miércoles, 30 de julio de 2014

Vereda de la Estrella (Sierra Nevada - Güejar Sierra - Granada)

Llegando al Abuelo.

Desde el suelo, mirando su amplia cobertura.

La característica forma de un curso fluvial de alta montaña.

La dirección del sendero es clara: hacia los grandes tajos de la cara norte de la Alcazaba y Mulhacén.

Hoy nos hemos encontrado con una atareada residente.

Y con qué esmero envolvía sus futuras comidas.

Bocamina de "La  Probadora".

Restos de las construcciones de la explotación minera.

Por cualquier barranco que cruzamos desciende un arroyo. 

Estas otras ruinas de La Estrella, junto al Guarnón.

Río Guarnón en su cruce con la vereda.


Tras largos años sin él hoy me lo he encontrado instalado de nuevo.

De nuevo junto al río Guarnón donde aprovechamos para refrescarnos.

Dándole la espalda a los grandes.

Alguien quiso vislumbrar un Moai en Sierra Nevada.

Río Genil junto al aparcamiento.

Hasta el río remoloneaba disfrutando de la sombra.

Balsas junto al aparcamiento para refrescarse.

Desde el Mirador volado de Güejar Sierra.

Noria instalada a la entrada de Güejar Sierra.


Fecha: 22-7-2014                                                                           Barranco San Juan                         8’00h.
M.I.D.E.: 2,2,2,2.                                                                             Abuelo                                                8’35h
Duración: 7h  Lineal                                                                     Desvío Vadillo                                   9’10h                        
Desnivel en subida: 700 metros                                                  Río Guarnón                                   10’10h
Rangos de temperatura: de 15ºC a los 27ºC                             Junta de los ríos                       11’10h – 12h.
                                                                                                           Barranco de San Juan                  15’00h



"La montaña como desafío, el lento respirar del que se encomienda  a sí mismo para sortear la prueba, la mirada hacia atrás lo tranquiliza, el guía lo acompaña".

"El guía le proveerá de comida, de bebida, le indicará cuando ha de hacer un último esfuerzo, le descubrirá los detalles aprendidos tras largas caminatas, le aconsejará para el futuro, le sanará las heridas… cuán importante es tener un guía en la montaña, y en la vida…"

Elogios de un hijo.


La salida de hoy va a estar más cerca del paseo que de la excursión, al menos en relación a lo que estoy acostumbrado a hacer en mis caminatas semanales. La razón es que me acompaña mi hijo Javier y precisamente, a petición suya hemos escogido este itinerario por la escasez de desnivel que hay que afrontar a la par que tiene la longitud suficiente como para dedicarle una jornada, ya que su estado de forma no es óptimo.

Es un sendero profusamente conocido tanto por locales como por foráneos, ya que no es inusual encontrarse transitando por él a extranjeros. Es la vía principal de acceso al corazón del Parque Nacional de Sierra Nevada, si a la cara norte de los grandes (Mulhacén y Alcazaba) queremos acercarnos. Construida a finales del siglo XIX para dar salida al mineral (galena y pirita) de las varias minas que vamos a visitar. Además en su tramo inicial coincide con la penúltima etapa del Sulayr, al menos parcialmente.

Pero antes hay que acercarse hasta Güejar Sierra, para tras atravesarla llegar a Maitena, estación final en su día del tranvía de la sierra, aunque en horarios específicos prolongaba algo más su recorrido llegando hasta el Charcón e incluso hasta el Mesón de San Juan junto a la confluencia de éste con el Genil. Al mismo mesón podemos acercarnos con el coche por una estrecha carretera, a tramos asfaltada, otros simplemente cementada, que da servicio a una serie de restaurantes de verano y que muere en la junta de los ríos Genil y San Juan.

El mesón de San Juan ocupa el final de esta estrecha carretera, donde a sus puertas, se ensancha formando una explanada que aprovechamos para dejar el coche. Aunque la Vereda de la Estrella nace algo antes, nosotros la vamos a iniciar en este punto. Tras cruzar el río Genil (el San Juan lo dejamos a nuestra derecha) por un puente de madera iniciamos con una corta subida el sendero que va a acompañar el río durante toda la jornada por su margen izquierda.

