El pueblo de Cambil.
Fecha: 18-4-2012
M.I.D.E.:2,2,2,2
Duración: 7h (34.300p)
Desnivel en subida: 800 metros
Rangos de temperatura: de 9ºC a los 13’5ºC
Comparto
con Joaquín Araujo plenamente la opinión que expresaba en su blog el pasado día
23/3/2012 opinando sobre la belleza amenazada de nuestro hogar, pequeño hogar
planetario:
“Apenas conozco mayor bondad
que este regalo de incesante belleza que el paisaje nos obsequia todavía con
formidable constancia”.
“Me ampara y enseña lo mirado. Heredé
de todos los paisajes. Contengo inmensidades que me contienen, pero acepto ser
parte, es decir contenido. Soy de esos lugares, ciclos y procesos que me
han hecho posible, física e intelectualmente. Nada me demanda el derredor pero
reconozco la deuda y necesito devolver a cambio al menos reconocimiento y
gratitud”.
Es
la cuarta salida que dedico a la Sierra de Mágina (Jaén) y creo que por ahora
va a ser la última a no ser que descubra algún recorrido que me atraiga lo
suficiente como para animarme a hacerle otra visita. De los senderos de los que
tengo información sólo me quedan dos trazados cortos en las inmediaciones de
Mata Bejid y el enlace del recorrido de hoy con el pueblo de Torres. Quedan en
la recámara para cualquier otra ocasión.
Me
acerco por la autovía de Jaén para en el restaurante El Oasis dejar la autovía
y tomar dirección Cambil, llegado al kilómetro 13 de la A-324 una vez pasado el
pueblo, coger un carril que se adentra, primero a través de olivares de montaña
que ocupan las estribaciones del Almadén (2.032 m) que lo llevamos a la vista,
siempre a la izquierda de nuestra subida, para pasar después a terreno
adehesado. La entrada del carril es estrecha y sólo están permitidos los
vehículos autorizados por lo que recomiendo aparcar el coche unos metros más
abajo en una explanada que forma el propio arcén de la carretera.
Esta
ruta me va a permitir recorrer el que está considerado como uno de los montes
mejor conservados de toda la sierra: el monte público de Mata Bejid. Aquí
existe un centro de visitantes que permanece abierto de jueves a domingos
durante todo el año, en que facilitan información sobre recorridos y
características de la sierra. Quizás el primer atractivo de estos parajes sea
el terreno adehesado: el bosque poblado de encinas y quejigos con grandes
espacios intercalados por pastos de montaña y numerosos arbustos típicos del
monte mediterráneo. También tendré ocasión de visitar restos de asentamientos
de otras épocas como el Castillo de Mata Bejid y su era.
Cuando
llego esta mañana y paro el coche me percato de que las nubes están tan bajas
que apenas dejan ver las cimas de los montes más cercanos. Sopla aire a rachas
que arrastran las nubes loma arriba y esto me anima a abandonar el vehículo y
comenzar la marcha. Las previsiones hablaban de nubes y claros, me han debido
tocar todas las nubes y juntas.
La
transición de los olivos al monte mediterráneo, poco antes de llegar al
Castillo hierve de vida. Los mirlos presentan una orgía auditiva de trinos, un
par de ardillas corretean juguetonas junto a la carretera hasta que se
encaraman a una recia encina cuando me ven, un pequeño zorro altera su rutina
diaria al detectar mi presencia, las palomas dejan sus posaderos con un
enérgico aleteo inicial y los arrendajos, esos escandalosos habitantes de
nuestros bosques no tienen inconveniente en anunciar a todos sus vecinos mi
presencia.
A
una media hora del inicio del recorrido llego al asentamiento del castillo,
paraje denominado el Castillejo. El castillo queda a la izquierda de la pista y
tras él escalando las laderas del Almadén un extenso y relativamente bien
conservado encinar adehesado, salpicado de verdes prados de pastoreo todos
ellos buscando escalar hasta la cima del cerro. Toda esta Dehesa a pesar de
pertenecer hasta 1.862 a la ciudad de Jaén, año en que fue desamortizada, se
mantiene en un excelente estado de conservación. Dominado por encinas y
quejigos, algunos de gran tamaño, en los que pastorean rebaños ovinos y
dependiendo de la época de la visita es frecuente avistar ardillas, arrendajos,
pinzones, carboneros; y en primavera estalla la dehesa con multitud de
orquídeas y las llamadas rosas de monte o peonías.
Este
castillo está ubicado en lo que fue el paso entre las poblaciones de Cambil y
Torres por lo que controlaba el tráfico entre ambos a través del puerto de la
Mata (1.651 m). Esta posición fronteriza, al igual que otros muchos enclaves de
la provincia propició que cambiara en varias ocasiones el control de musulmán a
cristiano hasta su conquista definitiva alrededor del año 1.315. Junto al
castillo aprecio los restos del cortijo y su era, construida con la técnica de
“piedra seca”. Las dependencias del castillo muestran que su uso más reciente
ha sido el de aprisco para el ganado. Sólo queda media torre del homenaje y
otra en una de las esquinas del gran recinto que ocupó. Actualmente todo en
ruinas de las que sólo quedan algunos lienzos de paredes tanto exteriores como
interiores y una de las esquinas compuesta de piedras enlazadas que aun hoy
muestran prestancia.
