miércoles, 27 de febrero de 2013

Torre de la Cautiva (Alhambra - Granada)

Torre objeto de la visita.

En el interior todo cambia, apenas muestra espacios sin decorar.

La otra fachada de la torre anodina por fuera, no permite imaginar un interior tan lujoso.

Todos los rincones profusamente adornados.

Las ventanas que permiten divisar el exterior desde las alcobas.

La ornamentación escala las paredes hasta enlazar con el artesonado.

Yeserías policromadas que en su día debían presentar un aspecto impactante.

Juegos de luz y sombras, calor y fresco.

Zócalos alicatados para las zonas de más desgaste.

Detalle de escritura.

Accediendo al interior.

El juego del agua.

Mirador.

Hasta las diferentes alturas de las techumbres quedan ornamentales.

Rincones para demorarse.

Pequeño oratorio del  Partal.

Reflejos.

Casas adosadas al edificio principal del Partal.

Torre de los Picos.
Vista general de los jardines del Partal..

Exposición en el Paseo Central del bosque de la Alhambra. 



Una de las fotos expuestas: buscando protección.

Hasta la próxima visita.





TORRE DE LA CAUTIVA.

Fecha: 17-02-20132

No es necesario ser una habitación para estar embrujada, no es necesario ser una casa; el cerebro tiene pasillos más grandes que los pasillos reales (Emily Dikinson).
De nuevo una visita a la Alhambra. cualquier motivo es bueno para subir desde Granada, pasear por los bosques, visitar algún enclave concreto o simplemente dejarse llevar allá donde la curiosidad o el azar te dirijan, allá donde te llame la atención una situación o un simple detalle.

He aprovechado la posibilidad que nos brinda el programa dirigido a residentes, concediendo entradas gratuitas para visitar los domingos por la tarde los Palacios Nazaríes, o bien Jardines y torreones. El pequeño inconveniente es que hay que solicitar las entradas en el Corral del Carbón los lunes para las visitas del siguiente domingo, con lo que el pronóstico del tiempo es incierto y me puedo llevar alguna sorpresa. Imaginaba y así ha sido que los domingos por la tarde es el día más “débil” en visitas, lo que personalmente agradezco. Yo opté por Jardines y Torres.

Hoy me ha ocurrido, el día ha estado nublado con lo que la luminosidad propia de los días claros en que a mí me apetece hacer las visitas no se ha correspondido con la tarde. No deja de tener interés “añadido” el introducirse en un lugar de ensueño bajo un cielo plomizo e incluso con alguna llovizna, le aporta un aire más romántico, si cabe, al paseo. El horario de visita por las tardes se prolonga desde las 14 horas hasta las 18 horas. Son cuatro horas que dan tiempo suficiente para hacer recorridos muy relajados cuando los sitios han sido previamente seleccionados.

La ventaja que tenemos los granadinos del que yo soy muy consciente, es que tenemos el monumento a media hora andando de nuestra casa, lo que nos permite subir casi en cualquier momento o por cualquier motivo, sin las prisas y el ejetreo que supondría la visita en caso de tener que desplazarse desde otra ciudad y ya no hablemos desde otro pais.

Yo quería visitar la Torre de la Cautiva (declarado espacio del mes de febrero). Dentro del programa de visitas que gestiona el Patronato, cada mes se abre un espacio que habitualmente permanece cerrado y “oculto” al público, por lo que aprovecho las ocasiones en que esos espacios son suficientemente atractivos para mí como excusa para subir. Después pensaba demorarme lo que me apeteciera por los jardines colindantes o las ruinas de los palacios en los que se aprecian sólo las distribuciones originales junto a las albercas que adornaban sus patios. Son elementos a los que habitualmente no le presto gran atención porque se sitúan en lugares de paso, los atravieso para ir de un lugar a otro.

Después de la pequeña sorpresa desagradable de tener que perder casi media hora haciendo cola ante las taquillas generales para cambiar mi reserva por la entrada (sigo sin entender por qué no se utilizan más eficazmente los recursos informáticos), me dirijo directamente hacia el objetivo. La Torre de la Cautiva es uno de los torreones que ubicados en la muralla encarada hacia el Generalife (camino de ronda de la muralla) se levanta delimitando el lado sur de la Cuesta de los Chinos.

