lunes, 31 de octubre de 2011

Colores Otoñales (Dehesa de Camarate) (Sierra Nevada - Granada)

Entrada llamativa de una finca junto a la que pasamos.

El inicio del camino ya nos anticipa algo de lo que nos encontraremos.

Los frutos de los rosales silvestres no comestibles, cuyo nombre popular es muy expresivo: "tapaculos".

Certeza de que estamos donde queríamos.

Construcción que nos encontramos nada mas traspasar la puerta de la dehesa.

Inquilino número 1684 atento a nuestros movimientos.

El camino a seguir no puede estar más claro.

Al poco de comenzar la subida las paradas son inevitables para apreciar el entorno.

La vegetación muestra un amplio abanico de tonalidades.

Coincidimos muchos visitantes en Camarate.

Las nubes bajas casi llegaron a estropear el día.

El goloso fruto de las encinas atraía a las cabras y vacas.

Cualquier sitio es aprovechado por las encinas para asentarse.



Miremos a donde miremos la gama de colores es amplia.

Cortijo de Camarate dedicado a la ganadería.

El sol aprovechando un descuido de las nubes para dejarse ver.

Y luego dicen que no hay árboles rojos???

El tentadero ubicado en la parte más alta de la Dehesa.

Junto al tentadero hay unos cuantos guindos bastantes grandes.

Hasta el suelo presumía de colorido.

En algún momento la niebla se empeñaba en echarnos.

Pequeño puente para atravesar el río por la pista.

Desde una de las curvas de la pista: mirando barranco arriba.

Los frutillos del maholeto permanecen bastante después de caerse las hojas.

A escasos kilómetros el paisaje es diametralmente distinto.





COLORES OTOÑALES

Fecha: 29-10-2011           
Rangos de temperatura: de 8’5ºC a 14ºC

El cambio de clima tan brusco que hemos sufrido este otoño pasando de casi  los treinta grados a los doce o catorce en apenas un par de semanas, se ha notado también en los árboles que han comenzado a tirar las hojas sin apenas haberle dado tiempo a que cambiaran de color. Así nos encontramos en Granada con las enormes hojas del Castaño de Indias caídas en el suelo con un verde intenso y apenas festoneadas por unos finos ribetes pardos.

Esto aceleró la decisión de visitar la Dehesa de Camarate este último fin de semana de octubre, porque estaba casi seguro que si lo demoraba un poco más iba a perder toda la gama de colores que se producen en este espacio tan privilegiado de Sierra Nevada. Parece ser que otros muchos amantes de la naturaleza y de la belleza del paraje han pensado igual que yo por lo que hoy el recorrido estaba profusamente visitado.

Animados también a formalizar la visita lo antes posible por las previsiones del tiempo que pronosticaban para el día siguiente, domingo, un posible empeoramiento del tiempo. El día de todas formas no ha sido el ideal para apreciar los distintos colores y su amplia gama de tonos, ya que las nubes no han dejado que el sol sacara las mejores facetas de las hojas. Aunque cuando salimos de Granada el cielo mostraba nítidamente las estrellas, ya al atravesar el Puerto de la Mora comenzaron las nubes a hacer acto de presencia, por Diezma ya cubrían una amplia franja del horizonte y en Purullena se veían claramente asentadas en las faldas de la sierra, precisamente en la zona a visitar.  

Así ha transcurrido todo el día. Nublado con algunos ratos en que las nubes ascendían por las laderas subiendo algo de cota, dejando ver algo más de horizonte y otros bajando hasta cubrir los bosques e incluso sugerir que no merecía la pena ascender hasta el tentadero por estar cubierto con una densa niebla. Al final, después de un receso para tomarnos un bocadillo se ha abierto algún claro e incluso el sol aprovechando la oportunidad ha hecho acto de presencia, tras ascender algo las nubes animándonos a terminar el recorrido, para volver a bajar casi enseguida y ya con la firma intención de no dar más treguas.

