Acequia florida.
Fecha:
23-4-2013 Aparcamiento 8 h.
M.I.D.E.:3,2,3,3. Bifurcación 9'15h
Duración:
6h Lineal (30.100) Puente Romano 10'30h.
Desnivel en subida: 200 metros Bifurcación y Bocadillo 12'30h
Rangos
de temperatura: de 4'5ºC a los 18'5ºC Aparcamiento
14'00h.
Hoy,
una fresca mañana de primavera, después de algunas semanas de no
excursionar, he retomado mi actividad. El periodo de relax se ha
hecho notar, pues aunque el recorrido programado para hoy no era en
absoluto exigente, yo lo he acusado por mi pérdida de forma, (en el
panel le asignan dificultad alta, criterio que no comparto en
absoluto).
Había
decidido hacer el recorrido por el río Cacín, partiendo de la presa
del pantano de los Bermejales y llegar hasta el Puente Romano, como
mínimo. Este recorrido se puede hacer lineal o circular. Me habían
llegado referencias de su belleza y grandiosidad, hoy comprobaré si
compartimos criterios.
Se
inicia el sendero, en uno de sus extremos, en el Poblado del Pantano
(distante 44 kilómetros desde Granada), concrétamente en el lateral contrario de la iglesia por el que accedemos arranca un paseo que conduce hasta un semicircular mirador al
filo del tajo. Es en éste mirador donde arranca el sendero, que
aunque no está balizado en ningún punto de su recorrido, yo hoy no
he tenido problema ninguno en seguirlo. Está muy marcado por el uso,
excepto en aquellos puntos en que atraviesa algún prado, donde la
abundante hierba ayudada por las intensas lluvias intenta desesperadamente ocultarlo.
Ya
el mirador ofrece excelentes vistas del inicio del cañón y la presa
del pantano. Comienza el sendero haciendo bajada por entre pinos,
árbol que no volveremos a ver durante el trayecto, salvo honrosas
excepciones, aparentando querer acercarse rápidamente al cauce, pero
es engañoso, remoloneará durante minutos antes de acercarse a la
misma orilla del Cacín.
Va
a ser la tónica durante todo el recorrido, a tramos acercándose
hasta tocarse, para enseguida ser rechazado y tener que encaramarse
casi a lo alto de las paredes del cañón que lo contiene. Allí
donde el río, tras la erosión de milenios, ha conseguido abrir un
espacio algo más ancho, el sendero, junto a su orilla, lo acompaña
entre exuberante vegetación arbustiva de ribera donde abundan los aladiernos y algún sauce junto a esbeltos fresnos en el mismo cauce, me sorprende alguna valiente higuera que tiene que empinarse para competir por el
sol o aislados pinos, sin duda provenientes de semillas de los
ubicado en las laderas y que han encontrado acomodo junto al agua.
El
recorrido en plena efervescencia primaveral salpica el sendero de
todo tipo de plantas pequeñas y vistosas, multitud de colores asoman
en sus flores, algunas blancas y grandes, otras diminutas y de vivos
colores, entre ellas encontramos Botones de Oro asociados a las zonas
más húmedas, cerca del río; los Alfilerillos de Viuda sobre todo
junto o en las paredes rocosas; las Viboreras y alguna delicada
orquídea, junto a las tradicionales olorosas: tomillos, romeros,
alguna menta en los barrancos junto a los arroyos sin olvidar los
rosales y majuelos que comienzan también a florecer.
El
recorrido de ida lo he hecho a primeras horas de la mañana
(8h-10'30h). Todo el trayecto, el barranco protegido por las
colosales paredes rocosas ha estado ensombrado. Acompañado en todo
momento por una sinfonía de trinos; ruiseñores, alondras,
abejarucos, mirlos y el continuo arrullo de las palomas. Más
arriba, dominando los farallones las grajas haciéndose oir y todavía
más arriba las pequeñas y silenciosas rapaces, dejándose mecer en busca de
presas.
Ha
transcurrido la primera hora y he alcanzado una bifurcación donde se
señalizaba, además del itinerario que yo llevaba, otro: Cortijo del
Cura. Lo he dejado, como acostumbro, para la vuelta. Pero para llegar
hasta aquí he tenido que ascender por una escala metálica para
superar unos metros en la pared. No será la única sorpresa que nos
brindará el sendero.
