Ya de regreso los campos verdes me reconcilian con la agricultura.
Río
Mundo (Albacete).
Fecha:
13-04-2013
Hace
varios años que visité este bello enclave y recuerdo de él que era
pleno verano por lo que el caudal del nacimiento no era excesivo.
Evidentemente el atractivo del nacimiento de un río es el agua que
lleva en su inicio, por lo que cuando va menguado me deja un poco
decepcionado. Enseguida tomo nota (antes de forma mental, ahora
prefiero dejar una referencia escrita), para en cualquier otro momento
más favorable volver a visitarlo.
Mi
hijo Carlos no conocía este lugar por lo que hemos aprovechado lo
que creemos es una buena época para la visita después de un largo
mes de marzo de lluvias y alguna nevada. Debido a motivos laborales
hemos tenido que hacer la escapada en sábado. Yo soy reacio a
moverme durante los fines de semana pero reconozco que mis
condicionantes no son asumibles por casi nadie.
Ante
la necesidad de tener que desplazarnos un sábado, imperando ya el
buen tiempo, y la mas que respetable distancia que separa Riopar de
Granada (260 kilómetros) acordamos salir a las 6'30 horas para
intentar minimizar el efecto “fin de semana”. Tras tres largas
horas de coche, ya que el primer tercio era por autovía pero el
resto transcurría por carretera nacional o comarcal llegamos a uno
de los aparcamientos que existen en el lugar. Nos hemos decantado por
el que hay a pie de la carretera entre las poblaciones de Siles
(Andalucía) y Riopar (Castilla la Mancha), justo en el collado.
Nos
sorprende gratamente apreciar a nuestra llegada que sólo hay dos
coches. Decidimos hacer el corto recorrido hasta el nacimiento a pie
(unos 3'5 kilómetros que en algo más de media hora debe estar
andado), para reconocer un poco el terreno a la vez que
desentumecernos después de la inactividad del viaje. El día es claro
y el sol comienza a dejarse notar, aunque todavía tardará un buen
rato en entrar, barranco arriba para llegar al nacimiento.
Tras
algo más de media hora de recorrido, casi todo él por bosque de
pinos, llegamos al aparcamiento de abajo, donde comienza el sendero
hacia los miradores del nacimiento. Seguimos teniendo suerte ya que
apenas hay media docena de coches. Es una ventaja, al menos para
nosotros, que a la mayoría de los visitantes no le guste madrugar.
En eso coincidimos los dos, preferimos visitar los espacios naturales
en silencio y a ser posible en soledad. Nos molestan las voces y la
algarabía que las concurrencias provocan. Espantan toda la posible
fauna y rompen la tranquilidad que en teoría es lo que buscamos, al menos nosotros, en el "campo”.
Comenzamos
atravesando un arroyo que desciende por nuestra derecha para comenzar
la ascensión (sendero balizado y muy marcado) que nos va a acercar
hasta el primer mirador. En su primer tramo de suave subida que mas
tarde al empinarse alterna las rampas con los tramos escalonados. Desde él tenemos
una visión algo lejana y parcial del enclave. Es una pasarela sobre
el cauce del río que va de orilla a orilla. Hacemos la parada y fotos
de rigor, para enseguida continuar ascendiendo hasta el segundo.
Similar al primero pero algo más elevado río arriba desde el que se
aprecia mejor la cascada y el imponente tajo casi vertical donde se
ubica la cueva que alumbra el caudal.
Otra
nueva y breve ascensión para acceder al tercer mirador ubicado algo
por encima de la poza que recibe el agua desplomada de la cascada.
Los más de 100 metros que se despeña el agua en su caída y las
masas de roca que la reciben abajo hacen que salten infinidad de
gotas por doquier impregnado todo el ambiente. Como la ascensión ha
sido pausada hemos dado tiempo a que se hayan ido incorporando muchos
visitantes por el angosto sendero, lo que el caminar empieza a
hacerse agobiante. Hemos divisado en este tramo algunos tejos
aislados, sin duda reliquias de tiempos pasados que sobreviven por la
humedad reinante en las zonas más umbrías del barranco.
La
visión de la cascada, con hasta trescientos metros de desplome, la
relativa abundancia de agua que la hace dividirse en al menos tres
cascadas paralelas y la visión del resto de tajo por encima de la
cueva forman un espectáculo que impresiona; si a esto añadimos el
rugir del agua en su golpeteo con la charca o las rocas que la
reciben, podemos afirmar que estamos asistiendo a uno de los
espectáculos naturales más impactantes.
