Área Recreativa Canaleja Alta.
Fecha:7-10-2014 Álamos
Centenarios 9’00h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Pista forestal 10’00h.
Duración: 6h30’ Lineal Casas
de Santa Olalla 10’30h.
Desnivel en subida: 430 metros Encinar Las
Carrasquillas 12’00h.
Rangos de temperatura: de 6’5ºC a los 23ºC Los Mellizos 14’30h.
Álamos
Centenarios 15’30h.
Hace
un par de años, cuando decidí adentrarme, para conocerla -ya que mi ignorancia
era intensa y extensa- en la Sierra de Baza, a la vez que descubría rincones muy
atractivos, asentamientos humanos abandonados, líneas de colores en los fondos
de los barrancos dibujadas por el bosque de ribera señalando los recorridos de
los arroyos, aprendí algo que por mi edad, debería ya haber sabido: cualquier
lugar, cualquier paraje natural posee -si se sabe mirar- retazos de belleza.
A
veces nos desplazamos cientos de kilómetros para visitar un enclave, una ciudad
e ignoramos otros, al menos igual de bellos y atractivos que tenemos a la
vuelta de la esquina, junto a nosotros durante toda nuestra existencia y que
hemos menospreciado alegremente. La Sierra de Baza (sierra isla) es uno de los
pocos reductos, a nivel peninsular, en que sobrevive el pino silvestre (Pinus
sylvestris) –tronco anaranjado y acícula pequeña- como reliquia de épocas mucho más frías, entre otras muchas
particularidades.
En
una de mis incursiones anteriores en esta pequeña Sierra de Baza recorrí un atractivo
sendero denominado “Álamos centenarios” ubicado en el tramo superior del arroyo
Bodurria, cuyas aguas facilitaron el asentamiento de Los Mellizos antes de abandonar
la parte más alta de la sierra. Luego me enteré que algo más abajo, junto a su
cauce había otro asentamiento –también abandonado- y un interesante bosque de encinas,
a ellos nos queremos dirigir hoy para visitarlos.
Hablo
en plural porque además de ser dos los objetivos, hoy me acompaña mi hijo
Carlos ya que disfruta de unos días de vacaciones. Esta visita programada por mí para
finales de mes, intentando disfrutar del colorido otoño en todo su esplendor,
la he adelantado aprovechando la disponibilidad de mi hijo sacrificando algo de
la belleza otoñal, por su compañía.
El
arroyo Bodurria nace en la cota 1.800 m., casi en el límite de la provincia con Almería y recorre buena parte de esta zona noreste de la Sierra de Baza,
vertebrándola. En sus márgenes se asientan multitud de cortijos y dos aldeas:
Los Mellizos y Santa Olalla. Cualquier ensanche a orillas de su cauce está
ocupado por bancales que en su día facilitaron el sustento a la numerosa
población que lo habitaba (se llegaron a contabilizar hasta 50.000 personas
habitando esta sierra). Hoy muchas de estas parcelas aparatadas están ocupadas
por nogales, otras simplemente son praderas.
Desde
una posición elevada podríamos seguir visualmente el recorrido por ésta sierra del arroyo
Bodurria –Gállego sierra abajo- en su transcurrir gracias al colorido del bosque
de ribera que desarrolla en sus márgenes, una cinta de color (independientemente de la época en que hagamos la visita), que marca su
recorrido entre los verdes típicos del pinar o del encinar.
Del
primer tramo del recorrido, aunque publique algunas fotografías, no voy a hablar
porque ya lo hice en una anterior entrada (Sierra de Baza V: Cortijo
Orrivalí-Mellizos (5-10-2012), por lo que hoy me centraré en la segunda parte
de nuestra andadura.
Es
básicamente un seguimiento del curso del arroyo. Una vez dejado atrás Los Mellizos y un bonito bosque de cedros, llegamos a la pista
forestal. Tras atravesarla hay que seguir descendiendo por el mismo cauce del río entre álamos
(no de tan gran porte como los de más arriba), hasta alcanzar las proximidades
de un dique que nos obliga a separarnos del cauce y ascender ladera arriba por la derecha para salvarlo. Aquí
perdimos –o no lo había- sendero por el que descender, ya con las casas de la
aldea a la vista, buscamos los mejores pasos entre la espesa vegetación, que la
humedad del río y la umbría, favorecen.
Acarasolados
(en ésta sierra de fríos inviernos siempre se busca la solana), descubrimos
tres grupos de edificaciones, ligeramente separadas y encaramadas en las
laderas, entre árboles frutales: nogales, almendros, cerezos y rodeadas de
pequeños bancales aparatados ocupando los espacios de ladera despejada de pinos
(o fue al revés: ¿la repoblación respetó los espacios cultivados?). Las
parcelas más bajas de un verde intenso debido a los prados que mantienen; las
más altas mostrando los colores ocres y marrones del terreno despejado
salpicado todo por las pinceladas amarillas de las primeras hojas caídas. Hemos
llegado a las Casas de Santa Olalla.
Habitada
hasta los años 60 del pasado siglo cuando las duras condiciones y la migración
dejaron huérfanas de habitantes estas sierras. Esta aldea llegó a contar con 60
familias, si tenemos en cuenta que entonces las familias tenían un promedio de
seis elementos podemos hacernos idea de la importancia del asentamiento. Llama
la atención una de las construcciones por su conservación llamativamente “aceptable”, hablo del Cortijo de Buenavista, la última casa habitada de la aldea y visitada
posteriormente por pastores. Hoy no nos hemos atrevido a entrar ya que la
entrada no ofrecía garantías.
