miércoles, 28 de marzo de 2012

Jatar - Puerto de Cómpeta - Lucero (Sierra de Alhama - Granada)

Cortijo Linarejos

Voy dejando el pueblo de Jatar atrás.

Este primer tramo de recorrido entre pinos sueltos.

Mirando atrás donde destaca el Pantano Bermejales

Mirador del Portichuelo

Al fondo a la izquierda el Lucero y junto a él el Lucerillo.

Bajando al Cortijo Venta de López me encuentro esta fuente.

Desde el portichuelo, vista general de las ruinas de la Posada

Ya junto al Puerto de Cómpeta, cantera y depósito.

Vista desde abajo del corte vertical de la cantera.

Asomado al Puerto de Cómpeta y mirando en dirección a Málaga.

Cabras monteses cruzando la carretera por delante de mí.

Inicio de la subida al Lucero.

El Lucero a la izquierda y Lucerillo a su derecha. La diferencia de altura es bastante mayor de la que se aprecia.

Desde la vaguada entre los Luceros.

Examinando la dura subida que me resta.

Las ruinas que me encuentro en la cima.

A ver quién encuentra la rana.

Las nubes ocupando los espacios que he abandonado.

Diciendo adiós a Játar y al Lucero.




Fecha: 29-2-2012             
M.I.D.E.:2,2,3,3
Duración: 7h  (36.200p)
Desnivel en subida: 900 metros
Rangos de temperatura: de 3’5ºC a los 16’5ºC

No recuerdo quien afirmaba: “Es preferible no hacer lo que a uno le guste, sino que te guste aquello que haces”

Desde hace algunas semanas estaba dándole vueltas a hacer un recorrido que arranca desde el pueblo de Jatar. No me había decidido porque las referencias que tenía no eran claras  y alguna de ellas hablaba de la escasez de hitos en puntos estratégicos que habían llevado al informador a cometer errores y andar más de lo debido. Como desconocedor del terreno intento informarme primero y las referencias a las que tenía acceso no eran muy tranquilizadoras. Finalmente tras hablar con una de las técnicas del parque, me aseguró que estaba el recorrido perfectamente balizado y en orden. A fecha de hoy así lo confirmo.

Tenía como objetivo para hoy enlazar, a ser posible, dos recorridos. El primero denominado: Jatar – Puerto de Cómpeta, que partiendo de la parte alta del pueblo acaba en el límite entre provincias (Granada – Málaga), siempre dentro del parque de las Sierras de Almijara, Alhama y Tejeda, en este caso concreto en la de Alhama. Y muy cerca del puerto enlazar con un segundo: Raspón de los Moriscos o subida al Lucero.

Para iniciar el primero de los recorridos previstos, me dirijo al pueblo de Játar, pequeña localidad que dista de Granada unos 60 km. Cuenta con poco más de 500 habitantes y se ubica en las faldas de la sierra a casi los 1.000 m de altura. El sendero nace de unas naves industriales situadas algo separadas del casco urbano y en la parte más alta. Allí me he encontrado el panel informativo del inicio del sendero aunque es también conocido como “Recorrido Micológico”, al menos en parte.

Arranca el sendero justo en el límite inferior del parque en el paraje conocido como los Enebrales, a unos dos kilómetros del pueblo. Discurre por el llamado Colada del Camino de Cómpeta, siempre en ascensión no muy pronunciada. A los pocos minutos ya dejamos por debajo el cortijo Linarejos.

Muy cerca del cortijo Linarejos está la cueva del mismo nombre, que aunque la mayor parte del año e incluso durante años sufre  un prolongado letargo, sin embargo, después de caída una fuerte lluvia sobre las laderas de las montañas vecinas, cobra vida. Y despierta emitiendo un ruido ensordecedor para acto seguido proyectar un chorro de agua que emerge con inusitada fuerza, alcanzando en ocasiones hasta el techo de la cueva. Agua que se desparrama por toda la ladera, hasta perderse entre zarzales, mimbres y álamos. A decir de los locales desde el colapso de parte de la techumbre de la cueva el agua sale con menor “fiereza”.

La carstificación es una forma de erosión habitual en estas montañas por ser calcáreas. El agente modelador: agua cargada de dióxido de carbono, que al filtrarse por las hendiduras y las grietas va disolviéndolas, hasta formar o bien galerías verticales (simas) u horizontales, creando en el interior del macizo calcáreo una importante y a veces complicada red de galerías, que con el paso del tiempo llegan a convertirse en grutas o cavernas. Cuando la lluvia caída llena todas estas galerías y cavidades busca salida a través de un sifón existente en la cueva de forma espectacular.