Como alabé tanto en casa el año pasado, después de mi primera visita el paraje, tanto el lugar por la grata impresión que me había causado, como la amplia gama de colores que el bosque despliega en estas épocas, desperté intereses en mis allegados por visitarlo, por lo que hemos tenido apuntada la visita en el calendario durante todo un año, así que cuando ha llegado este otoño, desde hace muchos días estaba programada y prevista la visita para este sábado, al objeto de que mi mujer pudiera acompañarme.Así el día no podía ser más completo, el paraje, la temperatura y la compañía hacían una tríada envidiable. Sólo ha faltado a la cita la presencia del sol para destacar todo el colorido del bosque.

La Dehesa de Camarate, como ya comenté en una entrada del blog en octubre de 2010, es una isla en el conjunto del Parque Nacional de Sierra Nevada por su ubicación, ya que ocupa un barranco con humedad permanente situado en la cara norte de las estribaciones de Sierra Nevada por encima del pueblo de Lugros, no en vano es el nacimiento y curso del río Alhama; otro de los factores a tener en cuenta es que precisamente el hecho de haber sido una dehesa privada dedicada a la cría de toros durante muchos años, ha hecho que se conserve el bosque autóctono, salpicado de amplios prados, mayoritariamente de encinas y robles, aunque no faltan los arces, guindos, quejigos, serbales, etc…, siendo estos últimos los que dan mayor colorido aportando a los bosques sus tonos rojizos.

En un recorrido de apenas 10 kilómetros en línea recta se da uno de los contrastes más fuertes quizás de toda España, tanto en clima como en vegetación. Pasamos del clima  semi-desértico de los alrededores de Guadix (hemos podido ver los badlands o tierras baldías, en Purullena, el propio Guadix y todos sus alrededores), al bosque húmedo que disfrutamos en Camarate (con necesidades hídricas cercanas a los 2.000 litros  anuales) y de alta montaña por encima de estos barrancos ya en los Lavaderos de la Reina o el Picón de Jérez, con altitudes que soprepasan los tres mil metros.

Comenzamos el recorrido disfrutando de las múltiples alamedas que bordean el río Alhama en el carril que nos acerca a la entrada de la Dehesa. Nace el carril (*), un poco antes de llegar al pueblo de Lugros (1.244 m), para tras dejar a la derecha una ostentosa puerta de una finca adornada con dos ciervos en actitud de enfrentamiento, acercarse al río Alhama y acompañarlo hasta la misma entrada de la Dehesa. Todo este recorrido orillado por el río a un lado del que nos separan las abundantes zarzas, maholetos y rosales silvestres que hacen  réplica a las encinas que ascienden por la pendiente al otro lado del carril, el terreno húmedo de las lluvias de estos días presente en la vegetación a nuestro paso que casi chorrea agua todavía, ya es un anticipo de lo que va a venir.

Tras la puerta de acceso, el carril se transforma en una pista con los pasos de las ruedas de los vehículos empedradas, lo que consige que el paso de los pocos vehículos autorizados no degraden la pista haciendo rodadas que más tarde el agua de las lluvias se encargaría de aumentar, comienza a ascender enseguida para salvar los escasos seiscientos metros de altura hasta llegar al Tentadero que corona la finca. Algo más abajo hemos dejado un desvío que enlaza con el Cortijo Camarate dedicado, como no, a la ganadería, ubicado a medio camino entre dos barrancos que compiten en colorido.

Por encima del Tentadero se prolonga la pista ladera arriba para a la vez que asciende ir perdiendo prestancia como carril. Las rodadas empedradas ya las dejamos atrás y el agua ha ido deteriorándola bastante, mucho más patente en las zonas de más cuesta, aunque no llega a convertirde en sendero en ningún momento hasta llegar a una estación metereológica, despues de atravesar unos prados ya sin la voluptuosidad de los bosques mas bajos, muy concurridos por las vacas. Junto a la caseta meteológica arranca una vereda, bien marcada que se dirige loma arriba y nos llevaría de seguirla a los Lavaderos de la Reina y refugio de Peña Partida. En el otro sentido, dirección noreste sigue la estrecha pista muy deteriorada, que sin apenas subida va siguiendo el trazado de la loma y nos acercaría al Refugio Postrero Alto. Desde este punto (la caseta) optemos por cualquiera de los dos variantes recorremos sendero Sulayr (tramo 17).

