta el Mediterráneo.

Por debajo de la acequia, en la que observo diferentes salidas de riego, están las antiguas parcelas de labor del Cortijo de Haza Llana y más adelante se ubica la gran Balsa del Almiar, con todos los elementos para su aprovechamiento: compuertas, aliviadero, conducciones. La vereda cambia de margen en varias ocasiones para lo que hay habilitadas pasarelas de madera.

Cuando la acequia pierde cota bruscamente, separándose del sendero, perdiendo también la poca agua que le quedaba, el sendero llanea saliendo del bosque de robles. He llegado a la Loma de la Matanza, aquí la vereda se descuelga unos metros usando el cortafuegos antes de enlazar con una pista. Voy a entrar en el valle del Poqueira y los tres blancos pueblos que lo ocupan se van a hacer presentes enseguida. Estoy en el carril de La Piuca, por el que caminaré un par de kilómetros en suave descendo al principio, algo más fuerte en su segunda mitad, flanqueado por chopos que dibujan una línea de color en medio de la ladera. En mi caminar lo abandonaré por otro secundario para al llegar al Barranco de Rosas y cambiarlo por un estrecho sendero que ya no abandonaré hasta Capileira.

Toca bajar y bajar mucho (350 metros). Durante esta prolongada bajada voy a pasar junto a cortijos abandonados, sus antiguas tierras de labor, sus eras e incluso sus coches abandonados. Durante el prolongado descenso los castaños, nogales y manzanos van a ser compañeros frecuentes. En algunos barrancos los arroyos fluyen alegres, debido a las lluvias de estos días pasados y a las nieves de las cumbres que la templanza del día consumen rápidamente.

Cerca del río me encuentro un poste vertical con multitud de direcciones, cruce de caminos con destinos a Capileira, Bubión y Pampaneira además del propio Sulayr, falta muy poco para alcanzar el cauce del río Poqueira que lo salva el puente Chiscar y enseguida en prolongada y exigente ascensión (casi 200 metros) el sendero se dirige al pueblo. El suelo está “sembrado” de nueces y castañas y  tengo que hacer un esfuerzo por no cogerlas. Tiempo habrá a la vuelta de ir recogiendo los frutos otoñales esparcidos tan generosamente por el recorrido.

Llegado a Capileira(*) recorro todo su barrio bajo, manteniéndome siempre por debajo de la Iglesia. Intrincadas, reviradas, escalonadas y estrechas calles con casas de una o dos plantas encaladas, generalmente con la puerta de entrada en alto por lo que hay que ayudarse de uno o varios escalones; los típicos terraos como cubierta por los que asoman multitud de chimeneas coronadas por la típica lasca y los tinaos para dar continuidad a las casas por arriba salvando las calles. Personalmente creo que es la zona del pueblo con mayor encanto. Hoy me ha servido de guía un minino que a cambio de acompañarme sólo me exigía que le permitiera restregarse con mi pierna a cada parada fotográfica.

Como el resto del pueblo lo conozco de otras estancias, decido comenzar el regreso, consciente de que perderé tiempo en la recogida de castañas y nueces, en la visita de alguno de los cortijos que me han llamado la atención durante la bajada y otros imprevistos. El día va despejándose por lo que el calor que no he sufrido durante la mañana empieza a cobrar su tributo ahora. Si a esta subida termométrica sumamos la de la ladera, mi cansancio y el progresivo mayor peso de la mochila por la frecuente adicción de nueces y castañas, tenemos todos los ingredientes para que esta recuperación de cota se haga bastante dura.

Una vez arriba decido acercarme hasta la Balsa de la Piuca y helipuerto adjunto que están algo más bajos que mi itinerario. Junto al conjunto, todo ello vallado, diviso una caseta de vigilancia contra incendios que ocupa la cima del cerro de La Atalaya al que también me acerco ya que presiento que desde él voy a disfrutar de excelentes vistas (en la misma loma de la Atalaya y algo más bajo se sitúa el centro budista “O Sel Ling”). Me entretengo unos minutos charlando con el vigilante que cubre el turno de mañana a la vez que hago algunas fotos y tras despedirme retomo la subida por el cortafuegos hasta enlazar de nuevo con el sendero.

El recorrido de vuelta junto a la acequia, ahora con los rayos del sol colándose por entre los robles aportan una imagen diametralmente distinta a la de ésta mañana, tanto del bosque como de la acequia con multitud de reflejos en el agua. Como es ya costumbre en mí el regreso me lo tomo con bastante más calma por lo que a estos tres kilómetros, incluido el recorrido perimetral de la balsa le voy a dedicar una hora.

De nuevo en la pista principal, en las proximidades del río Chico, sólo me faltan unos centenares de metros para alcanzar el punto de inicio: el área recreativa Puente Palo; tras dejar la pesada mochila en el coche regreso a la fuente del área: Fuente Fresca, para corroborar la veracidad de su nombre. Sólo me queda descender por la revirada carretera los diez kilómetros que me separan de Cáñar para alcanzada la carretera asfaltada retornar hasta Granada.

Ésta etapa del Sulayr está perfectamente balizada desde su inicio hasta el fin. El acompañamiento de la acequia -hoy con agua- y el caminar bajo la sombra del denso bosque de robles junto con la agradable temperatura, han sido elementos fundamentales para la bondad del trayecto, sin olvidar las magníficas vistas del barranco del Poqueira que han amenizado la segunda mitad del recorrido. En definitiva, hasta ahora ha sido el tramo del Sulayr que más me ha satisfecho de todos los que he andado. Merece la pena el largo desplazamiento hasta el inicio del mismo.

(*)  Capileira proviene del término latino “capillaria” –cabellera-, por ser el pueblo que ocupa la posición más alta de los tres asentados en el barranco del Poqueira.

Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

2 comentarios:

  1. Llamarse Sulayr ya es de por sí un privilegio. Si arrancaste de Cáñar, ya que le diste un buen tute a los pies, amigo. Me parece sencillamente acojonante ese reportaje fotográfico al que lasa palabras, con perdón, casi lo achican porque no se trata tanto de lo que vemos sino lo que somos capaces de evocar con la excusa de lo que vemos. Un lujo, vamos. Un abrazo

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  2. ¡Qué maravilla de ruta amigo! Sin duda una gran reportaje para deleitarnos todos con tus andanzas. ¡Un abrazo!

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