En este primer tramo del recorrido abundan los romeros, enebros y sabinas y algunos ejemplares de pino sueltos. Cuando llego al Mirador del Portichuelo (paso estrecho y encajonado que usaban los pastores para el recuento de los ganados), accedo a unas muy amplias vistas de barrancos (entre ellas la del río Añales), por otro lado el valle del Temple, y entre las cumbres destaca, hacia el sur, la forma piramidal del Pico del Lucero, segundo objetivo autoimpuesto para hoy.

Una vez pasado el mirador el sendero desciende hacia los dominios de la antigua posada “Venta de López”. Por situarse en sitio estratégico cobijó en su día a comerciantes del Valle del Temple, arrieros, pastores, sirviendo de punto de encuentro entre productos de ambos lados: cereales hacia Málaga y pasas, vino y pescado desde la costa. A pesar de estar en ruinas se aprecian los elementos imprescindibles de cualquier cortijo: la casa, redil, abrevadero, junto a la entrada una era y en los alrededores algunas pequeñas parcelas aparatadas para cultivo.

Sigue el sendero en bajada hasta un riachuelo que tras cruzarlo inicia una corta pero fuerte subida a través de espesos pinares de repoblación con abundancia de helechos para, al coronar, enlazar con una pista forestal desde la que se divisa ya la gran cantera de mármol ubicada junto al puerto. Los hitos indican un pequeño recorte que no aconsejo por estar invadido de zarzas y menos si se va con niños, ya que éstas quedarían a la altura de su cara. Es preferible bajar por la pista aunque se den algunos cientos de pasos más. Tras las casetas de la cantera nos encontramos enseguida el letrero anunciador del Puerto de Cómpeta, a 1.410 m de altura. Desde aquí y ya en bajada se puede enlazar, caminando ya por la vertiente malagueña de la sierra hasta la zona de acampada controlada Fábrica de la Luz perteneciente al municipio de Canillas de Albaida (Málaga).

Una vez avistado el puerto y la llamativa cantera, me dejo caer por la pista descendente para dejando atrás el depósito de agua para el servicio contra incendios del Infoca (con capacidad de 1.169 metros cúbicos), y tras “repostar” en la Fuente Barrera, encontrar a la derecha el cartel anunciador del segundo sendero del día. Denominado como Sendero Raspón de los Moriscos, me va a acercar a una de las cimas emblemáticas de estas sierras, también llamado Pico del Lucero, cuya forma piramidal es visible desde amplias zonas de estas sierras, así como de distintos puntos del interior de las provincias de Granada y Málaga. Esta ruta es uno de los senderos con mayor tradición para los senderistas, por su dureza y carácter alpino.

Le otorgan una duración de dos horas y una calificación de dura. Consta esta subida al Lucero de tres tramos en ascensión con sendos collados intermedios. Cada uno supera en dureza y amplitud al predecesor. Durante los dos primeros no divisamos nuestra meta porque queda oculta por otras elevaciones, que aunque inferiores en cota se encuentran más cerca, tapándolo. Me muevo por formaciones geológicas de calizas, dolomías y mármoles.

Arranca el sendero con un engañoso tramo casi llano para tras recorridos un par de cientos de metros, acometer ya en serio la primera subida, corta pero dura hasta coronar en un pequeño collado donde durante unos escasos minutos llanea, para enseguida iniciar el segundo tramo de subida algo más dura y prolongada que el anterior. Este segundo nos dejará justo en la base del pico bicéfalo y ya con ambos a la vista: Lucero a la izquierda y Lucerillo a la derecha separados por una pequeña vaguada.

Una vez alcanzado el segundo collado se nos presenta la mole del pico en toda su magnitud. Acompañado por otro, algo más bajo a su derecha, a los que se encamina el sendero en amplios zigzag. El sendero, indeciso opta por acercarme hasta el paso que hay entre ambos cerros, para una vez ya en él, además de ofrecer inmejorables panorámicas hacia la parte malagueña por hacer de divisoria, decantarse claramente ascendiendo hacia el Lucero (1.779 m), abandonando al Lucerillo, algo más bajo. Aquí los zigzag acortan sus recorridos acoplándose a la cima de la pirámide hasta coronar. Este último tramo apenas sostiene vegetación debido a la pobreza del suelo y las duras condiciones climáticas que han de soportar. Sólo encontraremos algunas especies vegetales especializadas (sabinas, enebros y algunas aromáticas y entre ellas algunos ejemplares endémicos).