Es una corta subida que aprovecha para ganar una cincuentena de metros, distancia que con escasos altibajos va a mantener hasta el final. Una vez superada la corta ascensión la Vereda llanea entre algunos almendros asilvestrados, robles y sobre todo castaños, la mayoría aislados, otros formando pequeños bosquetes. Abajo, junto al cauce la típica población de ribera, con chopos, fresnos y siempre el pertinaz arrullo del agua del río, que con el paso de los minutos llega a pasar desapercibido aunque siempre esté presente.

Cuando llevamos alrededor de media hora de marcha (unos 2.3 kilómetros) pasamos bajo un árbol emblemático para todos los que transitamos este camino: el Abuelo. Es un enorme castaño, considerado como el árbol más longevo del Sulayr. Es un magnífico ejemplar que llega a medir 8 metros de circunferencia en su tronco y cubre con su sombra alrededor de 300 metros cuadrados.

Pasar bajo él -por otro lado obligado-, detenerse junto a su tronco y elevar la mirada hasta el cielo para apreciar la majestuosidad de su ramaje que se abre a ambos lados de la vereda ocultando totalmente el sol, es transitar desde la luz y el calor a la sombra y el fresco, para enseguida volver a ser deslumbrados por los rayos de sol.

Otra media hora de camino y llegamos a un cruce: a la izquierda la bajada que sigue el Sulayr encaminándose hacia el refugio Peña Partida; al frente nuestra vereda que seguiremos. El curveo es continuo lo que impide abarcar con la vista el recorrido, solo apreciamos que seguimos el propio barranco del río, vadeando las diferentes lomas que se descuelgan de las cumbres.

De pronto, las primeras ruinas de una de las minas de las que hasta los años sesenta del siglo pasado se extraían los tesoros cautivos en sus extrañas: siderita, pirita y calcopirita. Hemos llegado a la mina de La Probadora. Aunque realmente lo que daba valor a la extracción era la obtención de cobre y plata.

Había previsto la curiosidad de mi hijo por visitar la galería de esta explotación, así que indicándolo la bocamina, le alargo una linterna y le invito a penetrar. Yo permanezco a la espera en la entrada. Al rato lo veo salir semicerrando los ojos deslumbrado por la intensa luz del exterior. Proseguimos, para enseguida, tras una corta bajada, atravesar el río Guarnón (aquel que baja desde el Corral del Veleta) por un puente de madera.

La vereda sigue circundando lomas, que a partir de aquí se estrecha, aunque todavía nos tiene que acercar hasta otras dos explotaciones mineras, coetáneas con la anterior, para “acabar” en la Junta de los Ríos. Este nombre lo recibe el paraje en que se unifican los cauces del Valdeinfierno y el Valdecasillas.

Enseguida me percato, y se lo comento a mi hijo, de la reposición del puente que hace cinco o seis años fue desplazado de su ubicación por un alud y hasta ahora ni había sido recolocado ni sustituido, lo que dificultaba sobremanera el cruce del río sobre todo cuando iba crecido. Ya luce un nuevo puente de fuerte construcción, con más elevación que el anterior y mejor anclado en ambos extremos, aunque tardía la actuación mi enhorabuena a quien corresponda. Hemos caminado cerca de trece kilómetros ascendiendo alrededor de 700 metros.

Aprovechamos las robustas vigas del anterior, colocados en las cercanías como asientos, bajo la sombra de unos arbustos, para descansar y comer. A mi hijo, quizás por el cansancio y pensando en el regreso no le seduce la idea de visitar Cueva Secreta, así que cuando terminamos iniciamos el regreso.

Las condiciones han cambiado drásticamente, la verticalidad del sol se hace notar calentando la cubeta del barranco y la falta de brisa ayuda a recalentar el aire que se mantiene estático, haciendo la transito de la sombra al sol muy drástico. Hoy quizás, más que la longitud del trazado y la subida inherente a cualquier recorrido, ha pesado la alta temperatura que hemos soportado durante todo al regreso. Regreso en el que hemos invertido el mismo tiempo que en la ida y eso que era en bajada.

