miércoles, 17 de septiembre de 2014

Cerro del Caballo (Sierra Nevada - Nigüelas - Granada)

Dejada atrás Loma Púa, primer tramo del recorrido por Tajos del Nevero. 

Aunque parezca mentira, por ahí hay un sendero.

Rocas que en su día llamaron mi atención.

La amplia gama de colores me impresionó.

Entre este caos pétreo hay que avanzar.

Por donde voy y hasta donde pretendo llegar: el último a la izquierda.

Alcanzado el refugio Elorrieta hay que cambiar de cuerda.

La zona alta de la Loma de Dílar y sus cicratices.

A pesar de que esta sierra es pequeña, las vistas son extensas.

Laguna y Lagunillo de Lanjarón.

Un tramo de "verea cortá" que tendré que recorrer a mi regreso. La ida por las crestas de la derecha.

Casi consigo que todas se alineen.

Laguna Cuadrada desde las cumbres.

Por fin Laguna, Refugio y Cerro del Caballo. 

Curso medio del río Lanjarón con el pantano de Rules y la autovía de la costa al fondo.

Me acerco hasta el refugio del Caballo para aprovechando su sombra comer. 

Desde el refugio recorro visualmente la primera mitad de mi regreso.

Lo que le da el nombre a la vereda: un paso que las cadenas ayudan a salvar minimizando las dificultades.

La laguna Bolaños no ofrecía su mejor aspecto.

A mediados del siglo pasado todo el sendero era así.

Charca Pala con su imponente pared rocosa.

Nacimiento del río Lanjarón (cota 3.000 m.).

Laguna y Lagunillo, cabecera del río Lanjarón, a los pies del Elorrieta.

Refugio Elorrieta que ocupa la cima del monte de su mismo nombre (3.185 m).





Fecha:10 -09-2014                                                                   Posiciones                                            8’30h.
M.I.D.E.:2,3,3,4.                                                                        Elorrieta                                              10’15h
Duración: 8h15’  Circular (28 km.)                                    Cerro del Caballo                              12’00h                     
Desnivel en subida: 1.100 metros                                         Laguna y refugio Caballo          12’15-12’45h
Rangos de temperatura: de 7ºC a los 20ºC                          Laguna Lanjarón                              14’30h
                                                                                                     Albergue Universitario                    16’45h


Una de las excursiones más clásicas por Sierra Nevada es aquella que nos acerca al extremo sur de los tres miles: el Cerro del Caballo (3.015 m.). A partir de este “cerro” la cota cae en picado en dirección a Nigüelas, por un lado o a Lanjarón por el otro, para al llegar a los pueblos haber perdido más de dos mil metros.

Es una caminata que se puede afrontar por dos itinerarios distintos. O bien se hace por “verea cortá” que recorre la cuerda que se avista desde Granada, a media altura, pero por su lado este, siguiendo un sendero muy marcado y que en su día fue bastante más ancho que en la actualidad; o bien por las mismas crestas, con lo que cambiamos mantener cota a cambio de la aridez y extrema desolación del terreno que vamos a pisar.

A mi me gusta transitar los dos recorridos, haciendo uno a la ida y el otro a la vuelta, teniendo ambos como punto de partida el refugio Elorrieta. Hoy, además, voy a hacer el acercamiento hasta el refugio por las crestas de los Tajos del Nevero – cota 3.200 m.-, tramo que tengo muy olvidado ya que no lo recorro de forma asidua. Una vez alcanzado el refugio, la ida la voy a hacer por las crestas del Tozal del Cartujo y Tajos Altos –cotas 3.100 y 2.900 m. respectivamente-. El regreso lo haré por “Verea Cortá” que aunque presenta algunos altibajos, siempre se mantiene por encima de los 2.700 metros.

Hoy vuelvo a aprovechar el microbús para ascender los primeros quinientos metros verticales a la par que me ahorro una hora de marcha. Una vez abandonado el transporte cómodo, avanzo por la carretera para justo al llegar al refugio de La Carihuela desviarme hacia Loma Púa. Hoy no la asciendo, pero la rodeo iniciando el sendero que recorriendo la zona alta de los Tajos del Nevero me va a servir para acceder, tras casi dos horas y escaso desgaste físico hasta el refugio Elorrieta (3.185 m.). Recorrido que no recomiendo a personas que no lo conozcan mínimamente ya que es fácil perderlo por las zonas de rocas y una vez perdido tiene difícil solución.