Una vez arriba me encuentro además de las ruinas de un fortín militar,  reminiscencias constructivas de los años cuarenta para el control de los “maquis”, panorámicas de 360 grados entorpecidas hacia el mar por el manto de nubes, que cubriendo todo el espacio, impide acceder visualmente a la costa e incluso a África, lo que no minimiza el gran espectáculo visual del que disfruto. Mirador  casi centrado en la línea de cumbres del parque que me permite dominar y admirar la mayoría de ellas. Hoy he conseguido coronarlo en algo menos de hora y media.

Ya de vuelta, descendiendo del Lucero me cruzo con un numeroso grupo de senderistas (unos veinte) que me comentan que han dejado los coches por debajo del Puerto de Cómpeta, zona malagueña. Cuando me cruzo con el último me vuelvo para ubicarlos por el sendero y me los encuentro salpicando toda la subida con sus multicolores vestimentas, aportando una nota de color a la masa gris pétrea de la montaña. Cada uno o pareja sube a su ritmo por lo que cuando los primeros coronan los últimos apenas han llegado a la vaguada que separa los dos picos.

Sólo resta desandar lo andado ya que los recorridos de hoy, tanto el primero como el segundo, son lineales.

Volviendo al primer párrafo de la entrada os comentaré que yo suelo salir los miércoles a hacer algo con lo que disfruto, recorrer senderos por sierras, algunas veces conocidas y otras, como es el caso de hoy totalmente desconocida, hoy además de cumplir con el ya hábito de hacer algo con lo que disfruto me he encontrado con que lo que he hecho me ha gustado. ¿Se puede pedir más?





Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Sierra Mágina II: (Caño del Aguadero) JAEN

Toda la ascensión discurre por la cara norte entre bosque.
Casa Forestal "Control del Valle".
En la casa forestal descubrí a un "okupa".
Desde abajo oteando mi destino
Imágen entre brumas frecuente en Sierra Mágina.
Desde aquí, en pleno corazón de la sierra, divisamos el mayor cornicabral de Europa.
Los cortados son bastantes frecuentes en esta sierra.
Serezuela de Bedmar.
La cara norte presentaba un aspecto nevado que no se apreciaba desde abajo.
Los tres últimos kilómetros del recorrido los he hecho ya por la nieve.
Construcción, refugio en el Caño.
Estoy bajo las cumbres más altas de esta sierra, en su cara norte.
Abrevadero encontrado al final del recorrido, no en vano estos son prados de alta montaña.
Vaguada donde se encuentra el final del recorrido de hoy.
Esta sierra fue esquilmada de vegetación arbórea, aunque algunos individuos se salvaron.
Durante el recorrido me encuentro algún ejemplar que muestra curiosas formas.
Son frecuentes las muestras de estratos totalmente fracturados.
Puente sobre el río Cuadros que utilizo para enlazar los dos senderos.
Vista panorámica de buena parte del recorrido andado hoy.
Torreón defensivo de Cuadros.



Fecha: 22-2-2012             
M.I.D.E.:2,2,3,3
Duración: 7h 30 m (43.200p)
Desnivel en subida: 1.400 metros
Rangos de temperatura: de 0ºC a los 12ºC


El pasado día 22 de enero publiqué una entrada sobre Sierra Mágina. Era una aproximación y nunca mejor dicho, porque me limité a recorrer su perímetro visitando alguno de sus pueblos y enclaves más periféricos. Entré por Pegalajar y salí por Guadahortuna. Aquella visita me sirvió para hacerme una idea de su ubicación, extensión de la sierra,  posibles entradas y empezar a conocer los senderos señalizados que la recorren, esta pequeña sierra ocupa el centro geográfico de la provincia.

El Parque Natural de Sierra Mágina cuenta con 19.900 ha y fue declarado parque natural en el año 1989. Dispuesto de forma circular en torno al macizo montañoso de Sierra Mágina que le da nombre, a pesar de su pequeño tamaño es uno de los territorios montañosos de la provincia más atractivos, no es infrecuente cuando se pasa por sus cercanías observarlo cubierto de brumas, dándolo un aspecto misterioso. En su núcleo principal están casi todos los picos que superan los dos mil metros, siendo su principal exponente el Pico Mágina con 2.167 m. techo de esta sierra y a su vez de la provincia de Jaén.