Dado que es la segunda vez que menciono este paraje y que hay información sobrada en los diversos medios, me voy a limitar a colgar las fotos para recuerdo de los que lo hayan visitado y animar a los demás a escaparse para una visita en cuanto puedan.


(*). Para facilitar el acceso a los que lo desconozcan. Desde Granada tomar la autovía dirección Almería-Murcia. Desviarse un poco antes de llegar a Guadix hacia Purullena y justo en medio del pueblo tomar un desvío a derechas que anuncia Beas de Guadix. Tras unos cientos de metros, justo después del puente del río, arranca el desvío, a la izquierda, que nos acerca a Beas, Polícar y Lugros, por ese orden. Unos cientos de metros antes de llegar a Lugros y ya con éste a la vista, a derechas junto a una caseta transformadora de luz, arranca un carril que bordeando unos rediles de ganado, claramente visible por los abundantes excrementos que lo invaden, nos acerca hasta la puerta de la Dehesa  (el carríl está a tramos en bastante mal estado). Para los esforzados seguir un poco más adelante y en una curva cerrada, siempre antes de llegar al pueblo, junto a un antiguo molino-cortijo aparcar, porque desde ahí arranca un sendero, señalizado, que llaneando junto a una acequia nos llevará hasta el río Alhama y el carril de acceso a  Camarate.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Refugio Ventura desde Lanjarón (Sierra Nevada - Granada)

Desgraciadamente casi todo está quemado.

Por el camino me encuentro algunas pequeñas brujas.

Uno de los pocos cortijos habitados.

Estampa demasiado frecuente en el recorrido de hoy.

Casa Forestal Tello, origen y final de etapas del Sulayr.

Panorámica barranco abajo desde Tello.

El río Lanjarón hoy sin cascada junto al puente.

Esqueleto de una gran secuoya.

Lo que fue un extenso bosque ha quedado reducido casi a ejemplares sueltos.

Acercándome al refugio  Ventura, ubicado entre dos islas verdes.

Refugio Ventura en estado ruinoso.

Panorámica desgraciadamente frecuente hoy.

La pista de acceso junto al observatorio meteoróligico.

Las "rascaviejas" invaden gran parte del espacio quemado.

Helipuerto y balsa habilitados para atajar los incendios.

Entrando a Lanjarón, todavía de noche.



Fecha: 19-10-2011
M.I.D.E.:2,2,3,4
Duración: 9’45h (40.985p.)
Desnivel en subida: 1.600 metros
Rangos de temperatura: de 12’5ºC a 23ºC


Voy a repetir, al menos en las dos primeras horas de caminata, el recorrido descrito la pasada semana, por lo que no me extenderé con demasiadas explicaciones. El punto de salida es el mismo Lanjarón pueblo, un poco después de la gasolinera. Hoy he aparcado frente a la misma, a la puerta de un bar, donde he encontrado un sitio libre. No es mal sitio ya que se reúne mucha gente para tomarse el café antes de salir para sus destinos, al menos a las ocho menos algo, siempre hay movimiento.

Lanjarón (650 m) está a 45 km de Granada por la carretera de la costa, una vez pasado el Valle de Lecrín hay que coger un desvío debidamente señalizado y tras cinco kilómetros de carretera bastante estrecha y con algunas curvas malintencionadas llegar al pueblo. Hay que atravesarlo entero y ya a la salida nos encontramos la gasolinera mencionada que nos va a indicar que busquemos aparcamiento. Elegir bien el sitio es importante, ya que va a estar muchas horas el coche quieto y en caso de que moleste es probable que no lo encontremos a la vuelta.

