miércoles, 10 de octubre de 2012

Bautismo serrano: Veleta (Sierra Nevada - Granada)



El objetivo de hoy enmarcado.

Con un poco de ayuda todo es más fácil.

Una de las vallas que delimitan las pistas de esquí.

Ya hemos llegado a "Las Posiciones del Veleta".

Qué mejor fondo que el del Corral del Veleta.

Desde el "Veredón" el Veleta está al alcance de la mano.

Serpenteante carretera que asciende hasta la misma cumbre.

Afrontando el último esfuerzo y sonriendo: eso es actitud...

Junto al hito que marca la cima.

Estando en la cima un grupo de ciclistas inician la bajada.

Con jóvenes piernas y algo de ayuda...

Refugio de la Carihuela al que nos dirigimos.

Visitando un típico refugio no asistido de esta sierra.

Reponiendo fuerzas junto a uno de los Lagunillos de la Virgen.

Una vez comidos no hay nada mejor que una siesta.

El más alto de los lagunillos, en el que hicimos parada.

Vista general.

Ella y su reflejo.

Laguna/embalse de Las Yeguas.

Albergue Hoya de la Mora.

Albergue Universitario de San Francisco.





Fecha:16-9-2012                                                                                             A. Universitario                           9’00h.
M.I.D.E.:2,2,3,3.                                                                                               Posiciones                                   10’40h
Duración: 7h30’  (23.300p)                                                                           Veleta                                           12’30h                     
Desnivel en subida: 900 metros                                                                    Carihuela                                    13’40h
Rangos de temperatura: de 13ºC a los 24ºC                                                Lagunillos                                  14’40h
A.      Universitario                     16’30h


BAUTISMO SERRANO (Sierra Nevada – Granada)

Los que disfrutan de la sierra como yo no se sentirán extraños ante la afirmación de que es una suerte poder disfrutar aprendiendo y gozar enseñando.

Considero un deber “sagrado” para cualquier granadino cumplir con diferentes obligaciones, diría que inexcusables, al menos por una vez, como son visitar la Alhambra y subir a la sierra, así sin especificar, porque la sierra en Granada por antonomasia es Sierra Nevada.

Debido a mi convencimiento de que esto debe ser así, en cuanto entra en mi círculo de conocidos alguno/a que no ha cumplido con los “sagrados deberes” en parte o en su totalidad, tomo parte en el asunto para intentar reparar lo que considero que es un agravio imperdonable.

Siempre me ofrezco a hacer de guía y en cuanto dan el “sí” estoy fijando día, en caliente, para que no quede en mera intención y se convierta en una realidad a la mayor brevedad posible. Luego pertenece a mi responsabilidad el que la excursión sea lo suficientemente agradable y gratificante para que anide el “gusanillo” y se quiera repetir.

Ni que decir tiene que una de las salidas más “fáciles” y aptas para la mayoría de los neófitos es la subida al Veleta. Porque la dureza es asumible siempre que se tenga una condición física media ya que la carretera nos permite comenzar en los 2.500 m y el reto tiene la suficiente entidad como para que sea atractivo: no en vano es la tercera cota a nivel peninsular.

Acostumbro, algo que sigue chocando a algunos, subir con las ventanillas del coche abiertas. Porque si bien es cierto que parto de cerca de los 700 m, en que se ubica Granada, no es menos cierto que en poco más de media hora nos situamos en los 2.500 m. El cuerpo debe acostumbrarse y con las ventanillas cerradas, generalmente excusándonos en la baja temperatura de las mañanas serranas, no permitimos esa corta pero importante aclimatación, por lo que al llegar, bajarse y comenzar a andar, duele la cabeza, se siente ahogo u otras molestias debido al menor porcentaje de oxígeno existente en el aire que respiramos, molestias que no ayudan a empezar bien la experiencia.

Hoy me han acompañado en la salida mi hijo y su compañera. Hacía algunos años, demasiados, que ella no pisaba la sierra y algunos más que no subía andando. Sabedor de que no es lo mismo andar por la llana Granada que por la sierra, he comenzado la excursión con el firme propósito de que el tiempo no fuera en ningún momento un factor estresante.

Los tiempos reflejados arriba así lo testimonian. Hoy lo importante era llegar y hacerlo en las mejores condiciones físicas posibles para intentar que la experiencia fuera positiva. Hemos subido de un tirón hasta las Posiciones (3.065 m) para adentrarnos por el Veredón al Corral del Veleta. Allí sentados sobre unas piedras y ante el majestuoso espectáculo del circo glaciar, hemos hecho un generoso descanso a la vez que reponíamos fuerzas.

La siguiente parada el Veleta (3.396 m). La empinada subida que la vereda nos muestra hay que tomarla con paciencia y tesón, para casi arriba coronar junto a las impresionantes vistas que ofrece el tajo, mostrándonos el lagunillo al fondo, ridículo en su tamaño por la combinación de falta de agua y la altura desde la que lo divisamos.

Fotos para la posteridad, esa propiedad que en general se les da a la foto como prueba fehaciente de un hecho: estuve allí. Las imprescindibles nociones geográficas, nombre de las cimas que vemos, valles, barrancos y lagunas. Ubicar por detrás del mar “blanco” el más real, natural y amplio azul mediterráneo y con suerte al fondo si las condiciones lo permiten y nuestra vista no es muy deficiente avistar las cimas africanas.