Hoy he hecho una incursión directa a la sierra, de forma mucho más seria, por la cota que he alcanzado (1.800 m) y por el recorrido que he realizado (más de veinticinco kilómetros). En principio programé enlazar dos senderos que parten del mismo punto inicial: área recreativa de Cuadros. Uno es lineal (Caño del Aguadero) por lo que no permitía muchas opciones, aun así he conseguido hacer una variante en la bajada. El otro, circular, se solapaba un tramo con lo ya hecho en la anterior visita, así que he intentado hacer el tramo desconocido.

Durante el acercamiento a Sierra Mágina, que lo he hecho por Guadahortuna, por entender que era el trayecto más corto, al recorrer la depresión por la que discurre el río Jandulilla, alrededor de las ocho de la mañana, el termómetro del coche marcaba unos gélidos -6ºC, lo que me ha dado que pensar, además de apagar la calefacción del coche para irme habituando a la baja temperatura, si no lo hago así cualquiera me baja del vehículo una vez llegado a mi destino. Sin embargo un rato después cuando he llegado al área recreativa del río Cuadros, lugar del inicio de los senderos recorridos hoy, la temperatura se había atemperado hasta los dos grados positivos. El resto del día ha ayudado a que fuera subiendo hasta llegar a los doce del mediodía.

He comenzado a andar desde el río Cuadros a las 8’30 de la mañana. Justo a la izquierda del pequeño aparcamiento que se ha habilitado a la entrada arranca el carril que desde el principio comienza a subir y no dejará de hacerlo hasta el final, salvo un centenar de metros a medio camino, en que se permite llanear e incluso bajar suavemente algo. En la documentación que había leído sobre este recorrido denominado “Caño del Aguadero” hablaban de la posibilidad de recortar algo del recorrido con sus infinitas curvas por un tramo de sendero.

A la media hora me he encontrado con un poste vertical en que indicaban los dos senderos, por un lado el que yo estaba recorriendo y por otro un enlace con el segundo “Las Viñas”, lo he anotado mentalmente por mi interés de enlazarlos y recorrer el segundo a la vuelta. Si lo consigo termino con esta zona de la sierra y en las siguientes aproximaciones me dedicaré a recorrer otros parajes de la sierra usando otras entradas.

Una vez pasado la casa forestal con su fuente (Control del Valle) he ido atento para intentar identificar el arranque del sendero que acortaba, loma arriba, bastante del recorrido de la pista. No sé si a influido el que ya había decidido mentalmente hacer durante la subida el recorrido entero por la pista y aprovechar el recorte para la bajada, o simplemente me ha pasado desapercibido, pero no lo he visto. Poco antes de llegar a la casa forestal podemos apreciar el arranque de dos grandes barrancos que escalan altura hasta bien arriba, por un lado el valle del arroyo del Mosquito y, a su derecha, el barranco del Perú, singulares nombres para convivir en cercanía. La vegetación está formada entre otras muchas especies, por adelfas y cornicabras.

Llego después de otro buen trecho de carretera al collado denominado Era del Curilla o Collado del Valle que nos muestra el barranco de Atanor cuya cabecera escala hasta los 1.100 metros de altitud. La vegetación dominante ahora está compuesta de pinos  junto a encinas y cornicabras. Casi todo el recorrido lo vamos a hacer por la ladera norte, el bosque es más húmedo y se nos muestra, cada vez que nos giramos, la Serrezuela de Bedmar con su llamativa fisonomía, serrezuela que acoge en las faldas de su cara este a otra población: Jódar.

Camino bajo la cumbre denominada el Campanario o Morros de Camarilla, bastante solitario e inaccesible. Aquí se presenta el boj como especie predominante. Muchos de los barrancos que corta la carretera están protegidos con taludes para retener los arrastres. Sigo subiendo, no en vano este recorrido tiene 14,3 km que a mí, por pista de tierra desde el principio se me hacen largos; ahora predominan los pinos salpicados de cedros plantados en los proyectos de reforestación. Me ha llamado la atención la multitud de restos de mangueras de riego que se ven por las laderas, no sé si serán restos de riego procedentes de los tiempos de la repoblación o trabajos posteriores.

Poco más arriba diviso chopos que me indican la cercanía del agua y presumiblemente el final de mi ascensión. No me engaño y llego al Caño del Aguadero, antiguo abrevadero, perteneciente a una cañada real situado a 1.800 metros de altitud, donde abundan las fuentes y cabañas de pastores por ser un entorno ganadero de alta montaña. El último tramo de carretera está totalmente nevado, en algunos lugares con hasta diez centímetros de nieve. Por encima diviso la Morra o Peña de Mágina, estoy en la cara norte de las cimas de esta sierra a la vez que mayores alturas de toda la provincia. Aunque la nieve no es demasiada, al estar esta loma orientada hacia el norte se mantiene salpicando con su blancura hasta escalar las cimas.