A
lo largo de la mañana, siempre con altas paredes a ambos lados del
cauce, yo voy a ir casi todo el camino por el margen derecho del
río, he tenido que descender y ascender reiteradas veces salvando
algún cerrado cañón por el que no cabían sendero y río, o
soslayar un enorme bloque desprendido de la pared y que en su caída sólo se ha
detenido al llegar al fondo.
En
algunos tramos, la bajada es tan brusca que han colocado gruesas cuerdas para
ayudarse, en otra es un cable de acero el que sirve de sustento, para casi al final caminar
bajo un volado extenso que cubre el sendero, justo al lado del mismo
cauce. Variedad ofrece el recorrido, lo que le aporta cierta
originalidad que unido a la grandiosidad geológica aporta la
innegable belleza que aprecio en todo él.
Finalmente
llego a una zona de puentes. Había divisado anteriormente que permitía cruzar el río para acercarse hasta el aliviadero y al menos otros dos inutilizados totalmente y aparentemente formando parte
de otro recorrido primitivo perdido en la actualidad. Son cuatro los
que están en uso actualmente durante el recorrido. Dos colgantes con apariencia de extrema
endeblez que te hacen dudar si afrontarlos y muy “movidos”; los
otros dos, firmes y recios, de traviesas de madera sobre soportes de
vigas metálicas.
Todos
se encuentran en el último tramo y en apenas 10 minutos de marcha.
Una vez cruzado el cuarto, el sendero se eleva a la derecha del río
ganando altura por la loma para morir en un carril que en apenas 200
metros me acerca al Puente Romano.
Esbelto
y airoso puente con un amplio vano central que salva el río
holgadamente uniendo el carril con la carretera asfaltada. Será este
carril el que se ha de seguir si se quiere completar un recorrido
circular. A mí no me agrada en demasía caminar por los carriles,
así que decido volver por donde he venido.
Siempre
me ocurre lo mismo, un recorrido de ida por la mañana temprano y el
mismo de vuelta rondando el medio día, son totalmente distintos: la
luz, el sol que ya penetra hasta el fondo del cañón junto al
apreciar el paisaje desde otro perspectiva hacen que tenga otra
visión bastante distinta del mismo itinerario.
Las
altas paredes horadadas por multitud de oquedades son el asentamiento
perfecto para multitud de aves que aprovechan, según tamaños y especies, los
distintos refugios para construir sus nidos. Incluso los reciclan
como alguno avistado. Usado inicialmente por golondrinas o vencejos,
por su confección a base de bolitas de barro, acondicionado
posteriormente por otra especie, complementándolo con hierba y
plumas.
Durante
el regreso, de nuevo en la bifurcación, me acerco loma arriba
siguiendo las indicaciones, hasta el Cortijo del Cura. Nada
destacable ofrece este cortijo a pesar de lo que os recomiendo que “perdais” los 10 o
15 minutos que se tarda en coronar el cañón, no para ver el cortijo
que no presenta interés alguno, sino para sentaros en alguno de los
salientes sobre la casi vertical pared desde donde se domina un buen trecho del mismo y donde las
grajas vuelan a nuestro nivel. Yo lo he aprovechado para comerme el
bocadillo y no sabría deciros que he apreciado más, si la comida o
la ración contemplativa.
Terminar
de desandar el tramo que me queda hasta el Poblado donde dejé el
coche. El regreso hasta Granada he decidido hacerlo por Cacín
(pueblo), para lo que tomo una estrecha carretera a tramos asfaltada
y salpicada de abundantes baches anunciada como “Contra-embalse
Bermejales”. Va a unirse a la misma entrada del pueblo con la
nueva, pero hace un recorrido bastante más corto, justo por encima
del cañón, recorriendo la vertiente contraria al sendero andado.
Es
una excursión que recomiendo calurosamente, para afrontarla bajo mi
criterio, por la mañana temprano y si se llevan chavales, que éstos
sean totalmente autónomos, si poseen una pizca de osadía y muchas
ganas de aventura, se lo pasarán genial a poco que sepamos despertarle la imaginación. Abstenerse personas con
limitaciones de movilidad ya que hay tramos de fuerte pendiente y en
otras hay que hacer uso de cuerdas, cables o escaleras para
solventarlos sin olvidad los puentes colgantes que no son aptos para
timoratos.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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