Me desvío ascendiendo a uno de los picos en que, ya hace años divisé una estructura pétrea que me llamó la atención. Con los prismáticos divisé una canaladura con paredes perfectamente verticales que daban la impresión de artificiales. Dada la ubicación no parecía que fuera la explicación más razonable. Lo he ido dejando hasta que hoy, aprovechando que pasaba a su pie me he acercado para verla de cerca. Siempre he sido bastante curioso.

No me detengo al alcanzar el Refugio Elorrieta, en realidad lo dejo a mi izquierda y tras hacer una pequeña bajada me dirijo a la línea de crestas que tengo al oeste. Me sirve de referencia una gran calva en la cima del collado. Es un espacio rectangular limpio de piedras que se quiso utilizar en su día como vivero aunque la imaginación a veces quisiera adjudicarle otros usos: helipuerto, campo de fútbol, inmenso vivac.

Aquí la sucesión de hitos, a los que hay que ir atentos, van a ser los únicos indicadores para mantenerse en la senda por donde acceder a las cimas del Tozal del Cartujo (3.100 m.) y en esa cota me voy a mantener prácticamente todo el recorrido hasta alcanzar el collado del Caballo. 

A mi derecha unas suaves lomas que dejan visualizar tanto la cuerda del Trevenque como los Alayos, algo más cerca el curso alto del río Dúrcal y la acequia de Los Hechos. Iré atento por si en algún momento se divisa la Laguna del Puesto del Cura (también denominada de Los Nacimientos o del Cabrero (2.681 m.)). Sólo es visible durante un corto espacio, descolgada a unos cuatrocientos metros por debajo de donde camino y entre un inmenso canchal, producto de la gelifracción. 

A mi izquierda todo el valle del río Lanjarón desde su nacimiento en el lagunillo, algo por debajo de la laguna de su mismo nombre, hasta perderse visualmente en los Lavaderos. Una cinta verde ocupando el lecho del profundo barranco junto al cauce y parda en todo el resto, a la que ya no queda ningún resto de nieve dada las fechas. Sólo adornan la loma enfrentada -la de Cañar-, algunas manchas verdes que se descuelgan hacia el río: son nacimientos de agua. Aun así este curso alto del río sigue siendo asiduamente visitado por rebaños ovinos que sacan buen provecho de sus escasos prados.

Después de dos horas de caminar por un sendero que se diluye en las zonas pedregosas y que continuamente obliga a subir y bajar alcanzo el collado. En él confluyen la subida desde Nigüelas, el acercamiento que yo he hecho por las crestas y la bajada hasta el refugio y la laguna. Ahora hay que remontar unas decenas de metros si se quiera coronar el Cerro. Y yo quiero, así que continúo la ascensión para en apenas veinte minutos alcanzar la cima.

Estando arriba llegan un par de excursionistas que han ascendido desde el Mirador de Nigüelas. Se declaran "novatos" pero me informan que han hecho la ascensión en algo más de dos horas, que no está nada mal. Tras un ratito de charla y las fotos de rigor, me despido de ellos ya que tengo la intención de comer en la Laguna; ellos prefieren hacerlo en la cima del Cerro -a la sombra-, comentaba uno de ellos no exento de fina ironía

La bajada hasta la laguna se solventa en alrededor de quince minutos. La laguna ha perdido al menos dos metros desde su mejor nivel, así lo atestiguan las marcas, confirmando que éste año no ha sido generoso en nieves. Durante todo el recorrido apenas si he divisado un par de minúsculos ventisqueros que seguramente no aguantarán ni lo que queda de mes. Las lagunas avistadas están todas muy bajas de nivel y a alguna incluso se le puede aplicar el apelativo de “charco” como la de Bolaños, otras directamente han dejado de ser.

Tras comer e hidratarme inicio el regreso por “verea cortá”. Aunque ya no hace honor al apelativo porque en su día se instalaron unas cadenas para ayudar a pasar un barranco que con nieve era imposible y sin ella peligroso, ya que la posible caída era de decenas de metros. Recuerdo algún año, antes de la existencia de la cadena que tuve que desistir de alcanzar el Caballo por la imposibilidad de cruzar este punto, el único por otra parte en todo el recorrido, con alguna dificultad, en temporada veraniega, por supuesto.

