miércoles, 24 de abril de 2013

Granada desde sus miradores III: Silla del Moro, Barranco del Abogado.

Silla del Moro desde San Miguel Alto.

Acceso al mirador Silla del Moro.

Vista general del mirador.

Escalinatas de acceso al recinto.

La Alhambra desde el mirador.

Abadía del Sacromonte.

Parte de la ciudad a nuestros pies.

Muralla zirí y Ermita de San Miguel Alto.

Mi acompañante extasiada.

Cuatro iglesias del Albayzín.

Mirador del Barranco del Abogado.

Las casas que ocupan la zona más elevada del barranco. 

Tejados y chimeneas escalando la ladera.

Mirando la ciudad.

Aledaños de la antigua carretera de la sierra.

Vergeles.

Antigua casa cueva.

Junto a las construcciones, las chumberas.

Acapara gran devoción en el barrio.

Desarrollando la creatividad.

Reciclando.

Exuberancia en el abandono.

Viejas ventanas que aparentan cuadros.

Cristo de los Faroles en el Realejo.



GRANADA. Mirando la ciudad desde sus miradores III: Silla del Moro y Barranco del Abogado.

Fecha: 21-03-2013

En esta tercera entrada a los miradores de Granada me voy a acercar a dos de ellos, ambos situados al sur de la ciudad y quizás los más alejados.


Silla del Moro. Conocido también como Castillo de Santa Elena. Concebido como fortificación con la doble misión de vigilar y proteger por un lado al Generalife, espacio que al estar fuera del recinto amurallado de la Alhambra era mucho más vulnerable sobre todo en época veraniega a donde acudía la familia reinante en busca de relax durante los días de primavera o verano y, por otro la vigilancia de la Acequia Real que suministraba el agua a los dos recintos aportando el elemento indispensable tanto para el riego de las amplias huertas que ocupaban buena parte de la colina, como para el abastecimiento de personas y fuentes.

Hasta la segunda mitad del pasado siglo XX no se le dio importancia al conjunto permaneciendo en estado ruinoso. Fue a partir de 1.929 con Torres Balbás cuando se despierta el interés por esta construcción descubriendo las escaleras de acceso y la gran torre. Basta acercarse al enclave para compartir el alto valor estratégico de su ubicación, no en vano los franceses durante su permanencia en Granada también lo utilizaron para su ejército.

Si es cierto su carácter defensivo se le suponen ciertos enlaces amurallados tanto con el Generalife como con el propio recorrido de la acequia, e incluso con los construcciones que existen más elevadas escalando el Cerro del Sol, murallas de las que no quedan restos ninguno.

Desde este mirador se pueden contemplar amplias, inigualables y poco convencionales vistas de la ciudad de Granada. A la derecha podemos seguir durante un buen trecho el recorrido del río Darro encajonado en su barranco (Valparaiso), del que beben las acequias que traen el agua a los diferentes recintos palaciegos. En las laderas de las colinas la Abadía del Sacromonte o la Ermita de San Miguel coronando el cerro del Aceituno, así como buena parte del recorrido amurallado que cerraba el Albayzín por el norte.

Actualmente abierta al público los sábados y domingos de 10 a 18 horas. La subida peatonal desde el cementerio es un corto recorrido en suave pendiente delimitada por cipreses y otras coníferas en las que no es extraño divisar alguna ágil ardilla, que por las mañanas de los dias primaverales es una delicia. Una vez llegados extasiarse con las vistas hacia los distintos edificios de la Alhambra desde arriba, visión inusual, del Generalife a nuestros pies y parte de sus huertas y mas bajo gran parte de la ciudad recompensan sobradamente el rato echado en su visita.

Dada su posición elevada no sólo permite dominar buena parte de la ciudad y palacios nazaríes sino que la vista alcanza hasta la sierra de Elvira y los montes de Loja cerrando el curso natural del río Genil. Pero también buena parte de Sierra Nevada a nuestras espaldas. Hay que imaginar el enclave sin la vegetación boscosa que cubre algunas de sus laderas y que actualmente limitan la visibilidad, inconcebible en tiempos árabes dada su función de vigilancia y defensiva.


