La vegetación siempre encuentra una salida.
SORBAS (Almería)
Fecha: 14-4-2012
Hemos
decidido pasar este fin de semana (mi mujer y yo) en la población de Sorbas
para poder hacer distintas visitas que a lo largo del tiempo se han ido
acumulando en el baul de los deseos insatisfechos y a las que había que darle
salida antes de que se enquistaran o, algo peor, pasaran al olvido. Para ello
nos hemos tenido que desplazar unos 200 km, que es la distancia que hay desde
Granada. Durante el acercamiento, si se va con tiempo y antes de llegar a
Tabernas, recomiendo desviarse para visitar el pequeño castillo de Gergal
primero, ubicado en la falda de la sierra de los Filabres y por encima de la
población, para posteriormente adentrarse un poco en el desierto de Tabernas
antes de abandonar la autovía para encaminarnos hacia la población de Tabernas
por la que hemos de pasar en nuestro recorrido.
El
desierto al que tan poco habituados estamos la mayoría no es solamente una
vasta extensión de anodinas colinas con poca o nula vegetación. Las lluvias en
esta zona suelen ser de alrededor de 250 mm al año. Pero si apartándonos un
poco de la carretera nos introducimos en él, podremos apreciar que no está tan
desolado como aparenta, a la vez que notar la distinta belleza que ostenta y
si tenemos la suerte de poderlo visitar algo después de una tormenta,
disfrutaremos de una explosión de vida, efímera pero desbordante.
En
la pedanía de Alías, a escasos kilómetros de Sorbas, dirección Murcia (antigua
carretera nacional), se encuentra el lugar escogido para pernoctar. Es un
cortijo totalmente restaurado a media altura de una pequeña loma, compuesto por
un edificio donde se ubica la recepción, biblioteca y el comedor y a sus
alrededores una serie de apartamentos individuales compuestos de salón y
dormitorio con amplio cuarto de baño. Lo completa un pequeño porche con un par
de tumbonas de las que no hemos hecho uso, por no acompañar las temperaturas en
esta época y por el poco tiempo que hemos permanecido estáticos.
Es
un excelente lugar para desconectar, ya que alejado de todo bullicio, propicio
para la lectura, el paseo, la contemplación, en definitiva para todo lo
contrario de lo que solemos hacer en nuestros lugares de residencia habituales.
Hoy, nada más llegar me he escapado para una vez superada la pequeña colina
donde se sitúa el complejo, encontrarme en un relativa llanura totalmente
cubierta de desarrolladas matas de esparto, que asemejando un mar mecido por la
brisa, brillaba con los últimos rayos del sol poniente, presentando un
espectáculo original y muy atractivo.
Sorbas
es una población almeriense que geográficamente se encuentra bastante centrada
en la provincia que cuenta aproximadamente con 3.000 habitantes y a algo más de
400 m. sobre el nivel del mar. El término de Sorbas, proveniente del árabe se
podría traducir por “olla de arena” por ser una zona en que tradicionalmente y
desde muy antiguo se cocían vasijas de arcilla de gran calidad; dentro del
pueblo subsiste aún un barrio denominado de las Alfarerías a la vez que se
encuentran restos de hornos árabes. Pero su historia es anterior ya que en los
alrededores se han encontrado varios asentamientos íberos.
Tras
la expulsión de los moriscos queda esquilmada tanto en población como en
viviendas y otras construcciones, baste citar un párrafo descriptivo de aquella
época (último cuarto del s.XVI): …”en Sorbas al norte de Almería, un tercio de
las trescientas casas son habitables, los once molinos están destruidos, están
caidos y sin aderezos, que solamente el del camino de Coca Alto, muele para la
provincia del lugar… y las dos almazaras están inutilizadas…”.
Está
la población de Sorbas ubicada ocupando una colina rodeada por el barranco
labrado por el río Aguas. Dentro de su término hay diversos lugares que merecen
una visita por su gran belleza paisajística. Junto a uno de ellos hemos estado
hospedados, en un complejo rural de apartamentos denominado Cortijo Alto de
Cariatiz, lugar recomendado para su visita por haber sido una antigua cuenca de
arrecifes; no puedo olvidar la zona de los Molinos del río Aguas, el Barranco
del Tesoro, para terminar mencionando el paraje Natural de los Karst en Yesos.
