La primavera coloreando los campos.
Fecha: 11-4-2012 Tiempos
empleados en el recorrido de ida:
M.I.D.E.:2,3,4,4 Salida de Granada 7’00h.
Duración: 7h (33.200p) Cueva de Nerja (aparco) 8,15h
Desnivel en subida: 1.356 metros Collado Romero 9,15h
Cortijo de la Civila 9,45h
Rangos de temperatura: de 15ºC a los 19’5ºC Pico
del Cielo 11,30h
Hoy
he decidido hacer de nuevo otra incursión en el Parque Natural de las sierras
de Alhama, Tejeda y Almijara, concretamente en la de Alhama para subir al Pico
del Cielo (1.508 m.), en la vertiente malagueña de esta sierra. Este pico está
situado a sólo seis kilómetros de la línea costera mediterránea, por lo que en
muy poco espacio hay que remontar una buena subida. Espero que el esfuerzo se
vea recompensado, tanto por el recorrido como con las vistas “celestiales” que
desde arriba seguro podré admirar.
Para
iniciar este recorrido tengo que desplazarme hasta las inmediaciones del pueblo
malagueño de Nerja (alrededor de 100 kilómetros, algo menos por la Sierra de la
Cabra), para casi desde la misma puerta de las archiconocidas cuevas tomar el
inicio del sendero. Cada vez me cuesta más los desplazamientos previos a las
caminatas, sobre todo si son largos como el de hoy, pero es la única forma de
ir ampliando las salidas hacia espacios poco o nada visitados.
Según
la información consultada, es un trazado lineal de alrededor de 10 kilómetros
que voy a recorrer por carril primero y senda en su segunda mitad y me aseguran
que la dificultad de la subida se va a ver compensada suficientemente con la
satisfacción de las extensas vistas de la Axarquía y del mar entre las costas
españolas y africanas con posibilidad, si el día lo permite, de avistar algunos
relieves de la costa africana.
Me
encamino hacia Maro para tomar la dirección que me avisa de la cercanía de la
cueva de Nerja, justo al lado de la cancela negra de acceso a la propia cueva
sale una pista a la izquierda, anunciada con los correspondientes carteles,
donde comienza el sendero elegido para hoy. Tras dejar atrás la urbanización y
un tendido de alta tensión, paso junto a unas canteras. Al otro lado del
barranco por el que asciendo sube asimismo un histórico camino: la vereda de
las minas.
Este
primer tramo de carretera asciende de forma suave paralelo al barranco, por
entre pinos de repoblación. A ambos lados de la carretera han limpiado una
franja de unos 20 metros para minimizar los posibles riesgos de incendio cara al
próximo verano. Este hecho favorece el avistamiento continuo de conejos, que a
mi paso se escabullen en el límite con el sotobosque.
Si
observo a mi izquierda diviso un angosto desfiladero plagado de cuevas y
atestado de plantas que buscan el frescor: enebros, bojes, aladiernos, etc. Las
laderas las ocupan un pinar con densidad dispar y un amplio sotobosque de
matorral mediterráneo: aulagas en plena floración, romeros, boj y abundancia de
jaras.
Me
desviaré de la carretera por la que camino que lleva al área recreativa del
Pinarillo, para tomar una pista a mi derecha, en el sentido de la marcha, por
la que emprender la ascensión en dirección a la cuesta del Cielo. Este tramo se
puede hacer bien por la pista o por un sendero que avanza por la izquierda, aunque
los dos me acercan hasta el collado Pinillo, Romero, el Viento, o el Aire (para
que no quede innombrado).
Esta
subida a la ida la hago entera por la pista como ya es costumbre en recorridos
que no conozco. Ya habrá tiempo en la bajada de recortar algunas de las
innumerables curvas de las que éste tramo está plagado. Una vez arriba en el
collado comienzo una suave bajada dejando a mi izquierda un pequeño abrigo
rocoso útil en tiempos revueltos, para tras atravesar el arroyo Romero
acercarme hasta el cortijo de la Civila.
El
Pico del Cielo no se deja ver desde Nerja, ni aun cuando llevamos algunos
kilómetros de pista. Prácticamente no es hasta poco antes del collado cuando se
muestra, no sé si con la pretensión de desanimarme o al contrario, avistándolo
darme ánimos para seguir. Pero realmente es en las proximidades del Collado
Pinillo cuando se presenta en toda su plenitud e incluso se perciben partes del
recorrido que hace el sendero ascendiendo por las laderas.
