martes, 8 de octubre de 2013

Tajos del Nevero y Veleta (Sierra Nevada - Granada)

Apenas iniciado el camino.

Durante la subida dejo a mi derecha el complejo de Borreguiles.

Una vez llegado a la Carihuela (3.250m.). 

En Loma Púa me vuelvo para apreciar la laguna de Aguas Verdes con el Veleta al fondo.

Destino de mi caminar para hoy.

Verdes prados alimentados por las chorreras de los Tajos del Nevero.

El arroyo cuando se libra de la nieve, se despeña loma abajo.

Buena parte de su recorrido lo hace bajo los neveros.

Someros encharcamientos.

Curiosas formas que adquiere la nieve.



Laguna Aguas Verdes.

Cima del Veleta (3.384 m).

A los pies del tajo de la cara norte del  Veleta, su laguna.

El día permitía divisar amplios horizontes.

Dos (de los cuatro) Lagunillos de la Virgen

Fuerte contraste de colores.

Alguno de los lagunillos aun permanecen abrazados por los neveros.

Laguna/Embalse de Las Yeguas.

Abundante ganado aprovecha los frescos prados.

Algunos prefieren que los suban.


Fecha:29-7-2013                                                                Hoya de la Mora 7'30h.
M.I.D.E.:3,3,3,4.                                                                   Posiciones 8'45h
Duración: 7'30h. (Semicircular)                                         Carihuela 9'15h.
Desnivel en subida: 1.440 metros                                      Lagun. Peñón Colorado 10h
Rangos de temperatura: de 10'5ºC a los 19'5ºC               Veleta 12'15h.
                                                                                              Lagun. De la Virgen 13'20h.
                                                                                              Hoya de la Mora 15h.



Cualquier colegial puede hacer experimentos durante la clase de física y comprobar si determinada hipótesis científica es cierta. Pero el hombre, dado que vive sólo una vida, nunca tiene la posibilidad de comprobar una hipótesis mediante un experimento y por eso nunca llega a averiguar si debía haber prestado oído a su sentimiento o no. (Milan Kundera)
Hay una zona de Sierra Nevada que por haberla avistado siempre muy avanzado el verano siempre la había asociado a sequedad y aridez y por lo mismo falta de interés. En los meses del estío apenas se ve humedad y sólo destacan los grandes pedregales y los altos tajos que la componen. Estoy hablando de los Tajos del Nevero (aunque en otros mapas lo mencionan como Tajo de Lagunillos) y el pequeño lagunillo que se forma cuando hay nieve bajo unas chorreras.

Para mí es una de las zonas más desconocidas de Sierra Nevada, esta vertiente sur que podemos atacar desde Capileira, siguiendo uno de los recorridos señalizados “sendero del río Toril” para ya bien altos abandonarlo para seguir el arroyo Peñón Colorado o el rio Lagunillos. No ha sido este mi trayecto de hoy, ya que he preferido acercarme a la Carihuela, para tras atravesar Loma Púa un poco por debajo del Puntal (3.224 m.), su zona más alta, dejarme caer hasta el arroyo en mi intento de no esforzarme en demasía.

Este recorrido afrontado por mi hoy es mucho mas suave que la ascensión por Capileira si a ello sumamos que el acceso en kilómetros es también más corto, aunaba todas las ventajas. Por otro lado la alergia lleva castigándome durante todo el mes por lo que no tenía mucha confianza en poder completar el recorrido y la seguridad de no poder hacerlo si lo endurecía.

Una vez aparcado el vehículo en los albergues (concretamente junto al Hoya de la Mora 2.500 m.), inicio la ascensión de forma pausada. Aun así, enseguida empiezan a dejarse oir múltiples ruiditos de mis bronquios, bastante castigados durante estos días (no quiero pensar que pasaría si fuera fumador). Espero que la forzada respiración profunda que exige el esfuerzo ayude a limpiarlos a lo largo de la jornada.

Ha amanecido un buen día de montañismo, la fresca temperatura ayuda a que las ascensiones sean más gratas y una suave brisa reconforta. El ser madrugador no me permite coincidir con otros excursionistas, que generalmente “arrancan” más tarde, por lo que toda la ascensión hasta las Posiciones ha sido en soledad. A partir de aquí si coincido ya con algún otro esforzado que se ha ayudado del microbús para ahorrar esfuerzos.

Ni que decir tiene que ya en el refugio de la Carihuela si coincido y saludo a algunos que han pernoctado, para enseguida, al apartarme del trillado recorrido hacia el Mulhacén, volverme a quedar solo. No suele aventurarse la gente fuera de los recorridos tradicionales, o bien por desconocimiento o por falta de interés, no parece que la “curiosidad” sea abundante en los visitantes a esta sierra.

Tengo que descender unos metros para salvando unos ventisqueros por debajo del refugio, saltar al otro lado de Loma Pua, justo por debajo del Puntal. Enseguida destacan, allá abajo, unas manchas verdes en medio de amplios ventisqueros que rodean lo que queda de un antiguo lagunillo, inexistente hoy en parte por estar invadido por los neveros, en parte por colmatación.

El circo glaciar que cierra todo este paraje es un rincón muy agreste y transmite claramente la imagen de salvaje. No es habitual en la vertiente sur de Sierra Nevada estos parajes tan abruptos ya que generalmnente ofrece espacios mucho mas suaves y alomados. En los basares entre altos tajos que acumulan mayor cantidad y grosor de nieve (lo que le da el nombre de Nevero) caen las chorreras que alimentan tanto los pradillos como los distintos encharcamientos.

