Paisaje habitual junto a Prado Negro.
Fecha:29-1-2013 Prado
Negro 8h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Collado del Agua de los Pozos 8'50h
Duración:
7'30h Circular (40.300p) Jinestral (inicio)
10'10h.
Desnivel en subida: 900 metros Jinestral (fin) 12'30h
Rangos
de temperatura: de 1'5ºC a los 19'ºC Cortijo Sillar Alta
13'30h.
Cascada
río Fardes 15'30h
Pero
aquel que no piensa en el cuerpo se convierte más fácilmente en su
víctima (Milan Kundera).
La Sierra de Arana es
una formación lineal que se prolonga en una dirección bastante
definida suroeste-noreste durante varios kilómetros alcanzando su
cima en la Preña de la Cruz (2.027m) situada prácticamente en el
centro de la misma. A esta cima no voy a subir sino que la voy a
rodear como camino de acercamiento a la meta de hoy: Cerro del
Jinestral con su punto más elevado a 1.910 m. La sierra se prolonga
desde su nacimiento entre las poblaciones de Deifontes e Iznalloz
hasta morir en las cercanías de Diezma.
El
Cerro del Jinestral es una larga y curiosa loma amesetada de más de
tres kilómetros de longitud (oscilando entre los 1.700 y los 1.910 m
de su cima), con cortados en ambas vertientes que la hace original.
Desde mis primeras visitas a esta sierra me había llamado la
atención precisamente por su forma, hoy me he decidido a recorrerla,
a ser posible, en toda su longitud.
Esta
sierra con predominio de materiales carbonatados hace frecuente la
aparición de formas kársticas, calares, dolinas o cavidades
endocarsticas (cuevas y simas). Concretamente las formaciones de
dolinas presentan una densidad en la zona de la Loma de la Carihuela,
cerca de la población de Sillar Baja alcanzando una densidad de
hasta 16 dolinas por km. cuadrado.
Para
acercarme hasta el inicio de la excursión tomo la autovía de Murcia
para salirme una vez pasado el Puerto de la Mora hacia Prado Negro.
Antes de llegar a las casas aparco junto al propio río Fardes, en la
entrada de un carril que lleva a Fuente Grande y comienzo la subida,
ya andando hacia el Collado del Agua de los Pozos (1.710 m.). Hasta
arriba se puede subir por el propio carril, aunque yo lo he
abandonado poco después de pasar por los cortijos: Collado del Agua
y de los Castores
El
recorrido del carril se sumerge en la umbría y no me apetecía pisar
hielo tan temprano así que tomo un atajo de inusual dureza que me
acerca hasta el propio collado. Aquí abandono la carretera para
rodear por el este la Peña de la Cruz (2.027 m.) ya que hoy no
quiero “perder tiempo” en su ascensión, para coronar
seguidamente la Cabeza del Caballo (1.887 m.) y llegar al Jinestral
por su lado sureste. Estos tres picos están unidos por sendas
vaguadas en las que no aparece la roca viva como en las cumbres.
Aunque mucho más suaves y “fáciles” de andar son engañosas en
cuanto a distancias y cotas.
Llegado
al pié del Jinestral hay que encontrar un canuto por el que ascender
ya que los tajos son los guardianes de estas cimas y los rodean por
todos lados. En algunos sitios con desniveles verticales que
sobrepasan sobradamente los 100 metros. Tanto es así que en el mapa
aparecen numerosos nombres de ellos. Así en su cara noroeste: Tajo
Grande del Jinestral, Tajo de las Alcolayas, Riscos del Moro, Tajo de
las Hozas, Tajos de la Carihuela; y por su cara este: Tajos de
Medialuna, Tajos del Herradero, Tajos del Calar Seco, Tajos de los
Cachorros de la Graja y alguno más que omito.
Una
vez en su cima y dado que el día era claro y el aire transparente se
dominan buena parte de las provincias de Granada y Jaén. Casi
situada geográficamente en el centro del panorama que se domina
destacan por tener sus cumbres nevadas y en sentido de las agujas del
reloj las sierras: Mágina, Cazorla, Baza, Nevada y algo mas diluida
por la distancia y por la bruma la de Tejeda.
