miércoles, 26 de noviembre de 2014

Sierra de Baza XI: Tablas, Molino y Tesorero (Granada)






Área recreativa "Las Tablas".

Alguna de las infraestructuras acuíferas del área.

Hoy los bancos y mesas tenían un dosel de hojas.

Ha coincidido nuestra visita con la maduración de los serbales, aportando su roja nota de color.

Aunque aun se ven tuberías esparcidas por la zona, están rotas e inservibles.

La carretera de acceso tanto al área como a la aldea, tan bella como el entorno.

La colorida vegetación que ocupa el área se hace notar desde la lejanía.

Uno de los problemas serios y extensos de los pinares: la procesionaria.

Aldea de "Las Tablas" y pinos muertos en primer plano.

El edificio mejor conservado de la aldea y antigua escuela. Se ha trabajado en él.

El resto de la aldea está todo ruinoso.

Apenas se puede andar por lo que fueron sus calles llenas de piedras caídas.

Arroyo Moras.

Acueducto que servía al molino.
Los ruinas del molino harinero y el acueducto mejor conservado.


Los tres arcos del acueducto y una de las paredes laterales de la construcción harinera.


En la parte alta de la aldea del Tesorero se está restaurando esta pequeña construcción.

Por encima de la construcción en la que se trabaja una hermosa era adecentada también.

Por debajo todo ruinas, aunque se pueden apreciar los recursos constructivos utilizados aun.

Imagen engañosa ya que es sólo apariencia de permanencia.

Junto a la entrada de esta casa hasta dos construcciones anejas en distintos niveles.

El abancalamiento de las laderas es una de las notas distintivas.

Uno de los grupos de casas visitados ubicado río abajo del núcleo principal.

Lo que presumo fue calle principal de la aldea del Tesorero.

En alguna de las construcciones aun queda algún detalle ornamental.

Ya de regreso nos paramos junto a un alambique y su estanque.

La caldera del alambique que seguramente se usó para la destilación de esencias de plantas aromáticas.

Una vista de la aldea "Juntas de Gor" por la que pasamos buscando la autovía.



Sierra de Baza IX: Aldea de Tablas, Molino harinero y Tesorero

Fecha: 3-11-2014



De nuevo hemos decidido visitar la Sierra de Baza. Cada vez que me introduzco en ella descubro rincones nuevos, rincones atractivos, lo que me anima a volver a pesar de los muchos kilómetros que estas visitas me obligan a recorrer previamente.

Tras acercarnos hasta Baza por la autovía, la abandonamos por la salida que anuncia Caniles. Es la carretera que recorre la comarca del mármol, un enlace entre Baza, Macael y Cantoria ya en Almería. A la altura de Caniles, sin entrar en él, buscamos la carretera GR-8101 que une esta población con Escullar (perteneciente a la provincia de Almería).

Esta carretera local, asfaltada, estrecha y con muchas curvas asciende hasta la cota 1800 en que está el límite entre provincias y muy poco antes de entrar en territorio almeriense (kilómetro 23’200) tomo un carril terrero a la izquierda que nos va a llevar primero, hasta el área recreativa de Las Tablas y posteriormente a la propia aldea y a los restos de un molino junto al arroyo Moras.

Antes de recorrer la aldea decidimos (me acompaña mi hijo Carlos, gran curioso de esta Sierra de Baza también), deambular por las distintas terrazas sobre la que se asienta el área recreativa. A pie de carretera aparece el panel informativo y un mapa de uso público de la zona. Por debajo las distintas infraestructuras del área: varias albercas, mesas con bancos adosados, lavaderos fuera de servicio y un edificio donde, en su día, hubo duchas, lavabos y retretes, hoy todo abandonado e inhabilitado.