Por debajo de la laguna del Caballo se avista otra laguna, la de Nájera totalmente seca. Se adivina su ubicación por la mancha parda sin vegetación de forma redondeada. Durante el recorrido avistaré otras lagunas. La primera, después de una dura subida de más de cien metros es la Cuadrada -por su forma singular-. Ya la avisté desde arriba, a la ida, ahora paso junto a ella, aunque también reducida su superficie, no parece que tenga dificultad para subsistir hasta la próxima temporada.

Más adelante la mencionada de Bolaños y abajo junto al río el clausurado refugio de Peñón Colorao que curiosamente se tapió su acceso por presentar peligro de derrumbe y desde entonces se mantiene estacionario sin percibirse aumento de deterioro. Muy cerca ya de atravesar el cauce del río Lanjarón me encuentro todavía otra laguna: Charca Pala. De esta laguna siempre me ha llamado la atención la imponente pared de roca que la limita por el oeste, es el propio tajo que se descuelga hasta la misma orilla del agua.

Junto al cauce del exiguo río yo abandono el sendero para avanzar por el barranco arriba, buscando primero el lagunillo y pocos metros más arriba la propia laguna Lanjarón. Ésta endorreica, alimenta el lagunillo, verdadero nacimiento del río, con aguas que discurren subterráneas. Ambas muy escasas de agua dejan pastos a su alrededor que hoy están visitados por los rebaños.

Ya abandonado el sendero que recorre la loma ascendiendo hasta el Elorrieta, decido seguir ladera arriba, buscando de nuevo el collado que separa ambas cuerdas junto al refugio Elorrieta. Una vez alcanzado conecto con el sendero que desciende hasta los Lagunillos de la Virgen primero, Borreguiles después, para terminar junto al Albergue Universitario, desde donde arranqué esta mañana.  Me separan cuarenta kilómetros de casa, pero estos sentado en el coche son los más cómodos del día.


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Mulhacén: en busca del techo. (Sierra Nevada - Granada)

Entre sol y sombra, junto a la Carihuela.

Paso de los Guías. Una estrecha repisa que se pasa ayudado de una cadena.

Escarbando a la busca de sales y no quiso compartir su descubrimiento.

Cerro de Los Machos, cara este (3.329 m.). 

Asomado al Collado del Lobo: cabecera del río Valdeinfierno.

Joyas botánicas en la cota tres mil.

Desde el Collado del Lobo (3.149 m.).

Puntal de la Caldera, un tres mil olvidado (3.223 m.).

Laguna Caldera y Mulhacén, desde el collado de Loma Pelá.

En la cima (3.482 m).

Cabecera río Valdecasillas.

Desde el Mulhacén, circo glacial de la Caldera con el Veleta al fondo.

Amores que matan...

Me amenazaba con tirarse si no le daba migas de pan.

Laguna Hondera, la más baja del conjunto de Siete Lagunas.

Ruinas de edificaciones en la cima del Mulhacén.

Encrucijada de caminos a media subida del Mulhacén.

Asomado a los tajos del Mulhacén y la Alcazaba para concienciarme de mi pequeñez.
Refugio de La Caldera (3.065 m.).

Estos ángeles de la guardia sí tienen alas.

Refugio de Loma Pelá (3.120 m.).

Desde el refugio de Loma Pelá, Veleta y Machos.
Refugio de la Carihuela (3.205 m.).

Hasta la próxima...

Intentando captar la mejor cara del embalse de Las Yeguas.




Fecha: 27-08-2014                                                              Albergue Universitario                                    8’00h.
M.I.D.E.:2,2,3,4.                                                                   Posiciones                                                           8’30h
Duración: 7h30’  Lineal                                                    Collado Loma Pelá                                           10’10h                     
Desnivel en subida: 950 metros                                       Mulhacén                                                11’15-11’30h
Rangos de temperatura: de 15ºC a los 23ºC                  Refugio Loma Pelá                                 12’40-13’00h
                                                                                                Albergue Universitario                                     16’00h


Este año me he adelantado en la subida al Mulhacén, que se ha convertido en ”cuasi” hábito ya. En anteriores ocasiones la había postergado hasta mediados e incluso finales de otoño, pero éste, asaltado por las dudas de seguir con la actividad montañera semanal o irla espaciando, me he decidido a realizarla ya, por si acaso.