Sobre todo los pies de mi hijo, menos acostumbrados a las apreturas del calzado y en absoluto al terreno serrano, han acabado rebelándose mediante alguna ampolla y bastantes molestias. En definitiva, nada que no tenga arreglo con unos días de descanso y remojo en la playa, para eso está de vacaciones.

Si en lugar de haber porfiado hubiéramos llegado a la apuesta, habría ganado yo ya que aseguraba que durante el regreso, a pesar del calor reinante y la hora tardía, nos encontraríamos a más de uno haciendo el camino de subida; mi hijo no daba crédito cuando nos hemos cruzado a tres parejas soportando los rigores del mediodía. A nosotros que no nos importa madrugar, recordábamos la sombra y la excelente temperatura de la que hemos disfrutado durante todo el trayecto de ida, sin llegar a entender estas tardías salidas.

Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

miércoles, 23 de julio de 2014

Laguno (Sierra Nevada - Granada)

Por encima de los albergues, monumento a la V. de las Nieves

Llegando cerca del refugio de la Carihuela: embalse de las Yeguas y observatorios astronómicos.

Conjunto de Lagunillos de la Virgen.

Desde la cumbre de Loma Púa: Veleta y refugio de la Carihuela con su típico ventisquero.

Tramo alto del río Veleta.

Restos de trincheras en la cima del Puntal de Loma Púa (3.270 metros).

Tajos del Nevero con sus llamativos prados de alta montaña.

Terreno sumamente fracturado donde nacen los primeros arroyos que formarán el río Toril.

Mi objetivo está al fondo, bajo aquellas manchitas de nieve.

Estos prados sustentan diversos rebaños de ovejas que los visitan asiduamente.

Primer vistazo al emplazamiento de "El Laguno".

En su día esto fue una amplia cubeta glacial. 

El deshielo de los ventisqueros que permanecen en los tajos dan vida a estos parajes. 

La imponente pared rocosa que cierra el circo por el oeste y que yo tengo que subir para alcanzar el refugio Elorrieta.

En mi recorrido por el lecho del lagunillo: piedras que llaman mi atención.

Restos del refugio Elorrieta que han descendido mas de 400 metros.

El agua de las chorreras de los tajos reaparece en la cubeta del Laguno.

Aliviadero actual de la cubeta glacial.

Desde la cuerda del Elorrieta (cota 3.000) vista del emplazamiento de "El Laguno"

De nuevo superada la cota 3.000, llamativo encuadre del Mulhacén.

Laguna Lanjarón con el Cerro del Caballo cerrando la imagen por la izquierda.

Junto al refugio Elorrieta aparecen mis modelos de hoy.

Sin duda por paciencia y saber estar éste se convirtió en un auténtico profesional.

Aguantando primeros planos.

Construcciones exteriores del refugio Elorrieta.


Fecha:16-07-2014                                                                               Hoya de la Mora                                8’00h.
M.I.D.E.:2,3,4,4.                                                                                   Puntal Loma Púa                               9’30h
Duración: 8h  Circular                                                                      El Laguno                                    11h. -11’40h                     
Desnivel en subida: 1.300 metros                                                    Refugio Elorrieta                    13h. – 13’30h.
Rangos de temperatura: de 18ºC a los 27ºC                                  Lagunillos Virgen                            14’50h                                                                                                                                           Hoya de la Mora                              16’30h


Hace varias semanas me quedé con las ganas de visitar uno de los pocos lagunillos que me faltan por fotografiar, hoy después de la satisfactoria experiencia de la última salida, me he decidido a visitarlo. El recorrido, por intentar hacerlo circular se ha endurecido excesivamente para al final no obtener el resultado deseado: estaba seco.

Es éste uno de los múltiples lagunillos (nombre que le aplico a los que no aguantan todo el verano con agua), que se forman durante el deshielo por toda la sierra y que aguantan los envites del estío dependiendo de su ubicación y de las reservas níveas con que cuenten en sus alrededores.