Esta torre conocida anteriormente como de la Ladrona o de la Sultana (durante el siglo XVI), se dice que estuvo habitada por Doña Isabel de Solís, convertida después de su captura al Islam con el nombre de Fátima Zoraya (Lucero de la Mañana), siendo segunda mujer del rey Muley Hacén, con el que tuvo dos hijos, desafío que tendría consecuencias posteriores tanto para la familia real como para su corte.

Posteriormente, ya en el siglo XIX fue restaurada, tras haber sido vivienda de los alcaides cristianos e incluso de particulares.
Para el visitante casual pueden pasar muchos espacios desapercibidos por su anodino exterior movidos por la premura que les obliga a hacer un recorrido por aquellos emblemáticos y sobradamente conocidos, olvidando pequeñas joyas dignas de rivalizar con el mismo Salón del Trono. Esta torre cumplía una doble finalidad: la de vivienda junto a la defensiva del recinto. Por eso no nos puede extrañar el diseño de su entrada adoptando el pasadizo en recodo para facilitar la defensa obligando a los enemigos a penetrar prácticamente en fila india imposibilitando el ataque en grupo. Tras recorrer el pasadizo accedo a un patio con galerías que a su vez comunica con una sala cuadrada con artesonado del siglo XIX a través de una doble arcada.

Llama la atención la profusa decoración que cubre todas las paredes de la estancia haciéndola similar a la de los palacios. De hecho es una torre palacio con una distribución similar a las de las casas que tras la llamativa entrada en recodo accedemos a unos espacios profusamente decorados, lo que la equipara en ornamentación y belleza al Salón del Trono del Palacio de Comares, perteneciendo ambas a la época de mayor explendor del arte nazarí en la época de Yusuf I. Al igual que cualquier vivienda cuenta con una segunda planta y una terraza cuyo acceso está a la entrada junto al recodo.

Lástima que a pesar de ser la visita del mes publicitada por el Patronato, ni la planta superior ni la terraza estén habilitadas para su recorrido. Desde el exterior aprecio que se adecúa perfectamente al esquema árabe de ocultar la riqueza en el interior tras unas fachadas prácticamente lisas que en nada las diferencia de cualquier otra torre defensiva del conjunto. Apenas destaca las pequeñas ventanas geminadas que aportan luz y acceso visual a las alcobas.

Una vez cumplimentada la visita a la Torre me dedico a pasear por los distintos jardines, algunos cultivados con plantas ornamentales (coles de vistosos colores), otros con plantas aromáticas entre unas y otras destaca algún árbol como el Macasar o Caqui. Me acerco hasta los jardines del Partal para disfrutar más que de las construcciones en sí, de sus reflejos en los estanques. El pequeño Oratorio y de nuevo los intrincados pasillos delimitados por recortados muros vegetales, de los que a veces abstraído por el deambular indolente no puedes salir y hay que retroceder.

El rumor del agua en este espacio es importante ya que aporta vida al conjunto. O bien en sus estanques con sus coloridos peces que en alguna ocasión han servido de reclamo y comida a alguna garza real; o bien las exiguas fuentes que apenas se elevan sobre sus surtidores lo suficiente para apreciar el movimiento del agua; o los canales que enmarcando a las escalinatas en su descenso con algo más de corriente aportan el rumor típico del espacio palaciego, que se desploman junto a las escalinatas que enlazan las distintos niveles en que se asienta todo el conjunto y que me sirve para transitar las distintas terrazas a las que se acoplaban las edificaciones primitivas.

En esos momentos quiero sentirme y permanecer en ese estado generalmente asociado a la niñez en que es válida la afirmación de Milan Kundera: “...estaba pasando por ese breve periodo en que la imaginación está aun poco provista de experiencias, aun no ha caído en la rutina, conoce poco y sabe poco, de modo que aun existe lo inimaginable...”

