Regresando.
Alcalá la Real (Jaén)
17-11-2013
Esta
población de rancia historia está enclavada en la zona montañosa
del sur de la provincia de Jaén, así en su término encontramos
desde enclaves situados a los 400 metros como Fuente Álamo los 1553
m del pico de la Martina. Esta diversidad de alturas ayuda a que las
temperaturas también cubran un amplio abanico: desde los -6ºC en
invierno a los más de 35ºC del verano.
Esta
población cuenta con casi 23.000 habitantes, que además agrupa hasta dieciséis aldeas repartidas por los más de 260 kilómetros cuadrados
del municipio. Ubicado al sur de la provincia de Jaén, linda con
Córdoba y Granada, fue durante años también frontera entre territorios al final de la estancia musulmana en el pais.
Mientras
nos acercamos, al recorrer los poco más de 50 kilómetros que la
separan de Granada, podemos apreciar en los montes aledaños,
profusión de atalayas. El carácter defensivo, ya que fue frontera
con el reino de Granada durante años todavía se hace notar en estos territorios. Son construcciones cilíndricas
de alrededor de 11 metros de altura por 5 de diámetro, constan de
una habitación interior cubierta por una bóveda y una escalera para
subir a la terraza. Esta terraza además de punto de observación se
utilizaba para quemar haces de esparto para comunicarse con enclaves
limítrofes. Existieron hasta 15 de ellas de las que se conservan
actualmente 12 que establecieron el círculo defensivo cuyo centro
era la propia atalaya de la Mota.
La
quema de esparto seco durante la noche para que las llamas tuvieron
visibilidad desde las atalayas próximas y durante el día se
quemaba haces de esparto húmedo para que la columna de humo fuera
suficientemente visible. Era un eficaz sistema de alertar de
incidencias y servía para comunicarse a grandes distancias. Las atalayas siempre
estaban a la vista unas de otras, ocupando enclaves elevados y
significativos.
Aunque
cuenta con poblaciones datadas a finales del Neolítico, va a ser la
ocupación islámica la que le da nombre y reconocimiento. Ocupada
desde el siglo VIII hasta su conquista en 1341 por Alfonso XI, que le aplicó el apelativo de la Real por su privilegiada posición, lo que
la convertiría posteriormente en “llave, guardia y defendimiento
de los reinos de Granada”.
La
ciudad fortificada ocupando el Cerro de la Mota perdió relevancia
tras la toma de Granada por lo que la población, saliendo del recinto amurallado superior, comienza a descender
de la colina para asentarse en las faldas de la montaña, aproximándose a las tierras de cultivo, perdiendo
la fortaleza interés y cayendo paulatinamente en el abandono. En la
retirada de las tropas napoleónicas le prendieron fuego calcinando
prácticamente todo el enclave, como era costumbre de los franceses al abandonar un enclave estratégico.
Consta
de tres áreas bien diferenciadas: por un lado la Iglesia Mayor
Abacial. El espacio interior se reparte en tres naves con un gran coro
a sus pies destacando la Capilla Bautismal con su doble portada
renacentista, de origen gótico, fue remodelada tras la toma de
Granada ya en el estilo imperante, el renacentista.
Alcazaba,
recinto triangular con tres torres (del Homenaje, de la Campana y de
la Vela) siendo la primera la mayor de ellas con casi 20 metros de
altura desde cuya terraza se puede divisar Sierra Nevada. Las tres
torres son excelentes miradores desde los que se abarca toda la
comarca.
El
entorno amurallado (siendo uno de los más amplios de toda
Andalucía), está salpicado de puertas y pequeñas torres. Entre las
puertas cabe destacar la Torre de la Cárcel y la Puerta de la Imagen
junto a la que estaban las Carnicerías por arriba y las mazmorras
por debajo aprovechando abrigos y cuevas de la propia pared rocosa en
que se cimenta todo el conjunto. El resto del terreno está ocupado
por los numerosos restos de las edificaciones que lo llenaron a
través del tiempo: aljibes (imprescindibles para el sustento de la
población), silos, molinos, bodegas, etc.
Ya
en la ciudad no podemos dejar de visitar el Palacio Abacial. El
actual corresponde al siglo XVIII, cuando la población abandona los
asentamientos en la cima del cerro para ocupar los llanos a sus pies.
Posee un claustro interior con patio cuadrangular y tres galerías
que dan al mismo. Actualmente alberga el Museo de Alcalá la Real
además de una oficina de información turística. Entre sus
posesiones destaca por su perfección una pequeña talla de Hércules en mármol datado
del siglo I.
Tras
visitar estos dos enclaves recomiendo pasear por la ciudad. El centro
de la ciudad se articula siguiendo lo que fue en su día la carretera
nacional Granada – Córdoba (Pilar de la Mora y del Llanillo),
concentrándose en sus alrededores edificios civiles y religiosos de
interés: el Pilar de los Álamos, el mencionado Palacio Abacial,
iglesia de la Encarnación (siglo XVII de las Hermanas Dominicas), con
un llamativo artesonado o hacer un tranquilo paseo por el barrio de
las Cruces.
En
nuestra ascensión al Cerro de la Mota hemos partido de la Iglesia de
San Antón para subir por la empinada calle Abad Moya, continuar por
la de Veracruz, visitar la Iglesia de San Juan antes de acceder al
Pilar de los Álamos ya junto a la oficina donde adquirimos los billetes de entrada a la fortaleza. Esta misma entrada incluye la
visita al Palacio Abacial en la ciudad con su interesante museo.
Antes de seguir subiendo nos podemos demorar paseando por el Rincón
de los Poetas. Espacio ajardinado que recuerda a los personajes
ilustres de la ciudad.
Tras
atravesar las puertas de entrada y antes de llegar a la Torre de la
Cárcel, dejamos a nuestra izquierda y en un plano más bajo las
ruinas del Arrabal viejo y de lo que fue la primera
iglesia de Alcalá la Real: Santo Domingo de Silos. Aunque junto a la
entrada reparten un pequeño plano del conjunto junto con una
auto-guía, nosotros preferimos ir por libre visitando los enclaves que
nos llamaban la atención sin seguir rigurosamente el orden
aconsejado.
En
fácil perder la noción del tiempo dentro del recinto, cosa que no
aconsejo si se quiere ver el audiovisual que proyectan a horas
determinadas dentro de la Iglesia. Altamente interesante y de sólo
quince minutos de duración con la posibilidad posterior de subir a
un piso superior donde se ha habilitado un pequeño escenario histórico.
Recomiendo no ubicarse cerca de los altavoces ya que el sonido de
por sí está, para mi gusto, excesivamente alto.
Aprovechamos
la estancia para buscar por el centro algún sitio donde comer, porque ya va siendo hora y porque el fresco día que
hemos elegido para la visita nos tiene ya algo minados, pidiéndonos el cuerpo un rato de asueto. El frío aire se deja notar en toda la
población y las calles que tienen orientación sur norte dejan notar
su baja temperatura además de por las rachas que las recorren en total libertad, por permanecer buena parte de la jornada en umbría.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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