Barranco del Abogado. Este mirador corona una colina situada al sur de la ocupada por la Alhambra. Quizás una de las zonas más desconocidas de la ciudad, sin embargo posee una larga historia ya que proviene de la época musulmana en Granada. Para el llamativo apelativo “del Abogado” hay dos versiones. Una por ser el lugar donde asesinaron a un letrado perteneciente a la Chancillería (abogado veinticuatro). La otra defiende que en 1.623 estos terrenos fueron ganados por un abogado tras largo y mas que ruinoso proceso.

Aunque hoy lo habitan cerca de cuatro mil personas, al asentarse sobre terreno inestable escalando la colina ha sufrido tradicionalmente deslizamientos de tierra favorecidos por la falta de vegetación. Figuran como años catastróficos los de 1949, 1954, 1955, pero sobre todo el de 1963, calificado como el año más lluvioso del siglo en Granada, ya que el hundimientos de cuevas obligó al desalojo del 90% de la población quedando practicamente deshabitado.

Olvidado tradicionalmente por las administraciones locales ha empezado a “existir” a primeros de este siglo; sirva como ejemplo que hasta el año 2001 no tuvo agua potable en las casas abasteciendose de un pilar único para la zona. Apenas posee comercios por lo que los vecinos tienen que desplazarse para hacer las compras diarias, sin ambargo posee infraestructuras hoteleras y restaurantes. Por otro lado hay grandes contrastes, por un lado viven gentes con alto poder adquisitivo junto a vecinos con muchos menos recursos.

En palabras de su presidenta: “de este modo, entre pitas, chumberas, cuevas, grutas y la luz de un sol que parece ser más intenso en lo alto de este barrio, sus vecinos tienen el privilegio de vivir en lo que no dudan en llamar -la habitación con las mejores vistas de Granada-”.

Yo después de tomar las fotos de rigor desde su mirador voy a bajar recorriéndolo en su totalidad hasta enlazar con la Cuesta Escoriaza después de recorrer buena parte del barrio. Aprovechando mi recorrido os voy a dejar aquellas imágenes que más me han llamado la atención, aunque sólo sea como pequeña oportación para dar a conocer un barrio que merece la pena visitar aunque esté desaparecido de todos los recorridos recomendados de Granada.

Bajando por el Camino Nuevo del Cementerio me encuentro rincones sugestivos junto con algunas viviendas que se asemejan más a las de los pueblos que a las de las ciudades, algunas escalando la ladera del barranco presentan las habitaciones abigarradas y escalonadas unas sobre otras. Merece la pena detenerse en la Cuesta de la Glicinia, estrecha calle que en su ascensión durante una cincuentena de metros da servicio a una docena de casas.

Aquí se siguen adornando las calles y balcones con macetas y jardineras e incluso alguna chimenea deja ver la iniciativa personal del propietario aportando un toque original y dificilmente repetible. Otros detalles, como una botella incrustada en el techo de una vivienda con su tapón de corcho puesto a la que no he encontrado respuesta, ¿será ese su significado?, ¿obligarnos a preguntarnos por ella?.

A medio camino me encuentro la gruta que protege la imagen de la Virgen de Lourdes con su altar al pié. Y casi todo el recorrido salteado de jaramagos, margaritas silvestres y multitud de chumberas o pitas alternando con el blanco de las fachadas.



miércoles, 10 de abril de 2013

Cimbarra (Parque Natural del Despeñaperros - Jaen)

El desvío hacia Aldeaquemada.

Cabecera de la cascada.

Estratos que conforman todo el paisaje.

Desde una de las oquedades, al fondo el mirador: patio de armas.

Mi compañero de andadas de hoy.

El gran caudal que llevaba hoy el río Guarrizas nos ha sorprendido gratamente.

Profundo barranco labrado por el río Guarrizas por debajo de la cascada.

Descendiendo hacia la poza de la cascada.

Esta es una de las cascadas secundarias.

Ruinas del molino que se surtía del río.

Vista lateral de la cascada principal.

Vista frontal del grueso del río.

La abundante humedad se hacía notar.

Parte superior de la cascada.

