Embalse de Quentar.
Fecha:29-11-2012 Área
R. Aguas Blancas 8h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Bifurcación 9'30h
Duración:
7h (35.000p) Cerro Buenavita 10'45h.
Desnivel en subida: 600 metros Cantera Grava 12'30h.
Rangos de temperatura: -1ºC a10ºC. Área R. Aguas Blancas 14'00h.
Una
persona feliz es una persona que hace, que crea, que cambia, que se
mueve, y a la vez ese movimiento genera bienestar, satisfacción.
(Esteban Aguilar).
Allá
por julio de 2011 me animé a hacer una salida por la Sierra de
Huetor (remontando el río Aguas Blancas), para visitar la parte de
la derecha, la ubicada al este, separada ambas por la autovía que
prácticamente secciona el parque de noreste a suroeste.
La
parte este del Parque Natural Sierra de Huétor es bastante más
desconocida a la vez que más pequeña (alrededor de un tercio). Es
cierto que desde las instituciones la quieren resguardar del fuerte
impacto a que se ve sometida la otra mitad ya que por su cercanía a
Granada capital (apenas 20 kilómetros) es un destino habitual tanto
para los senderistas, familias que utilizan sus áreas recreativas,
como para los buscadores de setas.
Esta
protección se manifiesta en la inexistencia de senderos señalizados,
de los que no conozco ninguno y en el mismo sentido se han
manifestado las personas relacionadas con el Parque a las que he
consultado. Sólo la transitan infinidad de carriles, ampliados
últimamente por los trabajos en la zona, por lo que si no se tiene
un amplio conocimiento lo más probable es perderse.
Los
pinos, en algunos casos de más de veinte metros y el terreno
dificultan la orientación ya que apenas dejan ver unas decenas de
metros por delante de nosotros. Si a ello sumamos que las lomas son,
en su mayoría redondeadas, no presentando características propias
definitorias, nos podemos hacer una idea de la dificultad de
transitar por estos parajes dada la falta de hitos válidos para la
orientación.
Decido
entrar por la carretera de Quentar para una vez dejado atrás el
pantano del mismo nombre recorrer unos cinco kilómetros hasta tomar
un carril (a izquierdas) con el cartel de: “Área recreativa Aguas
Blancas”. Enseguida aparco el coche porque el carril está
fuertemente bacheado y éstos llenos de hielo. Tengo que hacer unos
dos kilómetros para llegar a la mitad alta del área recreativa,
junto al afloramiento de agua que da inicio a éste ramal del río
Aguas Blancas.
Junto
a este nacimiento y pegado a la valla metálica que lo salvaguardia
de los animales, arranca un sendero que entreví en mi anterior
acercamiento a la zona y que quedó a la espera de otra ocasión.
Discurre durante su primera hora por el fondo del barranco que
encauza el agua de lluvia, con paredes laterales que se acercan al
centenar de metros. En diez minutos aparecen dos casetas desde donde
arranca una conducción subterránea, imagino que para suministro.
Durante todo el recorrido el agua viaja subterránea.
Enseguida
nos encontramos con que tenemos que salvar un dique por la derecha
para proseguir nuestro camino. Unos minutos más tarde nos
encontramos otro, éste colmatado que lo único que retiene es un
verde prado, ya que los arrastres lo han cegado totalmente. El fondo
del barranco se mantiene buena parte del día en umbría lo que ayuda
a que se mantenga la nieve caída días pasados.
Por
aquí todavía se notan los estragos del gran incendio de 1994 que
calcinó unas 8.000 hectáreas (prácticamente la mitad afectaron a
la extensión del propio Parque). Hoy me voy a mover por zonas
afectadas por el incendio con islas que sobrevivieron y muestran
ejemplares de pino que ostentan gran tamaño, junto con otros que aun enseñan sus troncos en descomposición o calcinados.
Tras
una hora de caminar me encuentro con un carril, decido cogerlo por la
izquierda anotando mentalmente el otro ramal para andarlo durante un
rato a la vuelta si voy bien de tiempo. En suave ascenso va
caracoleando hasta llegar a una cantera de grava. Prosigo sin
detenerme con la intención de visitarla de regreso. Mientras recorro
el rodeo que el carril hace para salvar el tremendo socavón de la
cantera diviso al fondo y arriba (suroeste), coronando un cerro una
caseta de observación contra incendios.