De
todos ellos se nos habla en el Centro de Visitantes del Karst: meseta de piedra
caliza, relieve condicionado principalmente por la disolución de las rocas que
lo componen. Está dividido en diferentes salas donde se explica, mediante
paneles, fotos, una reproducción parcial de una cueva y una excelente
proyección de vídeo, el origen y la evolución de estos suelos junto con su
explotación industrial. Está a la entrada de la población de Sorbas,
suficientemente indicado y considero que es inicio indispensable para las
distintas visitas posteriores.
El
sábado amanece con algunas nubes altas que no amenazan lluvia, que a lo largo
de la mañana van disipándose, no así el aire que conforme van pasando las horas
se acrecienta hasta registrar rachas de 90 Km. hora en Almería capital y algo
menos donde nos encontramos ya que las sierras nos resguardan, en parte,
desgastando la fuerza mostrada en la costa para llegar hasta aquí suavizadas.
Teníamos
para el sábado por la mañana reservada una visita guiada a una de las cuevas. Cavidades
de las que se encuentran a cientos en la zona, que nos iba a servir como
introducción a las formaciones kársticas de yesos que ha hecho famoso a Sorbas
en buena parte del mundo. La visita, en su categoría de “básica”; hay otra
“combinada” y aun una tercera “técnica” en que se aumenta tanto la dificultad
de su recorrido como la duración y por supuesto el precio, nos introduce en una
de las cuevas para recorrerla durante unos novecientos metros a través de
lechos de arroyos, estrechos pasajes, gateras, placas desprendidas, chimeneas,
profundo silencio y una vez apagadas las linternas, apreciar realmente lo que
es la oscuridad absoluta.
La
mayoría de estas cuevas están “vivas”, siguen sufriendo el proceso erosivo del
agua cuando las tormentas deciden descargar sobre este desierto. Las diferentes
fisuras y accesos canalizan el agua subterránea atravesando las cuevas, muestra
de ello son los diferentes sedimentos vegetales que encontramos durante nuestro
recorrido a distintos niveles dependiendo de la altura conseguida por el agua.
Dándose la circunstancia de que en grandes tormentas, como la acaecida en el año
1.973 se llegó a inundar totalmente la cueva visitada. Agua que va perdiendo
paulatinamente a lo largo de los días siguientes mediante salidas naturales y
filtraciones.
Por
la tarde hemos disfrutado recorriendo un tramo de una ruta comprendida en el sendero
PR –A97 que con sus 38 Km. atraviesa gran parte del término Municipal de
Sorbas. El pequeño tramo recorrido de aproximadamente una hora de duración, es
el denominado “Los Molinos-Nacimiento del Río Aguas”. Comienza el recorrido en
la cortijada de Los Molinos, en su día harineros, junto a ellos trozos de
huerta tradicional dispuestos en bancales aterrazados y los sistemas de riego
que sustentaban a ambos. Abandonados por sus pobladores en la década de los 60
y 70 por la fuerte emigración, rápidamente fueron ocupados por familias
extranjeras.
Durante
el recorrido podremos avistar distintos endemismos como la matamarillas,
romerillo, narciso blanco; además de otras plantas exclusivas de terrenos de
yesos. Junto a todas ellas la vegetación ligada al lecho del río: aneas,
adelfas y cañas, que destacan por el fuerte contraste con el entorno desértico
en que nos encontramos y que ayer mecidas por el viento reinante producían
chasquidos característicos.
También
durante la visita podemos apreciar las distintas redes para la conducción del
agua, acequias y minas, algunas esculpidas en las paredes de yeso, para una vez
llegados a pleno desfiladero encontrarnos, entre grandes bloques de rocas
desprendidos de las verticales paredes, restos de molinos, casas, hornos y
corrales. El recorrido se puede alargar siguiendo el cauce del río en sentido
ascendente hasta llegar al propio pueblo, pero ya sobre el cauce seco, el
agua no la volveremos a ver a no ser que ayude alguna tormenta.
El
regreso lo realizamos el domingo a través de la alpujarra almeriense primero y
granadina después. Durante el tiempo que ha durado el trayecto, la naturaleza nos
ha mostrado los diversos fenómenos de su repertorio: sol, viento, lluvia,
granizo, nieve, según las distintas altitudes por las que íbamos transitando,
no en vano al llegar a Granada hemos avistado nieve y abundante en cotas
relativamente bajas, de Sierra Nevada, allá donde las nubes lo permitían,
curiosamente haciéndose principal protagonista en la fecha del cierre de la
estación invernal. Bienvenida sea.
Recordatorio: en nuestras salidas al
campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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