Vista general del paraje.

Desde el segundo mirador: río abajo.

El arroyo Martín Pérez, hoy convertido en impetuoso río.

Centro de interpretación del Parque.

Cima del Castillejo.

Dominando buena parte del Despeñaperros.

Ubicación de la Cueva de los Muñecos.

La boca de la sima está protegida para evitar accidentes de los curiosos.

Farallón desde se encuentra la Cueva de los Muñecos.




Cimbarra (Parque Natural del Despeñaperros - Aldeaquemada – Jaén)

Fecha: 20-03-2013

A primeros de diciembre del año 2011 estuve visitantdo el paraje más emblemático de la población de Aldeaquemada: La Cimbarra. Aquella visita, a pesar de su espectacularidad, me dejó un poso de insatisfacción por encontrarme la cascada, centro emblemático del paraje, con un cierto regusto desagradable por el poco caudal que mostraba el río que le ha dado origen: el Guarrizas (palabra árabe que se puede traducir por río estrecho).
Aprovechando una serie de circunstancias favorables, como han sido el interés de un viejo amigo en visitar lugares desconocidos para el y las lluvias de estos últimos días caídas tanto en las provincias de Jaén como Granada y presuponiendo que el río iba a presentar una imagen totalmente distinta a la vista en mi anterior visita, hemos decidido cumplir lo que por otro lado fue una autopromesa que me hice en su día: volver a visitar el enclave en condiciones mas favorables.
El río Guarrizas es un curso de agua atípico ya que naciendo en el sur de Ciudad Real se encamina hacia el sur sin importarle el tener que atravesar toda una sierra (Sierra Morena) para desembocar en el río Guadalén. Pasando de esta forma a formar parte de la cuenca hidrográfica del Guadalquivir, no sin antes aumentar su caudal con otro río que hace un recorrido similar de norte a sur: el río Despeñaperros. En su curso se encuentra el embalse de la Fernandina (244 hm cúbicos).
Aldeaquemada fue fundada por Carlos III con objeto de repoblar Sierra Morena y su nombre se debe, seguramente, a un incendio que destruyó el antiguo enclave denominado de La Aldehuela que ocupaba el mismo lugar. Ubicada al norte de la provincia de Jaén, en el límite con Castilla la Mancha forma parte del Parque Natural del Despeñaperros, en la que está englobada.

Todo este espacio declarado Parque Natural está formado por bosque mediterráneo compuesto principalmente de encinas, alcornoques y enebros, aunque no faltan los arces, cornicabras y quejigos junto con algunos madroños y cercanos a las zonas habitadas los almeces, siempre dispuestos a prestar sus ramas para la elaboración de los astiles de las herramientas dada su flexibilidad y resistencia a los golpes junto a su escaso peso.

Para llegar desde Granada hay que tomar la autovía de Madrid hasta llegar a la población de Santa Elena donde abandonamos la autovía para tomar un desvío que nos acercará a través de casi 30 kilómetros por una estrecha carretera que en su primera mitad asciende hasta salir del desfiladero para llaneando y bajar a tramos en su segunda parte llegar al pueblo. Una vez en él basta seguir las indicaciones hasta el aparcamiento habilitado junto al río, donde comienza el recorrido balizado hasta la cascada, en total son alrededor de 215 kilómetros para la ida y otros tantos de vuelta, largo viaje que sin duda ha merecido la pena.

El recorrido a pie es un corto sendero que en parte empedrado nos acerca a la caída que hace el rio sobre los estratos de la roca para alimentar unas decenas de metros más abajo una amplia poza, que dependiendo de la luz podemos ver negra total, hoy debido a los arrastres de las intensas lluvias de estos días, color chocolate; color que acompaña a los ocres y morrones de las propias piedras sobre las que discurre. Tras contemplarla desde un mirador habilitado al efecto en la loma de enfrente (denominada Plaza de Armas), pequeña meseta rocosa donde existen dos miradores, uno de ellos sobre la Cascada de la Cimbarra, impresionante salto de agua de unos 40 metros; el segundo algo más pequeño y con vistas al desfiladero que ha ido formando el río a lo largo de los milenios, erosión que ha ido excavando numerosas pozas a lo largo del cauce del río en su lecho rocoso.

