lunes, 2 de julio de 2012

Trevenque, una nueva subida (Sierra Nevada - Granada)

Una panorámica distinta del Trevenque.

Peonías en plena floración junto a la fuente del Hervidero.

Los Alayos de Dílar.

El Trevenque a contraluz.

La otra ladera del arroyo Hüenes.

Mi acompañante en el tramo duro de ascensión.

Disfrutando junto a la cima.

Objetivo alcanzado.

Las lomas de la cara este arañadas por los aguaceros. 

Rocas erosionadas con formas caprichosas.

El tramo más duro durante la ascensión por la cara oeste.

Supervivientes aferrados a la vida.

Fuente junto a la pista por debajo de los arenales.

Casa - Refugio Rosales.

Detalle de la chimenea.

Pequeña cascada en el Río Dílar.

Río Dílar.

Pequeña presa en la toma del Canal de la Espartera.

Cerro Hüenes desde el Collado Sevilla.



Fecha: 23-5-2012
M.I.D.E.:2,2,3,3.                                                                                                            
Duración: 6h  (25.300p)                                                                     
Desnivel en subida: 500 metros                                                        
Rangos de temperatura: de 12ºC a los 23ºC

                                   
La naturaleza deberíamos concebirla no como una herencia para nuestros descendientes sino como un alquiler de nuestros hijos.


Casi siempre que me lo solicitan me muestro dispuesto a acompañar al peticionario de excursión por Sierra Nevada o por cualquier otra sierra de nuestro entorno. No me molesta lo más mínimo, es más, me alaga el que recurran a mí solicitándome que haga de guía para dar a conocer lugares serranos a aquellas personas que muestran disposición e interés por visitarlos, independientemente de su estado de forma física y por supuesto siempre trato de indagar qué lugares les llaman más la atención o si muestran alguna preferencia concreta, para tratar de satisfacerla, dejando aparcadas temporalmente mis preferencias, a la vez que intento elaborar un recorrido que se adecúe al estado y capacidades físicas de mi acompañante y a ser posible circular.

Hoy ha sido uno de esos días en que me he prestado a acompañar a una joven amiga a hacer un recorrido por la media montaña de Sierra Nevada. Ante las variadas posibilidades sugeridas, se decantó rápidamente por la subida al Trevenque, por lo que “imaginé” distintos posibles itinerarios, todos circulares que incluyeran esa subida y se complementaran con algo más de recorrido para dotar la salida de más entidad.

Al final nos decidimos por la subida al Trevenque por su cara oeste, bajarlo por la cara este, visitar la pequeña represa donde nace el Canal de la Espartera pasando por el Refugio Rosales y regreso hasta el Collado Sevilla por el sendero del Canal. Una salida no excesivamente dura ni larga, pero que incluía un recorrido bastante completo por el que poder apreciar los diferentes terrenos y vegetación de la media montaña granadina, incluida la visita al río Dílar.

Iniciamos la andadura alrededor de las ocho de la mañana, una vez aparcado el vehículo en el Collado de Sevilla. El día se muestra excelente y la moderada temperatura es ideal para la marcha. Toca subir desde el mismo inicio. Nos lo tomamos con calma para que las piernas vayan cogiendo ritmo, haciendo diferentes paradas, usando como excusa la lectura de los diferentes carteles que nos encontramos durante el recorrido y que dan a conocer los nombres de los diferentes picos que tenemos visualmente enfrente (los Alayos del que siempre llama la atención el denominado “Corazón de la Sandía” con sus 1.872 m. y la Boca de la Pescá) o explicaciones geológicas sobre la formación de estos arenosos terrenos que pisamos y su extrema fragilidad.

