Ya de regreso el complejo del Castillo de la Mota en Alcalá la Real.
Fecha:6-3-2014 Aparcamiento 8'15h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Chozas de Toledo 9’30h
Duración: 8h. (Lineal) Cueva
Morrion 11'15h
Desnivel en subida: 1.400 metros La Tiñosa 11’45 – 12’30h.
Rangos de temperatura: de 4ºC a los 17ºC Puerto Mahína 13’15h.
Pico enfrentado 14’00h.
Aparcamiento 16’15h.
El Parque
Natural Sierras Subbéticas es un conjunto de cimas calcáreas; sus rocas calizas de origen
marino, presentan multitud de plegamientos, abundan las dolinas y lapiaces, está
recorrida por numerosos cañones, hay abundantes simas y cuevas. Tanto es su
valor arqueológico que fue reconocida por la Unesco en el año 2006 como
Geoparque.
Ubicado en el
centro geográfico de Andalucía, se extiende por el sur de la provincia de
Córdoba en los límites de ésta con Jaén, Granada y Málaga, ocupando una
extensión de 32.056 ha. Le fue otorgada la figura de Parque Natural en mayo
del año 1988.
Este Parque
está atravesado por diferentes senderos de uso público que a través de sus
recorridos nos permiten apreciar y visitar las principales características
geológicas de este espacio, de los que sólo voy a mencionar dos por necesitar gestionar
previamente un permiso para su recorrido:
-Sendero del “Cañón del río Bailón”,
13 km. (lineal). Necesita permiso.
-Sendero “La Tiñosa”,
9’5 km (lineal). Necesita permiso.
Tel: 957104148 o l-pn.subbeticas@cmaot.juntadeandalucia.es
Ni que decir
tiene que en este Parque existen varios senderos más, todos ellos de acceso
público y de diferentes longitudes aunque coinciden todos ellos en la
característica de ser lineales y en su clasificación con dificultad baja o media por
lo que hay que contar con el regreso, disponer de dos vehículos o compaginar
dos grupos e intercambiarse las llaves a medio camino.
Me resulta llamativo que
después de varios años visitando sierras nuevas y parajes desconocidos, todavía
cuando me propongo acercarme a una sierra novedosa -para mi- como es esta de la
Subbética, me invada cierto intranquilidad, como si de un novato se tratara. Lo
que por otro lado no me desagrada ya que garantiza esa permanencia, a pesar de los muchos años, del
espíritu aventurero que me hizo lanzarme a éste continuo descubrimiento y que
arrastro desde bien joven, dando por válida la afirmación de Einstein de que
“la imaginación es más importante que el conocimiento”, o esta otra de E.
Sábato: “con la imaginación pensamos, creamos y, sobre todo, recreamos”.
En mi primera
visita a esta sierra voy a recorrer el sendero de La Tiñosa que acaba en la
cima del pico del mismo nombre (1.570 m.), techo de esta sierra y de la
provincia de Córdoba. Hoy no he encontrado compañero para compartir fatigas,
aunque no me importa hacerla en soledad porque así nada me distrae de mis
pensamientos y sentimientos, los que van a configurar mi apreciación sobre
estos espacios nuevos, ayudándome para tomar decisiones posteriores para volver
o no. Ya habrá tiempo de compartirla más adelante, si procede.
En la
carretera de Priego a Cabra, una vez acabadas las casas de Priego, frente al
Club Familiar La Milana, arranca una estrecha carretera que durante su primer
kilómetro presenta asfalto. Cuando muta el asfalto por la tierra arrancan dos
senderos como ramales en Y; a la derecha el denominado Sierra Horconera, el de
la izquierda es el que me interesa hoy a mí. Tras unos cuatro kilómetros en que
avanza el carril dando servicio a diferentes cortijos, muere poco después de
una cadena, junto al cortijo Chozas de Toledo.
Al principio
de este carril se anuncia el manantial de La Milana. Es una de las principales
surgencias por las que desagua esta sierra. Después de un periodo extenso e
intenso de lluvias el nivel freático asciende y aparece una pequeña cascada a
la izquierda de la carretera. Hoy no era el caso. Es un manantial de tipo “trop
plein”.
Hay que
seguir, una vez pasada la barrera, ascendiendo por entre una finca de olivos
junto al arroyo. Una vez acabada la finca, nace un sendero que, sin separarse
mucho del propio cauce, prosigue loma arriba buscando el collado: Puerto Mahína.
Durante la subida, observo la cara oeste de mi objetivo. Presenta un aspecto bastante
accidentado, alternando grandes cortados con extensos canchales que destacan
por su color más claro entre el resto, más poblado de vegetación, asemejando
las calvas que produce el hongo de la tiña en la piel del enfermo, de ahí el nombre.
Atrae la
atención del caminante un panel explicativo sobre la Torta Periglacial.
Aunque los glaciares no ocuparon estas sierras tan sureñas, si se vieron afectadas por constantes nevadas y bajas
temperaturas. El agua al introducirse en las grietas rocosas y helarse las hace
estallar, fragmentándolas cada vez más, acumulándose a los pies de los escarpes
formando taludes. Estas acumulaciones de rocas sueltas, en algunos lugares
fueron de nuevo cementadas por el carbonato cálcico disuelto en las aguas en
circulación creando estas formas llamativas.