Hoy he llegado un poco más temprano, unos minutos antes de las ocho. Era prácticamente de noche todavía, pero mientras he preparado mis cosas y recorrido los metros que me separaban de la Fuente “Hoyo del Grillo” donde comienza la ascensión, ayudado por la luz de la luna, no me ha costado empezar a caminar. Enseguida a empezado a clarear y el sendero se ha hecho diáfano.

Para que os podáis hacer una idea de los tiempos, al final os haré el relato de recorridos que he hecho durante la jornada para que os sirva de referencia. Sólo son válidos los de subida, ya que a la bajada me he demorado sobremanera charlando con los integrantes de las brigadas que están trabajando en los alrededores de Tello y un poco más visitando algún cortijo que me ha llamado la atención y recogiendo algunas castañas del camino.

Una vez llegado al cortijo “Los Pilones” el sendero cambia de dirección. Hasta ahora caminábamos en subida por la Loma de Cáñar, a partir de ahora nos dirigimos hacia el río Lanjarón para cruzarlo por un puente y retomar la subida por la Loma de Lanjarón. Además concurre otra circunstancia también junto al cortijo, a partir de este punto compartimos camino con el sendero Sulayr hasta la Casa Forestal “Tello”, donde divergen de nuevo los dos senderos. El Sulayr se dirige hacia el sur, para bordeando la loma, buscar la Rinconada de Nigüelas y el nuestro sigue en ascenso por la loma con destino al Refugio Ventura.

Una vez cruzado el río se retoma el ascenso hasta llegar a “Tello” (1.500 m). Hoy no hay cascada sobre el rio. La cascada se da cuando por reparaciones en la acequia se deja caer el agua al río. Tello es una casa forestal que sirvió como base de experimentación para la aclimatación de diversas especies de árboles. Llegaron a sembrar una multitud de especies para constatar cual o cuales de ellas se aclimataban mejor a las posibles zonas de repoblación. Desgraciadamente hace unos años dos irresponsables pegaron fuego en la zona y se quemaron varios miles de hectáreas, algunas de ellas correspondientes al Parque Nacional, parte de las cuales voy a recorrer yo hoy.

A partir de Tello los senderos han desaparecido por varias razones: una el poco uso que los excursionistas hacemos de ellos ya que no es un recorrido demasiado frecuentado; por otro toda la zona incendiada la han copado las “rascaviejas” (adenocarpus decorticans). Según me han informado hoy es una planta arbustiva que puede alcanzar hasta los tres metros de altura entre las cotas (1.000-2.000 m.), en ambiente húmedo o subhúmedo y suelos silíceos; se expande rápidamente por suelos quemados, ocupando todo el espacio e impidiendo que proliferen otras especies. Es un endemismo del norte de África y el sur peninsular.

Una de las tereas que tienen asignadas las brigadas es la limpieza de grandes extensiones para dejar que crezcan los cedros y encinas que de otra forma se verían ahogadas, ya que su crecimiento es mucho más lento. Por otro lado, a pregunta mía, me han confirmado que no tienen en su agenda de tareas el recuperar los senderos de Tello hasta Ventura, que es el tramo que está totalmente perdido.

Para la ascensión he tenido que seguir el carril que da servicio a la casa forestal hasta bastante arriba. Primero desviarme por un ramal a la izquierda para más adelante tomar otro a la derecha que tras pasar junto a una estación metereológica acabar desapareciendo, no sin antes dar inicio a un sendero que me llevará tras otro buen rato de subida hasta el Refugio Ventura (2.250 m). Se puede acortar algo del curveo incesante de la pista tomando, un poco antes del helipuerto, un arrastradero de troncos, bien marcado, pero con una pendiente a tramos endiablada, ahorrando unos cientos de metros de carril a costa de subir de manera brusca.

El Refugio Ventura, enclavado entre dos isletas de pinos, salvados de la extensa quema, está en ruinas. Tanto es así que han adecentado una oquedad adyacente, con lecho de yerba para pasar las noches ya que el propio refugio ofrece pocas garantías. Me ha costado demasiado recorrer el último tramo por las molestias plantares que han vuelto a hacer acto de presencia y porque hoy no estaba especialmente en forma. Así que he decidido no seguir subiendo, como había previsto en el planteamiento inicial, ya que mi intención era llegar a la Laguna del Caballo (2.850 m). Tras un rato de recuperación y observación del entorno mientas comía algo, he optado por iniciar la bajada.