Iniciamos la bajada por un estrecho sendero, a tramos empedrado, para disfrutar de unas inmejorables vistas de la misma, llegando a un observatorio casi a su mismo nivel, con la posibilidad de seguir bajando hasta el mismo perímetro de la charca que recibe el agua de la cascada. A media bajada pasamos junto a las ruinas de un antiguo molino que se alimentaba del agua desviada del rio antes de iniciar la caída. Para llevar el agua hasta el molino se servían de uno de los estratos rocosos utilizándolo como acequia, que en suave pendiente la llevaba hasta la parte alta del mismo. Del molino sólo quedan las paredes y el terminal de la acequia con un aliviadero que imagino derramaba el agua directamente sobre las palas del molino, a la vez que el par de ruedas de piedra abandonadas a la vera del sendero formando casi parte ya de la ladera. En la cabecera de la cascada quedan señales de antiguas estructuras que tenían como finalidad acumular más agua y hacer que alcanzara el nivel que le permitiera discurrir por el estrato en épocas de estío, hoy no hacian falta ya que la abundancia de agua hacía que descendiera sin la aportación humana. En esta bajada hacia la poza se enseñorean grandes almeces con gruesos troncos retorcidos, mostrando su edad en los grandes nudos que ostentan.

Tras el recorrido de la cascada continuamos, por la carretera hacia abajo, unos centenares de metros, hasta llegar a un nuevo aparcamiento a la entrada de una zona de acampada, donde nace otro corto sendero de unos 45 minutos que nos lleva, primero a la Cimbarrilla y más adelante al paraje denominado “Negrillo”. Hoy el arroyo Martín Pérez que comparte barranco con el sendero había crecido sobremanera haciéndose río e impetuoso, lo que nos ha impedido hacer este recorrido ya que era imposible su cruce sin salir mojado. Sólo hemos avanzado por el sendero hasta que éste ha decidido cruzar y seguir por la vertiente contraria, dejándonos a nosotros sin posibilidad para cruzarlo debido a su importante caudal.

A medio camino de regreso entre Aldeaquemada y Santa Elena, justo antes de iniciar la bajada final para enlazar con la autovía, a nuestra derecha hay una casona que está habilitada como  Centro de Visitantes del Patrimonio Cultural y anteriormente un antiguo aprisco ganadero y junto a él una explanada apta para el aparcamiento. Aquí arranca un sendero doble, un ramal que en subida se dirige al Castillejo y el otro que en bajada se dirige a la Cueva de los Muñecos. Hoy los hemos recorrido los dos en el mismo orden mencionado.

Se ubica el Castillejo en lo alto del cerro, así que basta con seguir el sendero muy bien marcado hasta coronar unos cientos de metros más arriba. Aquí hubo un poblado ibérico, del que se han encontrado abundantes muestras y las no encontradas oficialmente, se han encargado de buscarlas mediante excavaciones ilegales por lo que en la cima del cerro encontramos numerosos hoyos, producto de las búsquedas clandestinas.

Es el Castillejo un mirador enclavado en la cima de la colina desde el que por su ubicación se domina tanto la entrada del desfiladero del Despeñaperros con todas las variantes de la carretera, la antigua y la nueva junto con el trazado del ferrocarril y el pueblo de Santa Elena al fondo. Estamos en el margen izquierdo del río Despeñaperros, enfrentados a los llamados “órganos”, estratos casi verticales con diferentes colores aportados por los líquenes que hacen de la pared rocosa, a pesar del día nublado, un bello espectáculo. En la propia colina donde estamos aparecen dos paredes verticales, casi en su cima que parecen cortadas con una gigantesca sierra.

El segundo itinerario nos acerca hasta un santuario ibérico situado en el llamado Collado de los Jardines, conocido popularmente como la Cueva de los Muñecos denominada así por la cantidad de exvotos (figurillas de bronce) arrojadas a la misma en el transcurso de los años. Este santuario junto con el situado en Castellar de Santisteban han aportado más de 4.500 exvotos, custodiados en su mayoría actualmente en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.