Está ubicado en un antiguo y gran circo glacial al pie del Monte Elorrieta (cara sureste), rodeado de potentes paredes rocosas que llegan a alcanzar los 500 metros verticales en algún punto. Presenta la típica forma semicircular cerrada por la morrena frontal, que en este caso está rota en los dos extremos, por los que se produce el desagüe.

Pero voy muy deprisa. He dejado el coche en el aparcamiento de la cota 2.500 (aledaño a los albergues Hoya de la Mora y Universitario). Una gran explanada junto a la caseta de antenas de telefónica aporta el espacio suficiente para atender la demanda habitual de los usuarios veraniegos que optamos por ascender a estas cumbres usando medios propios.

Tras los preparativos de la mochila y bastones y un último repaso para asegurarme de que no olvido nada, comienzo la subida. En apenas una hora y media voy a ascender cerca de setecientos metros. En mi caso, el hábito me permite hacer toda esta remontada de un tirón, pero lo normal es tener que hacer paradas intermedias para que el ritmo respiratorio y el cardiaco vuelvan a valores aceptables.

En esto como en todo influyen diversos factores: la procedencia (los que habitan a nivel de mar lo pasan realmente mal si tratan de forzar al principio), el hábito de ascender si se tiene y, por supuesto, la forma física de la que disfrutemos el día de la subida. Dependiendo de ellos tendremos que adecuar el ritmo de ascensión para que la subida no nos supere.

Como el objetivo de hoy no es el Veleta, lo dejo a mi izquierda en la subida para dirigirme, por el carril que atraviesa la sierra hasta las proximidades del refugio de la Carihuela (3.205 metros), aunque también lo dejo hoy a un lado para acercarme y ascender hasta el Puntal de Loma Púa (3.270 metros).

Este Puntal, muy próximo al refugio, es la culminación de una larga y fatigosa loma que se descuelga hasta las cercanías de la Central Eléctrica de la Cebadilla (Capileira). En su cima quedan algunos restos de trincheras construidas durante la guerra civil española, de las que sólo aguanta algún muro ruinoso. Hacía varios años que no ascendía y hoy, aunque lo podía haber obviado, me he dado el capricho para refrescar la memoria.

Enseguida comienzo a descender recorriendo la escarpada y a veces bastante incómoda cresta para perder cota, antes de desviarme definitivamente hacia el sur en busca del objetivo de hoy. Durante años, en mis frecuentes visitas al Refugio Elorrieta, me había llamado la atención un pequeño lagunillo que destacaba al fondo del profundo tajo de su cara sureste, en la cabecera del río Toril.

Recuerdo haber hecho algún intento de acercamientoanterior frustrado por el cansancio y la lejanía. Hoy era objetivo único. Para llegar hasta él tengo que bajar un par de centenares de metros descendiendo por debajo de los Tajos del Nevero (dejándolos a mi derecha –oeste-). A los pies de estos tajos aparecen unos prados alimentados por los deshielos de los ventisqueros que aguantan protegidos del sol hasta bien avanzado el otoño, asentados en las diferentes repisas a media altura.

Sólo tengo que seguir avanzando a media loma, atravesando un terreno muy incómodo de caminar por la pendiente que acumula y por el material –piedras y terreras- que han ido formando los ventisqueros a lo largo del tiempo. Tengo que visualizar previamente el itinerario para soslayar algunos tajillos, lo que hago en ocasiones por arriba y otras por debajo, dependiendo de lo que mi intuición y experiencia me aconsejan. No he avistado ningún tipo de sendero durante todo el recorrido.

Después de una hora larga de camino aparezco en lo alto de un collado con la explanada del lagunillo (2.775 metros) a la vista. Tengo que volver a perder altura para alcanzar lo que en su día debió ser una amplia laguna glacial, hoy totalmente colmatada por los fuertes arrastres de los arroyos que se despeñan de las paredes verticales que lo rodean. Me he atrasado en demasía y me lo he encontrado seco. Sólo quedan los cauces de algunos pequeños arroyos y los borreguiles que aguantan mientras reciban aporte líquido.

Tras buscar acomodo junto a una gran roca para comer, he dedicado más de media hora a recorrer todo el perímetro y percatarme que debe mantener agua por posición e inclinación mientras algún ventisquero le cierre el desagüe natural. Cuando la temperatura funde la nieve el lagunillo acaba su existencia vertiendo el agua acumulada barranco abajo.