Hace un par de temporadas comentaba que cada año la subida me iba costando un poco más en fatiga y tiempo, este año no ha sido una excepción y consciente de ello he decidido aprovechar el microbús para ascender hasta las Posiciones, permutando una hora y media de andar por media de paseo y ahorrarme de camino medio kilómetro vertical.

Por ser miércoles y a primera hora había plazas de sobra, algo que no ocurre durante los fines de semana. Así que si alguno os animáis reservar con la máxima antelación posible (958480122), si de subir en sábado o domingo se trata. Me consta que a veces no bastan ni cinco días de antelación. Plazas vais a conseguir pero posiblemente no en el horario elegido.

Lo primero que me ha llamado la atención ya en el coche camino de los albergues ha sido, a pesar de ser noche cerrada todavía, el fuerte olor a quemado que he percibido cuando iniciaba la subida pasado Cenes. El incendio del pasado fin de semana, aunque no lo veía, me ha llegado nítido por su olor. Luego a la bajada ya si he percibido claramente el desastre.

Alrededor de las ocho y media, junto con otra decena de animosos excursionistas, una vez alcanzada Las Posiciones, rápidamente nos hemos repartido por la ladera del Veleta. La mayoría ascendiendo por la carretera en busca del refugio de la Carihuela con la intención de coronar la cima peninsular, alguno se ha introducido en el Corral del Veleta y algún otro, algo más adelante se ha decantado por subir a Los Machos, una vez sobrepasado el lagunillo. Los distintos ritmos a los que caminamos,  rápidamente nos han dispersado.

El paso de los Guías o por ser insuficientemente conocido o por la pequeña diferencia en tiempo que ahorra no anima a frecuentarlo, yo lo suelo hacer sistemáticamente a la ida dejando para el regreso las curvas de carretera y los metros de ascensión de  más, sobre todo si quiero ver las chorreras o el lagunillo.

Hoy tanto a la ida como a la vuelta he usado el paso, por lo que me he adelantado en el camino a mis ocasionales compañeros y sólo me he entretenido con algún caminante que desde el refugio Poqueira ascendía buscando llegar al Veleta, aprovechando mi cruce para solicitar alguna información desconocida o verificar la ya existente. A uno de ellos me lo volveré a encontrar a la vuelta, momento que aprovechará para indagar posibles recorridos para el día siguiente. Quiere aprovechar su estancia en el refugio para hacer las máximas visitas posibles.

Me detengo en el Collado del Lobo para, aparcando la mochila y los bastones, acercarme a la cornisa y disfrutar del espectáculo que a estas horas tempranas ofrecen las caras nortes del Mulhacén y la Alcazaba. A mis pies toda la cabecera del Valdeinfierno con lagunillos incluidos. A mi izquierda la cara este de los Machos con su dura presencia de piedras cuarteadas que parece imposible que sigan manteniendo el equilibrio en lugar de desplomarse cual arquitectura infantil.

Enseguida atravieso “la puerta”, tremendo bocado que le hicieron a la unión entre los Crestones y los Raspones para pasar la pista. Aquí la carretera inicia una suave pérdida de altura a la vez que se acerca hasta el grupo de lagunas de Rio Seco. Con dificultad las cuatro mantenían agua aunque una de ellas sin mucha esperanza de continuidad. La denominada "Baja" no se avistará hasta avanzados unos centenares de metros ya que queda oculta desde esta posición.

Tengo que decidir si continuar por la carretera y bordear toda Loma Pelá o atravesarla para remontar hasta el collado, desde donde se abarca visualmente el majestuoso circo glacial con la laguna Caldera ocupando su fondo. Opto por la segunda. El sendero muy marcado en esta época del año y sin restos níveos lo rodea por el norte, trazando un amplio semicírculo, siempre en descenso, se dirige hacia el refugio, pequeña construcción al pie del Mulhacén.

Antes de llegar al refugio e intentando mantener la máxima cota posible camino por la falda del Puntal de la Caldera (un tres mil ignorado por mi habitualmente y que tengo que corregir), para acercarme hasta el Collado del Ciervo, ya iniciada la loma del Mulhacén, donde se inicia la bajada a la Laguna de la Mosca (yo prefiero la denominación “del Mulhacén” mucho más adecuado por ubicación geográfica y bastante más bonita). Buen lugar también para asomarse al inicio del paso del tajo y apreciar unidas la grandiosidad y la verticalidad de estas caras nortes de los grandes.