Ya de vuelta decido bajar por el paseo central que atraviesa el bosque para atravesando la Puerta de las Granadas desembocar en Plaza Nueva. En uno de los tramos superiores me encuentro una exposición de fotografías en gran formato y de apreciable calidad sobre el mundo submarino. Se trata de setenta fotografías realizadas por profesionales de diferentes paises que tratan de acercar al visitante la biodiversidad de la vida oceánica, que en opinión de su comisario, Joaquín Araújo atraen poderosamente la atención del visitante, destacando las medusas por su colorido o las cabriolas fuera del agua que realizan las grandes ballenas a pesar de su tamaño y peso.

Durante el recorrido, saltando de un fotograma al siguiente y atento al entorno, me ha llamado la atención el contraste que produce ver una exposición de vida submarina con exuberancia de vida y múltiples colores ubicada en un bosque despojado de su esplendor por la época del año, quiero imaginar que en primavera deberá ser más impactante, si cabe. No obstante la relación aparece patente si consideramos que uno de los elementos primordiales en la Alhambra es también el agua. La muestra trata de llamar la atención sobre los peligros que afectan al mundo acuático y las posibles soluciones para evitar el colapso de los océanos.

Esta exposición dedica sus apartados a los océanos Atlántico, Pacífico e Indico, a los mares polares, a los mares enfermos y propone un camino hacia la sensatez, tiene previsto permanecer en el paseo hasta el próximo mes de noviembre. Aconsejo tanto el paseo de subida como la demora disfrutando de las magníficas fotos. No descarto, si consigo encontrar el momento de hacer unas fotos de las fotos sin reflejos, el volver sobre la exposición en el blog.



miércoles, 20 de febrero de 2013

Picacho Alto-Piedra Ventana (Sierra del Manar - Granada)

Ermita Nueva por encima de Dílar.

La nieve ha sido abundante en el recorrido de hoy.

Ermita Vieja.

Las térmicas ayudan al ascenso de las nubes.

A media loma mirando hacia la vega.

Hemos aprendido que las nubes lenticulares se forman cuando hay viento.

A partir de Ermita Vieja sólo mis pisadas.

El viento las hace remontar por encima de la Silleta.

Al perder el apoyo de la loma se deshacen.

El Trevenque como antesala de Sierra Nevada.

Derecho hacia el objetivo.

Hubo un momento en que me cegaron.
El estanque a la vuelta tenía otra luz.
La carretera totalmente cubierta de nieve.

Piedra Ventana enmarcando el Caballo.



Vega y laguna del Padul.

Piedra Ventana.

Techo de la arcada.

Balsa de riego.

Al fondo Barranco Hondo por el que he descendido hoy.




Fecha:13-2-2013                                                                                       Ermita Nueva 7'50 h.
M.I.D.E.:2,2,3,3.                                                                                          Ermita Vieja 9'15h
Duración: 8'45h Circular (40.100)         Picacho Alto 10'45h.                                                  Desnivel en subida: 1000 metros                                                              Piedra Ventana 14h
Rangos de temperatura: de 0ºC a los 16'5ºC                                           Ermita Nueva 15'30h.



Estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida. Arthur Schnitzler.

Hace algo más de un mes hice una ascensión con uno de mis hijos a la Silleta del Padul y me acerqué (mi curiosidad siempre funcionando) a un poste indicador que encontré por encima del estanque junto a la Ermita Vieja donde indicaba el sendero a Picacho Alto. Yo había ascendido a este pico por la otra vertiente, desde el río Dílar, pero esta ascensión por la cara sur era para mí desconocida.

Aprovechando que la nieve caída estos días atrás me harían entretenida la subida me he decidido hoy a afrontarla. Desde Granada no parecía que la nieve fuera un impedimento insalvable, no obstante he cargado con los crampones para no tener excusas durante la jornada.

Para llegar a Ermita Nueva hoy he escogido un itinerario distinto. He subido por Otura y tras atravesarla dirección a Dílar, una vez pasadas las urbanizaciones arranca una carretera asfaltada a la derecha cuyo indicador más visible es el de “Almazara”. Es una estrecha carretera con el piso bastante bien y con muy poco tráfico que me lleva, soslayando la población de Dílar, hasta el punto de inicio.