La Cueva de los Muñecos está ubicada en uno de los parajes mas abruptos de toda Sierra Morena, dentro de un barranco, flanqueado por grandes bloques pétreos en las que hay excavadas diferentes cuevas, la mayor de ellas con hasta cincuenta metros de profundidad, pozo actualmente cubierto por una reja metálica para impedir que los visitantes se arriesguen en demasía intentando adentrarse en él. Dentro de esta cueva, actualmente hay un manantial de agua que se supone ya existía en la antigüedad. Al inicio del sendero hay un edificio con un nombre algo largo por tratar de recoger todo lo que representa: Centro de Interpretación del Patrimonio Histórico y Cultural del Parque Natural del Despeñaperros, aparentemente abandonado actualmente.

Coincidimos los dos en apreciar la falta de formación ecológica de muchos de los visitantes. Generalmente no somos conscientes de que nos movemos por un entorno natural, así que los gritos, las voces y en general cualquier alteración, deberíamos limitarlas al máximo a la vez que enseñar a los críos que los gritos no engrandecen los paisajes sino que los empobrecen, que el arrancar vegetales para tirarlos un poco más adelante no es el comportamiento adecuado, que los papeles y pañuelos deben guardarse en el bolsillo. Pero los pequeños aprenden los comportamiento, sobre todo, de sus mayores y a éstos es mucho más difícil enseñarles. Pienso que hay individuos, tan acostumbrados al ruido diario que cuando visitan este tipo de entornos tienen que gritar para oírse y no sentir miedo de su silencio o su vaciedad.

Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.



miércoles, 3 de abril de 2013

Granada desde sus miradores II: Albayzín.

San Cristóbal desde el inicio del Carril de la Lona.

Torre de la iglesia de San Miguel bajo, hoy mirador.

Puerta de Elvira y "Normal".

Plaza de S. Miguel Bajo desde la torre.

Vistas hacia Granada desde el campanario de la torre S. Miguel bajo.

La Alhambra con Sierra Nevada de fondo.

Calle Santa Isabel con la iglesia de S. Nicolás al fondo.

Cerro del Aceituno con San Miguel Alto y la escalinata de acceso.

Interior del tramo de muralla nueva.

Desde la Ermita paño de muralla que desciende hasta la Puerta de los Almendros.

Ermita de San Miguel Alto coronando el cerro.


A las espaldas de la Ermita encontramos esta fuente.

Primera panorámica desde la Ermita.

Segunda panorámica desde la Ermita.

Tercera panorámica desde la Ermita.

Colegiata del Salvador, Iglesia de San Nicolás y Catedral, aparentemente en el mismo plano 

Albayzín desde el cerro del Aceituno al atardecer.


De camino hacia la plaza de los Carvajales.

Plaza de los Carvajales.

Desde Carvajales apreciamos las alturas de los torreones defensivos.

Pilar del Toro en Plaza Nueva.

Calle Almanzora Alta.

Desde el mirador de Almanzora: Albayzín 1

Desde el mirador de Almanzora: Albayzín 2

Desde el mirador de Almanzora: Albayzín 3

Desde el mirador de Almanzora: Albayzín 4

Detalle de alguna de las casas del bajo Albayzín.

Los innumerables tejados de las viviendas escalonados ofrecen un bello espectáculo.

Atardecer sobre Granada.





GRANADA. Mirando la ciudad desde sus miradores II: Albayzín.

Fecha: 13-03-2013


"No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir y evócala luego. Si eres capaz de revivirla tal cual fue, habrás llegado a la mitad del camino". Horacio Quiroga.
Hoy me voy a acercar hasta cuatro de los miradores que mencionaba en la anterior entrada dedicada a estos pequeños enclaves desperdigados por entre las calles de Granada para disfrutar de excelentes vistas sobre la ciudad. Serán los de la Torre de la Iglesia de San Miguel Bajo, la Ermita de San Miguel Alto, para ya de regreso enlazar -durante la bajada hacia el centro de la capital- y acercarme hasta la Plaza de los Carvajales, y finalizar en un pequeño mirador enfrentado al medio Albaicín ubicado a media ladera entre el Paseo de los Tristes, junto al río Darro y las murallas de la Alhambra, al final de la calle Almanzora Alta.

