Polvoriento carril de acercamiento a partir de Nigüelas. |
Ganando rápidamente altura. |
Punto donde inicio el seguimiento de la acequia de Los Hechos. |
Primeros pasos junto a la acequia. |
A tramos rápida y ruidosa dejándose caer por los barrancos, para retomar después la horizontalidad. |
Otros tranquila y remansada en su recorrido por la loma. |
Compañeros de "andadas". |
La cuerda de los Alayos de Dílar, al fondo. |
Largo recorrido atravesando toda la loma. |
Acercándome al nacimiento, casi a la par que el del propio río Dúrcal. |
Del río Dúrcal toma sus primeras aguas. |
Escondida entre cascajales me encuentro con la laguna del Puesto del Cura. |
De aguas cristalinas y muy frescas. |
Bellezas botánicas. |
¿Las echabais de menos?. |
Los siguientes objetivos: cerro, laguna y refugio del Caballo. |
Laguna y Cerro del Caballo. |
Visión desde la cima del Caballo. |
La dura bajada es por la derecha. |
Los imprescindibles hitos en las desoladas laderas. |
Desde el mirador de la Rinconada se aprecia todo el camino hecho de bajada. |
Fecha: 6-6-2012 Cortijos
Echevarría 7’45h
M.I.D.E.:2,2,3,3. Acequia
(Los Hechos) 10’10h
Duración: 7h (35.800p) Lagunillo
Puesto del Cura
10’50h
Desnivel en subida: 1100 metros Laguna
y Refugio Caballo
11’50h
Temperatura: de 14’5ºC a los 30ºC Cerro del Caballo 12’30h
Mirador
de la Rinconada
14h
Cortijos
Echevarría
14’30h
Los agrosistemas de ladera, son
huella imperecedera del yanna o munia (huerto o jardín) de los árabes.
La equivalencia no es casual: siendo para el musulmán el jardín una imagen del
paraíso, no es extraño que convivan su huerto, ese pequeño espacio paradisiaco
que les sustenta, como un fragmento de ese edén, donde no debe faltar el orden
lógico y prefijado del universo (los regueros, la alberca, los alcorques, los
bancales), los bienes que Dios concede (el manantial, la tierra, los árboles,
los frutos del huerto) y el disfrute de los sentidos (el frescor y el olor, la sombra, las flores y el permanente
sonido del agua).
EL
AGUA DOMESTICADA. J.A. Castillo, Mª Luisa Gómez y Antonio Pulido.
El año pasado por estas fechas hice el
tramo 2 del Sulayr (Cortijuela – Rinconada de Nigüelas) y me llamó la atención
cuando llegaba casi al final una acequia que crucé. Recuerdo que me quedé
mirando el tramo de recorrido al que visualmente podía acceder y me agradó, lo
que me hizo que mentalmente la anotara para cualquier otra ocasión.
Poco después uno de mis hijos me regaló un
libro que recopila las Lagunas de Sierra Nevada por Antonio Castillo y entre
las que desconocía destacó la denominada: Lagunillo del Puesto del Cura, por no
haber oído hablar de ella y mucho menos saber ubicarla. Si unimos estos dos
hechos se entiende enseguida la excursión de hoy.
He querido hoy enlazar la visita a la
Acequia de Los Hechos con la búsqueda del Lagunillo, para proseguir remontando
loma para visitar la Laguna del Caballo y el refugio adyacente, ascender al
Caballo y retornar hasta los Cortijos de Echavarría por el sendero llamado de
los Tres Mojones, que acaba junto al mirador de la Rinconada de Nigüelas un
poco por encima de la cortijada donde dejé el coche aparcado por la mañana.
Los cortijos de Echevarría es un grupo de
casas situados a la vera del tramo Sulayr en su parte final junto a la
Rinconada. Por encima de ellas cruza el sendero la acequia de Los Hechos, justo
al lado de la construcción más alta, totalmente en ruinas y casi a su puerta.
He madrugado para llegar a la acequia antes de las ocho.
Para llegar hasta allí he tenido primero
que acercarme al pueblo de Nigüelas (pequeño pueblo de menos de l.000
habitantes ubicado en las faldas de Sierra Nevada de 931 m. justo debajo del
Cerro del Caballo (3.011 m).
Una vez atravesado el pueblo hay que tomar
un largo carril terrero (15 km.) que tras una fuerte subida y muchas curvas me
acerca hasta el punto de inicio. Aparco el coche justo cuando me cruzo con el
sendero Sulayr. A la puerta del derruido cortijo comienzo a acompañar a la
acequia que ya no abandonaré hasta su nacimiento en la cabecera del Río Dúrcal.
En un largo recorrido de más de 10 km. en
que se alternan las suaves subidas con algunos fuertes repechones, allí donde
el trazado de la acequia aprovecha algún barranquillo para dejarse caer a cotas
más bajas, formando rápidos y cascadas. En todo se recorrido es bastante cómoda
de seguir junto al propio cauce ya que la acompaña un senderillo,
mayoritariamente por su derecha aunque a veces me veo obligado a saltar de
orilla para salvar la abundante vegetación.