La mañana estaba fría de temperatura y más de sensación térmica provocada por la brisa que corría en todo momento, suave en aquellos lugares resguardados, moderada en cuanto ganabas altura y coronabas algún collado y severa en las cimas de las montañas. No obstante puedo afirmar que no ha sido en absoluto un factor que haya deslucida la caminata.

El recorrido de inicio ha sido el mismo que emprendí en la pasada subida hasta Ermita Vieja. Tras recorrer el carril que me acerca al pié de la loma en donde se empina por primera vez una vez alcanzada la línea de los pinos. Una media hora de subida hasta llegar al collado para tras llanear algunos minutos descender hasta una seca rambla. Estoy a mitad de camino entre ermitas.

La suave pendiente de la rambla de arena sustituye durante unos quinientos metros al sendero hasta que una señal me indica que debo abandonarla porque el sendero decide empinarse seriamente loma arriba. Esta fuerte subida me lleva hasta el primer cruce con la carretera. A partir de este momento la nieve se hace presente de forma casi continuada con espesores de cinco o más centímetros, hasta la construcción de Ermita Vieja.

Me demoro algo junto al estanque para enseguida retomar el sendero que llaneando durante un rato me va a acercar hasta la base del Picacho Alto (1.773 m) primer objetivo de hoy, la falta de pisadas me dice que voy a ser el primero después de la última nevada; no se explicarlo, pero me produce ilusión el que sea así. El viento a veces bravo y siempre frío ayuda a aligerar en la subida para no quedarme helado. Este mismo viento hace ascender caracoleando las bajas nubes barranco arriba deshaciéndolas al llegar a la cima. Bastante antes de llegar las ramas de la vegetación del collado me están diciendo que no aguantaré mucho en las cimas expuesto al aire.

Los tramos nevados no han sido en ningún momento un impedimento que dificultara la ascensión, ya que la nieve suelta aseguraba la adherencia. Los crampones siguen en la mochila. Esta ladera por la que asciendo está bastante limpia de nieve, pero cuando llego al collado, el cambio de orientación, la abundante nieve junto al recio viento se han coaligado para hacerme un serio ostigamiento durante el breve rato que he durado arriba.

Ni que decir tiene que en la cima apenas he permanecido, las rachas de aire con granos de hielo de arrastre en suspensión sabían castigar mi piel de forma constante. Buscar una recacha durante el tiempo de hacer unas fotos y comenzar la bajada, al menos hasta alcanzar de nuevo el collado para cambiar de orientación y protegerme del aire. No ha vuelto a ser tan fuerte durante todo el resto de la jornada.

El regreso hasta la Ermita Vieja ha sido un paseo sin incidencia alguna, ya con la temperatura algo más alta y a resguardo del aire. Con algo de precaución durante la fuerte bajada ya que el terreno lo exigía y mucho más distendida la segunda mitad. Junto a la Ermita me encuentro a un excompañero laboral al que han abandonado sus colegas habituales por lo que se ha lanzado sólo, al igual que yo, con el objetivo del Picacho.

En la propia Ermita repito encuentro con excompañeros, esta vez cuatro que han subido en sus bicicletas y están haciendo abituallamiento. Más saludos y comentarios. Algo más abajo me cruzo con un corredor de fondo que usa estas sierras para entrenarse, sube desde Padul. Nos volveremos a encontrar algo más tarde para preguntarme si era mía una riñonera que alguno de los ciclistas había olvidado junto a la Ermita. Me hago cargo de ella ya que le comento que conozco a cuatro de ellos, no sin antes agradecerle su interés (gracias Cristián o Christian), sumo casi dos kilos más a mi mochila; kilos que tendré que transportar el resto de la jornada.

Rodeando la Silleta tomo un sendero que se dirige monte abajo hacia el Padul en la creencia, según informaciones recibidas, que es el que me va a llevar hasta Piedra Ventana. Tras bajar alrededor de trescientos metros y más de media hora, llego a un carril, percatándome de que por allí NO. Retroceder, esta vez subiendo hasta encontrarme a otro “corredor de montes” que me informa de la situación exacta de la Ventana. Es por otro sendero que también enlaza con El Padul, ubicado mas al sur.