Sentado en una piedra localizo el Refugio Elorrieta (3.187 metros) más de 400 metros, allá arriba, una pequeña mancha blanca coronando los majestuosos tajos y comienzo a imaginar un recorrido de ascensión asumible, conjugando el salvar los potentes tajos que me cierran el acceso directo, junto con el menor desgaste posible, que seguro que en cualquier caso va a ser importante.

Una vez terminada la tarea, comienzo a andar. Es un terreno que no conozco y que carece totalmente de senderos, excepto los practicados por las cabras y esos no son aptos para mí. Recién iniciada la ascensión me encuentro con un joven pastor (Gabriel de Pampaneira) precedido de sus dos perros. Ni que decir tiene que me paro para charlar con él, a lo que él harto de soledades tampoco pone reparos.

En el transcurso de la conversación indago por el nombre del lagunillo (no aparece en mapas), a lo que me responde que todos ellos, los que frecuentan asiduamente estos parajes siempre le han llamado “El Laguno”. También me comenta que el año pasado hasta finales de mes mantuvo el agua ya que los ventisqueros eran bastante más abundantes que éste. Tras un rato de amena y fructífera conversación, decido continuar alegando que cuando más demore el mal trago que me falta, éste será más amargo.

La subida es suicida (no la recomiendo a nadie). Más de cuatrocientos metros de desnivel con porcentajes superiores al 40% y con un terreno de piedra suelta o lo que era peor, tierra compactada que no facilitaba el agarre sin sendero alguno; se me han hecho interminables a pesar de haberla solventado en poco más de una hora real de marcha. 

Una vez llegado al Refugio, del que desde abajo sólo se apreciaba una manchita blanca coronando el tajo, me esperaba una grata sorpresa. La cara sur abierta a los tajos que hace un rato admiraba desde abajo, con todas sus ventanas rotas, permite que la ventisca apile nieve inundando las distintas dependencias. Hoy esas habitaciones acumulaban grandes cantidades de nieve que resguardadas por la techumbre que les aporta sombra durante todo el día, retarda su fundición, hecho que aprovechan las cabras para beber y/o refrescarse. Tras la desbandada inicial por mi presencia, un precipitado salir corriendo todas por lo que en su día fue una de las ventanas, un precioso macho, más confiado, ha permanecido en las inmediaciones.

Mi quietud y mis intentos guturales por apaciguarlo han dado resultado y he comenzado una sesión fotográfica extensa e intensa. Nunca he tenido un ejemplar tan cerca (escasos dos metros), durante tanto tiempo (más de media hora) y en completa tranquilidad (no tenía ni la respiración agitada). Ni que decir tiene que he aprovechado intensamente la oportunidad haciéndole una serie larga de fotografías.

Ha sido muy gratificante compartir un reducido espacio (la repisa que compartíamos apenas tenía dos metros de ancha), con un animal salvaje sin recelos ni tensión por ambas partes: sólo había curiosidad entre ambos. Imagino que él esperaba recompensa alimenticia que yo no le he aportado: no se debe dar de comer nunca y yo lo cumplo a rajatabla. Al final he roto yo el encantamiento, el por estar en casa no tenía prisa alguna, consciente de que había que retomar el caminar.

El resto es ya bien conocido, bajar hasta los Lagunillos de la Virgen y Embalse de las Yeguas, para dejando el complejo invernal de Borreguiles a mi izquierda y algo por debajo, transitar por un sendero bien marcado que me lleva a la carretera asfaltada. Sólo falta recortar algunas curvas, para volver al punto de inicio matutino, donde tras sentarme en el coche apreciar el agradecimiento de mis piernas tras la exigente y calurosa jornada.           
     


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

miércoles, 16 de julio de 2014

Veleta, rodeando el pico (Sierra Nevada - Granada)

¿Vallando el monte?.


Desde "Las Posiciones": Veleta y Machos.

La clara cima de la morrena glaciar hace de límite a los ventisqueros.

