Curioseando.
Fecha:10/11-7-2013 Capileira
8'40h.
M.I.D.E.:3,3,3,3. Alto del Corrillo 9'35h
Duración:
7h30' (31.300p) (Lineal) Siete Lagunas
11'40h.
Desnivel en subida: 500 metros Goterón 14h
Rangos
de temperatura: de 19ºC a los 31ºC Calderetas
15 a 18h.
Actualmente,
solo vivimos buscando el máximo rendimiento a todo. Lo que no aporta
beneficios inmediatos acaba por ser eliminado.Generalmente no se
toleran ni la diversidad ni la sencillez. Mas allá del consumo
materialista, no encontramos elementos que den significado a la
existencia. Pero no somos solo materia; necesitamos incorporar
también la belleza, el asombro, la humilde capacidad de emocionarnos
(Susanna Tamaro).
Cenar
algo y preparar la tienda para cuando no haya luz, quedamos a la
espera de que anochezca y poder apreciar el cielo estrellado, nuestro
segundo objetivo de esta excursión. El sol va escalando posiciones
en la colina que se encuentra a nuestras espaldas y nosotros con ella
buscando los últimos rayos de sol. Aunque poco antes de las siete de
la tarde el sol deja de calentar en nuestra ubicación no se hace de
noche hasta bien pasadas las diez. El tiempo se hace largo porque
además una vez oculto el sol por la mole de la Alcazaba la
temperatura desciende rápidamente aunque no de forma drástica.
Apenas si corre una suave brisa.
En
una de nuestras inspecciones del grado de oscuridad reinante
divisamos a contraluz un solitario murciélago revoloteando por el
entorno, algo extraño a esta altura y con temperaturas
presumiblemente muy frescas pasadas unas horas. Por fin, alrededor de
las once de la noche, el firmamento “luce” con todo su esplendor.
Nos llama la atención no sólo la cantidad de estrellas visibles,
posiblemente duplique o triplique las observables desde Granada, sino
su nitidez e incluso nos parece apreciar profundidad y por supuesto
el brazo espiral de la galaxia donde estamos, la Vía Láctea como
una estrecha mancha nubosa más clara que de suroeste a noreste se
dibuja nítidamente en el firmamento.
Este
espectáculo, difícilmente observable desde las ciudades por la
contaminación lumínica ya de por sí hubiera justificado la
excursión. Esta visión ha despertado la imaginación a través del
tiempo en los distintos pueblos por lo que han surgido diversas
leyendas en torno a ella: la columna vertebral de la noche para los
habitantes del Kalahari; para los chinos rio por el que viajan las
almas de los muertos; el Nilo que continuaba hasta el cielo para
regar las moradas de los dioses; río que subía hasta el cielo las
aguas para formar las lluvias, según los incas; reguero de leche de
la diosa Hera desparramada al negarse a amamantar a Hércules niño;
aparición del apóstol Santiago a Carlomagno indicándole la Vía
Láctea como guía para llegar a Compostela; serpientes, otros
caminos, etc.
La
noche ha sido muy larga e incómoda. Definitivamente no estamos
acostumbrados a las molestias e incidencias que supone el dormir
sobre el suelo directamente, los viejos huesos son difíciles de
acomodar en un terreno duro, todo ello aunado con un constante rumor
del agua del riachuelo que pasa a pocos metros y los roces de las
telas de la tienda movidas por la brisa racheada de la noche. Todo
han sido vueltas y revueltas dentro de un estrecho saco con el brazo
por almohada a la espera de apreciar las primeras luces del amanecer
mientras vamos acumulando el dolor en todo el cuerpo. Lo positivo,
que cansados de estar a duermevela buena parte de la noche, al
amanecer te “vence” el cansancio y acabamos disfrutando un buen
rato de sueño.
Poco
después de las ocho de la mañana el sol ya calienta nuestra
ubicación y cuando nos asomamos al exterior percibimos con sorpresa,
que se está fuera mejor que dentro. Es la señal de activarse y
empezar la jornada. Un ligero lavado en el arroyo con el agua helada
nos ayuda a despertar. Comer algo, recoger la tienda, conseguir meter
todos los pertrechos en las mochilas, asegurarse de no dejar nada, ni
útil ni inútil en el entorno y comenzar el regreso.