Nos descolgamos por las distintas parcelas abancaladas sembradas de álamos y que en su día fueron las tierras de cultivo pertenecientes a la aldea. No sólo aportan su color los álamos, también colaboran algunos nogales, cerezos y abundantes ejemplares de servales cargados de fruto, todos ellos hacen de esta área una de las más atractivas de la Sierra. De estos terrenos sacaban las familias residentes casi todo lo que necesitaban para subsistir. Todavía se pueden apreciar el trazado de las acequias que repartían el agua por los distintos niveles cultivados. Una vez ubicados en el terreno nos dirigimos hacia la aldea.    


Área Recreativa y Aldea las Tablas. (9h. – 10’30h.)

Se encuentra ésta justo por encima del trazado actual de la pista, apenas unos metros de desnivel entre el carril y las primeras paredes. Resalta, por ser muy llamativo entre las ruinas, una construcción que se conserva muy bien. Aparte de su construcción más reciente, se aprecian algunos trabajos de mantenimiento. Fue la escuela del poblado hasta su abandono total; posteriormente fue usada por los pastores como refugio o lugar de pernocta. Actualmente está cerrada.

Muy próxima al área se emplaza la aldea que nos hemos propuesto visitar hoy, ambas junto al arroyo Moras. Encaramada en la parte alta de esta sierra (1.670 metros), rodeada de bosques de encinas, junto a aznachos (pinos rodenos, generalmente achaparrados) y rascaviejas con sotobosque de majoletos, rosales silvestres, alguna hiedra y las zonas ribereñas pobladas de álamos, serbales y cerezos silvestres que aportan su panoplia cromática. Este es el enclave en que nos encontramos.

Actualmente totalmente deshabitada, ya que sólo recibe la visita de los pastores que se cobijan en alguna de las dependencias, en su día fue una de las mayores aldeas de ésta sierra de Baza. En sus inmediaciones numerosos terrenos abancalados donde se mimaba la agricultura de huerta para sustento de sus habitantes.

Poblada intensamente hasta la década de los 60 del pasado siglo, apareciendo registrados a primeros del siglo XX hasta 48 propietarios que se repartían entre las labores de agricultura y ganadería: 2/3 y 1/3, respectivamente, por lo que se puede asegurar que llegó a sustentar una población cercana a las 300 personas.

De arquitectura “caótica” debido a la costumbre de ir adosando construcciones nuevas compartiendo (apoyadas) en paredes viejas conforme los hijos iban creciendo y demandaban nuevos espacios para cobijar las nacientes familias. En los años 30 (siempre del pasado siglo) contó con un edificio dedicado a escuela y una población infantil de 20 niños, escuela que permaneció activa hasta los años 60. Este edificio es el único que permanece entero y se mantiene –aparentemente- en condiciones habitables.

Molino harinero. (10’30h. – 11’30h.)

Un centenar de metros, arroyo abajo (basta con seguir la carretera), se localiza un molino harinero datado de mediados del siglo XVIII y junto a él un acueducto que llevaba el agua hasta el cubo del molino. Se alude a una referencia escritural del año 1942 en que se afirma: “Molino harinero movido por agua con su artefacto y útiles para una sola piedra, con dos habitaciones por bajo, del que se ignora la superficie que ocupa, situado en el Peñón del Gallo del término municipal de Baza, todo ello es estado ruinoso”.

Hoy hemos recorrido todo el trazado de la acequia, que acercaba el agua desde el arroyo Moras hasta el cubo del molino, en sentido inverso. Nos ha llamado la atención la solución adoptada, haciendo que la acequia ensanchada artificialmente en su último centenar de metros, quedara convertida en larguísima balsa, capacitándola para acumular muchos metros cúbicos de agua. Esta ingeniosa solución paliaría seguramente la escasez de caudal veraniego permitiendo que siguiera funcionando el molino por horas o bien la acumulación nocturna permitía el trabajo diurno.

Llama poderosamente la atención y por ello merece la pena detenerse en el lugar, el pequeño acueducto –sólo tres arcos- con que salva el desfase de altura entre el final de la acequia “abalsada” y la construcción molinera. Acueducto que se conserva en muy buen estado, no así el resto de la construcción que presenta un estado total de ruina. A los pies del cubo las distintas piedras, alguna rota, otras semi-perdidas entre la maleza junto a lo que fue la salida del agua del molino en su reincorporación al arroyo.