Es una acequia con cauce de tierra que
alterna en escasos tramos el entubado. Ello ayuda a que vaya perdiendo caudal
por filtraciones lo que posibilita que la “cinta verde” que mantiene se perciba
desde la distancia. Esas pérdidas son compensadas generosamente por las
recogidas por esta caudalosa acequia de otros nacimientos y borreguiles,
siempre por la izquierda ya que circula colgada a media ladera sobre la margen
izquierda del río Dúrcal. Técnicamente se podría decir que es un trasvase entre
cuencas, pues aunque nace de las aguas del Dúrcal acaba entregando el preciado
recurso en la cuenca del río Torrente.
El siguiente objetivo era localizar el
lagunillo. Lo había ubicado en el mapa general, pero consciente de que una
pequeña mancha de agua, escondida en cualquier pequeña hondonada del terreno, a
priori era difícil de encontrar. Así que desde el nacimiento de la acequia me
he dedicado a subir en diagonal siempre con el objetivo final del Caballo con
la esperanza de dar con él. Me ha llamado la atención una abundante cascada de
agua que se deslizaba por entre las rocas y he decidido investigar.
Premio. Un precioso lagunillo denominado de
muchas formas: Puesto del Cura, de los Nacimientos, Cabrero e incluso del
Dúrcal (2.600 m). Lo cierra una abundante morrena glacial que no impide que
tenga una abundante salida, impropia del terreno en el que se asienta (un
auténtica peñascal con desprendimientos evidentes y que comprometen la propia
existencia de la laguna) a la vez que permite que se mantenga el agua
cristalina y muy fresca. Alimentado por los ventisqueros que se mantienen hasta
bien avanzado el estío ayudados por la orientación que ostentan.
Aunque a primera vista parece un pequeño
lagunillo, cuando me acerco y lo rodeo aprecio que es más grande de lo que
parece, así como descubro una buena profundidad, fondo cubierto de limo blanco
que según los análisis está mayoritariamente compuesto por pequeños granos de
fina arena proveniente del norte de África transportados por el viento. Se han
encontrado muestras similares en otras lagunas de Sierra Nevada.
Una vez satisfecha la curiosidad y tomadas
las fotos de rigor ya si me encamino decididamente al collado de la Laguna del
Caballo atravesando las muchas lomas que me separan de ella. Una vez en la
Laguna me sorprendo gratamente al visitar el refugio: lo han restaurado a
finales de agosto del año pasado. Desde aquí quiero felicitar y cito
textualmente:
“Con el humilde esfuerzo de 1 mulo, 2
arrieros, 3 montañeros y 1 montañera…” y la aportación altruista de un herrero
(que ha donado la nueva puerta).
Han cambiado la puerta por una nueva y han
reparado la ventana. Espero que los usuarios del refugio lo cuidemos con esmero
para que nos de protección durante otro montón de años como solicita el letrero
colgado junto a la puerta. El refugio estaba totalmente limpio e incluso tenía
algunas latas de comida para algún montañero hambriento. Tras comer algo decido
ascender primero al collado y después al Caballo (3.011 m.). Durante la
ascensión que me la tomo con calma por el calor que ya aprieta, el cansancio
que yo padezco y el aire que cada vez sopla más fuerte, por lo que empleo casi
la hora, para una vez arriba tener que abandonar con cierta diligencia porque
las rachas de viento son bastante molestas.
Decido no demorarme más e inicio la bajada
por un recorrido, que aunque conocía visualmente, no lo había pisado en ningún
momento: el sendero de los 3 mojones.
Arranca a medio camino de la cima del
Caballo y el Collado de la Laguna, para primero entre cascajales, apenas
indicado con algunos desperdigados hitos deslizarse sin miramientos ladera abajo buscando
la cuerda. Tras un rato de fuerte bajada se relaja a media loma para volver a
empinarse sobremanera en el último tramo, sobresaliendo sobre todo la última
media hora por su gran pendiente. Esta ladera del Caballo me ha parecido muy
árida, con mucha piedra y escasa vegetación, el calor de hoy se hacía notar. No
lo he hecho nunca para arriba, pero seguro que si algún día me decido lo haré
muy temprano, porque hoy bajándolo con cerca de 30ºC me ha quedado para el
recuerdo.
Desemboca en la carretera del tramo del
Sulayr mencionado arriba junto al Mirador de la Rinconada de Nigüelas, donde me
he demorado un poco y desde donde se aprecia la bestial bajada que hay desde el
pico del Caballo. Hay que curvear un poco para descender unos metros más
todavía hasta volver al cruce con la acequia donde inicié el recorrido esta
mañana.
Aprovecho la fresca y abundante agua de la
acequia para refrescarme y lavarme un poco, bajo la sombra del único árbol que
existe en las cercanías, para enseguida coger el coche y descender los 15 km.
del polvoriento carril que hay que hacer a muy baja velocidad por el mal estado
del suelo y las muchas piedras y rodadas que a veces me encuentro. Ya no tengo
prisas y no merece la pena dañar los bajos del vehículo por pillar alguna
piedra tras un despiste.
Tras la larga bajada de nuevo atravieso el
pueblo, desierto a estas horas, para incorporarme a la autovía y regresar a
Granada.
Recordatorio: en nuestras salidas al
campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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