Todavía me lo volveré a encontrar de nuevo después de haber hecho la visita deseada. Me vuelve a adelantar poco antes de coronar la Silleta, donde me espera para iniciar la bajada juntos. Sólo durante el inicio ya que él con sus pocos kilos, su hábito de corredor y sin mochila rápidamente me deja atrás y sólo lo vislumbro allá abajo cuando cruza un claro o atraviesa el gran espacio abierto de una haza junto al Cortijo Manar antes de perderse definitivamente por Barranco Hondo. No lo vuelvo a ver. Viéndolo correr monte abajo, como antes monte arriba, despierta en mí una rememoranza envidiosa que rápidamente descarto.

La bajada por Barranco Hondo, trayecto más corto posible entre la Silleta y Dílar hace honor a su nombre ya que discurre casi por el centro del mismo hasta abandonar las estribaciones de la Silleta y adentrarse en las tierras de labor (olivos y almendros) existentes en la base de la sierra. Esta bajada se hace corta por su mucho desnivel y sus escasos caracoleos loma abajo. Una vez terminado el barranco y los bosques de pinos con alguna encina suelta, se abre el terreno a la vez que se suaviza, donde entran los cultivos.

Pasar junto a una gran balsa de riego y ya por carril acercarme hasta la carretera asfaltada a escasos cien metros del otro carril por el que inicié la marcha esta mañana y a cuya entrada aparqué el coche. Sólo queda recorrer los escasos 20 kilómetros que me separan de una ducha reparadora.

Hoy ha sido un día muy completo por distintos motivos. La salida ha estado entretenida, por la abundante nieve, por el variado desnivel que he solventado, por el fuerte aire que he tenido que soportar en los collados sobre todo en Picacho Alto y la Silleta, por el rendimiento físico mío que ha sido muy aceptable, por el trayecto baldío que he sumado buscando Piedra Ventana donde no estaba y finalmente por los distintos encuentros e incidencias que han surgido.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.


miércoles, 13 de febrero de 2013

Joyas granadinas III-1: Dar-Al-Horra y Aljibe del Rey (Albaicín - Granada)

Fachada que da al Callejón de las Monjas.

Acceso al Palacio de Dar-Al-Horra.

Patio interior alrededor del cual se distribuye el palacio.

Carmen de las Torres lindante al visitado.

Desde una de las ventanas enfrentada a San Cristóbal.

Pequeña alberca y fuente en el patio interior.

Muralla de la antigua Alcazaba de la ciudad.

La Alhambra y Sierra Nevada.

Fachada del palacio desde el jardín. 

El palacio consta de dos alturas mas el torreón.

Calle del Albaicín que apenas se ha modificado en los últimos años.

Desde el torreón se domina buena parte de la colina.

Interior del Arco de las Pesas o Puerta Nueva.

Fachada de la Fundación AguaGranada y brocal del Aljibe.

Interior del carmen desde el patio.

Detalle expuesto en el jardín de la Fundación.

Patio que hace a su vez de techo de la Aljibe que en su día debía servir para recoger el agua de lluvia.

Interior del Aljibe del Rey.

Las naves abovedadas de cañón paralelas y los pilares que las soportan.

Interior del brocal del Aljibe con la marcas en la piedra de la cuerda a través del tiempo. 

Imagen casi completa del jardín del Carmen de la Fundación.




Dar-Al-Horra y Aljibe del Rey (Albayzín- Granada).

Fecha: 13-02-2013


Sólo lo que se ha imaginado previamente adquiere existencia real y, en última instancia, los espacios fantasmales son tan necesarios como los otros para sostener nuestra idea del mundo, que no se basa únicamente en las realidades tangibles sino en un repertorio de visiones, imágenes y creencias que definen igual que aquellas el territorio que habitamos (Alberto Manguel).