Bocana del refugio artificial del Veleta.

Desde su interior enmarcando el Cerro de los Machos.

Picos Veleta y Campanitas y las distintas vías de acceso.

Barranco Guarnón casi en su totalidad.

Acercándome al Lagunillo del Corral del Veleta.

Junto a su orilla.

 Vista poco usual del pico Veleta ésta desde los Machos.

Espectacular panorámica desde la cima de Los Machos.

En la otra vertiente el conjunto lagunero del Púlpito.

Parte superior del tajo este del Veleta, donde buscaba el paso.

Esta no me oyó y se llevó un buen susto.

Desde la cima del Campanitas el circo glacial se veía así.

Chorreras por debajo del refugio de la Carihuela.

Laguna Aguas Verdes.

Lagunillo alto de la Virgen.

Buscando desesperadamente la orilla.

Otro de los lagunillos del conjunto en la cabecera del río Dílar.

Observatorio astronómico de la Universidad de Granada recientemente remozado.


Fecha: 09-07-2014                                                                               Hoya de la Mora                       8’15h.
M.I.D.E.:2,2,4,3.                                                                                  Posiciones                                  9’25h
Duración: 7’15h Circular                                                                   Cerro de los Machos        10’50h-11’30H                     
Desnivel en subida: 1.500 metros                                                      Carihuela                               12’25h
Rangos de temperatura: de 11ºC a los 20’5ºC                                  Lagunillos de la Virgen       14’30h
                                                                                                               Hoya de la Mora                   15’30h



Después de dos meses en que había cambiado las labores pedestres por las manuales a la vez que peleaba con una fuerte crisis de alergia que me ha dejado los bronquios cantarines, ya tenía ganas de volver a retomar las salidas semanales a la sierra.

No las tenía todas conmigo porque los sesentones como yo, perdemos la forma física con excesiva alegría y rapidez; sin embargo el volverla a alcanzar nos cuesta mucho, pero que mucho, trabajo. Por ello había pensado para hoy una salida corta por las altas cumbres de Sierra Nevada: tras alcanzar las Posiciones, adentrarme en el Corral del Veleta, subir el Cerro de los Machos, para saliendo por la Carihuela, bajar hasta los Lagunillos de la Virgen y regresar a la Hoya de la Mora.

He introducido algunas leves variantes, inherentes siempre a las circunstancias del recorrido pero que no han modificado sustancialmente el proyecto original. A la vez que he divagado, serpenteado, desviado y otros “ados” que se me han ocurrido durante el recorrido.

Durante toda la jornada he disfrutado de un día claro, que mostraba un cielo de un azul especialmente intenso y sin apenas brisa. La temperatura a alturas superiores a los 2.500 metros, por los que me he movido durante la jornada, siempre suelen ser frescas, no superando normalmente los 20 grados, lo que ha ayudado, sin duda, a hacer placentero el recorrido.

El único que no estaba en óptimas condiciones era yo y eso me restaba seguridad a la hora de encarar las ascensiones, que entre unas cosas y otras han ido sumando metros hasta llegar a la nada despreciable cifra arriba apuntada.

No quise reservar plaza en la “Lanzadera” por no haber tenido claro, hasta el último memento, la decisión de subir, por lo que me he tomado las primeras rampas con cierta cautela a la espera de ver cómo respondía. Al no haber quejas excesivas, ni de piernas ni acelero de corazón, al poco más de una hora de marcha, ya tenía claro que completaría el recorrido, e incluso, que me podría permitir alguna “licencia”.

Llegado a las “Posiciones del Veleta” y asomarme al Veredón me ha frenado un poco el largo y pendiente ventisquero que cortaba el sendero. Una vez tanteado y comprobado que la nieve, al menos en su capa superior, estaba blanda, me ha animado a proseguir, con las precauciones pertinentes (había decidido no subir los crampones para evitar la tentación de arriesgar demasiado). Una vez cruzado este primero no se han presentado obstáculos dignos de ese nombre durante el resto del recorrido.