En Tello me he parado a charlar con el encargado de las brigadas que están trabajando en el lugar y me ha hecho algunas observaciones clarificadoras. Siempre que puedo, o bien porque el tiempo me lo permite, o porque me encuentre con las personas adecuadas, en mis salidas suelo charlar con los profesionales que están trabajando en el entorno de Sierra Nevada, bien haciendo labores de mantenimiento, bien reconstruyendo estructuras o incluso haciéndolas nuevas. Aprovecho su experiencia para informarme sobre aspectos que desconozco. Generalmente son gente muy agradable a los que le interesa difundir el trabajo que se realiza en el Parque.

Una de ellas, a pregunta mía sobre la posible repoblación del Castañar, me ha indicado que se ha hecho, al menos en parte, pero que al ser terrenos privados y los dueños no regar los plantones, ha sido tiempo y trabajo perdido, apenas si suben los dueños de los mismos o bien por edad o bien por desinterés, mostrándose casi todas las parcelas en estado de abandono total. Por otro lado me ha hecho notar que antiguamente se hacían los viveros junto a los terrenos a repoblar, con lo que la aclimatación era óptima y los plantones después de dos o tres años agarraban en un porcentaje alto. Ahora los plantones se crían en viveros ubicados a cotas más bajas, en macetas con sustrato y riego frecuente, lo que hace que cuando se trasplanten, al menor contratiempo, falta de lluvia o clima algo más riguroso, mueran. Ha mencionado un dato: una repoblación donde agarren el 30% de los plantones es un absoluto éxito.

Tras el amplio rato de charla y llegada la hora de la partida, la suya y la mía he proseguido la bajada hasta la Casa Forestal que no conocía por lo que he merodeado por los alrededores antes de seguir camino hacia abajo. Me ha llamado la atención poderosamente el esbelto esqueleto de una  alta secuoya a las puertas de la casa, sólo queda el tronco y las ramas desnudas, testimonio, uno más, del pavoroso incendio que arrasó la zona hace unos años. Lo que queda de bajada es el mismo recorrido, tanto hecho a la subida y coincidente con el descrito la semana pasada.

Una vez abajo he aprovechado la Fuente “Hoyo del Grillo” para beber y refrescarme un poco antes de subir al coche y emprender la vuelta. Y como lo prometido es deuda, os reflejo el tiempo que he tardado en subir al refugio.



Fuente “Hoyo del Grillo”      7’45 h.

Castañar Patatún                    8’45 h.

Casa Forestal Tello                9’40 h.

Refugio Ventura                   11’35 h.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Loma de Cáñar desde Lanjarón (Sierra Nevada - Granada)

Fuente "Hoyo del Grillo" donde comienzo la andadura.

La mayoría de los cortijos del recorrido están en este estado.

La Loma de Cáñar por la que he subido hoy.

Uno de los manantiales con los que me he encontrado por el camino.

Se alternan los troncos quemados con algunos castaños que sobrevivieron.

El sendero atraviesa la Acequia Mezquerina.

Sólo preocupados de retozar y jugar lejos de los adultos.

Es desconsolador ver estos esqueletos.

La loma de Lanjarón si está ocupada por cortijos habitados.

Gente extrovertida expresando sentimientos.

El río Lanjarón por debajo del cortijo Tello

Puente por el que el sendero cruza el río.

Atractiva cascada junto al puente y sendero.



Fecha: 13-10-2011
M.I.D.E.:2,2,3,4
Duración: 7’30 horas (36.850p.)
Desnivel en subida: 1.346 metros
Rangos de temperatura: de 18ºC a 29ºC


Lanjarón es un pueblo granadino que hace de puerta a una de las comarcas más emblemáticas de Sierra Nevada: La Alpujarra. Sobradamente conocido por sus balnearios y la explotación de aguas embotelladas que llevan su nombre provenientes mediante manantiales y filtraciones desde las altas cumbres de Sierra Nevada, a casi los tres mil metros de altura. Aquí nace el río Lanjarón, un poco por debajo del Refugio Elorrieta (3.185 m.) en la Laguna del mismo nombre.

