Vista del pueblo de Jayena. |
Área recreativa "Bacal" de donde arrancan los dos senderos. |
Otra vista de los diversos espacios del área recreativa. |
Enseguida me encuentro con la primera fuente. |
Tajos de Rando donde se separan los dos recorridos. |
El frío matutino de menos dos grados se reflejaba en la vegetación. |
Por esta loma, casi arriba, me ha perdido el primero de los senderos. |
Algunos vestiguos del incendio que asoló estas sierras permanecen para el recuerdo. |
Ya junto al cauce del río Bacal. |
Remolino |
Río Bacal presumiendo de caudal a pesar del invierno tan seco que llevamos. |
Remansado a veces. |
Presuroso en otras |
Vista de finos estratos fracturados a lo largo del cauce. |
Restos de "potes" de recogida de la "miera" (resina) son habituales todavía en este sierra. |
Cuando el barranco se abre aparece la vegetación arbórea de ribera. |
La vegetación ocupa todo el barranco, lo que dificulta en extremo su tránsito. |
Hasta los viejos troncos se pintan de verde ayudados por la humedad. |
La conducción de agua también tine que cruzar el río, aunque menos veces que yo. |
Casi de nuevo, ya de regreso, en el área recreativa Bacal. |
Fecha: 1-2-2012
M.I.D.E.:2,2,3,3
Duración: 7h 30 m (29.600p)
Desnivel en subida: 400 metros
Rangos de temperatura: de -2ºC a los 11ºC
Jayena es un pequeño pueblo de poco más de 1.200 habitantes ubicado en
las faldas de la sierra de Alhama (una de las tres que conforman el parque
natural), a una cota de 906 metros, cerca de una de las colas del pantano de
los Bermejales, vecino próximo de Fornes por el que ya anduve hace unas semanas,
siendo una excelente puerta de entrada para el Parque Natural.
Desde aquí parten una serie de
senderos que se adentran en las sierras y que voy a tratar de recorrer, si no
completos por su amplitud, al menos lo suficiente para hacerme una clara idea
de si me merece la pena volver o por el contrario darlos ya por visitados. De este
parque natural creo que he hablado bastante a lo largo de las variadas visitas
que he hecho por sus entornos, así que no me extenderé hoy más. Sólo recordad
que la sierra de Alhamaforma parte del Parque que engloba a otras dos sierras
como son la de Tejeda y la de Almijara, ubicadas a caballo entre las provincias
de Málaga y Granada entre las que hacen de divisoria, repartiéndose su
territorio casi al cincuenta por cien entre las dos provincias.
Según la ruta trazada por el
programa de carreteras consultado me
separan del pueblo poco más de 57 kilómetros que a partir de la Malahá
discurren por una estrecha carretera típica de montaña por la que hay que
circular con precaución, por su estrechez y sus muchas curvas y durante estos
fríos días de invierno por la más que posible escarcha acumulada en la
carretera. Antes de llegar al Pantano de los Bermejales, me desvío a la
izquierda para, primero llegar a Fornes y sin entrar en él proseguir hast
Jayena.
Una vez en el pueblo busco los
indicadores anunciadores del área recreativa “Bacal” (o Vacal, pues de las dos
formas me lo he encontrado escrito), desde donde nacen los senderos que pretendo
visitar hoy. Tras algo de callejeo por las sinuosas calles de la población,
salgo por un carril estrecho que tras algunas curvas se acerca hasta el río y
posteriormente hasta el área. Ocupa el área una extensa zona de pradera con
grandes ejemplares de pinos que aportan la sombra y bien surtida de bancos,
mesas, barbacoas, algunas duchas y servicios, compartiendo nombre con el río
que la orilla.
Estas sierras por su composición
calcárea genera un buen puñado de ríos en sus entrañas con un caudal más que
interesante y que apenas sufren merma durante el estío, hecho que ha favorecido
los asentamientos ancestrales en su entorno y uno de los principales motivos
por los que se decidió en estos lugares la construcción del extenso embalse de
los Bermejales.
Según los paneles informativos nacen
aquí dos itinerarios, cada uno de ellos con su información personalizada: uno
denominado “Río Bacal” y el otro “Haza de la Encina”. El primero es un
recorrido acompañando al río hasta prácticamente su nacimiento; el segundo es
un sendero que remonta las lomas adyacentes hasta conseguir una buena altura
por lo que hay que ascender unos 350 metros. Como los dos aparecen como
lineales, hay que decidirse por uno de ellos.