Una vez en el Corral del Veleta han empezado las distracciones: visita al refugio artificial del Veleta, acercarme hasta la Laguna del Circo glacial al pie del tajo para circundarla, que por cierto estaba casi recién despertada del obligado letargo invernal, aun con mucho hielo en su contorno y algunos restos dentro de la propia laguna.

He cabalgado la potente morrena frontal del circo glacial para acercarme hasta el pie de Los Machos. Esta morrena hacía de clara divisoria entre la cubeta prácticamente cubierta de nieve y el resto ya libre en su totalidad. Las numerosas chorreras que afloraban barranco abajo (Guarnón) y que alimentan el río del mismo nombre sembraban de retazos verdes la parte alta del barranco.

Terminada la morrena comienza la dura y a ratos abrupta subida del Cerro de los Machos. Elevación poco visitada dentro de los tres miles a la que hay que dirigirse de forma específica por quedar algo fuera de los trazados más visitados. Con una cota de 3.329, claramente se tutea con los grandes.

En su cima me he recreado un buen rato a la vez que aprovechaba para comer. El tranquilo día y la limpia atmósfera permitía apreciar detalles de todo el entorno, las vistas hacia el conjunto de las Lagunas del Púlpito, como a la Larga y Gabata (con un azul muy intenso) eran maravillosas. Ni que decir tiene que el impresionante tajo del Veleta y el espolón del Campanitas (3.324 metros) que resalta en la cuerda que une a ambos, coronando uno de los canutos de ascensión desde el circo son espectaculares.

Mirando hacia el este avisto los tajos del Mulhacén y de la Alcazaba cerrando el horizonte, un poco por delante el Juego de Bolos con el potente resalte del Puntal de la Caldera, con su típica forma característica, todo ello dando origen a los barrancos de Valdecasillas y Valdeinfierno, que perdiendo cota de forma rápida van a unirse ochocientos metros más abajo. 

Hasta él (Campanitas) me he acercado con la intención de enlazar y atravesar la cara este del Veleta (recortando por el tajo) sin perder cota. Al final algún ventisquero y mi falta de seguridad me han aconsejado optar por un discreto cambio de itinerario. He descendido buscando las cadenas que facilitan el paso, bastante más abajo en los Vasares del Veleta para acercarme hasta el refugio de la Carihuela. Pero antes todavía me he descolgado por la pista unas decenas de metros para fotografiar las chorreras que los abundantes ventisqueros alimentan generosamente.

Esas chorreras que una vez atravesada la carretera, pudorosas, enseguida se pierden para resurgir un centenar de metros más bajos y alimentar la Laguna Aguas Verdes. Hoy el refugio (se nota que ya estamos en mes vacacional) estaba muy visitado, con diferentes grupos de excursionistas, en ambas direcciones haciendo parada en él.

Aquí he entablado conversación con otro excursionista que ha desistido de hacer el recorrido que tenía pensado por los ventisqueros y hemos decidido hacer el regreso dándonos mutua compañía. Bajando hasta los Lagunillos de la Virgen primero, para tras recorrerlos y apreciar las reservas níveas con las que cuentan, acercarnos hasta el embalse de las Yeguas y terminar haciendo el recorrido hasta llegar de nuevo hasta la Hoya de la Mora que esta mañana me sirvió de aparcamiento a mi llegada.

Todavía nos han quedado ganas para acercarnos, subir y visitar, rodeándolo, el observatorio astronómico de la Universidad de Granada ubicado en el pequeño cerro Mojón de Trigo y que ha sido restaurado en estos dos últimos años. En su día se habló de reequiparlo con un modesto telescopio y usarlo para divulgar a grupos de jóvenes y adultos la astronomía durante los meses estivales, aprovechando los claros cielos que proporciona nuestra sierra y la elevada ubicación del mismo (rondando los 2.600 metros). Hoy estaba cerrado y no parece que esté preparado aun para acometer ninguna actividad, ya que el propio sendero de acceso está desdibujado y claramente falto de adecuación.

Habrá que seguir esperando que un proyecto que tuvo muy buena acogida en su momento, por su evidente atractivo, se concrete y se ponga en servicio ofreciendo un nuevo aliciente para subir a Sierra Nevada y disfrutar de unas espectaculares vistas celestes.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.