Documentación consultada: Proyecto Sierra de Baza.


Aldea del Tesorero y anejos. (12h.-14h.)

Aprovechamos la relativa cercanía entre las aldeas de Tablas y Tesorero, para acercarnos de nuevo al segundo. Ya estuvimos visitándolo hace un par de años, pero el grisáceo día, la amenaza de lluvia y la falta de tiempo nos dejó una cierta insatisfacción. Hoy hemos aprovechado para resarcirnos ampliamente.

Como ya hablé de él en su día, hoy me limitaré a decir que hemos apreciado un claro deterioro en todas las estructuras del poblado con respecto a la anterior estancia, algo previsible por otro lado ya que no se está haciendo ninguna actuación en contra. Dadas las características de las construcciones y los materiales usados, el cuidado periódico es imprescindible para su mantenimiento y no es el caso.

Remito a la entrada: Sierra de Baza VI: El Tesorero (12 de diciembre de 2012).

Sólo añadir que hoy hemos visitado al menos dos grupos de casas algo retiradas del núcleo principal del Tesorero ubicadas en la misma ladera que éste pero unos centenares de metros río abajo y que en la anterior visita obviamos por falta de tiempo. El estado de conservación es parejo, el estilo constructivo similar y los materiales empleados son los mismos: piedra local para las paredes y pilares, amplias y delgadas lascas para los tejados soportadas por gruesos troncos.

De nuevo hemos optado por variar el regreso aprovechando para atravesar toda la sierra usando una de las pistas, haciendo coincidir el primer tramo con el conocido de hace unas semanas y apreciar uno nuevo que une el Collado de los Tejos con la población de las Juntas de Gor.

En nuestra travesía por el Parque hemos apreciado grandes extensiones de pinos que están sufriendo los ataques simultáneos de la sequía, la procesionaria, el muérdago y la presión de los hervíboros, tanto domésticos como salvajes, por lo que muestran colores marrones en lugar del verde típico. Hay muchos ejemplares ya secos y muchos otros que posiblemente no aguantes otra temporada.

Regino Zamora (Universidad de Granada) menciona tres claves para frenar el gran deterioro: favorecer la heterogeneidad ambiental de los pinares, incrementar la proporción de árboles y matorrales caducifolios y ayudar al "control biológico" que ejercen las aves insectívoras y los parásitos que se alimentan de las larvas de la procesionaria. Otra recomendación que aportan los expertos sería aclarar los pinares más densos ya que "no hay agua para todos" y por otro lado las plagas se propagan con mas facilidad cuando la densidad de árboles es alta. 



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Sulayr tramo 6: Capileira - Trevélez (Sierra Nevada - Granada)




SULAYR TRAMO 6: Capileira - Trevélez.


Control de acceso en Hoya del Portillo.

Primeros pasos bajo bosque de pinos. 

Los tramos por bosque y por terreno despejado se alternan.

Amplia ladera que llama mi atención por su carencia total de árboles. 

Reflejo cegador del sol en una balsa. 

Primera balsa en mi recorrido. No consigo avistar las ruinas del cortijo.

Balsa de Cortijo Toro.

Uno de los arroyos que cruzo en mi bajada.

Con la carretera asfaltada ya a la vista, cortijos abandonados.

La montaña se cubre de pinos y robles.

Primer vistazo a Trevélez.

La población casi al completo.

Barrio Alto a donde va a morir el sendero que llevo.

Rio Chico de Trevélez.

Primeras casas del Barrio Alto.

Asoleando pimientos.

En mi paseo por el barrio no me encontré con nadie y sólo eran las 12h.

Junto al río esta fuente que aproveché para comer.

De regreso se agradecían los tramos ensombrados.

De nuevo junto a la balsa de Cortijo Toro. En absoluto me apetecía abandonarla para seguir la ascensión, pero... 