Hoy he vuelto a dos edificaciones situadas en el corazón del Albaicín, muy cerca geográficamente entre sí, las dos comparten origen árabe aunque con usos actuales muy distintos, de alguna forma estuvieron relacionadas, es más, una de ellas propició la aparición de la otra.
Me estoy refiriendo a un palacio: Dar-Al-Horra y un aljibe: el del Rey, Real, Viejo o Grande de la Alcazaba, que todos esos nombres ha soportado a través de su dilatada historia.
Dar-Al-Horra (Casa de la Señora) es un palacio nazarí construido en el siglo XV sobre otro de origen zirí del siglo XI. En su momento habitado por Aixa, reina y madre de Boabdil; habitada posteriormente por el rey e Isabel de Solís, esclava cristiana que cautivó al rey convirtiéndose en su segunda esposa.
Tras la conquista pasó a propiedad de Hernando de Zafra para posteriormente anexionarse al Monasterio de Santa Isabel la Real (monjas de clausura) y mas tarde aun pasar a manos estatales, ya a mediados del pasado siglo XX. Está ubicado en el centro de lo que fue la Granada musulmana, ocupando la zona más alta de la colina en que se asentaba la Alcazaba Vieja y junto a las murallas defensivas de la misma.
Estructurado en dos pisos y un pequeño torreón como parte más visible de la construcción, todo ello rodeando un pequeño patio cuadrangular cuyo centro ocupa un pequeño estanque alimentado por una fuente. En sus lados este y oeste flanqueado por diversas habitaciones y el norte y sur por arcadas. Cabe pensar que sus dimensiones actuales son bastante inferiores a las originales. Está complementado en la actualidad por un pequeño patio-jardín en la parte opuesta a la entrada.
El acceso se hace a través del callejón de las Monjas, estrecho, quebrado y largo pasaje que nace en la plaza de San Miguel Bajo y termina en la Placeta del Cristo de las Azucenas donde se encuentra el otro monumento al que haré una visita más tarde. Si subimos al torreón tendremos amplias vistas ya que podemos dominar por un lado toda la extensión de la colina que soportaba la Alcazaba, al fondo Sierra Nevada y buena parte de lo que debía ser vega, hoy ocupado por la ciudad cerrada por Sierra Elvira (anterior asentamiento de la ciudad).
Al llegar nos encontramos con una pequeña puerta que nos puede pasar desapercibida si no nos fijamos en la placa que nos informa de los días y el horario de visitas. Al atravesarla y en recodo nace un paseo escalonado rodeado de vegetación con algunos ejemplares de longevos cipreses que dejando a la izquierda unas construcciones anejas me dirigen hacia el acceso al pequeño patio central que a su vez distribuye las entradas al resto de los habitáculos.
Muy visible desde el enfrentado mirador de San Cristóbal quizás el mejor lugar para abarcar la construcción en su práctica totalidad. El propio callejón transcurre por su fachada norte desde donde vemos la sobria pared con algunas ventanas de las estancias y los diferentes tejados. Sigue la construcción el esquema árabe de encerrar los jardines y cármenes con sus exquisitos interiores entre paredes poco llamativas, reservando el lujo y la exuberancia para el interior. Se abastecía de agua a través de un ramal de la acequia Aynadamar que accedía por la esquina noreste a través de una arcada que aun se conserva y cuyos restos dentro de lo que hoy queda de jardín fueron descubiertos en las labores de limpieza del mismo.
A escasos cien metros lineales se encuentra el carmen denominado del Aljibe del Rey por contener en su interior esta construcción. Ocupando una cota dentro de la colina algo superior al palacio anterior desde su parte más alta dominaba toda la extensión de la ciudad de su tiempo vistas similares a las disfrutadas desde el torreón del palacio nazarí con el telón de fondo de Sierra Nevada.
Ocupa lo que fue una edificación árabe restaurada casi en su totalidad en el pasado siglo después de una expropiación forzosa en 1998 a sus anteriores dueños, en la que se mantuvieron los muros exteriores, siendo todo el interior reedificado y acondicionado para sede de la Fundación AguaGranada. En la reconstrucción se utilizaron materiales con muy diversa procedencia acumulados en los diversos almacenes municipales tanto para el interior del palacete como en el jardín.