Inicio la caminata a las
ocho y media con una fresca temperatura
de menos dos grados. El principio es común para ambos senderos hasta llegar
bajo los “Tajos de Rando”, un cortado que queda a la derecha de nuestro camino.
Aquí se separan los dos senderos, el del río sigue en llano acompañando a éste
y el de la Encina comienza a ascender
rápidamente por la loma por su cara soleada pasando justo por debajo de los
mencionados tajos. No lo dudo ni un instante. Se por experiencias anteriores
que los días fríos sin aire hay que ascender para ganar a la vez que altura
temperatura. El aire frío pesa más que el caliente por lo que se acumula a ras
del terreno y hasta que el sol no le llega se mantienen las bajas temperaturas.
No me equivoco y en cuanto
empiezo a ganar altura la temperatura se suaviza notablemente. Tras casi una
hora de recorrido por este sendero comienzo a tener problemas para seguirlo ya
que cada vez aparece menos marcado, hasta acabar desapareciendo entre la maleza
con lo que soy incapaz de seguirlo, para ser asertivo diré que el sendero me ha
abandonado. Mientras ascendía divisé otro que discurría por la loma de
enfrente, en umbría. Me descuelgo hasta el barranco para enlazar con el
entrevisto y tras algunas penalidades lo consigo.
Continúo la subida por el nuevo
hasta que tras un buen rato de caminata llego a lo alto de un otero en que
vuelve a desaparecer: dos veces en el mismo día es demasiado. Aquí caben dos opciones,
dependiendo de la hora, el cansancio y el estado en que esté. Una volver sin
pensar nada más: retroceder; otra poner una señal donde pierdo el sendero y
comenzar a trazar un círculo de diez o quince metros intentando encontrarlo de
nuevo. Si no es efectiva la búsqueda ampliar un poco el círculo hasta
encontrarlo o desistir.
Hoy a mi no me ha resultado por
lo que he decidió retroceder. Tras descender por el segundo sendero encontrado
he llegado al río Bacal, por lo que he aprovechado para intentar hacer el
segundo recorrido. Si bien es un poco tarde, ya que he perdido mucho tiempo en
los anteriores intentos, creo que podré terminarlo.
Es este recorrido un auténtico
acompañamiento del curso del río, ya que apenas llega a separarse una veintena
de metros de su cauce durante todo el recorrido. Bien marcado al principio y
con algunos postes verticales indicadores, no impide que tenga que estar muy
atento porque la vegetación en las riberas del río es muy abundante y tupida lo
que favorece que los diferentes ramales que abren a través de ella los animales
me llevan a engaño frecuentemente. Si a esto añadimos que hay que cambiar de
orilla más de veinte veces durante el recorrido, os podéis hacer una idea de la
problemática.
Los indicadores son escasos y los
ramales falsos múltiples, esto hace que varios intentos sean frustrados, lo que
conlleva el retroceder frecuentemente hasta encontrar el paso adecuado. El rio
no lleva excesivo cauce por lo que su frecuente cruce no supone excesivo
problema. La mayoría de los cambios de orilla son obligados por el propio
trazado, ya que discurre por el mismo cauce del rio y no siempre hay suficiente
sitio entre éste y las paredes que lo delimitan o la vegetación (espinosa en su
mayoría) que lo acompaña. Otros son debidos a mis errores, inevitables por otro
lado, ya que es sumamente difícil determinar qué paso es el correcto ya que la
visibilidad del sendero a más de tres o cuatro metros es nula.
Tras el enésimo cruce desemboca
el estrecho sendero en una estrecha pista que se agradece, para poco después
desembocar en un amplio descampado junto a un dique de retención para frenar el
arrastre de las aguas. Justo en esta intersección me llama la atención por su
singularidad la existencia de un bosquete de eucaliptus en la margen derecha,
son los únicos ejemplares que he divisado en todo el recorrido. Poco después
cruzo perpendicularmente otra pista forestal, ésta con evidente uso de
vehículos, siguiendo en mi empeño de llegar a los nacimientos del río que no
deben estar lejos, ya que el caudal va mermando visiblemente conforme asciendo
por su cauce.