Aunque en la información manejada de este recorrido le asignaban una duración de cinco horas para la subida y alrededor de tres para la bajada, yo he conseguido hacerlo hoy en tres horas y media. Es habitual que los tiempos estimados estén por encima de los reales ya que cuentan con múltiples paradas o un ritmo bastante más pausado que el que yo poseo. Y creo que todavía podría haber bajado algo si la nieve no hubiera hecho acto de presencia en los últimos dos o tres kilómetros del recorrido. Los tiempos de bajada no los he controlado ya que he cogido el atajo con lo que he ahorrado bastante.

Durante el recorrido de subida, ya que me pasé el inicio del sendero, he estado atento para localizar la parte alta del atajo, pues he decidido usarlo en la bajada y ahorrarme unos miles de pasos a la vez que tiempo. Lo localicé en una de las innumerables curvas con que la carretera se ve obligada a trazar para acoplarse a los continuos barrancos que surcan las lomas. Ahora, de bajada, voy pendiente para no pasármelo y lo visualizo en una de las curvas protegidas por murete de piedra y coincidiendo con la presencia de un hito vertical de madera indicador del recorrido.

Paréceme que en su día debió ser un camino de herradura, ya que presenta a trechos buena anchura y está, en muchos tramos sustentado por un murete de piedra del lugar apilada en seco, sobre el que discurre. Este sendero al menos en su parte alta no permite distracción alguna ya que está alfombrado de piedra suelta que obliga a extremar la atención en el apoyo para evitar resbalones o torceduras. Más abajo, otros tramos ya de tierra tapizados con hojarasca me dan tregua para admirar los alrededores y apreciar las fabulosas vistas. 

Tras el irremediable zigzagueo para conseguir perder cota de forma brusca, muere en un exiguo carril que ya en llaneo desemboca en el principal que he hecho en la subida. Si desconoces, como era mi caso, que nacía de este carril, loma adentro, es imposible localizar su arranque subiendo. Es un carril que nace a derechas del principal unas centenas de metros por encima de la construcción de la Casa Forestal. Y el sendero nace a izquierdas en una curva del carril cuando éste comienza a desdibujarse adentrándose en la loma por entre pinos. Yo he colocado dos hitos de piedras a sendos lados para facilitar la tarea a los siguientes.

Poco después llego al indicador que informa del enlace de los dos senderos. Bajando nace a izquierdas y enseguida en brusca bajada va al encuentro del río Cuadros, para una vez salvado por un puente de madera abrir dos posibilidades. Hacia la derecha recorriendo los adelfales se dirige hacia el área recreativa. Hacia la izquierda, que es el que yo sigo, comienza una dura y larga ascensión por entre bosque de pinos para auparse algunos centenares de metros por la ladera. Algunos tramos son muy duros e incluso otros asemejan, más que un sendero, un cortafuegos. Cuando ya te ha cansado en la ascensión, después de superar más de 300 metros de subida,  llego a un portillo sobre alambrada metálica, que solicita mediante letrero que se vuelva a cerrar una vez traspasado, portillo que traspasado sirve de entrada a una pista, que ya en llaneo se va afianzando hasta llegar al paraje que le da nombre al sendero: “Viñas”.

Hace más de cien años que en este paraje no hay viñas ya que de extinguirlas se ocupó la plaga de filoxera, pero el uso y la costumbre mantienen el nombre desde hace más de un siglo. Sigo caminando ensombrado por entre espeso bosque de pinos para una vez que comienzo la bajada encontrarme con los olivos, no sin antes haberme llamado la atención las formas curiosas que adoptan los estratos en una peña frente a mí: El Torcal. Algo más abajo, junto a una cerrada curva del carril, entre algunos chopos y muchas zarzas encuentro la fuente de la Fresneda, abrevadero perteneciente a la vereda real.

