Entrada por el carril a la Casa Forestal de Floranes. |
La mañana no pintaba nada bien. |
Justo por encima del cortijo del Tío Capote se acaba el sendero. |
Ruinas del cortijo "Tío Capote". |
Antiguos bancales para el cultivo en las inmediaciones del cortijo. |
El abandono de décadas se deja notar. |
El arroyo Bodurria con la Fabriquilla detrás. |
Restos de los hornos embutidos en los muros laterales. |
Lo que queda del edificio principal. |
Vista general de "La Fabriquilla". |
Paseando por la ribera del arroyo. |
Iniciando el segundo recorrido. |
Poco después de pasarlo el carril mengua a sendero. |
Cuando los pinos escasean aparece el esparto. |
Vuelven a bajar las nubes. |
Cortijos avistados durante el recorrido en la loma de enfrente (solana). |
La niebla baja apenas me deja ver éste. |
Acercándome de nuevo al arroyo Bodurria. |
Finalizando el segundo sendero. |
Descomponiéndose de pié. |
Arroyo Bodurria. |
Restos de nieve sobre manto de espìculas cobrizas. |
Mirador de Barea. |
Escalera de acceso al mirador. |
Desde el mirador, lo que las nubes me dejan ver. |
Desde el mirador: las nubes van ganando terreno. |
Fecha:15-11-2012 Refugio
Floranes 9’00h.
M.I.D.E.:2,2,2,2. Cortijo Tío Capote 10’00h
Duración: 7h30’
(29.000p) Bifurcación 11’15h
Desnivel en subida:
320 metros Cortijo Arredondo 12’30h
Rangos de temperatura:
de 8ºC a los 12ºC Refugio Floranes 14’00h
Mirador
Barea 14'15h-15'30h
Una
sociedad será grande cuando los ancianos siembren árboles aunque
sepan que nunca se sentarán a su sombra.
Esta
cuarta visita al macizo de la Sierra de Baza tiene como punto de
partida el mismo de la anterior: Casa Refugio de Floranes y también
como en la anterior voy a intentar enlazar dos recorridos ya que su
longitud no es excesiva y su desnivel acumulado tampoco: 320 m. Los
senderos propuestos para hoy sólo comparten algo menos de media hora
de marcha en su inicio y son lineales en el resto ambos.
El
primero se denomina Floranes – Cortijo del Tío Capote con una
longitud de algo menos de dos kilómetros y un desnivel algo superior
a los 200 metros. El segundo Floranes – Arredondo, más extenso se
prolonga durante más de cinco kilómetros presentando un desnivel de
poco más de 100 metros. Calificados con dificultad media con trechos
de fuertes desniveles.
Para
acceder al punto de partida me remito a la entrada anterior donde
detallé cómo llegar: Sierra de Baza III. (Punto kilométrico 32'4
de la señalización antigua). Las buenas previsiones metereológicas
no se han cumplido. A la llegada caía una fina lluvia, abundante y
racheada, que no aconsejaba iniciar la marcha. Después de tantos
kilómetros merecía la pena esperar y eso he hecho hasta las 9 de la
mañana en que por fin ha dejado de llover y he podido iniciar la
ruta.
Floranes
– Cortijo del Tío Capote.
La
información me anticipa que por este sendero voy a descender hasta
las aguas del arroyo Bodurria, entre pinares al principio,
atravesando zonas adehesadas salpicadas de cortijos para acabar
caminando por entre bosque de ribera junto al cauce del río Gallego.
A tramos iré totalmente “ciego”, para desembocar, de pronto en
algún claro como inmenso mirador.
El
sendero parte como los de la anterior entrada junto a la casa
forestal de Floranes. Comienza el recorrido por una pista que tras
unos cientos de metros nos situará en los inicios de los dos
recorridos programados para hoy, una vez que llego hasta un
cortafuegos junto a un amplio collado entre dos cerros
significativos: a mi izquierda el más alto, el de Alonso (1.700 m.),
y a la derecha el Cerro Panizo (1.608 m.), collado utilizado
habitualmente como aparcamiento de los buscadores de setas.
