Farallón desde se encuentra la Cueva de los Muñecos.
Cimbarra (Parque
Natural del Despeñaperros - Aldeaquemada – Jaén)
Fecha: 20-03-2013
A primeros de diciembre
del año 2011 estuve visitantdo el paraje más emblemático de la
población de Aldeaquemada: La Cimbarra. Aquella visita, a pesar de
su espectacularidad, me dejó un poso de insatisfacción por
encontrarme la cascada, centro emblemático del paraje, con un cierto
regusto desagradable por el poco caudal que mostraba el río que le
ha dado origen: el Guarrizas (palabra árabe que se puede traducir
por río estrecho).
Aprovechando una serie
de circunstancias favorables, como han sido el interés de un viejo
amigo en visitar lugares desconocidos para el y las lluvias de estos
últimos días caídas tanto en las provincias de Jaén como Granada y
presuponiendo que el río iba a presentar una imagen totalmente
distinta a la vista en mi anterior visita, hemos decidido cumplir lo
que por otro lado fue una autopromesa que me hice en su día: volver
a visitar el enclave en condiciones mas favorables.
El río Guarrizas es un
curso de agua atípico ya que naciendo en el sur de Ciudad Real se
encamina hacia el sur sin importarle el tener que atravesar toda una
sierra (Sierra Morena) para desembocar en el río Guadalén. Pasando
de esta forma a formar parte de la cuenca hidrográfica del
Guadalquivir, no sin antes aumentar su caudal con otro río que hace
un recorrido similar de norte a sur: el río Despeñaperros. En su
curso se encuentra el embalse de la Fernandina (244 hm cúbicos).
Aldeaquemada
fue fundada por Carlos III con objeto de repoblar Sierra Morena y su
nombre se debe, seguramente, a un incendio que destruyó el antiguo
enclave denominado de La Aldehuela que ocupaba el mismo lugar.
Ubicada al norte de la provincia de Jaén, en el límite con Castilla
la Mancha forma parte del Parque Natural del Despeñaperros, en la
que está englobada.
Todo
este espacio declarado Parque Natural está formado por bosque
mediterráneo compuesto principalmente de encinas, alcornoques y
enebros, aunque no faltan los arces, cornicabras y quejigos junto con
algunos madroños y cercanos a las zonas habitadas los almeces,
siempre dispuestos a prestar sus ramas para la elaboración de los
astiles de las herramientas dada su flexibilidad y resistencia a los
golpes junto a su escaso peso.
Para
llegar desde Granada hay que tomar la autovía de Madrid hasta llegar
a la población de Santa Elena donde abandonamos la autovía para
tomar un desvío que nos acercará a través de casi 30 kilómetros
por una estrecha carretera que en su primera mitad asciende hasta
salir del desfiladero para llaneando y bajar a tramos en su segunda
parte llegar al pueblo. Una vez en él basta seguir las indicaciones
hasta el aparcamiento habilitado junto al río, donde comienza el
recorrido balizado hasta la cascada, en total son alrededor de 215
kilómetros para la ida y otros tantos de vuelta, largo viaje que sin
duda ha merecido la pena.
El
recorrido a pie es un corto sendero que en parte empedrado nos acerca
a la caída que hace el rio sobre los estratos de la roca para
alimentar unas decenas de metros más abajo una amplia poza, que
dependiendo de la luz podemos ver negra total, hoy debido a los
arrastres de las intensas lluvias de estos días, color chocolate;
color que acompaña a los ocres y morrones de las propias piedras
sobre las que discurre. Tras contemplarla desde un mirador habilitado
al efecto en la loma de enfrente (denominada Plaza de Armas), pequeña
meseta rocosa donde existen dos miradores, uno de ellos sobre la
Cascada de la Cimbarra, impresionante salto de agua de unos 40
metros; el segundo algo más pequeño y con vistas al desfiladero que
ha ido formando el río a lo largo de los milenios, erosión que ha
ido excavando numerosas pozas a lo largo del cauce del río en su
lecho rocoso.
Iniciamos
la bajada por un estrecho sendero, a tramos empedrado, para disfrutar
de unas inmejorables vistas de la misma, llegando a un observatorio
casi a su mismo nivel, con la posibilidad de seguir bajando hasta el
mismo perímetro de la charca que recibe el agua de la cascada. A
media bajada pasamos junto a las ruinas de un antiguo molino que se
alimentaba del agua desviada del rio antes de iniciar la caída. Para
llevar el agua hasta el molino se servían de uno de los estratos
rocosos utilizándolo como acequia, que en suave pendiente la llevaba
hasta la parte alta del mismo. Del molino sólo quedan las paredes y
el terminal de la acequia con un aliviadero que imagino derramaba el
agua directamente sobre las palas del molino, a la vez que el par de
ruedas de piedra abandonadas a la vera del sendero formando casi
parte ya de la ladera. En la cabecera de la cascada quedan señales
de antiguas estructuras que tenían como finalidad acumular más agua
y hacer que alcanzara el nivel que le permitiera discurrir por el
estrato en épocas de estío, hoy no hacian falta ya que la
abundancia de agua hacía que descendiera sin la aportación humana.