Tras un cruce donde coincido con el sendero GR-7, camino en suave bajada hasta encontrar un desvío que me acerca hasta el Torreón de Cuadros. Es un camino de ida y vuelta de algo más de setecientos metros. Esta torre vigía controlaba el paso entre Bedmar y Belmez, se eleva doce metros de altura y abarca seis de diámetro presentando la puerta hacia la zona más inaccesible. Toda esta zona está “sembrada” de construcciones defensivas, ya que la comarca de Mágina  hizo durante muchos años de frontera entre Castilla y Granada. Justo por debajo de la torre se encuentra la ermita de la Virgen de Cuadros y más abajo aun de ella la Cueva del Agua, en el río. Tras bajar unos metros por la pista asfaltada y cruzar el río por un puente, giro a la derecha y recorro los metros restantes que me separan del área recreativa, origen esta mañana del inicio de la caminata.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Gollizno, Hoz, Velillos (de Olivares a Moclín - Granada)

Hotel junto al que aparco



Río Velillos remansado

Primer contacto visual con el castillo de Moclín.

Fuente..... a ni me la dió con un día expléndido.

Los lirios del campo al menos tan antiguos como los mas antiguos textos.

La pasarela que cruza el río ocasiona algunos problemas de estabilidad a los transeuntes.

Pasarela volada sobre el lecho del río totalmente remozada.

En el área Corcuera donde los constructores idearon un labarinto, que el agua debe resolver para encontrar la salida

Ermita de San Antón haciendo de enlace entre el pueblo y el castillo.

Casa Pósito del Pan. Tanta fue su importancia que en su día llegó a prestar dinero al rey.

Torreón defensivo junto a la entrada del castillo

En un cerro anejo encuentro estas trincheras de la guerra civil.

Y junto a las trincheras también me encuentro con una "fábrica" de ruedas de molino con alguna casi acabada y abandonada.

Vista del castillo desde el sendero en pleno acercamiento.

Pinturas rupestres en un abrigo de la pared junto a una parcela de olivos.

El sendero zizaguea por la ladera para poder coronar el lado derecho del acantilado.

Recordando a unos, maltratada por otros.

Tres asomadas siguiendo mis movimientos ladera abajo.

Buscando parajes más llanos donde las prisas se diluyen.

Formaciones rocosas de travertinos, vestigios de épocas más húmedas.

Ya de regreso me paro para fotografiar la Sierra Arana desde el Pantano Cubillas.




Fecha: 8-2-2012
M.I.D.E.:2,2,2,2
Duración: 6’5 horas (23.000p)
Desnivel en subida: 400 metros
Rangos de temperatura: de 0’5ºC a los 5’5ºC


Era una fresca mañana de primeros de febrero en la que no tenía excesivas ganas de andar por lo que busqué una ruta que no fuera muy larga y tampoco muy dura. Después de ardua búsqueda encontré un posible recorrido, totalmente desconocido para mí, que seguía, al menos durante un rato parte del río Velillos, concretamente entre el pueblo de Olivares y el de Moclín, transitando junto al río la parte más estrecha del barranco por donde discurre. Este recorrido se conoce con diferentes nombres: la “Hoz”, “Gollizno” (estrechura de un paraje) o simplemente río Velillos

Olivares es un pequeño pueblo que no llega a los 1.050 habitantes, enclavado a una altitud de 695 metros, en el interior de la comarca granadina denominada  “montes occidentales”, dista unos 30 kilómetros de Granada y pertenece al municipio de Moclín. Este pequeño pueblo es un reino de silencio a lo que le ayuda el estar rodeado de grandes montañas con abruptos cortados por los que discurre el río Velillos que atraviesa la población.

Moclín se ubica a más altura que el anterior (1.065 m) y con algo más de 4.200 habitantes, ostenta la cabecera de la comarca que engloba a otros pequeños pueblos como son: Tiena, Olivares, Puerto Lope, Tozar, Limones y Gumiel, que suman en total alrededor de los 9.000 habitantes. En estos territorios ocupados ancestralmente por el hombre encontramos restos de las distintas épocas, desde pinturas rupestres en varias de sus cuevas, restos romanos y como no, construcciones defensivas heredadas del dominio árabe, como son las distintas torres que jalonan los cerros o el propio castillo de Moclín.

Como el sendero de hoy comienza en Olivares, hasta allí me desplazo con el vehículo. Desde Granada por la carretera de Córdoba para una vez en Pinos Puente, casi ya acabado el pueblo, tomar un desvío a la derecha en que nos anuncian la tríada de pueblos: Olivares, Tozar y Limones. La carretera aunque estrecha está en perfecto estado. Una vez llegado al pueblo dejarme llevar por los letreros que anuncian el sendero. Acabaré en un estrecho carril de tierra junto a lo que aparenta un hotel o establecimiento rural con indicios de que permanece cerrado y algo abandonado. Yo he aparcado un poco antes de llegar a este edificio en un ensanchamiento de la carretera, todavía en carretera asfaltada.