Llega un momento en que el
pedregoso carril se divorcia del cauce del rio y serpenteando asciende por la
loma de forma decidida hacia el Cortijo Corzola, aprovecho para apuntarme a la
deserción y decido darme media vuelta. La hora es avanzada, todavía no he
comido y el cansancio ya se deja notar. De nuevo en el dique aprovecho para
sentarme un rato, junto al río y comer a la vez que descanso. Por experiencia
se que los senderos que dan problemas en su seguimiento, uno de sus sentidos es
bastante peor que el otro, y no sé si en la ida he hecho el malo o el menos
malo. Irremediablemente lo descubriré en cuanto me ponga en marcha de nuevo.
Con el estómago más lleno y las
piernas recuperadas se afrontan las cosas con otra filosofía. Consciente de que
no me separan del área recreativa más de dos horas o como sumo tres, he
decidido tomármelo con calma. Ahora todo el recorrido es soleado por lo que la
temperatura debe rondar los diez grados, buena para caminar con la sudadera
todavía puesta temiendo los múltiples arañazos que la maleza está dispuesta a
regalarme a la menor equivocación. Y las hay, es el regreso bastante más
difícil que la ida o al menos a mi me ha costado bastante más errores. Estos
los cometo en su totalidad a la hora de decidir dónde atravesar el cauce.
Descubro que me he equivocado cuando me encuentro en medio de un zarzal sin
salida. Tras cada intento fallido hay que retroceder para buscar el sitio
exacto a fin de encontrar el sendero en la orilla opuesta y os puedo asegurar
que no me ha resultado nada fácil.
Al final todo llega y de nuevo el
sendero se convierte en pista para ya sin
“estrés” caminar hasta regresar de nuevo al área recreativa. Esta mañana
no me demoré, debido al frío, prácticamente nada en ella, así que ahora me
dedico a leer toda la información vertical de los distintos paneles y recorrer
los distintos servicios de que dispone. Como es habitual, por desgracia en
muchos sitios públicos y ésta es una de las áreas mejor dotadas de servicios
que yo he visitado, en las duchas con que cuenta la zona faltan las salidas de
agua, o las han retirado o simplemente alguien se las ha llevado; las pilas
para lavar la vajilla están todas obstruidas e incluso a muchas de las
barbacoas les faltan elementos de las parrillas.
El espacio es una amplísima
explanada de pradera salpicada de majestuosos pinos que alcancen quizás algunos
de ellos los veinte metros. Por esta zona abundaban los pinos resineros,
actividad principal ésta de la sangría de los pinos, al igual que en Fornes, a
la que se dedicaban muchos residentes de estos pueblos durante buena parte del
pasado siglo, mostrando algunos ejemplares, los que sobrevivieron al incendio,
las heridas sufridas para su sangría y no es inusual aún ver restos de los
potes de barro usados para almacenar la “savia robada”.
Sólo queda recorrer los
kilómetros que me separan de Granada de forma tranquila ya que soy consciente
de que después de una jornada de caminata los reflejos se ralentizan y la
laxitud que invade el cuerpo propia del cansancio, una vez terminado el
ejercicio hacen que se tenga que intensificar la atención en la conducción o,
como es mi caso, tomármelo con calma ya que ahora no es el momento de “ganar
tiempo”.
No recomiendo hacer este sendero
por su alta dificultad en seguirlo dada la abundante vegetación que lo obstruye
en numerosos puntos y debido a que corrimientos y avenidas han hecho
desaparecer numerosos hitos verticales que lo marcaban, lo que hace muy engorrosa
la orientación a pesar de que todo el recorrido está trazado junto al
cauce. Me consta, por comentarios de uno de los técnicos del Parque, que se está
estudiando la posibilidad de abrir un nuevo itinerario más alto, a media loma, para
evitar la maleza, los corrimientos y el que los meandros se lleven trozos del sendero, pero eso por ahora es sólo un proyecto y
los tiempos no favorecen este tipo de inversiones económicas. Si a pesar de
todo hay algún aventurero que se anime, basta que se lo tome con paciencia pues
el recorrido es muy ameno en cuanto a sombra, abundancia de agua y suavidad en su recorrido, sólo
protegerse la piel por los seguros arañazos con que nos regalará la vegetación.
Y pensad que si yo lo he hecho….
Recordatorio: en nuestras salidas al
campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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