Río Genil justo antes de convertirse en "cola" del Pantano de Canales.
Fecha:19-11-2014 Río
Genil (Central Castañar) 8’00h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Área
descanso y Hoya Peña 9’00h.
Duración: 4h30’ (Circular) (11’8
km.) Hotel
Santa Cruz 9’30h.
Desnivel en subida: 610 metros Fuente
Perrancano 10’45h.
Rangos de temperatura: de 7’5ºC a los 19ºC Castillejo
11’00 – 11’30h.
Fuente
Perrancano 11’45h.
Río
Genil (Central Castañar) 12’30h.
Esta
ruta con el sugerente nombre de “Paso de los viajeros románticos”, que presentó
el propio ayuntamiento de Güejar Sierra en prensa el pasado 11 de octubre mediante una invitación a todos
aquellos -propios y foráneos- que quisieran conocer y reconocer el sendero
habilitado que arrancando desde abajo, junto al río Genil, en la cola del
pantano de Canales, se encarama por el "Castañar de Güejar" primero, para
dirigirse posteriormente hasta las inmediaciones del Hotel Santa Cruz, ascendiendo por lo
que tradicionalmente se ha conocido por los lugareños como “el Monte”.
En el pasado, lugar de recogida de leña (cotas 1.200-1.700), dada la gran
cantidad de encinas que ocupaban todo el terreno por encima de los terrenos bajos
dedicados al cultivo de nogales, castaños y cerezos, con espacios dedicados a
las hortalizas y hoy reducto de gran interés.
Es
un recorrido circular que no conozco y que hoy me he propuesto andar. Esta loma
enfrentada al pueblo de Güejar Sierra sustenta los dos primeros tramos del sendero, y podríamos afirmar que casi diseñado para admirar la estampa de la población siempre enfrentada. Hoy, ya que en
su día no me sumé a la invitación municipal, quiero remediar mi desconocimiento
dedicándole la jornada al completo. En caso de que el recorrido se me quede
algo corto intentaré sumarle algo más de distancia para convertirla en una de
las jornadas habituales mías.
Tras
atravesar buena parte de la población de Güejar, frente al edificio-casa cuartel de la guardia civil, arranca una estrecha carretera asfaltada que desciende hasta
el río Genil. Por ella bajo hasta alcanzar el puente junto a una pequeña
central eléctrica (Castañar). Antes de cruzar el puente aparco el coche y ya
andando he ido buscando los paneles anunciadores del principio del sendero.
Tras
cruzar el río hay que dejar la carretera que asciende hasta Haza Llana a la
izquierda y seguir unos centenares de metros un carril cementado (con canaladuras)
que nos acercará hasta el inicio del sendero. Junto a los paneles informativos
están el inicio y el final del recorrido, ya que es circular. En algún sitio he
leído alguna indicación de la conveniencia de hacerlo en el sentido de las
agujas del reloj, y yo acepto la sugerencia por puro desconocimiento.
Arranca
el sendero con fuerte pendiente recortando curvas de un carril que asciende
también por la loma para dar servicio a los numerosos cortijos que se asientan
en esta ladera. Estos primeros pasos recorren las lindes de fincas privadas, junto a muros de piedra delimitadores, hasta que una vez ganada altura, las parcelas privadas ceden el protagonismo al encinar, chaparras y majuelos. Lo que no cambia es la pendiente que
en algún tramo es agobiante.
Está
el recorrido dividido en cuatro tramos. Este primero me va a acercar hasta un
área de descanso, en la que han habilitado unas mesas y bancos junto a una
antigua balsa de riego (alberca de Hoya Peña), que hoy presumía de agua tanto a su entrada como en la
salida. Es un rincón cercano a un paredón rocoso, englobado dentro del encinar,
en donde lo único que sobra es la visión del tendido eléctrico que lleva
suministro al hotel ubicado más arriba. Las torretas metálicas que soportan los cables causan un fuerte y excesivo impacto visual.
Hasta
aquí y tras una hora de marcha he subido las dos terceras partes de toda la
ascensión del recorrido. Encima de mí ya diviso el edificio del hotel Santa
Cruz y punto señalado como finalización del segundo tramo. El sendero sigue
ascendiendo con el mismo ímpetu bajo pinar que apenas me deja ver el paisaje a mi
alrededor. Sí noto la cercanía de las construcciones por la cantidad de basuras y desechos que voy avistando junto al camino: sillas rotas, restos de tubos, escombros
constructivos, algunos utilizados incluso en los laterales del sendero.
Sorpresivamente
se abre el paisaje dejándome ver, tanto las construcciones como las cimas de
los montes colindantes, todos ellos caracterizados por sus crestas rocosas. El
panel informativo de final de este segundo tramo a la vez que inicio del
tercero ocupa un pequeño rellano junto a una de las esquinas (norte) del campo
de futbol del hotel. Una huérfana mesa con bancos completa el área. He alcanzado el
punto más alto del recorrido (1.500 metros), a partir de ahora sólo queda
descender.