Iniciamos la bajada por la arista dirección sur para acercarnos al refugio de la Carihuela (3.229 m), ubicado en un lugar clave de rutas y travesías por la sierra. Aunque pequeño por lo que épocas estivales nos lo podemos encontrar lleno, desde el se disfrutan quizás las mejores vistas ofrecidas por todos ellos.

Continuamos la bajada hacia los Lagunillos de la Virgen (siempre que puedo intento programar un recorrido circular), lagunillos que junto a la laguna de las Yeguas dan nacimiento al río Dílar. Aquí hemos aprovechado la invitación de la hora, para descansar de nuevo un rato a la vez que comíamos algo. Yo soy partidario de comer poco pero frecuentemente en las salidas a la sierra.

El más alto y grande de los lagunillos presentaba un aspecto pobre, aunque es el de mayor extensión de todos, deja notar los efectos del escaso año de nieves y lo avanzado de la época. La poca profundidad hace que la temperatura del agua sea elevada y las algas proliferen aportando un aspecto sucio al agua. En el paseo que he hecho rodeándolo no he avistado ninguno de los signos de pureza del agua típicos en otras láminas de agua serranas: los zapateros o los escarabajos buceadores. Sí tenía abundantes colonias de mosquitos que pugnaban por conquistar nuestros orificios buscando nuestra humedad.

Ni que decir tiene que los otros lagunillos más pequeños y menos profundos todavía mostraban un aspecto mucho más paupérrimo si cabe. Continuando la bajada visitamos en nuestro recorrido la laguna-embalse de Las Yeguas para encaminarnos ya decididamente hacia los albergues, dejando a nuestra izquierda el complejo de Borreguiles bastante tranquilo durante el estío, en busca del aparcamiento junto al albergue Hoya de la Mora donde dejamos esta mañana el vehículo y dar por finalizado el bautismo serrano de una granadina que ha respondido con un cariz muy positivo tanto a las dificultades de la subida como a las no menos molestas de las fuertes bajadas.

Pasada la prueba de forma brillante espero que su calificación hacia mí como guía e instructor sea también satisfactoria, hasta el punto de que se decida a acompañarme en una nueva salida, sería mi mayor recompensa.

Hoy la entrada del blog se ve enriquecida por las dos aportaciones de mis acompañantes con lo que seguro gana. Gracias a ambos.

Mi primera vez…
Han tenido que pasar 34 años para que esta granadina se propusiera subir al Veleta.

La motivación que en mí surgió, la inquietud de tal propósito, ha sido gracias al creador de este blog; la pasión con que él relata cada una de sus experiencias conociendo tierras granadinas hizo plantearme la posibilidad de vivirlas en primera persona.

La subida, al principio fue dura, continuó siendo intensa y terminó siendo muy satisfactoria porque cuando me encontraba a 3.000 metros de altitud divisando el paisaje pensé: “y por qué no antes”. Como nunca es tarde y menos con un buen guía, me ha servido para confirmar que nunca hay que perder una oportunidad así, y que como en la vida, si te esfuerzas tienes recompensa.

Así que puedo decir que ha sido mi primera vez pero no será la última y que una experiencia así merece vivirla. (Irene).


  
Nunca te bañarás dos veces en el mismo río y por supuesto, nunca subirás dos veces la misma montaña…

Se alza imponente, majestuoso, sabiendo su condición de príncipe, de segundo, despunta ante el horizonte con esa silueta única, inconfundible para todo buen granadino que acostumbra a verla desde la ruidosa ciudad. Ya sea con un manto blanco o bien con su armadura de roca, se yergue desafiando a todos, protegiendo al rey, al Mulhacén.

La mañana nos recibe con el frescor típico de la sierra, la amalgama de olores de un mundo despierto hace horas que recibe con los brazos abiertos a los urbanitas que deciden compartir un domingo con la naturaleza. Los cuerpos poco acostumbrados al calzado cerrado, se resienten, las cabezas acostumbradas a otras altitudes, se quejan y es en esos momentos, donde se realiza la primera criba entre el urbanita y el andador, aquel que con la piel curtida de miles de pasos, acelera su respiración por la emoción que no por el esfuerzo, aquel que con decisión firme coge una mochila conformada con multitud de situaciones y adversidades y se encamina hacia el destino, con la satisfacción en el rostro de compartir lo que él lleva amando desde casi  medio siglo.

El lento serpentear nos lleva a separar caminos, algunos, urbanitas de pro, prefieren el sacrilegio del asfalto, otros, disfrutan notando como el corazón late con más fuerza mientras acometen, una tras otra, las sucesivas rampas que lo alzan hacia el cielo.

El sudor y el esfuerzo se convierten en orgullo al llegar a la cima, la satisfacción de ver en los ojos de un novato la sensación de haberlo logrado, de haber triunfado, las viandas son devoradas con pasión y en ese estado de emoción plena, todo tiene un nuevo sabor, una nueva textura, un olor y una sensación de plena comunión entre la naturaleza, uno mismo y un bocadillo de tortilla.

El descenso se confunde entre la emoción de lo logrado, los sitios por conocer y los buenos propósitos, mañana llegará la factura de los excesos y los esfuerzos, mañana será el momento de la reflexión combinada con el dolor del urbanita,  mañana llegará, pero hoy no, hoy solo existe la sensación del objetivo logrado, hoy, en un estado de euforia, apenas se escucha una voz que indica que la excursión no termina hasta que no se llega a casa. (Javier).


                                                                                                                            




Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

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