San Miguel Bajo (torre de la iglesia). Accedo hasta la plaza de San Miguel Bajo a través de la cuesta de la Alhacaba y Carril de la Lona, éste último ya anticipa buenas vistas de la ciudad. Me acerco también a la Puerta Monaita al principio del Carril, con su acceso en rampa escalonada y quebrada para facilitar su defensa. Lástima que los vándalos, no aquellos invasores primitivos que estudiábamos en el colegio sino los contemporáneos, se dediquen con ahínco a pintarrajear cualquier monumento sin importarle nada su antigüedad, importancia o singularidad.

Este mirador se ha habilitado recientemente aprovechando que se han hecho otras reparaciones en la propia iglesia gracias al interés y el esfuerzo de los propios cofrades (ya que las instituciones civiles o religiosas han declinado responsabilidades y aportaciones), dado que estaba abandonada durante demasiados años. Aprovechando estas reparaciones se ha adecentado la torre y se permite el acceso a ella los sábados y domingos después de las misas respectivas. Para su visita se solicita un donativo de dos euros por persona.

Esta estrecha torre cuenta con cuatro plantas habilitadas actualmente como almacén de cuadros, ropa de semana santa de los cofrades, para ya arriba abarcar buenas vistas de la propia plaza donde se levanta la iglesia y amplias zonas de los alrededores. Avistamos desde su campanario casas generalmente de dos o tres plantas alternando los tejados con las terrazas y al fondo los barrios de la Chana y Pajaritos de Granada junto con la estación de Renfe, todo ello hacia el oeste.

Dominamos todas las cubiertas de Santa Isabel la Real y las de la propia iglesia de San Miguel con la Alhambra y Sierra Nevada de fondo. Al norte destaca una buena vista del mirador de San Cristóbal (anterior entrada) y la iglesia de San Bartolomé con su adornada torre.

Es un mirador que por encontrarse en medio del barrio y no tener una altura excesiva no permite llegar a más, pero la novedad y la accesibilidad a vistas inusuales le hacen interesante. Recordar que esta iglesia engloba bajo una de las escalinatas de acceso a una de sus capillas la bóveda del aljibe cuyo brocal podemos ver en la fachada lateral, quedando toda la estructura del aljibe en el subsuelo de la propia capilla (incrustada entre la escalinata de acceso) e interior de la iglesia. No es el único caso.

San Miguel Alto. Para llegar al siguiente mirador si no conocemos el barrio debemos ir acompañados de alguien que nos haga de guía o necesitaremos un plano, ya que hay que atravesar todo el alto Albaicín hasta la Placeta de Cruz de Piedra (por su cercanía aprovecharemos para visitar la Puerta de los Almendros o Arco de Fajalauza), remontar por el Carril de San Miguel que en su segunda mitad asciende a la colina pegado a la antigua muralla defensiva árabe, hasta llegar a la propia Ermita.

La Ermita se halla en la cima de la colina de su mismo nombre, ocupa el lugar de la antigua Torre del Aceituno, de época musulmana datándose alrededor del año 1.671. destruida durante la ocupación francesa por su valor estratégico fue reconstruida algunos años después. Acoge el último domingo de septiembre una multitudinaria romería motivada por la festividad de San Miguel Arcángel. A las espaldas de la fachada y entrada principal de la ermita hay una fuente (fuente del Aceituno) en la que nos podemos refrescar.

Es el punto más alto que ocupó la muralla nazarí (siglo XIV) que rodeando el alto Albaicín le daba protección. Si la divisamos desde la distancia apreciaremos que junto a la muralla cierra todo el paisaje del Albaicín y desde ella se obtienen una de las mejores panorámicas de la ciudad. El acceso con vehículo se puede hacer a través de la barriada de Haza Grande hasta llegar a la gran explanada que se ubica detrás de la Ermita, antiguo campo de futbol disfrutado por muchos de nosotros en nuestra adolescencia, hoy rediseñada mediante un paseo arenoso con algunos árboles en las márgenes.