Pero antes de iniciar el descenso, me
desvío hacia los bungalow esparcidos en las cercanías del edificio principal y
nominados todos ellos con nombres de frutales. Son construcciones de piedra
local con una sola planta y en su mayoría pareados. Destaca la gran chimenea de
la que presumen todos ellos. Algo más retirado el edificio principal del hotel acogiendo
el resto de los servicios.
Pero
el sendero gira hacia el oeste, huyendo de lo urbanizado, llaneando unos metros
para enseguida dejarse caer de forma abrupta por una preciosa, pronunciada y
larga escarihuela hasta alcanzar la parte mas profunda del Barranco de las Víboras. De sobra
conocido en su parte alta por atravesarlo la carretera de acceso a Sierra
Nevada, paso obligado hacia la estación de esquí. Barranco totalmente desconocido para
mí en su zona media y baja que adivino va a ser la que recorreré con ayuda de
este tramo de sendero.
Casi
abajo del todo, cerca del cauce del arroyo, avisto una gran piedra horadada
formando una “ventana”. Abandono la mochila y los bastones junto al sendero y hacia ella me dirijo para hacerle
algunas fotos. Este tipo de formas erosivas atraen, al menos en mí, la atención de forma permanente y dado que nuestras sierras son calcáreas, estas
curiosidades se suelen dar con cierta frecuencia. Una vez satisfecha mi
curiosidad regreso a la disciplina del sendero para terminar de bajar hasta el
fondo y centro del hermoso Barranco de las Víboras.
Un
generoso arroyo lo recorre hoy por lo que el sendero, tras cruzarlo, cambia de
márgen mientras lo acompaña perdiendo altura. El profundo y estrecho barranco
por donde discurre el arroyo obliga a éste a ascender en algunos tramos
separándose del cauce para volver poco después a su encuentro. En este juego de
acercamiento-alejamiento llego hasta una zona en que aparecen olivos a la vera
del sendero.
Dispersos
por la zona ya indican una actividad humana; si a ellos sumamos algunos nogales
y cerezos, vestigios de conducciones para el agua y algunos restos de negras mangueras plásticas esparcidas por doquier, los indicios se convierten en seguridades. Pero no
consigo avistar el cortijo ni sus ruinas. Lo que si encuentro es la “Fuente
Perrancano”, final de este tercer tramo. Aquí, junto a ella aparecen dos postes
indicadores señalando hacia la misma dirección con leyendas distintas:
Castillejo, Purche.
Subir al Purche no me atrae, pero hacerlo al Castillejo sí. Tras cruzar de nuevo el arroyo
asciendo por el sendero para encararme enseguida a un cerro donde ya diviso en
su cima las ruinas de las murallas del mencionado Castillejo. Una vez arriba constato que el
diminutivo despectivo no corresponde con la extensión e importancia que en su
día tuvo este emplazamiento defensivo que ocupó toda la cima de la colina y sus
muros se extendían aun por las laderas. Actualmente sólo puedo admirar algunas
escasas ruinas.
Cerca
y con continuidad física a esta cima se encuentra otra a la que me acerco por intuir
que ha de ofrecer buenas y amplias vistas sobre el pantano de Canales. Antes de
alcanzar la cima consigo avistar las primeras y únicas cabras de todo el día.
El ser este terreno de caza (por los muchos cartuchos vistos durante todo el
recorrido) estos ejemplares no me dan apenas tiempo de “dispararle” con la
cámara ya que se apresuran a poner mucha distancia y rápido entre ellas y yo.
Después
de regresar de nuevo al sendero original prosigo la bajada para completar el
recorrido circular. Todavía me detengo de nuevo ante otra piedra horadada por
la erosión que queda algo por debajo del camino. El sendero vuelve a vadear
parcelas privadas hasta desembocar de nuevo en el carril cementado que abandoné
al principio. Sólo tengo que recorrer unos centenares de metros y algunas
curvas para aparecer junto a los paneles informativos en los que me documenté
esta mañana, algo por encima de la cola del pantano.
Aun
me faltan unos centenares de metros para regresar junto al río Genil, a la vera de la central eléctrica donde, aprovechando un ensanchamiento de la carretera,
aparqué el coche hace unas horas. El regreso decido hacerlo ascendiendo por la
carretera de Haza Llana hasta el centro de interpretación del Dornajo, ya en la
carretera de acceso a la estación de esquí de Sierra Nevada. Quiero ubicar visualmente parte del recorrido andado hoy desde la otra ladera del Barranco de las Víboras.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo
demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar
con nosotros.
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