miércoles, 21 de mayo de 2014

Sensaciones (Granada)

En mi empeño por aportar racionalidad a situaciones y sentimientos, hoy me he desplazado hasta el cementerio de Granada, para tratar de conjurar las creencias enquistadas con respecto a ciertos lugares y situaciones. 

Aprovechando que mi mujer ha tenido que ausentarse de Granada para atender obligaciones parentales, yo me “escapo” para hacer algunas visitas que tenía en mente y habían sido sistemáticamente relegadas por no encontrar nunca el momento oportuno. Los  motivos ademas de la curiosidad, la empecinada tozudez por encontrar explicaciones y también porqué no, el intentar captar aquellas imágenes que me parecieran atractivas.

Siempre había sentido curiosidad por visitar el cementerio de San José, al que sólo me han llevado sepelios de familiares o allegados. Quería verlo sin el condicionante emocional de una reciente pérdida. Han pasado suficientes años de la muerte de mis padres como para parecerme adecuado hacer la visita, alejado del sentimiento de pérdida que nos invade en las visitas obligadas.

Hoy me he paseado por los distintos “patios”, he contemplado multitud de eternos descansos, diferentes monumentos desde los más grandes y majestuosos hasta los más antiguos o sencillos, algunos muy cuidados otros mostrando la evidente falta de asistencias y los innumerables y pequeños nichos alineados en interminables filas, cual apilamiento de cajitas estancas con portadas de mármoles de diversos colores o la simple capa de yeso, un nombre grabado y una fecha a la espera de las decisiones familiares.

Aunque no es un lugar que me repela personalmente (no he sentido en ningún momento ese rechazo que personas más sensitivas afirman percibir en estos lugares), tampoco he notado ese alabado sentimiento de paz y tranquilidad. Quizás en todas estas sensaciones tengan mucho que decir los planteamientos personales elaborados y asumidos sobre la vida, la muerte, los miedos y los tabúes. He dedicado alrededor de dos horas a pasearme entre sus túmulos, pasillos, jardines y he leído algunas leyendas, las menos, distintas de la tradicional: no te olvidamos.                                      

Soy consciente de que hay muchas cosas inalcanzables para mí, pero rechazo por principio lo imposible porque somos nosotros los principales artífices de "los imposibles". Si creo que algo es imposible, lo haré imposible y trataré siempre de que éstos sean los menos posibles.

Hay visitas que se hacen por pura curiosidad, en otras el motivo principal es querer llegar a conclusiones, o reafirmar las que poseemos. En ambos casos un paseo relajado por espacios no habituales ayuda.

La alegoría del cauce escalonado del agua para no llegar a ninguna parte, o para reiniciar de nuevo la bajada es recurrente a través de la literatura: eterno fluir. 

Los símbolos tan importantes en nuestra cultura. Esas figuras aladas protectoras que de alguna forma todas las culturas tienen.

Una mano mostrando una absoluta relajación, ¿esperando recibir?
Ya junto a la entrada del cementerio la larga hilera de cipreses indicando quizás un camino. Detalle que me pasó desapercibido a la entrada, ansioso quizás por entrar.


Los bosques de la Alhambra, despertados por la temprana primavera y la abundante agua de riego, en plena efervescencia

Una vez cumplida la visita, objeto principal de mi salida, he aprovechado, para ya bajando, acercarme hasta la Casa de las Mimbres, ubicada algo por debajo del edificio de taquillas del Alhambra, en la parte superior de la Cuesta de los Chinos. Antiguas viviendas que han permanecido décadas en pleno olvido y que últimamente han sido rehabilitadas y convertidas en museo-taller. Actualmente acogen una exposición temporal: "Innovando la tradición".

Englobado en el proyecto REDALH coliderado por el Patronato de la Alhambra y la Dirección Regional de Cultura de la Región de Tánger-Tetuán, con el objetivo de recuperar, mediante talleres de formación técnica para profesionales de la restauración, todo el patrimonio artesanal que compartimos a ambas orillas del mediterráneo. Allí se habla de técnicas para el trabajo de la madera, yeso y alicatado, los tres materiales más usados en el embellecimiento y decoración de los monumentos en el mundo islámico.

Prosigo mi descenso por la Cuesta de los Chinos, sobre la que he oído hablar que se está elaborando algún proyecto de restauración para remozarla haciéndola más atractiva, ya que cada vez es una opción más usada como acceso hasta la Alhambra.