Esta
aldea, contó en su día, con un molino de agua, en la margen izquierda del
arroyo, el de “Barragán” del que solo adivinamos la ubicación del cubo, por ser
la parte más “recia” de la construcción. Seguramente aprovechaba el agua
encauzada desde la pantaneta que formaba un dique construido unos metros cauce
arriba. Algo más abajo descubriremos otro dique.
El
dique más bajo, además de retener el agua de las frecuentes riadas producidas
por las fuertes tormentas, detuvo, allá por el reciente 1998 a las máquinas
que, barranco arriba, venían arrasando toda la vegetación del cauce amparándose
en una autorización, que aunque en principio era para retirar “maderos muertos o deteriorados previamente
señalados”, en realidad sirvió como excusa para eliminar prácticamente toda
la vegetación de ribera existente, trabajo que todavía hoy es perceptible pese a los esfuerzos posteriores.
En
estos aspectos y sobre todo en los aprovechamientos forestales tiene mucho que
decir, y hacer, la iniciativa privada en consonancia con los organismos
oficiales, y siempre que se siga un aprovechamiento sostenible, lejos de
actuaciones tan impactantes como lo fue la tala masiva e indiscriminada de los
árboles del bosque de ribera, realizada por un particular al amparo de un
permiso de retirada de leñas muertas, con el consentimiento de algunos
responsables públicos en ese momento, en el periodo comprendido entre mayo y
noviembre de 1.998 que produjo un brutal impacto ambiental en las riberas de
los Arroyos Uclías y Bodurria de lenta y difícil recuperación, que fue
denunciado y parado a tiempo, ya que estaban en peligro otras numerosas zonas
del Parque. Actos como este debe motivarnos a todos los amantes de la
naturaleza a trabajar para que no se vuelvan a producir en adelante.
Ponencia
de D. Joaquín Martínez López en las Jornadas de Debate de Sensibilización
Medioambiental (noviembre de 2006)
Hoy
en nuestro recorrido, río abajo, todavía son visibles las rodadas causadas por
la maquinaria, a tramos por encima del propio cauce del arroyo. En las
márgenes, donde el espacio lo permite,
perduran bancales sembrados de nogales aportando notas de colorido que
en ésta época rompen el monótono verde pinar y restos de las acequias que en su
día dieron vida a todos estos asentamientos.
Intentando
paliar estos destrozos se hizo un trabajo de repoblación de especies propias de
ribera: mayoritariamente sauces y fresnos, protegidos por mallas metálicas para
salvaguardarlos de los animales; un loable intento de mitigar los daños causados
a finales del siglo pasado. Muchos han prosperado e incluso algunos, los mejor
ubicados presentan ya un porte destacado. A pesar de todo se echa en falta un
cuidado más sostenido (reposición de los secos y verticalidad en las mallas).
En
nuestro acompañamiento del Bodurria hemos llegado a las inmediaciones de la
carretera que cruza el barranco camino a las áreas recreativas de Arredondo y
Pinarillo. Decidimos regresar para adentrarnos por un arroyo tributario
lateral, ascendiendo hasta el cortijo “La Carrasca”. Ubicado en un bosque-isla
de encinas a un centenar de metros por encima del Bodurria: el otro objetivo
del día.
Tras
ascender por entre encinas (algunas de muy buen porte), alcanzamos una amplia
construcción en la que nos hemos demorado un rato recogiendo y degustando
algunas almendras a la vez que oíamos berrear varios ciervos ladera arriba
ocultos entre la vegetación. Al berrido de un macho le han contestado al menos
otros dos iniciando el típico desafío otoñal. Más tarde hemos avistado a uno de
ellos “pastoreando” un grupito de hembras: estamos en el mes de la berrea, la
época en que estos rumiantes la dedican a la procreación.
Iniciamos
el regreso definitivamente. Ahora nos proponemos caminar por el propio cauce o
lo más próximo a él durante la ascensión. El curso alto del arroyo Bodurria
está poblado de juncos, zarzas, majuelos, rosales silvestres, sauces, mimbres,
fresnos, chopos, algunos ejemplares de álamos temblones (apelativo recibido por
el “estremecimiento” de sus hojas a la más ligera brisa debido a la
característica forma de los peciolos que produce un suave rumor típico), y por
supuesto los álamos negros, los de mayor porte y más llamativos con sus
originales y deformes troncos, de este bosque de galería.
Para
no repetir itinerario, ya en el coche, acordamos hacer el regreso atravesando
toda la Sierra de Baza por una pista de tierra (30 km.), que se mantiene en
buen estado salvo puntuales excepciones y que de nuevo nos acerca hasta el punto más bajo de nuestro anterior recorrido andando. Tras atravesar el arroyo Bodurria, atravesamos las áreas recreativas de Arredondo y el Pinarillo, pasamos junto al Pinar del Prado del Rey
y Pozo de la nieve, todo ello a los pies del Calar de Santa Bárbara (2.269 m.
techo de éste Parque y de la sierra); nos detenemos en el Mirador del Toro, investigamos
la bocamina de San José, para terminar la bajada pasando junto al área
Recreativa de Canaleja Alta y Narvaez, antes de enlazar con la autovía,
dirección Granada.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo
demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar
con nosotros.
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Venir a este espacio y descubrir un mundo nuevo, es todo uno.
ResponderEliminarLas fotos son impresionantes, tan reales, que por un momento me he sentido parte de ese maravilloso paisaje.
Me encantan las piñas de los cedros, yo también los tengo.
Mi intención era comunicarte que el día 8,sábado, es el cumpleaños de nuestra común amiga MP María Pilar (RO-MANOS LIBRES) si tienes un ratito, no dejes de felicitarla, entre todos le daremos una sorpresa.
Cariños y feliz semana.
Kasioles