Excelente lugar para todo aquel que quiera sentir la ciudad a sus pies, causando la impresión de que tanto la Colegiata del Salvador, como la Iglesia de San Nicolás se encuentran en un mismo plano con la Catedral y todo casi al alcance de la mano. El espacio entre la Ermita y las casas blancas que aparecen más abajo está horadado por multitud de cuevas, cuya entradas, mayoritariamente orientadas hacia el sur, sirven de morada a inmigrantes habiendo una generosa colonia de senegaleses entre ellos, el resto del cerro en estas fechas presume de un intenso color verde.

Parte de la muralla desaparecida se sustituyó por una doble hilera de piedras superpuestas procedente de Sierra Elvira, dejando un pasillo interior y un acceso (puerta) entre ambas vertientes; solución arquitectónica que en su día fue muy contestada, con el paso de los años ha quedado en el olvido no hablándose de ella en la actualidad.

Plaza de los Carvajales. Tras la visita a la Ermita, punto mas alto de mi recorrido de hoy sólo queda bajar. Voy a hacerlo por una amplia escalinata que recorre la colina loma abajo dirigiéndose hacia la pequeña Plaza Cruz de Rauda, curiosa cruz adornada con dos farolillos, uno para el crucificado y otro en el reverso para una dolorosa. Recorrer la calle del Agua, Plaza Larga, bajar por la Cuesta de San Gregorio para desviarme a medio recorrido hasta llegar a este pequeña plaza

Esta plaza escondida entre un amasijo de callejuelas difícil de encontrar si no se domina el barrio, no tendría interés alguno ajeno a su paz y tranquilidad con falta absoluta de ruidos ya que el tráfico no circula por las proximidades, si no fuera porque se encuentra totalmente enfrentada a la Alhambra a una cota bastante inferior al Mirador de San Nicolás con lo que la panorámica es distinta, apreciando mejor el bosque de San Pedro junto a la altura real de la muralla y los torreones defensivos. De derecha a izquierda divisamos buen número de ellos:Torre de la Vela, Torre del Cubo, Torre de Comares, Peinador de la Reina, Palacio del Partal, Torre de los Picos, Torre de la Cautiva, Torre de las Infantas. Todo frente a nosotros.

Plaza muy frecuentada por la juventud de la zona y escasos turistas que dan con ella. La recorre longitudinalmente una alargada fuente que cuando tiene agua sirve de espejo para los torreones de la Alhambra creando una estampa muy sugerente. Hoy estaba además de seca sucia ¿cuando aprenderemos a cuidar los detalles?.

Calle Almanzora Alta. Sigo descendiendo por callejuelas que desembocan en San Juan de los Reyes, ya que busco llegar a la Plaza de Santa Ana para acceder al último de los miradores programados para hoy. Por detrás del Pilar del Toro asciende una estrecha callejuela escalonada que me va a acercar hasta el próximo destino. Este mirador de Almanzora ocupa los últimos metros de la calle. Una calle sin salida que muere a las puertas de un carmen.

Los últimos cincuenta metros la calle se ensancha discretamente formando una seudo plaza que hace de mirador, protegidos de posibles caídas por un murete de un metro de altura. Nos encontramos a media altura entre el rio Darro y las murallas de la Alhambra. Enfrente buena parte del barrio del Albaicín. El mirador e iglesia de San Nicolás enfrentados pero más altos coronan el paisaje edificado de enfrente. Ocupan todo el espacio las edificaciones de dos o tres alturas salpìcadas de esbeltos cipreses y pequeñas parcelas verdes. Las casas casi en su totalidad pintadas de blanco por lo que llaman nuestra atención las escasas excepciones. Multitud de pequeños tejados ocupando por completo los diferentes niveles invitan visualmente a hacer un recorrido ascendente para terminar en el horizonte del cielo.

Una vez terminadas las visitas desciendo de nuevo hasta Plaza Nueva para retornar hacia casa. Ahora me percato que en toda la mañana no me he parado ha tomar ni un café, ni lo he necesitado ni lo he echado en falta, el interés estaba en otros lugares.