Por
la mañana, después de una mala noche, conviene comenzar a andar
despacio, sobre todo por entre los canchales donde el correcto apoyo
es vital para el equilibrio y para la integridad. Aunque nosotros
estemos despiertos, el cuerpo cargado, después de largas horas de
inactividad, cansancio y musculatura aun laxa solicita mimos o al
menos no excesivo maltrato.
Rápidamente
vamos ganando agilidad, tensión muscular y seguridad en el caminar.
Ayuda la buena cuesta que tenemos que afrontar hasta coronar el
collado, ya en la loma de la Alcazaba, donde acaba la subida y
comienza el llaneo con suaves descensos hasta Siete Lagunas. De nuevo
en el amplio circo glaciar de Siete Lagunas y dado que no tenemos
prisas, nos demoramos recreándonos con los múltiples riachuelos que
unen las diversas lagunas, los ventisqueros horadados por los cursos
de agua, los verdes prados y borreguiles que circundan las lagunas.
Hoy
está concurrida la laguna Hondera. Frente a nosotros hay un grupo
numeroso de excursionistas, rápidamente se distinguen los chavales,
mayoría dentro del grupo, por el bullicio que aportan y sus
desplazamientos, siempre corriendo para cualquier sitio. Cada vez me
maravilla, o ¿será envidia?, la capacidad que ostentan los crios
para recuperarse después de un esfuerzo. Luego cuando pasamos junto
a ellos nos enteramos de que ya llevan dos días por la sierra y
tienen programado permanecer otros cuatro. No puedo evitar acordarme
de mis prolongadas estancias en la sierra en mis años juveniles.
Ahora
sí tomamos el sendero correcto para volver hasta el Chorrillo. En
nuestro caminar divisamos, algo por debajo del sendero, el lagunillo
del Peñón Negro muy escaso en superficie y profundidad a pesar del
par de hermosos ventisqueros que lo alimentan, lo que indica que está
prácticamente colmatado y no le queda una larga existencia, sin
detenernos proseguimos hasta acercarnos a la laguna de Peñón Negro
(2.750 m.) donde pensamos quedarnos hasta que se aproxime la hora de
volver al microbús que nos ha de bajar hasta Capileira.
De
esta laguna Negra guardo recuerdos lejanos ya que sin tener
conocimiento de ella me la “encontré” uno de esos días que salí
a la sierra sin objetivos fijados y me dediqué a rodear la amplia
loma del Mulhacén. Debido a su relativa baja cota, la poca
profundidad de la lámina de agua y a pesar de los generosos aportes
que recibe, casi todos ellos subterráneos, disfruta de una
temperatura más templada lo que se traduce en una amplia gama de
algas que ocupan buena parte del contorno. Los prados de su perímetro
están ocupados por miríadas de pequeños saltamontes, grillos, al
menos una docena de mariposas, multitud de escarabajos, abejas,
avispas, distintas especies de aves, etc.
A
falta de poco más de una hora para la salida del autobús nos
ponemos en marcha que a pesar de la cercanía se nos queda casi
escasa dado el tiempo que dedica mi hijo en sus reiterados intentos
en captar buenas tomas de la mariposa Apolo (Parnasius
apollo nevadensis)
ya que estamos en la franja de altura donde abundan los ejemplares
adultos. Algunas ya visiblemente castigadas por el constante aire que
tienen que soportar presentan los perímetros alares bastante
dañados.
Los
minutos de demora hasta que llega el microbús en el que vamos a
descender se hacen notar porque el sol calienta bien y no hay sombra
alguna en la que resguardarse. Cuando llegamos nosotros apenas había
un par de parejas ya a la espera, pero en apenas cinco minutos vamos
congregándonos hasta los veinte que ocuparemos el microbús casi en
su totalidad. Hoy hemos hecho todos gala de esa escasa virtud llamada
puntualidad.
Se
agradece el aire acondicionado del vehículo que hace que no notemos
el aumento de temperatura que se va produciendo conforme perdemos
altura. Ya en Capileira apreciaremos al salir el salto termométrico
drásticamente. Cambiar de coche y bajarnos hasta Granada para
terminar una distinta y bonita experiencia rememorando viejos tiempos
en que ni el suelo estaba tan duro ni el cansancio hacía tanta
mella, quizás porque la ilusión lo invadía todo.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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