Dílar desde la cima de la Boca de la Pescá.
Fecha:8-5-2013 Área
R. Río Dílar 7'15h.
M.I.D.E.:3,3,3,4. Boca de la Pescá 8'30h
Duración:
8h45' (38.300p) (Semicircular) Collado Sevilla
9'20h.
Desnivel en subida: 900 metros Cortijo Chaquetas 11h
Rangos
de temperatura: de 11ºC a los 30ºC Cuesta del Pino
12h.
Toma
del Canal 13'15h
Área
R. Río Dílar 16h.
Hace muchos años que
no entraba dentro de alguno de mis itinerarios la subida a la Boca de
la Pescá (1.522 m.), o bien porque está situada fuera de los
recorridos o porque no tiene entidad suficiente para dedicarle una
salida. Hoy, al fin, la he incluido en la excursión. He programado
subir a la Boca de la Pescá desde el río Dílar (junto a la
central), recorrer el PR-A21 ampliando algo más su longitud
balizada y quería terminar bajando por el cauce del río Dílar
desde la Toma del Canal de la Espartera hasta el área recreativa del
río Dílar. El objetivo era hacer un trayecto circular completo.
Pronto me he dado
cuenta de que no iba a poder cumplirlo. La visión del amplio, rápido
y caudaloso Dílar me anticipa que no va a poder ser posible el
continuo vadeo que supondría el itinerario imaginado. Para iniciar
la caminata me he desplazado junto al río Dílar, algo por encima
del pueblo del mismo nombre, hasta un área recreativa que hay a unos
tres kilómetros adentrándose en la sierra (en total desde Granada
unos 15 kilómetros). Junto al área hay un merendero y amplias zonas
donde aparcar los vehículos, algo imprescindible si tenemos en
cuenta que una barrera impide progresar por la pista que enlaza
pueblo con central eléctrica.
Es Dílar una pequeña
población de menos de 2.000 habitantes, encaramado en las faldas de
Sierra Nevada a unos 870 metros y fertilizado por “su río”.
Quizás el único pueblo del cinturón de Granada que ha sabido
resistirse a la vorágine constructiva de la década pasada, mantiene
su personalidad intentando integrar sus nuevas construcciones con el
ambiente en el que se ubica. Extraño término municipal que ocupa
una larguísima y estrecha franja de terreno de poco más de 5 km. de
ancho y más de 25 km de largo, englobando alturas de hasta 3.398 m.
que ostenta el pico del Veleta.
Una vez aparcado el
vehículo prosigo por el carril de acceso a la central que junto con
el propio río van juntos compartiendo el fondo de un profundo cañón,
durante algo menos de media hora. A tramos cerrado en que apenas
caben el carril y el propio río; en otros algo más abierto permite
el asentamiento de los bancos y las mesas del área recreativa junto
con un paseo sinuoso que enlaza unos y otros junto con media docena
de pequeños puentes que facilitan el deambular por ambas orillas.
Durante su recorrido
sólo percibo el tronar del caudaloso Dílar, seguro que hay muchos
más habitantes cantores en estas riberas pero el “ruido del agua”
no me deja percibirlos, todos los demás sonidos quedan anulados,
sólo consigo percibir unos silbidos melódicos, potentes y muy
articulados que le hacen la competencia al río, para alguien que
tiene un mínimo de experiencia en el campo son inconfundibles:
cantan los mirlos. Cuando ya avisto el edificio de la central me
desvío a la izquierda (señalizado) para iniciar la ascensión a la
Boca de la Pescá (el nombre le viene de la similitud a la semi-abierta boca del pez, sin dientes claro).
Es una fuerte subida
apreciable en parte desde abajo gracias a las defensas de troncos
colocadas en algunos tramos, habilitando pequeños miradores. Desde
abajo se percibe cómo escalan la ladera hasta una pequeña mancha
verde clara, la formada por otra vegetación distinta a la que ocupa
toda la loma, sostenida por la abundante humedad junto a la cámara
de carga; pero para llegar todavía falta. En esta subida serpenteante
siempre me acompaña el romero, aulagas, abundante esparto y jaras,
más arriba aparecerán las chaparras y encinas junto con algún pino
aislado.
A media subida cruzo un
pequeño barranco por el que ha estado bajando agua hasta hace poco,
prueba de ello son las pequeñas pozas que aun se mantienen entre las
rocas del lecho, bien aprovechadas como bebederos por la fauna local,
lo que les evita tener que bajar hasta el río o remontar hasta el
canal para saciar la sed, máxime si la temperatura de hoy se
mantiene tan alta en días sucesivos.