Restos de construcciones pertenecientes a la Guerra Civil

Las flores del "falso azafrán" (Colchicum autumnale) me acompañan durante buena parte del recorrido.

Estos otros inquilinos tampoco faltan. Unas veces mostrando su presencia, otras dejándose oir.

Los distintos arroyos se salvan mediante pequeños puentes de madera.

Paraje de "Las Alberquillas" donde carretera y sendero se separan. 

Original arquitectura la del Área Recreativa Hoya del Portillo, junto al puesto de control.

Nunca había avistado tanto buitre junto.

Capìleira, principio y final de la etapa del Sulayr recorrido hoy.

Fecha:20-10-2014                                                         Hoya del Portillo                              8’15h.
M.I.D.E.:3,2,3,4.                                                           Prado Morazo                                  9’00h.
Duración: 7h (lineal)  (23km.)                                  Trevélez                                          11’30h.      Desnivel en subida: 1.100 metros                               El Agujero                                       12’30h.    
Rangos de temperatura: de 8ºC a los 13’5ºC            Balsa de Cortijo Toro                     13’15h.
                                                                                       Hoya del Portillo                              15’15h.



Ésta  etapa del Sulayr es la continuación a la que hice y reflejé hace unos días. El tramo sexto del sendero Sulayr une los dos pueblos más altos de la Alpujarra, situados ambos rondando los 1.500 metros y asentados en las laderas sur de Sierra Nevada.

La Alpujarra fue intensamente ocupada tras la Toma de Granada, permaneciendo sus pobladores en ella casi 80 años. Aunque obligados a bautizarse para evitar la expulsión, los moriscos granadinos conservaron sus costumbres, su religión y su lengua. Tras las revueltas (1568-1571) vino la expulsión final quedando buena parte de la Alpujarra prácticamente despoblada, por lo que se incentivó a familias gallegas para que las ocuparan, ofreciéndoles tierras en todos estos pueblos de las faldas de la sierra, por ello no es infrecuente encontrarse con nombres provenientes de su lengua, e incluso el apellido "gallego" o "gallegos" extendidos por la zona.

“… A medida que iba subiendo crecía la intensidad del silencio que silbaba en mis oídos. Cuando al fin divisé el valle del Poqueira me quedé anonadada: era el paisaje más bello que yo había visto en mi vida”. Adelaida García (Silencio de las Sirenas).

Esta etapa sexta se inicia en la parte alta de Capileira, concretamente en la carretera de la sierra. Los seis primeros kilómetros de ella, a tramos por el propio carril, a tramos por sendero recortando las numerosas curvas por el que el trazado de la carretera salva los 700 metros de desnivel que separan el pueblo del Puesto de Control.

Para los que se quieran ahorrar esta subida fuerte y continuada, el carril está accesible para vehículos hasta el mismo control. Yo he escogido hoy esta opción porque mis caminatas por el Sulayr son de ida y vuelta, por lo que decido ahorrarme esos primeros kilómetros a sabiendas de que a pesar de todo tendré que caminar 23. Así que  utilizo el coche para solventar este primer tramo.

Junto a la barrera hay espacio para una veintena de coches, (los fines de semana claramente insuficiente para todos los excursionistas que deciden usarlo como punto de partida). Hoy no es el caso ya que apenas estábamos cuatro a primera hora y siete a mi regreso, evidentemente se percibe que estamos “fuera de temporada”. Una vez sobrepasado el control hay que continuar por la pista algo más de un kilómetro antes de enlazar con el sendero en el paraje denominado de “Las Alberquillas”. Aquí se alcanza la cota máxima del tramo con 2.240 m. de altitud, dato positivo, si de ir se trata, y yo ahora quiero olvidarme de que también he de volver.

Cuando, por la pista, se llega junto a unas corraletas que dejamos a nuestra derecha algo por debajo de la pista y a la izquierda una construcción de piedra en semicírculo junto al propio carril, llega el momento de abandonando la carretera tomar el sendero, visible y señalizado a mi derecha. Atraviesa una loma despejada en primer lugar para adentrarse en un bosque de pinos más adelante. Cruzaré dos pequeños barrancos (Barranco del Manzano y Loma del Jabalí), ambos con agua, antes de llegar a un cortafuegos por el que descenderé unos centenares de metros, dejándome llevar por unas rodadas.