Es una bajada de alrededor de 200 metros entre amplios cascajales formados de piedra de tamaño medio, muy incómoda de andar. Si a esto añadimos los frecuentes tajillos que salpican la bajada, nos podemos hacer una idea de lo molesto del terreno. Los amplios tajos de la derecha son la cara sur de las crestas que unen la Carihuela con el Elorrieta. Aquí nacen diversos arroyos, como el Lagunillos, objeto de mi visita, Peñón Colorado, tributarios ambos del río Toril que al unirse al Naute, allá muy abajo, junto a la central de la Cebadilla, da nombre al río Poqueira.

En las cercanías de los nacimientos de agua me llama la atención una vistosa mancha verde que en medio del blanco de la nieve y del marrón de la piedra destaca sobremanera. Estos prados, los más altos de esta cara sur son los que regados por los deshielos de los ventisqueros altos dan vida a unas charcas que acaban formando el arroyo.

Decido descolgarme junto al arroyo al menos una centena de metros apreciando los ventisqueros horadados y las pequeñas cascadas que forma en su precipitada caída. Aunque casi todo el trayecto discurre por debajo de largo y estrecho ventisquero que ocupa el fondo del barranco. No despierta excesivo interés el casi oculto arroyo entre amplios cascajales discurriendo entre tajos y dado que no tengo yo hoy un estado de forma idóneo, decido abandonar mi acompañamiento y comienzo la ascensión, (he bajado hasta la cota 2.700 m.).

De nuevo en Loma Púa decido descolgarme hasta la Laguna de Aguas Verdes, con un colorido espectacular debido a la incidencia oblícua de los rayos solares. Una vez abajo disfrutar de los diferentes matices que la diferente profundidad aporta a la laguna, para terminar volviendo a remontar hasta la antigua carretera ya que va a ser el camino más cómodo para recorrer los basares del Veleta y atravesar los ventisqueros por los más que señalados pasos ya elaborados.

Como me voy sintiendo cada vez mejor decido remontar hasta el Veleta para avistar la posible subida a los Machos en una o dos semanas. Este recorrido si está más frecuentado, entre otras cosas porque ya ha entrado en funcionando el telesilla que sube hasta la cota 3.000 m., facilitando el acceso a aquellos que no quieren o no pueden subir andando desde abajo.

Ahora sí, sólo queda bajar. Vuelvo a hacerlo por la cornisa hasta el refugio para buscar el paso que atraviesa el tajo desde el Cerro de los Machos ya que hace muchos años que no lo hago. Una vez encontrado lo señalizo con un hito, aunque creo haberlo memorizado suficientemente. Aquí atiendo las múltiples explicaciones solicitadas por un solitario excursionista que quiere ir al Mulhacén y ni siquiera lo identifica en el horizonte, posibilidades para pernoctar e itinerarios para bajar a la Alpujarra. Trato de darle la información de forma clara y concisa aunque le recomiendo que la contraste a lo largo de su andar con otros excursionistas a fin de evitar posibles pérdidas.

Llegado al refugio escojo la dura bajada hasta los Lagunillos de la Virgen, curiosamente me encuentro bastante más nieve abajo, junto a ellos, que en la propia bajada donde sólo tengo que atravesar uno. Además de pararme junto a uno de los Lagunillos para tomar algo, recorro los cuatro, todos con nieve, algunos incluso medio tapados por los ventisqueros perimetrales. Tras ellos la Laguna/Embalse de las Yeguas, hoy con bastantes visitantes ocupando buena parte de su contorno. Por aquí ya si me cruzo con otros senderistas, en ambos sentidos. Dada la concurrencia no me detengo mucho junto a la laguna. Estos espacios que por su accesibilidad se llenan de visitantes con su jolgorio, risas y voces son un repulsivo para mí que me gusta disfrutar de la sierra en silencio.

Por debajo de las Yeguas las habituales vacas ocupando los borreguiles y una vez traspasado el collado el personal de la estación con su incesante trasiego de coches atendiendo a las labores de mantenimiento de las instalaciones. Desde la Estación están promocionando los recorridos por esta zona intentando que las visitas sean numerosas también durante el verano: objetivo superar las 20.000 del verano pasado. Una vez que he bajado más acercándome al complejo de Borreguiles, ya no me detengo para nada. Es la zona de la sierra, junto a Pradollano más “humanizada” y por ello ha perdido el encanto que yo busco cuando asciendo a Sierra Nevada.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.




Los clásicos decían que los mitos y leyendas son las historias que no pasaron nunca y que son siempre.  Montero Glez.


La Dama de las Nieves

En los albores de los tiempos nacieron las leyendas en un intento de justificar hechos a los que no se encontraba explicación, entonces nació la que hablaba de la Dama de las Nieves que afirma que en los fríos inviernos la gente que se aventuraba en las cumbres nevadas y se perdían porque el hielo y la nieve ocultaba los senderos, acababan con ellos tras una larga agonía provocada por el hambre y el frío.

Para mitigar este duro y prolongado sufrimiento la Dama acogía entre sus brazos a los moribundos dándole cobijo hasta que la muerte se hacía con ellos. La dulce voz con que los arrullaba y la contemplación de su bello rostro los ayudaba a que olvidaran los duros momentos de su agonía.

Los ancianos afirmaban que habían visto a los que morían en las nevadas cumbres llevados de la mano por la blanca Dama hasta las puertas del inframundo; otros que los acurrucaba entre sus brazos para preservarlos de la nieve.

En mis muchas caminatas por las sierras no he podido confirmar la existencia de esta Dama de las Nieves, pero son muchos los que aseguran que han visto a la Dama caminar hacia las elevadas cumbres y tras seguirla han hallado el cuerpo de alguna persona que congelada en el hielo mostraba una sonrisa en sus labios.

El otro día en uno de mis recorridos por Sierra Nevada creí verla junto a un lagunillo, escondida entre los ventisqueros al pie de majestuosos tajos.






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