El sobrante que a través de la muralla y en ruidosa cascada, abandona los recintos ajardinados del monumento,

Recrearme con los distintos arroyos que me acompañan en la bajada

apreciar la simplicidad y austeridad exterior de las ricas torres defensivas que jalonan todo el paño de muralla que cierra el recinto por esta cara este, hasta avistar, encajonado entre las dos escarpaduras de la colina, un retazo de casas blancas con la iglesia de San Nicolás y algunas pinceladas verdes vegetal del Albaicín.

Termina la cuesta junto al río Darro y me adentro a través del Paseo de los Tristes en la ciudad, pero antes he leído una placa anclada a la pared,conteniendo unos versos de Federico García Lorca:

"Quiero bajar al pozo,
quiero subir los muros de Granada,
para mirar el corazón pasado
por el punzón oscuro de las aguas".


Una vez cruzado el río me acerco hasta la fachada del museo Arqueológico que sigue “eternamente” cerrado por obras de las que no se aprecia que siquiera hayan empezado después de cuatro años, aunque últimamente hay esperanza de movimiento. Me demoro junto a la iglesia de San Pedro. A la vez que paseo, deslizo la mirada por las estrechas calles que ascienden, a mi derecha, escalando altura por el barrio.

Decido entrar en el Bañuelo, edificio que tras discreta y pequeña fachada esconde uno de los lugares emblemáticos del paseo, frente a la puerta del Cadí y a la vera del río Darro.

La sala principal con arcos de herradura en tres de sus lados, soportados por un conjunto de columnas adornados con capiteles romanos, visigodos y califales en armoniosa mezcolanza.

Tras atravesar el patio de entrada con su pequeño estanque cuadrangular se accede a las estancias propias de los baños que dejan filtrar la luz exterior a través de las llamativas claraboyas con formas octogonales o estrelladas.

La luz que penetra por las claraboyas ayudan a integrar hasta los elementos ajenos a  la construcción.

Prosigo mi deambular por la Carrera hasta hacer un alto 

penetrando en el Centro de Documentación Musical de Andalucía. Ocupa una de las casas de esta calle distribuida alrededor del típico patio con fuente y cubierta traslúcida para evitar la entrada de lluvia y dos alturas.

En completo silencio me he paseado por ella recorriendo sus dos pisos y escuchando sólo las tenues conversaciones en algunas de sus estancias interiores, echando en falta una música de fondo haciendo honor a su contenido. La nota verde la aportan las macetas de pilistras, tan espectaculares en su simpleza.

Sigo en mi lento deambular paseo abajo hasta acercarme a otro enclave llamativo que suele pasar muy desapercibido

hoy, dejándome arrastrar por aquello que me produce curiosidad, reclama de nuevo mi atención el Hotel Museo Mariana Pineda, casa de la heroína hoy reconvertido.

A destacar un magnífico pilar que ocupa un lateral del patio, atribuido a Diego de Siloé. Está decorado el patio con las típicas macetas aportando el toque vegetal, que tan bien se desarrolla en estos patios interiores donde el sol no tiene cabida, la temperatura se mantiene bastante constante y la altura de los diferentes niveles sólo permite la entrada de luz indirecta

Aupado a media altura, ocupando una esquina del patio, esta pequeña terraza. Como un balcón que permite gozar del espacio interior, arrullado por una cantarina fuente y el verde de las macetas.


He agotado la mañana de forma sosegada en un transcurrir por espacios distintos y distantes, dejándome aconsejar por la curiosidad, apreciando cómo se deslizaban diversos sentimientos a los que generalmente no dejamos aflorar en una jornada habitual de trajín por la ciudad.

Es hora de regresar.

Granada, 2 de abril de 2014

1 comentario:

  1. A veces me cuesta llegar a u página por pura ignorancia y porque unas veces me comentas en una página y otras en otra. Pero al final te localizo. Precioso paseo. Lo del cementerio me importa menos pero la Cuesta de los Chinos es mi delirio. Me parece un paseo que tiene magia. La he subido y bajado muchas veces porque desde el Ave-María de la Cuesta del Chapiz donde estudié accedía a la Alhambra por la Cuesta de los Chinos, que era muy corto. Me gustaba estudiar en los jardines del Partal a los que entraba gratis. Un abrazo

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