Este cortafuegos recorre la cima de la loma del Jabalí y junto a él y de forma paralela observo un largo parapeto defensivo de piedra local apilada en seco que une varias peñas que afloran. Entre éstas, restos de trincheras pertenecientes a la Guerra Civil, teniendo al fondo siempre la Contraviesa y la Sierra de Lújar, hoy la panorámica no alcanzaba a más por la bruma, aunque comentan que en días despejados se alcanza a ver el mar.

De repente terminan los pinos y el sendero atraviesa, en diagonal y constante bajada, una amplísima loma. Me sorprende que la coronan los pinos y la cierran por abajo chaparros, pero en medio no hay ningún vestigio arbustivo, sólo la vegetación de alta montaña pegada al suelo: el piornal con algunos ejemplares de espartos en zonas de escorrentía.

Tras la larga bajada me introduzco en zona arbolada de chaparros, endrinos y majuelos hasta llegar a una primera charca. Me tengo que desviar unos metros pero la presencia de agua me reclama. En medio de un amplio juncal hay un nacimiento que alimenta una pequeña balsa que llama la atención por los reflejos del sol desde bien arriba. Durante la bajada no serán estos reflejos los más fuertes que diviso. En un momento la propicia altitud del sol se refleja de forma poderosa, hasta tal punto que me deslumbra, en otra balsa mucho más amplia y baja, junto a un helipuerto.

De nuevo entre robles aparece una nueva balsa que se sostiene, al menos uno de sus laterales por las gruesas raíces de un gran nogal que crece a su orilla. Una agradable sorpresa al final de una monótona loma. Alimentado por un pequeño nacimiento de agua que mana entre unos juncos apenas un par de metros por encima y que el sendero salva mediante puentecillo de maderos: he llegado a la balsa del Cortijo Toro.

Algo más abajo el sendero desemboca en una carretera para encontrarme, justo enfrente, la señalización del sendero GR-7 y por él me lanzo olvidando el recorrido Sulayr que sigue pìsta adelante. En fuerte pendiente atravesando un frondoso bosque de robles se descuelga hasta el arroyo que discurre por el Barranco de la Bina para ascender por la ladera contraria entre cortijos y abundante ganado vacuno suelto.

Cualquiera de los abundantes cortijos de la zona cuentan con era. Espacio redondo y llano solado con piedra local en que se realizaban diversas tareas, especialmente la trilla y el aventar del grano. Además de ser elementos tradicionales que nos hablan de una forma de hacer las cosas, son excelentes miradores ya que habitualmente se sitúan en lugares despejados para aprovechar las brisas.

Ya sólo queda volver a descender, y esta vez de forma definitiva, con el pueblo de Trevélez a la vista hasta alcanzar y cruzar el río Chico (un nombre bastante socorrido en la Alpujarra para los ríos) y entrar enseguida en Trevélez (1.500 m) por su barrio alto. Es el más pequeño y mejor conservado de los tres que componen el pueblo –de ahí su nombre-, en cuanto a construcción y fisonomía. Apenas un puñado de casas físicamente separadas de los otros dos. Tras un breve recorrido por algunas de sus calles regreso junto al río Chico donde una fuente con teja árabe me espera para tomarme el bocadillo bajo fresca sombra.

Si en la ida prácticamente todo el camino era en descenso, me toca ahora sudar. Estas días en que la temperatura no quiere acompasarse con la estación, las subidas, sobre todo por zonas despejadas, sacan sudores abundantes. Los tramos que discurren bajo dosel vegetal pasan veloces, los que atraviesan lomas desarboladas se hacen tediosas e interminables.