Tanto en este tramo de
ascensión como más adelante, ya metido en los arenales de los
alrededores del Trevenque, he ido levantando cabras de sus
acostaderos nocturnos, generalmente hembras con sus crías del año
pasado. Ya las echaba en falta. Durante las ultimas salidas por
frecuentar otros lares no las había avistado.
Llegado a la Cámara de
Carga (recinto donde nace el tubo de bajada a la central), circundo
el pequeño edificio semi destruido y abandonado que en su día
sirvió como vivienda para el encargado del mismo, hoy un pequeño
espacio vallado impide acercarse a la pequeña cámara de la que
arranca la caída.
Todavía me queda un
trecho para coronar uno de los picos gemelos de la “Boca”, apenas
visible desde esta posición y no reconocible su similitud a la del
pez en las distancias cortas. Ni que decir tiene que dientes no los
he visto. Corona el monte una típica caseta de vigilancia contra
incendios, construcción circular, acristalada, al parecer fuera de
servicio actualmente.
Desde aquí, primero en
bajada para después casi llanaer hasta acercarme al Collado Sevilla,
donde se inicia un pequeño recorrido balizado que voy a hacer en su
totalidad con alguna pequeña ampliación: estoy hablando del PR-A21.
En sus primeros tramos comparte recorrido con la clásica subida al
Trevenque (2.075 m.), para a media loma desviarse recorriendo los
grandes arenales y rodear al “rey de la media montaña” por su
cara sur hasta conectar con la pista que da acceso al Refugio Rosales
y Toma del Canal de la Espartera.
Aquí es donde decido
ampliar yo tomando en dirección contraria para llegar ascendiendo,
primero al Collado Chaquetas y después hasta el Cortijo del mismo
nombre y solopar momentáneamente mi andar con el sendero Sulayr. Pero antes
me desvío una veintena de metros para visitar el nacimiento de agua
que aparece a los pies de un bosquete de maduros pinos y
sorpresivamente entre arenales.
Me refresco en la
fuente del cortijo Chaquetas e inicio la bajada hacia el río Dílar.
Corto trayecto de fuerte bajada muy maltratado durante este invierno
hasta el río, hasta cruzarlo por un puente de madera y ascender por
la loma de Peñamadura. Enseguida dejo el sendero Sulayr que prosigue
en dura ascensión para continuar yo por un pequeño ramal que lo
abandona por la derecha. Voy a llanear recorriendo la loma por un
bonito recorrido poblado de robles melojos en pleno resurgimiento
primaveral y dada la abundancia de agua que baja por todos los
barrancos donde no faltan los espinos y zarzas que con su verdor
característico dan visibilidad a los recorridos del agua.
Este sendero enlazará,
algo más adelante con la zona alta de la Cuesta del Pino. Durante su
tránsito avistaré una jabalina con media docena de rayones que
rápidamente han despejado el sendero desapareciendo entre la maleza,
abundantes palomas, dos cansados cazadores de mariposas recostados en
unas rocas tomando el sol, multitud de asustadizas perdices a las que
mi presencia obligaba a cambiar de loma, y enfrentada a mí, al otro
lado del río, una antigua explotación de serpentina con algunos
bloques cortados que quedaron a la espera de su transporte y
abandonados a pié de explotación.
El descender la larga
Cuesta del Pino me lleva prácticamente una hora para al final
depositarme a la vera de un bravo río Dílar que no ha facilitado su
cruce. El abundante caudal y las pocas ganas de descalzarme que yo
tenía han hecho que tuviera que aguzar el ingenio en la búsqueda de
alguna manera de salvarlo con el mínimo deterioro personal posible;
animado por la falta de espectadores que podían comprometer mi ego,
he optado al final por unos troncos que me han servido de puente
entre orillas, poniendo a prueba mi sentido del equilibrio que hoy me
ha respondido eficazmente. Para autopremiarme me he detenido algo por
debajo de la toma del Canal de la Espartera a tomarme el bocadillo
bien ganado hoy.
El abundante caudal que
porta hoy el río me ha echo desistir del itinerario programado (río
abajo hasta la central de Dílar) para retomar el PR-A21 hasta volver
de nuevo al Collado Sevilla. Desde aquí repetir el trayecto andado
por la mañana acercándome otra vez hasta la Cámara de Carga de la
Central Eléctrica de Dílar, soslayando ahora sí, la subida a la
“Pescá” e iniciar el brusco descenso hasta el área recreativa
del Río Dílar donde dejé el coche esta mañana.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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