Cortijo Lézar, algo por debajo de la Cerrada.
Castril,
nacimiento del río, pueblo y pasarela (Granada).
Fecha:
15-04-2013
No
recuerdo la última vez que visité estos parajes, aunque si tengo
presente que de esta sierra sólo me falta ascender a La Empanada,
pero hoy no era día de duras ascensiones sino de acompañar a un
amigo y disfrutar de y con su compañía de uno de los parajes mas
bonitos del norte de la provincia de Granada.
Es
el Parque Natural Sierra de Castril una estrecha franja con
orientación sur norte y adosada al Parque Nacional de las Sierras de
Segura, Cazorla y Las Villas. El extremo sur se sitúa justo por
encima del Pueblo del mismo nombre alargándose hacia el norte hasta
el paraje denominado Prados del Conde, donde su ubica el refugio del
mismo nombre.
Tenemos
previsto recorrerlo hoy en sentido longitudinal prácticamente en sus
dos terceras partes, alternando los desplazamientos en vehículo con
caminatas. Para ello aparcamos junto al Cortijo Nacimiento, bajo la
tubería que surte la central eléctrica ubicada por debajo del
cortijo junto al río. Nos separa del nacimiento menos de una hora de
marcha que nos tomamos con mucha calma. Hoy uno de los objetivos de
la visita es tomar fotografías, como los dos somos aficionados, las
demoras propias de esta actividad no nos van a incomodar.
Hemos
elegido estas fechas con la esperanza de encontrar tanto el
nacimiento como el propio río con gran caudal. Los primeros vistazos
al río nos confirman que no nos hemos equivocado. En tranquilo
caminar nos vamos acercarnos a nuestro primer destino. Me olvidaba,
la charla ha ocupado buena parte de la jornada propiciado por la
falta de prisa y el caminar pausado. A medio camino compartimos
recorrido con un tramo de la acequia que se dirige a la cámara de
carga de la central: va rebosante.
Llegados
a los nacimientos comenzamos la labor fotográfica para lo que nos
desplazamos por la zona, desde el mirador, bajamos hasta el lecho,
remontamos para hacer tomas generales, nos acercamos para sacar
detalles, etc. Es el punto mas al norte al que vamos a llegar. A
partir de ahora sólo nos desplazaremos hacia el sur.
En
el camino de vuelta de nuevo hasta el cortijo decidimos hacerlo lo
más próximo al cauce, olvidándonos del sendero. Disfrutar del río,
detenernos en los remansos, encaramarnos en el azud que da nacimiento
a la acequia, acceder al puente donde se inicia el sendero a La
Empanada. A medio camino divisamos una pequeña cascada a nuestra
izquierda. Decidimos acercarnos al riachuelo que recorre en rápido
descenso el pequeño barranco que lo acoge. Volver al sendero y
terminar el recorrido hasta el coche, no sin antes charlar un rato
con los residentes del cortijo.
Nos
planteamos si bajar hasta la central eléctrica para lo que
preguntamos a los lugareños y si bien nos aseguran que no hay
problema alguno para bajar, apostillan que no merece la pena ya que
todo está cerrado y no hay lugares vistosos que compensen el
desplazamiento. Aceptamos las informaciones como veraces y decidimos
acercarnos al próximo enclave.
Hacemos
uso del coche para acercarnos más rápidamente hasta el inicio del
sendero que conducirá hasta la Cerrada de la Magdalena. Éste desvío
nace tras un puente en el primer cambio de orilla del río, anunciada
mediante un indicador vertical no ofrece ni pérdida ni dificultad. La
corta distancia que nos separa de la primera cerrada alterna una
breve subida primero, para suavizarse a continuación mientras
discurre bajo un maduro pinar que nos cobija con su sombra, cosa que
se agradece ya que hoy la temperatura a medio día ha llegado a los
27 grados. Llagados a la cascada, las cámaras en funcionamiento para
recoger la caída de agua que se abre paso literalmente por la
profunda hendidura que a lo largo de los milenios ha conseguido
hacer, dividiendo su caída en tres cascadas consecutivas muy
similares en altura todas.
Baja
bastante caudal también por lo que se aprecian tres tramos de
cascada antes de remansarse, momentáneamente el agua en una
cristalina charca. En alguna otra ocasión la escasez de agua
permitía bordear la charca receptora, hoy era impensable ya que
obligaba a dar grandes saltos entre grandes rocas; incluso el propio
lecho del río era infranqueable sin previo remojo. Enseguida
reinicia la precipitada caída con prisas por unirse al caudal
principal del río, no sin antes refrescar las posesiones del Cortijo
La Saludá, hoy bastante abandonado y no parece que recupere su
antiguo esplendor ya que el carril de servicio se ha visto afectado
por un desprendimiento haciéndolo impracticable a fecha de hoy para
vehículos.
De
nuevo hacemos uso del vehículo para ascender, evitándonos una caminata de varios kilómetros, hasta un cortijo al
pie de la Cerrada de Lézar. Ubicada algo por encima del mismo no
despierta gran interés ya que el acceso a ella está plagado de
tuberías, unas gruesas para riego, otras mas pequeñas para
servicio, lo que afea bastante el lugar, más si a todo ello sumamos
los restos de otros tubos viejos y abandonados en el propio cauce del
río junto con la abundancia de excrementos de las muchas cabras que
residen en el lugar, ya que algo por encima se ha habilitado una
profunda y amplia cueva como redil.
Hoy
el gran caudal que bajaba por la Cerrada impedía seguir progresando
por el cañón labrado por la corriente dado que no llevábamos
prendas adecuadas para caminar por el lecho. Quizas el adentrarse
cañón arriba mejoraría la impresión que nos hemos llevado del
lugar, pero hoy no ha sido posible.
Proseguir
nuestro caminar hacia el sur para una vez fuera de los límites del
Parque hacer parada y cerveza en el pueblo de Castril. Bajar hasta
encontrarnos de nuevo con el río, después de haber sido represado
en el Embalse del Portillo lleno en algo más del 90%, baja impetuoso
para introducirse en el cañón que ha labrado al sur del casco
urbano y que vamos a recorrer en su compañía, tras atravesar el
Parque de la Arboleda Perdida.
Pero el pueblo y la pasarela tienen entidad suficiente para dedicarle una entrada del blog en exclusividad.
Ha
sido un recorrido diferente a los que suelo hacer habitualmente por
varias razones. No era excesivamente largo, el uso combinado del
coche con los desplazamientos a pie, nos ha dejado mucho más tiempo
para la visita relajada de los enclaves elegidos y la inapreciable
compañía de Cristóbal ha colaborado a la amenidad durante todo el
recorrido.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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Preciosas fotos en este recorrido a los nacimientos del río Castril
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