Sabedor
de que estos observatorios están emplazados en sitios estratégicos
con amplias vistas, me encamino decididamente hacia él. El problema
es que no conozco nada de la zona y el acercamiento ha de ser
intuitivo. Por lo pronto sigo el carril ya que lleva la dirección
correcta. Pronto me deja en la estacada ya que comienza a bajar y no
es eso lo que yo estoy buscando, sino subir (Collado del Muchacho
1.505 m).
Retrocedo
y encuentro un pequeño sendero medio oculto por las espículas y los
restos de nieve que a falta de otro mejor me decido a recorrer. Lo
peor que me puede pasar es que no me lleve al destino elegido, pero a
eso he venido: a recorrer esta parte de sierra. Durante más de media
hora de serpentear por el senderillo, sin posibilidad de orientarme
visualmente ya que en ningún momento diviso la caseta a la que me
dirijo, bien tapada por la vegetación o por el propio desnivel de
las lomas que asciendo, acabo encontrármela de repente poco por
encima de mí: estoy en el Collado del Lobo (1.609) a mi derecha el
cero que soporta la caseta (1.675m.) a mi izquierda el cerro
Buenavista con su punto geodésico (1.664 m).
He
durado poco en su cima a pesar de los amplios panoramas que se
contemplaban porque el frio aire racheado me ha despedido rápidamente
al no poder entrar en la caseta ya que estaba cerrada. Desde arriba
he visto en otro cerro cercano los restos de unas edificaciones y
hacia ellas me he encaminado. Bajar, subir, para volver a bajar y
subir de nuevo: es lo que tienen las sierras. Las ruinas, algunos
muros, debían pertenecer a algún cortijo aunque junto a ellas había
otras estructuras que me han recordado y mucho a las trincheras de
otras zonas de esta sierra.
Ya
de regreso me he acercado a la cantera de grava, que están
intentando recuperar en parte mediante la siembra de pinos, si los
dejan prosperar los motoristas de fin de semana que la han acogido
como campo de prácticas para remontar las arenosas paredes laterales
con sus cabalgaduras, rompiendo las ramas de los pequeños plantones
sembrados.
Para
hacerme cabal idea de sus dimensiones la he recorrido apreciando
paredes verticales en algún sitio de más de 20 metros de altura.
Está formada por dos “hoyas” unidas por un desfiladero. Una vez
dentro se aprecia en toda su grandeza el gran bocado que le han
pegado a la montaña para la extracción de arena. Poco más adelante
hay otra cantera, ésta en servicio y alguna otra más divisada desde
la atalaya del Buenavista en las cercanías.
De
nuevo en la bifurcación y ya que iba bien de horario he decidido
recorrer durante una media hora el otro ramal del carril desechado
esta mañana. No me ha llamado la atención salvo el disfrute de
algunos de los ejemplares de pino más grandes que he divisado
durante todo el día. Aprovechar para comentar que están haciendo
labores de aclarado por estos bosques, por lo que permanecen muchos
de ellos allí donde han caído junto a sus tocones, a la espera de
ser retirados.
Recorrer
el cañón, esta vez de bajada hasta llegar de nuevo al área
recreativa Aguas Blancas para descender por el carril los dos
kilómetros que me separaban del coche. Iniciar el retorno con una
parada pendiente en la Fuente de los Trucheros, ya en la carretera
asfaltada, junto al cauce del río Aguas Blancas para beber y
rellenar la botella.
Aun
haré una parada más junto al pantano de Quentar para tomar algunas
fotografías, intentando captar los diferentes reflejos en el agua,
azul intenso en los sitios ensombrados o verde turquesa en los
soleados. El nivel del pantano está alrededor de un metro por debajo
de su nivel máximo y os puedo asegurar que el río Aguas Blancas
ayuda con un abundante caudal en que pueda subir ese último metro.
Aunque
he divisado diferentes ejemplares de cabra montés a lo largo de la
mañana, el hecho de moverme en los lindes o fuera del Parque hacen
que los animales sean más esquivos y no ha sido hasta las primeras
horas de la tarde cuando he podido fotografiar algunas de ellas. Un
precioso macho solitario con un pelaje en perfectas condiciones y una
tríada de curiosas hembras. Hoy tampoco han faltado a mi cita.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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Hermoso lugar, leí todo el testimonio, felicidades ojala un día llegar por ahí, saludos
ResponderEliminarHi, I dо belieѵе thiѕ is a gгeat ωeb sіtе.
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