En
este punto comienza la balización del primer recorrido de hoy con
un fuerte descenso (desnivel máximo 209 metros). Esta senda discurre
de forma paralela a un barranco transitado por uno de los múltiples
arroyos que acaba como todos ellos, tributando al Bodurria. Aquí
comparten territorio con los pinares de repoblación, las encinas y
gran variedad de plantas aromáticas. Estas plantas permitieron el
desarrollo de actividades como la apicultura o la elaboración de
esencias naturales (tomillo, romero, espliego y mejorana).
Todo
el Parque está salpicado de cortijos (margen izquierda del arroyo,
solana de la ladera), en su mayoría en estado ruinoso, pero aun así
son un testimonio de la arquitectura popular con características
claramente adaptadas al medio. Como confirmación a lo expuesto
aparece de pronto, la señalización de “fin de sendero”, justo
por encima de la era del cortijo del Tío Capote, donde destacan las
estructuras de lo que debió ser casa principal junto a corrales, la
propia era, pajar y bancales de cultivo, (todo ello en ruinas).
Sigo
descendiendo loma abajo, ya sin sendero que me guíe, para poco más
adelante, tras atravesar el pequeño barranco Plaza, llegar al propio
cauce del arroyo Bodurria, que una vez cruzado me permite deambular por las distintas paratas bajas del cortijo así como las ya
pertenecientes a otro que se asentaba enfrentado al primero “La
Fabriquilla” (antigua fundición de plomo), también en ruinas pero
del que todavía se pueden apreciar los restos de los hornos
encastrados en los propios muros, donde fundían el mineral así como
alguna ventana con sus rejas.
Una
vez satisfecha la curiosidad y recorrido un tramo del arroyo, con
abundante agua de la nevada y de la lluvia, sólo me queda retroceder
hasta el inicio para emprender la andadura por el segundo sendero
previsto para esta jornada. Aunque corto en su recorrido éste
sendero presenta fuerte rampa de subida, toda ella acumulada en el
regreso.
Floranes
– Arredondo
Este
segundo recorrido por paisajes prácticamente despoblados pero con
claras huellas de la presencia humana hasta épocas recientes,
transita entre pinares, bosques de ribera y terrazas de cultivo.
Quedan restos de antiguos cortijos, avisto algún molino e incluso
una antiquísima fundición de plomo. Este sendero se puede hacer
como prolongación del de Bastidas Floranes, ocupando así una buena
jornada de campo.
Iniciamos
el recorrido por pista forestal dejando a nuestra derecha el descrito
anteriormente, para continuar por la carretera que pronto dejará de
serla tras salvar un pequeño barranco por un conservado puente, para
convertirse en un sendero que a media ladera atravesará multitud de
barrancos, dominando gran parte del curso del arroyo Bodurria, que
mantendré hasta el final siempre a mi derecha.
Mientras
recorro el sendero, avisto en la ladera de enfrente, diversos
cortijos: La Loma, o el de Pinar Hoya, la antigua fundición de plomo
conocida como La Fabriquilla; todo un rosario de cortijos
abandonados. En el discurrir de mi andar percibo casi de continuo el
rumor del agua que baja por los barrancos de Plaza y de la Petronila
y el más llamativo, el propio Bodurria señalizado por la cinta
vegetal compuesta de álamos, juncos, mimbres y zarzas que aportan su
colorido peculiar.
El
despoblamiento general que aprecio en esta zona es similar al que
sufre otras zonas del Parque Natural, producido mayoritariamente
durante los años sesenta del siglo pasado originado por las masivas
emigraciones.
La
escasa nieve que resiste tras la reciente nevada de este fin de
semana pasado, destaca en pequeñas manchas, allí donde la
temperatura o la lluvia de hoy no la ha desecho, sobre el manto
cobrizo de las espículas caídas que cubren el suelo.
