En su día fue propiedad de una sola familia que fue vendiendo parcelas conforme las demandas turísticas o de segunda residencia se iban despertando en Murcia. |
Atardecer en La Manga. |
Puente de la Risa. Su estrechez y excesiva pendiente provoca ese pellizco en el estómago al quedarnos sin visión del suelo que en muchos se expresa con la típica risa nerviosa. |
Construcción que me llamó la atención por la profusión de terrazas en todos los niveles de la edificación. |
Alternan las zonas de casas residenciales con edificios de más de diez plantas dedicadas a apartamentos o establecimientos hoteleros. |
En uno de sus extremos está la población de Cabo de Palos; en el otro (ya en Alicante) las Salinas de San Pedro del Pinatar. |
Puesta de sol en el Mar Menor con la Isla del Barón a la izquierda. |
Estar entre "dos mares" despierta el interés por los deportes acuáticos. Hay varios puertos deportivos a lo largo de la cinta de arena de La Manga. |
Como el puerto principal está en el interior, para salir al Mar Mediterráneo se ha de usar este canal. |
Como el puente es también carretera, su altura no permite el paso de veleros con mástiles altos. |
Todas las horas pares, durante quince minutos se eleva el puente y los veleros cruzan en ambos sentidos. |
En el extremo alicantino de La Manga hay un conjunto de salinas (muchas en desuso) que sirven de refugio a multitud de aves acuáticas. |
Un laberinto de pasarelas facilitan el acceso a las playas, ya que es un espacio protegido. |
Torre donde se ubica el centro de interpretación y junto a ella una caseta para avistamientos. |
Hueco de escaleras de uno de los edificios de La Manga. |
La Manga (Murcia), 15 de mayo de 2018.
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