Cuando alcanzo la bifurcación entre sendero Sylaur y GR-7 decido transitar por el Sulayr por lo que continúo por la pista aprovechando el lado en el que proyectan la sombra los ya maduros pinos que pueblan estas laderas. Hay una gran curva que se salva atravesando el bosque de pinos por un sendero balizado convenientemente. Son pinos de repoblación, siempre en forma de monocultivo, sembrados durante las décadas de los cuarenta y cincuenta. De nuevo en la carretera, tras una zona en suave bajada con muro de contención a la derecha para evitar el desplome de la ladera se llega a un barranco por el que discurre un diminuto arroyo.

Pequeño en ésta época, porque durante el invierno y la primavera con el deshielo debe ser bastante más fiero. Tanto es así que se ha llevado un centenar de metros de la pista no dejando ni rastro de ella. Ello obliga a descender hasta el lecho para volver a subir salvando el hoy pequeño reguerillo de agua ferruginosa.

Una nueva parada bajo el gran nogal junto a la balsa de Cortijo Toro tras un rato de nueva subida se agradece, sobre todo porque algo más arriba me adentraré de nuevo en la amplia loma sin vegetación arbórea en que el sol me va a caldear. Poblada de las especialistas plantas aclimatadas a los fríos invernales y a la insolación feroz del verano, apenas levantan 30 o 40 cm. del suelo para minimizar los efectos del viento, adquiriendo la forma almohadillada para soportar (aprovechando el efecto iglú) la cobertura nívea de los largos meses invernales.

Hoy no he avistado ni cabras monteses ni rapaces diurnas. Lo que si abundaba durante todo el recorrido han sido los saltamontes. Este año ha debido ser propicio para su desarrollo ya que a cada paso los iba levantando del sendero y no precisamente de uno en uno.

Alcanzo de nuevo la barrera de control de la Hoya del Portillo en la que se regula el paso de vehículos por la carretera de la sierra desde que se restringió el acceso con motivo de la declaración de Sierra Nevada como Parque Nacional (enero 1999). Junto a la caseta de control hay una pequeña Área Recreativa con algunos bancos y dos construcciones de arquitectura singular a los que me dirijo.

Aprovechando el desnivel de la ladera en la que se asienta el área, han elaborado dos plataformas voladas soportadas por columnas. En una de ellas –la más baja- han elegido soportes cilíndricos. Estas columnas redondas forradas con piedra local soportan el voladizo de la terraza superior. La más elevada sobre el terreno está soportada por columnas cuadradas. Al pie de la primera hay una charca, hoy seca, con fondo de piedras.

Ya en el coche inicio la bajada. La pista, aunque practicable, no deja de tener multitud de piedra suelta, algún reguero y muchos baches, por lo que es aconsejable simultanear atención y velocidad moderada. A media bajada me detengo en el mirador: Tajo del Ángel. Estando en él aparecen en el cielo una gran bandada de buitres que tras algunas circunvalaciones aéreas acaban desapareciendo tan súbitamente como aparecieron.

Sólo queda descender los tres kilómetros que me separan de Capileira, pero no sin antes atravesar –hay derramas que nos avisan- la acequia baja que tras dibujar una línea verde que atraviesa la ladera (su agua proviene del río Poqueira), formando todo un ecosistema lineal, llena una gran balsa ubicada en la Haza del Cerezo, ya perteneciente al término de La Taha, un municipio que engloba varias poblaciones: Pitres con su anejo Capilerilla, Ferreirola con su anejo Atalbéitar y Mecina Fondales compuesto a su vez de tres poblaciones: Mecina, Mecinilla y Fondales y que bien merecen una exclusiva y tranquila visita.

Esta etapa del Sulayr, púlcramente señalizada -al igual que la anterior-, sin embargo (debido a la abundancia de ganado vacuno en la zona que se “rasca” en los postes indicadores, tirándolos), echo en falta un mantenimiento más periódico. He notado también alguna carencia, o quizás ha sido despiste mío, señalizaciones más frecuentes en los puntos de solapamiento con el GR-7 (los últimos kilómetros, en las cercanías de Trevélez), nada que no se pueda corregir portando información suplementaria.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.