Me
ha costado más de dos horas recorrerlo prácticamente en su
totalidad por su longitud, por su piso, ya que son rocas altamente
erosionadas que presentan cavidades y cuchillos en todo el recorrido
por lo que no te puedes distraer ni un instante ya que cualquier paso
en falso puede acarrear un susto. En estas cimas es más necesario
que nunca aplicar el dicho que yo manifiesto a mis acompañantes
cuando no son veteranos: si caminas no mires; si miras, párate (me
refiero al paisaje naturalmente).
Esta
loma amesetada en su cima muestra diferentes anchos a lo largo de su
recorrido, junto con algunas diferencias de altitud en muchos casos
solucionadas con pequeños tajos, por lo que a la dificultad de su
tránsito hay que añadir la preocupación permanente de buscar el
sitio idóneo por el que avanzar, lo que me ha hecho tener que
caracolear continuamente e incluso optar por algún estratégico
aunque corto retroceso.
El
dato de la densidad de dolinas que aparecía en la información leída
estos días atrás aparentemente exagerada en principio es totalmente
verídica. En la zona denominada de la Carihuela he encontrado
dolinas para aburrir. Las había grandes y pequeñas, separadas y
casi juntas entre sí otras, profundas y más superficiales, hoy la
mayoría de ellas con restos de nieve en su fondo, sobre todo en las
zonas de umbría.
Una
vez llegado a lo que he considerado el final sobre la vertical de
Sillar Baja, ya que la loma se prolonga con bastante menos cota hasta
las cercanías de Diezma, había que buscar de nuevo un canuto por el
que descender. La primera decisión no ha sido correcta, lo que me ha
obligado a remontar los casi doscientos metros que había bajado ya,
el canuto se cerraba de forma brusca hasta terminar en unos tajos que
no me han dejado otra salida. Qué mal sienta cuando ya se está
cansado y se busca gastar lo mínimo.
Volver
a subir y retroceder por la cima hasta encontrar otro, este sí,
aunque con fuerte pendiente, se ha dejado bajar con relativa
facilidad. Aquí había un desnivel de algo más de 300 metros, hasta
llegar a las proximidades de una cortijada: Cortijo de Sillar Alta
ubicada en la solana de su mismo nombre, donde se dedican a la
ganadería como actividad principal.
Esta
cortijada está unida con la de Pedro Andrés por un carril que debido a
las abundantes aguas que lo cruzan o lo usan a tramos como cauce y
los restos de nieve que aun quedan han hecho su tránsito horrible.
Las botas han ido acumulando barro arcilloso en las suelas hasta el
punto de que tenía que parar para aligerarlas de peso
frecuentemente. Al final he tenido que dejar el carril y caminar
junto a él por el monte. La atención que debía prestar para
esquivar la diferente y espinosa vegetación por la que transitaba
continuamente era bastante más llevadera que el barro que acumulaba
en la otra opción.
El
carril tras numerosas curvas y algunas subidas y bajadas me acerca
hasta Prado Negro, centro urbano de toda esta zona donde se han ido
construyendo casas veraniegas a lo largo de los años hasta formar un
pequeño pueblo a lo que ha ayudado que el agua nunca falta por su
ubicación en las faldas de esta sierra a la vez que disfruta de una
temperatura varios grados más baja que la de Granada durante el
verano.
En
la subida aprecié que el río Fardes bajaba con mucho caudal así
que a la vuelta me había propuesto visitar la cascada que forma el
río poco más abajo del núcleo urbano y a escasos metros de
reunirse con el Arroyo Prado Negro. No me he arrepentido ya que la
anterior vez que lo visité, en época estival el caudal era escaso,
nada que ver con el de hoy. Exuberante, apenas me ha dejado tomar
algunas fotos porque regaba todo el espacio con fina lluvia a la vez
que mojaba la cámara y la poza que ha formado en la caída, dado el
gran caudal hacía prácticamente imposible acercarse lo suficiente
sin peligro de remojón.
Sólo
me quedaba remontar la escasa diferencia que me separaba del coche
abandonado esta mañana al inicio del carril para dar por finalizada
la salida de hoy. Cansado pero satisfecho.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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