El
castillo se encuentra a la izquierda del carril, junto a él una gran era
(quizás la más grande que haya visto yo hasta ahora) confeccionada con piedras
sin argamasa y enfrente las ruinas de un gran cortijo del que al igual que el
castillo quedan los muros exteriores y alguna división interior, de los tejados
de ambos quedan algunas vigas caídas y algunas tejas rotas, lo demás
desapareció hace ya años.
A
algo más de una hora de camino del inicio llego a las inmediaciones de otro
cortijo: de “Los Prados”, junto con una gran balsa de agua utilizada como
aprovisionamiento en caso de incendio forestal, hoy prácticamente vacía, además
de ser un vital criadero para los anfibios de la zona. También visito una
fuente unos metros más arriba que alimenta un pequeño abrevadero y un gran
platanero de sombra. Siempre debería estar a la vista la imponente mole de la
Peña de Jaén, de 2.147 metros y el más occidental de los picos que conforman la
cresta de Mágina, hoy todo oculto por las nubes.
Empiezo
a ver restos de nieve, imagino que del fin de semana pasado y la niebla se
espesa cada vez más haciéndome dudar de la conveniencia de seguir ascendiendo.
Me autoconvenzo para seguir hasta el puerto, por si tengo suerte y despeja o al
menos se elevan las nubes y me dejan ver algo.
Se
afirma que el 80% de la información que recibimos proviene a través del sentido
de la vista, por ello nos encontramos tan “indefensos” en la oscuridad o
cuando, como hoy, la niebla limita la capacidad de ver. Durante la ascensión
sólo diviso de 10 a 15 metros de carril por delante, el resto se lo tragan las
nubes. Ello favorece que me concentre más en el oído y perciba mejor cualquier
ruido que produce el bosque.
Más
arriba llego al Puerto de la Mata, vaguada entre los cerros del Almadén (2.038
m) a la izquierda y el Ponce (2.006 m) a la derecha. Desde aquí en vista de que
la niebla no sólo no despeja sino que se espesa más si cabe, decido dar media
vuelta. Me faltan unos tres kilómetros para llegar al final, pero dado que no
se ve casi nada, creo que no merece la pena seguir. Además me sirve como excusa
para otra incursión en el futuro desde la población de Torres, que no conozco,
para hacer el tramo hurtado hoy o incluso intentar una ascensión al Almadén.
Una
vez abajo, de nuevo en el castillo empieza a despejar. El aire por fin ha
conseguido arrastrar las nubes y accedo visualmente a las cumbres nevadas. Como
no tengo ánimos para volver a subir, decido acercarme y merodear por el Centro
de Visitantes de Mata Bejid a la vez que aprovecho para hacer otro recorrido,
este de menor importancia dada su cercanía: Sendero de Gibralberca.
Es
un sendero que tras los primeros centenares de metros lineales del principio se
convierte en circular para rodear la loma del mismo nombre. Pasa de las laderas
sur a las norte en un corto espacio de tiempo, lo que permite contemplar el
cambio de vegetación. La primera mitad del recorrido, si seguimos la dirección
de las flechas indicadoras nos llevan por entre un bosque de quejigos, arces,
cornicabras, pinos carrasco y resinero, encinas. Alguno de los ejemplares
realmente voluminoso y longevo.
Llegados
al punto más alto del recorrido nos podemos deleitar con las vistas del mar que
forman las copas de los pinos a nuestros pies y hoy las cimas de Sierra Mágina
nevadas enfrente. Comienza la bajada para tras algunas curvas llegar al Área
Recreativa Gibralberca. Está emplazada en una abierta ladera en pendiente donde
encuentro una fuente que alimenta a varias piletas de piedra, algún albercón,
un pilar de piedra para el ganado, y los bancos, mesas y barbacoas propias de
las áreas.
El
resto del camino, abandonado ya el bosque mediterráneo, me introduce en
terrenos agrícolas, que en Jaén es lo mismo que decir cultivos de olivos,
viejos árboles centenarios de un solo pie. Ya cerca de concluir el tramo
circular tengo vistas hacia la Peña de Jaén (2.147 m) y el Almadén ahora
totalmente despejados y enseñoreando sus cimas blancas de nieve.
El
16-7-2010 titulé una entrada, una de las primeras, como “Salida media
frustrada”. Hoy ha sido la segunda vez que no he conseguido llegar al objetivo
propuesto. Creo que me puedo dar por satisfecho ya que en casi dos años y más
de un centenar de entradas, dos equivale a un uno por cien. Espero que el
porcentaje se mantenga en niveles bajos como hasta ahora.
Recordatorio: en nuestras salidas al
campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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¡Otra estupenda excursión en la que nos muestras sitios diferentes y en este caso para mí casi desconocido! Lástima el estado de abandono del castillo. Saludos.
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