Lo observamos así en la propia puerta de entrada, más adelante en algunos retazos de solerías diversas que conviven junto con otros muchos elementos decorativos que adornan el jardín (copas del Carmen de los Mártires, losas de mármol de los mostradores retiradas de las pescaderías del antiguo mercado o escalones de diferentes lugares de la ciudad, incluso alguna rueda de molino y las pilastras que en su día marcaban las estaciones del Vía Crucis ubicado en los accesos a la Abadía del Sacromonte). Todo ello expuesto o dispuesto a lo largo del pequeño recorrido que he hecho por el jardín no deja de llamar la atención por su diversidad.
La casa principal consta de tres plantas articulada alrededor de un patio cuadrado que comunica a su vez con el jardín. Posee además otro patio cuadrado sobre la techumbre del aljibe que da acceso a salas informativas así como al interior del mismo. El resto de la planta baja se ha habilitado como museo donde se habla del agua y su importancia en la época musulmana, con varias maquetas tanto del barrio como de las modificaciones sufridas en la ciudad por el embovedado del río Darro, así como la red de acequias que recorren todo el Albaicín alimentando sus múltiples aljibes, como la ubicada en el propio carmen. Las plantas superiores están dedicadas actualmente a usos culturales y administrativos.
Aunque actualmente sólo se conservan unos 32 aljibes, algunos de ellos incorporados a casas particulares, la inmensa mayoría en el propio barrio del Albaicín (se encuentran dos fuera de sus límites, una junto a la fachada de la Capilla Real, junto a la Catedral, y otro en una callejuela paralela a Santa Escolástica); se cree que en su tiempo la red estuvo formada por más de 44 aljibes.
Bajo el patio ubicado junto al edificio principal se encuentra el mayor aljibe del Albaicín, con una capacidad de 300 m3. Duplicando al segundo de la ciudad por su capacidad (el situado junto a la entrada de la Capilla Real, en la fachada de la Catedral de Granada). La mayoría de los aljibes eran alimentados por los distintos ramales de la acequia Aynadamar que recorrían el barrio transportando el agua a lo largo de 13 kilómetros de recorrido ya que nace en Fuente Grande, por encima del pueblo de Alfacar a los pies de la Sierra de Huetor.
Esta acequia además de proveer de agua a toda la ciudad musulmana alimentaba multitud de molinos y huertas a lo largo de su recorrido aprovechando el desnivel existente. En la ciudad el agua como elemento vital se hacía llegar a todos los lugares mediante ramales y numerosos aljibes ubicados en su mayoría junto a mezquitas (hoy iglesias: Salvador, San José, Bartolomé, San Cristóbal) y para el abastecimiento público mediante las situadas en encrucijadas de calles o placetas.
La boca del Aljibe del Rey se encuentra en una esquina del edificio, plaza del Cristo de las Azucenas. El interior es una construcción sencilla cuadrada de once por once metros de planta. Compuesta por cuatro naves cubiertas con bóvedas paralelas que se apoyan sobre los muros exteriores y nueve pilares internos. Las paredes están enfoscadas y encaladas y el suelo allí donde caía el agua de entrada era de piedra para soportar el desgaste. El resto estaba enlosado con ladrillo cocido de barro.
Era en su momento por su capacidad la única en la que estaba autorizada la recogida de agua para su venta por los aguadores. Los infractores de las ordenanzas que regulaban el uso del agua se exponían a multas muy elevadas que oscilaban entre los mil a los cuatro mil maravedíes además de la rotura de los cántaros. Estas ordenanzas fueron respetadas por los conquistadores por sus excelentes resultados:
Otrosi mandamos que si alguna persona o personas tomare toda el agua de la dicha acequia o alguna parte della/ o la guiare o mandare tomar y guiar para regar o regare algunas viñas o hacas o cualesquier heredad contra la voluntad del arrendador o por su voluntad viniendo la dicha agua a la cibdad las noches y dias que ha de venir que cada una de las tales personas que assi la tomaren o lleuaren pague cuatro mil marauedis de pena.
Horarios:
Dar-Al-Horra (martes y jueves no festivos de 10'00 a 14'00 horas).
Aljibe Del Rey (visitas individuales lunes a viernes a las 12'00 horas) (grupos previa cita, lunes a viernes de 10 a 14 horas).