Una vez pasado el pueblo, en una pronunciada curva a derechas (justo después de cruzar el río), nace un carril que discurre paralelo al mismo. Aquí arranca el sendero que durante el primer tercio del recorrido va a ascender en todo momento por la margen izquierda hasta poco antes de la Casa Forestal Tello (1.500 m) para a partir de ese momento cruzarlo por un puente, cambiando de márgen continuar la ascensión hasta el Refugio Ventrura (2.250 m), la Laguna del Caballo y terminar en la cima del propio Cerro (3.005 m).

La mayoría de los senderos de esta zona se elaboraron en las décadas segunda y tercera del siglo pasado con el objetivo de facilitar el acceso para la repoblación de las laderas que ascienden hasta el Caballo. Dada la fuerte pendiente que ostentan los barrancos que bajan de la sierra, las correntías producidas por las tormentas ocasionaban grandes daños a los cultivos y cortijos colindantes. Se quería mediante labores de repoblación a ser posible eliminar o en su defecto minimizar las consecuencias de dichas tormentas.

Como labor pareja a la repoblación forestal se construyó una red de refugios forestales a distintas cotas con el objeto de dar cobijo durante la época de deshielo al personal más o menos estable que cuidaba los viveros que se establecieron en sus alrededores, ocupándose de su riego. Hoy día la red de refugios del valle del río Lanjarón están casi todos en ruinas o cerrados por peligro de derrumbe. El propio “Ventura”, en ruinas (ubicado en la Loma Lanjarón y el de menor cota: 2.250m), el del “Caballo”, único usable (2.860m., junto a la laguna), Refugio “Peñon Colorao” clausurado con tapiales en puertas y ventanas (2.840m., junto al rio) y el más alto Refugio del “Elorrieta” (3.187m., aunque se puede pecnostar en él no deja de estar totalmente en ruinas). Ya en la Loma de Cáñar aparece un pequeño refugio (2.800m., también en ruinas): Refugio Forestal “Loma de Cañar”. De todos ellos sólo el del Caballo está en condiciones de ser utilizado y creo que no por mucho tiempo si no lo cuidamos cerrando la puerta cuando lo abandonamos, al entrar la nieve en su interior si la temperatura sube de los 0º, nos podemos encontrar un gran charco en el suelo, inhabilitándolo para su uso.

El sendero de subida nace junto a la Fuente “Hoyo del Grillo”, tras unos metros de carril asfaltado, a la derecha arranca el sendero que voy a seguir hoy. Aunque la primera pretensión era intentar subir al Caballo, diferentes circunstancias me lo han impedido: cierto despiste por mi parte y alguna molestia en la planta del pie izquierdo.

Me ha llamado la atención durante la primera media hora de subida, aparte del desnivel salvaje que afronto, dándome a entender el recorrido que hoy no va a hacer concesiones, el olor penetrante y empalagoso que llenaba todo el espacio. Este tramo está plagado de chumberas y el fruto, no recogido, está tirado por todo el sendero, caído de puro maduro y trabajado por el sol fuerte de estos días acaba llenando el ambiente de un característico olor a fruta pasada.

Cuando acaban las chumberas atravieso un tramo de olivos, sembrados en terrazas que en su día fueron cultivos, hoy totalmente abandonados, cubiertos de broza tan alta como los propios troncos de los árboles. En general todas las “paratas” que en su día seguro que fueron mimadas y regadas con las abundantes fuentes del recorrido, así como la mayoría de los viejos cortijos que jalonan todo el recorrido, están en estado de abandono los primeros y en estado ruinoso la inmensa mayoría de los segundos.