Se pasa por debajo del propio establecimiento y tras unos minutos de llaneo, transitando por un carril de tierra, por el margen derecho del rio Velillos (o Frailes) enseguida llegamos a lo que fue una Fábrica de Luz, en restauración actualmente. Por un pequeño y bastante nuevo puente de tablas cruzaremos por primera vez el río para iniciar realmente el sendero. Estos primeros pasos los hacemos dejando a ambos lados, parcelas aparatadas para el cultivo de hortalizas y algunos bancales dedicados al olivo (de aquí le debe venir el nombre al pueblo ya que es y con diferencia el monocultivo por excelencia de la zona), para después de ganar unos metros encontrarme con la fuente de la “Buena Ventura” a escasos metros por encima del propio cauce del rio. Procede esta agua de las surgencias a pie de los farallones pétreos que se divisan algo más arriba y que cierran por ambos lados el cauce.

Tras una corta subida en que el sendero, dada su pendiente, han tratado de protegerlo de las correntías con gruesos maderos transversales ancladas en el suelo, llegamos a un largo y cimbreante puente colgante que atraviesa de nuevo el río, salvando una caída de unos 10 metros, para ya en la otra orilla continuar por una pasarela de madera volada sobre el propio caudal y anclada a la vertical pared rocosa del desfiladero. Nos encontramos en la parte más angosta de la garganta. Tanto a izquierda como a derecha se levantan dos paredes verticales rocosas que deben superar la centena de metros.

En algunas entradas antiguas que he encontrado en internet sobre este recorrido hablaban del mal estado de la pasarela, hoy estaba en inmejorables condiciones después de sufrir una rehabilitación “total” hace dos o tres años. Me ha recordado el trayecto por el río Castril. Tanto el puente, la propia pasarela como todo el recorrido hasta Moclín está en perfecto estado, total y profusamente señalizado.

Toda la vegetación de ribera que acompaña al rio en este tramo esta pelada dada la época en que nos encontramos. En otoño (y tomo nota mental) debe ser un recorrido espectacular por la diversidad de colorido que mostrará. De todas formas aun en su desnudo total de hojas sigue ostentando belleza. La cinta de agua atravesando el desfiladero ribeteado por la vegetación a ambos lados, tiene mucho encanto. A ello ayuda la gran cantidad de aves que transitan por toda la garganta, sobre todo vandadas de palomas dueñas de los acantilados, las carreras de los asustadizos zorros y las omnipresentes cabras.

Terminada la pasarela se abre algo la garganta y transitamos por entre álamos hacia una subida que dibujada por los postes y las cuerdas aparece clara en la loma. Hay que remontar un buen puñado de metros para salvar uno de los lados del acantilado. El sendero zizaguea para ganar la parte alta del desfiladero. Han habilitado arriba un mirador con vistas al barranco desde donde aprecio cómo el rio vuelve a circular por unos estrechísimos cahorros aptos para el desarrollo del barranquismo, aquí no hay ayuda de puentes ni de pasarelas. Desde este mismo mirador divisamos a media loma, justo enfrente mía, el pueblo de Tózar. 

Mientras permanezco dentro del estrecho desfiladero me llama la atención el extraño eco que producen los ruidos de los reactores que lo atraviesan por encima. El tráfico es intenso, lo que hace que se repita el fenómeno varias veces mientras dura la estancia por la estrecha garganta.

Unos escasos cien metros más adelante me encuentro con una recoleta área recreativa que cuenta con unas cuantas mesas y sus correspondientes bancos y no menos de tres fuentes (Corcuera), alguna de ellas con un desagüe ciertamente original. Ubicada junto a un carril que da servicio a unos bancales de olivos que se encuentran poco más arriba. Aquí el sendero se sirve del carril escasos metros para separarse de nuevo enseguida y ahora ya por pinar de repoblación ascender decididamente al cerro donde se ubica el castillo de Moclín. Este sendero termina junto a las casas más altas del pueblo a las puertas de la ermita de San Antón, con una curiosa placa recogiendo versos dedicados a la memoria de uno de sus capellanes. A mi izquierda y en cascada acoplándose a la pendiente ladera las casas del pueblo; a mi derecha y en cuesta hasta coronar el cerro el castillo.