He combinado algunos tramos de subida por sendero con otros por la antigua carretera que ascendía hasta la falta de la montaña, lo que nos ha permitido alternar los silencios durante las rampas más exigentes con la amena charla en los tramos en los que la subida se suavizaba. La diferencia de edad que nos separa ha ayudado a contrastar opiniones sobre diferentes temas desde perspectivas muy distintas, que no por ello dejaban de tener interés. Siempre he sido de la opinión que cualquier persona, aun situada ideológica o temporalmente en las antípodas, que no era en absoluto el caso de hoy, puede dibujar matices interesantes en la apreciación de las cosas o situaciones y por supuesto enseñarme a poco que sepa escuchar.

Ya en plena ascensión al pico en uno de los descansos obligados, pararnos para aprehender el entorno: la rala vegetación, pequeños grupos de raquíticos pinos, los “ríos” de arena con su múltiples “afluentes” (uno por barranco), que quedan a nuestros pies y que el sol de la mañana ilumina de forma especial; las agujas pétreas que la erosión he respetado por la diferente dureza con su entorno, la pertinaz insistencia de la vegetación por subsistir en terrenos tan áridos, el lento caminar loma arriba de alguna cabra montés molestada en su reposo, todo ello no exento de belleza.

Alrededor de las diez de la mañana coronamos el Trevenque (2.075 m.) en cuya cima nos demoramos generosamente, consciente de que el recorrido de hoy no nos va a ocupar excesivo tiempo, para que mi acompañante disfrute de las vistas a la vez que macere la satisfacción del logro conseguido. Estos momentos de relax en la cima de cualquier meta son los que hacen seguir deseando ascender a otras metas más ambiciosas y hay que aprovecharlas.

La bajada por la cara este es tanto o más dificultosa que la propia subida, por la fuerte pendiente de la ladera por la que serpentea el trazado del sendero y por el piso de arena suelta que obliga a afianzar el pié a cada paso para evitar el más que probable resbalón. Aquí es donde se aprecia la diferencia de un buen calzado que nos presta un agarre adecuado y el que no lo es. Una vez abajo, en la base del pico decidimos recortar a través de los arenales hasta encontrarnos con la pista que baja hasta el Refugio Rosales, con la parada obligatoria en la fuente que hay unos metros por encima del carril.

A partir de aquí nos dejamos caer tranquilamente por la carretera, siempre entre pinares en los tramos superiores, hasta la parada programada en el refugio donde había previsto tomarnos el bocadillo. Una vez terminado el avituallamiento seguir bajando, siguiendo en todo momento la carretera hasta llegar abajo, junto al río Dílar. En los últimos tramos de la carretera antes de encontrarnos en el valle del río atravesamos viejos bancales dedicados al cultivo de nogales salpicados con algún que otro frutal. Arboles que sufren el abandono de años, carentes de cuidados y que poco a poco van sucumbiendo a la invasión de majuelos, rosales, zarzas y alguna que otra yedra que acabará asfixiando a su soporte.

Tengo la intención una vez abajo de acercarnos hasta la pequeña represa donde se sitúa la toma del Canal. Un poco antes dejamos a nuestra izquierda una gran casa con algunas higueras y otros frutales de los que los asiduos hemos degustado en más de una ocasión, en sus alrededores junto con alguna pequeña parcela antiguamente cultivada que debió cuidar el personal encargado del mantenimiento de la acequia hace ya bastantes años. Hoy todo sumido en un largo abandono ha acabado integrándose en el paisaje circundante, no destacando ni siquiera las higueras, todo junto a la casa que permanece cerrada y que extrañamente aun no ha sido “violada”.

Refrescarnos en el río ya que el calor aprieta y retomar la marcha por el sendero del Canal hasta volver al Collado Sevilla. A medio camino aprovechar un pequeño mirador natural sobre el río para visualizar una pequeña y ruidosa cascada, ya que no volveremos a ver el agua en lo que queda de recorrido. Trayecto en el que empleamos poco más de una hora, para ya en el vehículo (alrededor de las dos de la tarde) iniciar el descenso hacia Granada. 




Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

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