Esta cima se
hace de rogar no permitiendo un acceso directo, por lo que el sendero describe
un amplio semicírculo, rodeándolo para ascender por la cara sur. Aun así hay
que afrontar unas rampas muy serias, aunque con la ventaja de que al no tener
excesiva cota, consigo superarlas con cierta normalidad. A media loma llama mi
atención una potente peña (mogote) que destaca emergiendo claramente sobre su
entorno. Hacia ella se dirige el sendero para pasar a sus pies. Pero antes de
sobrepasarla me desvío porque en su cara sur se encuentra una gran cueva: Morrión.
Su uso es
evidente apenas nos adentramos en ella,
por el olor y por la gruesa capa de excrementos que la pavimenta, como
refugio de pastores y por extensión de redil para el ganado. Hoy, después de
estos días de lluvia, las múltiples goteras que se filtran a través de la bóveda mantienen húmedo todo el suelo y es fácil hundirse varios centímetros
a cada paso en la abundante capa acumulada. Es clásica la foto a contra luz
desde su interior enfocando el amplio pantano de Iznajar.
Volver al
sendero original para terminar la ascensión y acercarme finalmente hasta la
cima de La Tiñosa (1.570 m.), techo de este Parque, de esta sierra y de la provincia
de Córdoba. Es una loma alargada orientada sur – norte con suave pérdida de
cota hacia el norte. Adornada con el tradicional hito junto a una pequeña
bandera andaluza y a sus pies una caja metálica guardando una gruesa libreta donde
anotar las impresiones que hemos sentido durante la ascensión, si lo creemos
conveniente.
Recorro toda
la cresta de la montaña hasta asomarme al extremo opuesto para apreciar una
amplia panorámica que recoge buena parte del recorrido de acercamiento que he
tenido que hacer hasta Priego. Últimamente no
tengo prisa en mis salidas, será porque controlo mejor los tiempos o porque los
años me han atemperado. Me entretengo en la cima cerca de una hora. La
temperatura es la ideal y la suave brisa que corre ayuda a crear un ambiente
muy agradable: disfrutando del sol.
Pero como
siempre llega el momento de bajar. Me están sobrevolando hace minutos una banda
de grajas que aprovechan mi retirada para adueñarse de la cima, imagino que
acostumbradas a rebuscar las migajas de los bocadillos, hoy habrán quedado
frustradas. Antes de llegar de nuevo a la altura de la cueva me cruzo con un
par de montañeros que están “visualizando” distintos itinerarios para una
subida en grupo este próximo fin de semana, y ésta por la que han ascendido hoy
no les ha gustado demasiado, será porque el “sudor les corre a chorros” y a
ello colabora la tardía hora.
De nuevo en el
Puerto Mahína (1.100 m.) y viendo que es temprano, decido ascender a una cima
enfrentada a La Tiñosa y algo más baja (1.456 m.). Es el extremo noreste de la
Crestería de la Horconera (Sierra de Alhucema). No hay sendero, por lo que sigo algunos pasos de
animales que están marcados en la loma, padeciendo la menor agilidad de la que
estoy dotado . Quiero apreciar las vistas de este otro lado de la sierra que parece
bastante más abrupto. Una vez arriba domino visualmente además de toda la
crestería de esta sierra que supera los 1.400 metros, el Pico Bermejo (1.474
m.) segunda altura de este conjunto de crestas que se elevan sobre un auténtico
mar de olivos. A pesar de la falta de senderos consigo hacer el recorrido de
ida y vuelta en hora y media, además de permitirme contemplar el único ejemplar de
águila que se ha dejado ver en toda la jornada.
De nuevo en la
divisoria ya, decido continuar el descenso buscando el arroyo que me va a
servir de guía hasta los cortijos más altos y enlazar con la pista. En el cortijo
Chozas de Toledo aprovecho un generoso nacimiento de agua que lo abastece para
refrescarme, aunque para ello tengo que desplazar una pareja de pavos reales
que no me miran con agrado, será porque invado la sombra donde estaban echados,
haciéndolos bajar hacia el corral.
Los cuatro
kilómetros de carretera terrera que me separan de donde dejé el coche son en
suave descenso; a ratos disfrutando de la sombra bajo las encinas, los más bajo
el sol del mediodía que hoy se hace sentir. Aunque abundan más en las márgenes
los olivos mostrando que “han sufrido” en fechas recientes la recogida del
fruto dada la cantidad de pequeñas ramas y hojas que invaden todo el trayecto. Como
me lo tomo con calma tardo alrededor de una hora en completar este tramo final
del recorrido.
Tenía mayores
esperanzas depositadas en este sierra, confiando en que me impactara de forma
más enérgica, no ha sido así debido quizás a que por ser una sierra calcárea,
con aspecto general muy parecido a la granadina de Harana, o Almijara me ha
parecido un paisaje ya avistado. De todas formas espero en una o dos semanas
volver para hacer otro recorrido totalmente distinto, para confirmar o cambiar
estas impresiones.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo
demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar
con nosotros.
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