Me decido por el segundo para tras pasar por las cercanías del  Pósito del Pan, importante organismo fundado en el siglo XVI para almacenaje del trigo, seguir ascendiendo hasta alcanzar el Santuario del Cristo del Paño, construido sobre la antigua mezquita, hoy cerrado y ubicado ya “intra-muros” del castillo que al estar actualmente en reparación que me ha sido vedado un amplio recorrido. Sólo he podido ver algunos torreones de la cara oeste ya reconstruidos y abiertos a curiosos y visitantes. Ubicado coronando un cerro de cota 1.117 metros, permite el control de todas las depresiones que lo rodean. No en vano ejerció como llave de acceso a Granada, muestra de ello es que en cuanto cayó Moclín en el año 1.486 posibilitó que en sólo seis años se conquistara la ciudad de Granada.

Decido hacer el regreso por el mismo recorrido que a la sabida. Nada más iniciar la bajada llevado por mi insaciable curiosidad me adentro por un senderillo que, para sorpresa mía, me va a llevar tras atravesar unas parcelas dedicadas antaño al cultivo de almendros, actualmente en total abandono, a una zona de trincheras que jalonan un cerro al oeste del ocupado por el castillo. Quedan varias construcciones típicas de los asentamientos de vigilancia de la guerra civil, muy similares a los visitados en la sierra de Viznar y tantas otras zonas donde los prominencias geográficas eran codiciadas por ambos bandos, pasadizos soterrados y casamatas de hormigón aprovechando las formas del terreno parar ahorrar parte de la construcción a la vez que disimularlas lo máximo posible.

Pero la sorpresa es doble cuando en mi deambular por la zona descubro una “fábrica” (cantera) de ruedas de molino de las que aún quedan vestigios en la zona, como son algunos pilares con formas redondeadas a medio terminar de los que presumiblemente sacarían posteriormente las piedras e incluso algunas de éstas abandonadas sobre la propia cantera con algún ejemplar en avanzado estado de talla, otras a medio terminar, incluso alguna prácticamente lista para su transporte a destino.

Volver sobre mis pasos para retomar el sendero. Casi acabado de atravesar el pinar de repoblación y un poco por encima del área recreativa Corcuera, el camino pasa junto a un olivar delimitado por un alto paredón vertical rocoso con multitud de pequeñas cuevas y abrigos y siguiendo las indicaciones de los paneles informativos descubrir, tras atravesar los olivos que me separan de la pared, un pequeño abrigo con pinturas rupestres. La pintura está muy desvaída por lo que si no te ubicas casi encima son de difícil localización y aún así, las figuras aparecen desdibujadas perdiéndose los contornos, aunque pienso que a veces es bueno que así sea. El tiempo, algunas lamentables raspaduras y la falta de cuidado han hecho casi desaparecer estos vestigios de nuestros antepasados. Por estos contornos hay hasta seis cuevas-abrigos que pueden presumir de haber cobijado a nuestros ancnetros y prueba de ello es que muestran pinturas todas ellas, lo que da fe de las preferencias de nuestros antepasados por habitar estas laderas.

De nuevo bajar hasta encontrar la pasarela y el puente para reiniciar la subida en un ramal con poste indicador que anuncia camino de Tózar. Me percaté de su existencia durante la ida, pero consciente de que el trayecto de hoy era corto lo dejé para recorrerlo, al menos en parte, a la vuelta.

Es un sendero bastante menos frecuentado que el de Moclín, hecho visible por la cantidad de vegetación que lo va invadiendo, que tras innumerables eses loma arriba salva un par de centenares de metros para alcanzar un falso collado, y digo falso porque una vez en él me doy cuenta que he de subir algunos metros más para coronar definitivamente, hasta desembocar de nuevo en parcelas aparatadas de cultivos y enlazar poco después con una pista que se encamina al pueblo. No despierta mi interés la pista, por lo que decido volver sobre mis pasos y recuperar el sendero inicial junto al río. Esta subida al pie de una pared rocosa es el posadero de una amplia bandada de palomas y el sitio de pasto de un pequeño rebaño de cabras, a unas y otras espanto en la subida y no vuelven a ocupar sus posiciones hasta que me ven de nuevo bien bajo, ya junto al río.

De nuevo en Olivares decido hacer el camino de regreso hasta Granada por la carretera que lo une a Colomera, para lo que tengo que atravesar todo el pueblo y ascender por dirección contraria a la que usé para entrar esta mañana, simplemente por cambiar algo el recorrido y consciente de que la diferencia kilométrica va a ser escasa. Aprovecho en estos trayectos de acercamiento o retirada para descubrir, si los hay, senderos señalizados por la zona que me puedan servir para futuras escapadas.




Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.