Se
encuentra el nacimiento en un profundo barranco con cabecera
semicircular cerrado al sur por un imponente farallón rocoso de
alrededor de 300 metros que a media altura alumbra al rio a través
de una cueva. Por ser un terreno kárstico los acuíferos van a
fluctuar dependiendo de la época del año en que se visite. A la
propia cueva que alumbra al río se le conocen alrededor de 32
kilómetros y aun no está toda ella cartografiada. Sin duda todo un
mundo recóndito que seguramente guardará alguna otra sorpresa más.
Una
mirada entre nosotros y asentimos: iniciamos el descenso y dejamos
espacio para los nuevos visitantes. Muy cerca del tercer mirador y en
la pared húmeda vertical de roca encontramos firmemente enraizadas
una colonia de pequeñas plantas carnívoras (Pinguicula
mundi).
Había leído de su presencia y nos hace ilusión (sobre todo a Carlos) localizarlas e
identificarlas. Casi todas ellas muestran pegadas a sus carnosas
hojas pequeñas víctimas aladas.
A
media bajada decidimos desviarnos un poco y descolgarnos hacia el
lecho del rio en el que durante la subida apreciamos unas pequeñas
cascadas y algunos remansos sugerentes. Apenas separados del sendero
una veintena de metros, distancia suficiente para aislarnos de la
“muchedumbre” e incluso dejar de oir voces, el murmullo del agua
lo ocupa todo y hace de aislante acústico. Rápidamente nos
olvidamos de la cada vez más masiva afluencia y nos centramos en
disfrutar.
Despues
de “saborear” un rato el cauce del río y hacer algunas fotos
buscando por parte de mi hijo señales de vida salvaje: insectos y
anfibios, nos reintegramos de nuevo a la senda para regresar al
aparcamiento, ahora totalmente repleto de personas y vehículos.
Cuando nos vamos incluso entra un autobús con otra generosa remesa
de curiosos.
Hacemos
el sendero de regreso por el mismo recorrido que a la bajada, a pesar
de la corta distancia que nos separa del aparcamiento alto, apenas si
nos encontramos con viandantes. La comodidad prima y los visitantes
prefieran acercar el coche hasta la propia cascada si fuera posible.
Parafraseando uno de los carteles explicativos existentes en la zona
diré: que después de ver el Mundo, regresamos a Granada.
Aprovechamos
antes de reiniciar en vehículo la vuelta a casa para comernos un
bocadillo, que dado el jaleo, los gritos del ambiente y hasta los
pelotazos que pasan cerca, acabamos rápidamente para definitivamente
iniciar el regreso. Hemos decidido atravesar el Parque Nacional de
las Sierras de Segura, Cazorla y las Villas. Aunque el recorrido es
algo más largo y la carretera estrecha y sinuosa, al menos
recorreremos kilómetros entre naturaleza y aprovecharemos para parar
allí donde nos apetezca o los lugares así lo sugieran.
Salir
del Parque por Cozorla para hacer la segunda mitad del regreso por
Peal de Becerro y Jódar, rodeando buena parte de Sierra Mágina por
el noroeste, circulando por la ribera del Jandulilla. Más tarde
entre Torrecardela y Piñar disfrutar de los campos intensamente
verdes ocupando las suaves colinas del entorno de la carretera con
las lindes dibujadas de amarillo por los jaramagos y algunas
pinceladas, cada vez menos, de rojas amapolas, todo intensamente
iluminado por el sol vespertino que aporta a este recorrido un
encanto singular.
Aunque
en realidad el nacimiento del río Mundo se sale del ámbito
geográfico del título del blog, he creído conveniente incluirlo por
estar prácticamente en el mismo límite de la comunidad. Apenas nos
hemos adentrado una decena de kilómetros en la comunidad vecina de
Castilla La Mancha, concrétamente en la provincia de Albacete y a
pesar de los quinientos kilómetros largos que hemos tenido que
recorrer (ida y vuelta), creo que ha merecido la pena. A veces lo bueno de enseñar
sitios nuevos a curiosos inquietos no es en sí mismo el lugar a
visitar, que también, sino las ilusiones y expectativas que se
despiertan y que a veces ya se ven colmadas a lo largo del
itinerario, haciendo cierto aquello de que no es la meta lo
importante sino el recorrido para alcanzarla.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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Yo he visitado este nacimiento a mediados de abril, y también lo visite hace años en verano. Las palabras que escribes son las mismas que pensé yo, me lleve una pequeña decepción y he regresado este año, que con la abundancia de lluvias esta mucho mas bonito, me hubiese gustado ver el "reventon" que es cuando dicen que esta espectacular.
ResponderEliminarEl reventón debe ser "alucinante" pero me temo que los que vivimos lejos del lugar lo tenemos muy difícil para coincidir.
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