He
probado a mover la montaña con la fe, pero no debo tenerla muy fuerte y he
optado por aprovechar la fe para mover las piernas hasta alcanzar el objetivo
en la cima. Realmente el avistamiento es majestuoso, verlo relativamente cerca
y su cima casi un kilómetro por encima impone. Se ocultará de nuevo cuando
llego a las cercanías del Cortijo de la Civila (ruinas) para dejarse ver de
nuevo, ya bastante arriba cuando me muestra el fuerte repecho final.
Conforme
subía he ido dejando atrás la arboleda y ahora camino en la compañía de los
romeros y las aulagas. Tras zigzaguear un rato alcanzo un collado en la cota
1.090 m. desde el que ya distinguimos espacios granadinos. Siguiendo la línea
que marca la costa avistamos La Herradura, Almuñecar, Motril e incluso el Cabo
Sacratif, también se amplía el horizonte por poniente e irá ampliándose aun más
conforme gane altitud.
A
partir de aquí abunda el romero, esparto y las aulagas, no faltando las jaras
blancas ya en flor reclamando el concurso de las múltiples abejas para la
fecundación, notándose asimismo los efectos de un antiguo incendio del que
consiguieron sobrevivir algunos ejemplares de pino carrasco retorcidos y del
que permanece algún que otro tronco calcinado.
El
último tramo de subida es repentina y dura, a lo que hay que añadir que el sendero
es difícil de seguir, aunque ya no importa, los metros que restan hasta coronar
se pueden afrontar por cualquier lado. En la cima me encuentro un vértice
geodésico, una cruz y un voluminoso hito de piedras apiladas para representar
los distintos significados del nombre de la cima, además de proporcionar
“amplias panorámicas y horizontes sorprendentes”. Domino prácticamente todo el
eje montañoso de las sierras de Tejeda, Almijara y Alhama, los distintos
barrancos que desembocan en la costa, las poblaciones ribereñas, Sierra Nevada
y el mar Mediterráneo y hoy a pesar de no estar el día totalmente claro, he
podido avistar la costa africana.
A
pesar de la aparente inocencia de los 1.500 metros de cota que ostenta este
pico, no puedo olvidar que arranca prácticamente del nivel del mar, por los que
casi todos y cada uno de esos metros son reales. No ocurre como en las laderas
granadinas que comienzo la subida desde la cota 700 m. o incluso la 1000 m. Las
vertientes malagueñas de estas sierras son bastante más exigentes que las
granadinas porque además de las distintas cotas de las cimas que hay que
superar, se suma la cercanía de la mayoría de ellas a la costa.
Una
vez arriba, ciertamente algo más cerca del cielo, de lo que sí soy plenamente
consciente es de la directa relación que existe entre el esfuerzo desarrollado
para alcanzar las metas y la satisfacción obtenida al conseguirlas. Las ilusiones
alimentadas por la información leída previamente, augurando un recorrido ameno
y excelentes panorámicas, independientemente de que se adecúen o no a mi
realidad percibida, una vez arriba de la cima, son aliciente añadido que ayudan a
proseguir. En la cima del Pico del Cielo,
al menos me he acercado algo más al mismo, si no geográficamente, desde luego
si emocionalmente, tras olvidar cualquier otra sensación que no sea la
“beatífica” contemplación de todo el entorno, incluida parte de la costa
africana.
Una
vez descansado y disfrutado durante un rato en la cima, en el descenso voy a
intentar un recorrido distinto por las crestas, ya que me ha parecido
vislumbrar un sendero que las recorre. Falsa ilusión, porque aunque está
indicado mediante un hito su inicio, casi arriba del todo, no he conseguido
seguirlo durante mucho trecho perdiéndolo, o sencillamente se lo ha comido la
maleza, o incluso la altura me ha producido espejismos visuales, y el terreno
no me ha parecido el más propicio para expediciones, por lo que muy a mi pesar
he tenido que retornar al realizado para la subida atravesando el amplio barranco que
ya me separaba de él.
Durante
la bajada, alrededor de las 13 h. me he cruzado con diferentes grupos de
senderistas que ascendían hacia la cima. Sigo sin entender como en un día
soleado y caluroso como hoy la gente no prefiere madrugar un poco y evitarse el
sofocón de subir con el sol tan alto. Alguno de ellos iba totalmente encendido,
deshidratándose fuertemente (sudando a chorros) y mascullando entre dientes,
dudo que todos consiguieran coronar. Después de un calentón así no conseguir
llegar a la cima debe dejar un desagradable “sabor de boca”.
Recordatorio: en nuestras salidas al
campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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