En esta bajada hacia la poza se enseñorean grandes almeces con
gruesos troncos retorcidos, mostrando su edad en los grandes nudos
que ostentan.
Tras
el recorrido de la cascada continuamos, por la carretera hacia abajo,
unos centenares de metros, hasta llegar a un nuevo aparcamiento a la
entrada de una zona de acampada, donde nace otro corto sendero de
unos 45 minutos que nos lleva, primero a la Cimbarrilla y más
adelante al paraje denominado “Negrillo”. Hoy el arroyo Martín
Pérez que comparte barranco con el sendero había crecido
sobremanera haciéndose río e impetuoso, lo que nos ha impedido
hacer este recorrido ya que era imposible su cruce sin salir mojado.
Sólo hemos avanzado por el sendero hasta que éste ha decidido
cruzar y seguir por la vertiente contraria, dejándonos a nosotros sin
posibilidad para cruzarlo debido a su importante caudal.
A
medio camino de regreso entre Aldeaquemada y Santa Elena, justo antes
de iniciar la bajada final para enlazar con la autovía, a nuestra
derecha hay una casona que está habilitada como Centro de
Visitantes del Patrimonio Cultural y anteriormente un antiguo aprisco
ganadero y junto a él una explanada apta para el aparcamiento. Aquí
arranca un sendero doble, un ramal que en subida se dirige al
Castillejo y el otro que en bajada se dirige a la Cueva de los
Muñecos. Hoy los hemos recorrido los dos en el mismo orden
mencionado.
Se
ubica el Castillejo en lo alto del cerro, así que basta con seguir
el sendero muy bien marcado hasta coronar unos cientos de metros más
arriba. Aquí hubo un poblado ibérico, del que se han encontrado
abundantes muestras y las no encontradas oficialmente, se han
encargado de buscarlas mediante excavaciones ilegales por lo que en
la cima del cerro encontramos numerosos hoyos, producto de las
búsquedas clandestinas.
Es
el Castillejo un mirador enclavado en la cima de la colina desde el
que por su ubicación se domina tanto la entrada del desfiladero del
Despeñaperros con todas las variantes de la carretera, la antigua y
la nueva junto con el trazado del ferrocarril y el pueblo de Santa
Elena al fondo. Estamos en el margen izquierdo del río
Despeñaperros, enfrentados a los llamados “órganos”, estratos
casi verticales con diferentes colores aportados por los líquenes
que hacen de la pared rocosa, a pesar del día nublado, un bello
espectáculo. En la propia colina donde estamos aparecen dos paredes
verticales, casi en su cima que parecen cortadas con una gigantesca
sierra.
El
segundo itinerario nos acerca hasta un santuario ibérico situado en
el llamado Collado de los Jardines, conocido popularmente como la
Cueva de los Muñecos denominada así por la cantidad de exvotos
(figurillas de bronce) arrojadas a la misma en el transcurso de los
años. Este santuario junto con el situado en Castellar de
Santisteban han aportado más de 4.500 exvotos, custodiados en su
mayoría actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
La
Cueva de los Muñecos está ubicada en uno de los parajes mas
abruptos de toda Sierra Morena, dentro de un barranco, flanqueado por
grandes bloques pétreos en las que hay excavadas diferentes cuevas,
la mayor de ellas con hasta cincuenta metros de profundidad, pozo
actualmente cubierto por una reja metálica para impedir que los
visitantes se arriesguen en demasía intentando adentrarse en él.
Dentro de esta cueva, actualmente hay un manantial de agua que se
supone ya existía en la antigüedad. Al inicio del sendero hay un
edificio con un nombre algo largo por tratar de recoger todo lo que
representa: Centro de Interpretación del Patrimonio Histórico y
Cultural del Parque Natural del Despeñaperros, aparentemente
abandonado actualmente.
Coincidimos
los dos en apreciar la falta de formación ecológica de muchos de
los visitantes. Generalmente no somos conscientes de que nos movemos
por un entorno natural, así que los gritos, las voces y en general
cualquier alteración, deberíamos limitarlas al máximo a la vez que
enseñar a los críos que los gritos no engrandecen los paisajes sino
que los empobrecen, que el arrancar vegetales para tirarlos un poco
más adelante no es el comportamiento adecuado, que los papeles y
pañuelos deben guardarse en el bolsillo. Pero los pequeños aprenden
los comportamiento, sobre todo, de sus mayores y a éstos es mucho
más difícil enseñarles. Pienso que hay individuos, tan
acostumbrados al ruido diario que cuando visitan este tipo de
entornos tienen que gritar para oírse y no sentir miedo de su
silencio o su vaciedad.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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