El
tramo final del recorrido recoge tanto un tramo de bajada hasta
cruzar el Bodurria, como una subida de alrededor de algo más de un
kilómetro, por el que atravesamos una zona de terrazas de época
musulmana y hoy cubiertas por los pinares de repoblación, aunque
alguna de ellas aun muestra plantaciones de nogales. El cortijo de
Arredondo con sus construcciones de piedra pone fin a este sendero.
Existe
constancia documental de esta finca desde 1626, propiedad de una
familia bastetana de origen prerromano. La formaban tres cortijos:
Pinarillo, Carrasquilla y el de Arredondo, con las laderas cubiertas
de encinares y pinares y las vegas dedicadas al cultivo con variados
árboles frutales, que todavía se pueden apreciar en los alrededores
del cortijo, en las distintas terrazas creadas para el
aprovechamiento agrícola, tanto de cereales como de frutales, siendo
la complementaria ganadería la fuente principal de ingresos.
Durante
el recorrido, si se hace en silencio, se pueden avistar los ciervos y
las cabras, muy esquivos ambos en esta sierra debido a la caza a la
que se ven sometidos, así como las huellas en el terreno de los
jabalíes patentes por sus hozadas en busca de raíces o los
revolcaderos donde toman sus baños de barro. Los zorros también
abundantes muestran su presencia por las deposiciones típicas, ya
que comparten en numerosas ocasiones senderos, haciendo recorridos
generalmente nocturnos de hasta cuarenta kilómetros.
Sólo
resta volver sobre mis pasos para disfrutando los paisajes que llenan
estos recorridos en sentido contrario y con otra luz, ya que a ratos
levanta la niebla algo para después volverse a recostar en las
laderas, regresar hasta el punto de partida: la Casa Forestal
Floranes, para antes de retirarme definitivamente, disfrutar con la
vista de los secuoyas cercanos a la entrada de la casa.
Recorrido
apto para todas las edades ya que no presenta rampas pronunciadas, el
sendero es amplio y está bien marcado y delimitado y su longitud
(once kilómetros, ida y vuelta), es apto para casi cualquiera.
Las panorámicas y la vegetación hacen recomendable su visita en
otoño y/o durante la primavera tardía.
Mirador
de Barea
Ya
con el coche salgo a la carretera, para antes de concluir
definitivamente la jornada, remontar por ella unos seis kilómetros,
donde nace un carril a derechas en que se anuncia, entre otras
direcciones un mirador. El tráfico está restringido así que aparco
y hago el trayecto de unos dos kilómetros a pie. Quiero visitar uno
de los miradores que más amplias vistas de esta sierra ofrece al
caminante: Mirador de
Barea. Desde él se
divisa prácticamente medio Parque Natural de Sierra de Baza, al
menos eso publicitan las informaciones leídas, hoy yo, debido a las
nubes bajas no he tenido tanta amplitud de miras. En teoría si el
día lo permite se podrían divisar otros espacios naturales como son
la Sierra de Cazorla, Segura y las Villas, Sierra de Castril, Sierra
de la Sagra, Sierra de María y Sierra Nevada.
Ubicado
en la cima de una pequeña elevación rocosa, junto a una de las
curvas de la pista forestal, se ha acondicionado con una escalinata
confeccionada de piedra por la que ascender hasta la cima, protegida
con balaustrada de troncos de pino sobre pilares de piedra. El sitio
es inmejorable y la extensión que se llega a visualizar es extensa y
variada.
Dentro
del espacio que abarco de esta sierra destacan los calares (grandes
masas calizas de relieve suave y redondeado), como el de Santa
Bárbara (2.271 m.), techo a su vez de este parque), el de Rapa y el
de San Sebastián, formando barrancos y cumbres casi inaccesibles lo
que proporciona protección y cobijo a algunas especies de flora y
fauna. Destacar la línea de vegetación que por su distinta
coloración atrae mi atención: el bosque de ribera que alimenta el
arroyo Bodurria y que lo dibuja durante largo recorrido visible por
su barranco.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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