Acabadas las antiguas paratas de cultivo me introduzco en lo que debió ser un magnífico castañar, “Castañar de Patatún”, lugar ideal para hacer un alto en el camino y saborear en su fresca fuente aneja (Matamarquez) unos tragos de refrescante agua. El bosque, actualmente diezmado por el fuego, lo que hace que se vean muchos más troncos caídos o esqueletos quemados que en pie y verdes, aunque éstos últimos aun tienen energía para dar fruto y de ello me he aprovechado yo durante la bajada, para ir recogiendo las castañas más tempranas que han ido dejando caer a lo largo del sendero.

Aunque actualmente no tiene el castaño la importancia que hace años, no deja de ser una realidad que su madera se ha usado tradicionalmente para las vigas de las casas, por su dureza y resistencia, así como en la chimenea por su gran rendimiento calórico, sin olvidar también la fabricación de muebles y su fruto ha sacado de más de un apuro a los habitantes de la Alpujarra en momentos de escasez. Algunos de los ejemplares son más que centenarios dado el volumen de sus troncos.

Un poco más arriba me encuentro y cruzo la acequia Mezquerina, con gran caída y volumen de agua que va dando riego a multitud de cortijos loma abajo. A primera vista pareciera que la acequia sirve de límite a lo que fue el grueso del castañar y no es de extrañar dado que sus filtraciones refrescan el terreno por debajo de ella, ya que por encima empiezan a ralear los mismos y a alternarse con encinas, primero en isletas para más tarde dar paso a ejemplares aislados hasta terminar desapareciendo. Junto a los cortijos es  frecuente ver también nogales.

Ayer estuve revisando algunas referencias sobre el recorrido en internet. No os creáis todo los que ahí se dice, yo lo he hecho y me ha gastado una mala pasada. Las referencias situaban el cortijo “Los Pilones” (con un perro muy ladrador), como indicación para variar de dirección y cruzar el río, a dos horas y media o tres del pueblo. He tardado en llegar menos de dos horas, por lo que he creído que el cruce del río estaba más alto y he seguido subiendo. Cuando me he dado cuenta ya era tarde para rectificar, así que he aprovechado para visitar hasta bien arriba la loma de Cáñar, siguiendo primero un sendero, denominado según algún antiguo letrero que aun se mantiene junto a la acequia Rastabejar y en el que aparece rotulado  “Sendero Real de Lanjarón”, para más tarde recorrer un carril, siempre en ascenso hasta casi perderse poco más arriba de un bosquete de pinos y cedros, donde he decidido volverme.

Ya durante la bajada he visitado algunos cortijos de la zona, con clara apariencia de ser visitados por sus dueños al menos esporádicamente por lo que presentan buen aspecto aunque no he coincidido con sus propietarios durante mi visita. En uno de ellos me he parado para comer aprovechando un magnífico porche ensombrado por nogales que casi se ha convertido en el cortijo de mis sueños, no porque me gustara tener uno así, sino porque después del bocadillo casi me duermo en él. Me ha espabilado el fresco que he empezado a sentir ya que por su posición hacía correr una fresca brisa incompatible con mi camiseta sudada.

Una vez retomado el descenso y para corregir el despiste cometido en la subida, me he molestado en buscar el tramo de sendero obviado en el ascenso y una vez encontrado, lo he recorrido bajando por él hasta el río, que lo cruza por un viejo puente de piedra con balaustrada nueva de madera junto a una bonita y ruidosa cascada, para enseguida retomar de nuevo la subida hacia la Casa Forestal de Tello. Una vez asegurado el camino correcto para otro día, he terminado de bajar hasta el pueblo sin prisas, con múltiples demoras para recoger el generoso fruto de los castaños esparcido a lo largo de casi todo el recorrido, a la vez que curioseaba el trabajo de una cuadrilla en la loma de enfrente, servida por un helicóptero, que en repetidos viajes, le suministraba el hormigón, hasta que así entretenido entre la recogida del fruto y la curiosidad por el trabajo ajeno ir acercándome al pueblo.

Así pues, la subida hasta la Laguna y el Cerro del Caballo ha quedado pospuesta para otro día.