He decidido seguir la ascensión por la misma arista del tajo, obviando el sendero que discurre surcando la loma algo más interior y que es la subida habitual. Apenas se dibuja a ratos un ridículo senderillo que desaparece en zona de rocas, tampoco hace falta, basta con seguir pegado lo máximo posible al tajo. El acceso es bastante más incómodo que el interior y no aconsejable en días de viento, pero a cambio se disfruta de las vistas permanentes hacia la laguna y todo el curso alto del río Valdecasillas, visión que se dilata hasta la junta de los ríos.

Una vez arriba, hoy casi en soledad, rememorar sensaciones ya sentidas aunque con matices diferentes, no en vano yo no soy el mismo que otros años ni la ascensión ha sido igual a otras. Me entretengo en localizar un par de chabolas, aun en pie, que me traen recuerdos juveniles de frías y largúisimas noches insomnes a la espera de amaneceres gloriosos.

Para el regreso me he propuesto acercarme a los tres refugios que en el transcurso de poco más de una hora voy a visitar. El primero a los pies del propio Mulhacén y junto a la laguna de la Caldera tiene una capacidad de 20 personas máximo. Hoy está limpio pero detrás de la puerta se acumula en una gran bolsa los residuos de muchas visitas y días. Sigo sin entender el porqué de dejar la basura casi a tres mil metros y no bajarla con nosotros. Compartir espacio con un montón de basura mientras se pernocta no me parece lo más saludable.

El segundo, allí donde la carretera corta Loma Pelá, es una pequeña construcción con cabida apenas para ocho personas. Me lo he encontrado limpio en el interior, no así su exterior en el que se hacen todo tipo de necesidades y sin alejarse mucho. La puerta tiene un par de bisagras descolgadas por lo que hay que mimar la apertura y el cierre si se quiere que siga cumpliendo su función. Su cercanía al anterior y su falta de visibilidad no ayudan a que sea muy frecuentado.

El tercero, La Carihuela, ocupa una privilegiada encrucijada de senderos, por altura y ubicación creo que es el más solicitado de los tres. En la propia loma y a los pies del Veleta se utiliza tanto para pernoctar como para descansar o comer. Al igual que el de la Caldera, acumula cierta cantidad de basura junto a la puerta en su interior. Desde su entrada se abarcan amplias panorámicas de las cumbres interiores, estamos contemplando el corazón de Sierra Nevada.

Dos de ellos, como podréis apreciar por las fotos tienen el mismo diseño, con una techumbre en semicírculo para facilitar la caída de la nieve que se va acumulando en su techumbre y con un poyato en su entrada que sirve a la vez de protección para la nieve como de asiento. El otro, bastante más pequeño, es de estructura rectangular y con la techumbre típica de las construcciones alpujarreñas: el terrao. Presenta también un largo escalón que ocupa toda su fachada.

La bajada decido hacerla por los Lagunillos de la Virgen. En mis regresos raramente me entretengo en Las Yeguas. Hoy decido hacerle algunas fotos al embalse, intentando captar su cara buena, conseguir esa imagen en que no se vean los diques que le construyeron intentando aumentar sus reservas para aprovechamiento del complejo de Borreguiles y que tan poco rendimiento aportaron. Sigue desaguando por filtración un centenar de metros por debajo del dique oeste, pero eso sí, con las obras mataron los amplios borreguiles que en esta laguna eran formidables.

Sólo me resta seguir descendiendo en busca del Albergue Universitario, junto al que dejé aparcado el vehículo antes de coger el microbús al iniciar la excursión, pero eso fue hace un montón de horas, de pasos, sensaciones y experiencias.

Leyenda del Mulhacén.

Cuenta la leyenda que el rey Mulay Hasan, padre de Boabdil, se enamoró de una cristiana capturada en una de las refriegas con los cristianos. Enseguida quedó enamorado de ella nombrándola favorita con el nombre de Zoraya -lucero del alba-, lo que relegó a la Sultana Aixa, madre de Boabdil a un segundo plano. Ésta no conforme, intentó levantar voluntades contra Mulay para que gobernara su hijo Granada. La avanzada edad del monarca junto al abandono de las tareas palaciegas ayudó a que fuera destronado por su hijo, refugiándose en el castillo de Mondújar.  

Vivía el monarca encerrado en una de las torres del castillo admirando permanentemente las cumbres de Xolair y escuchando historias sobre ella. Consciente de su cercana muerte manifestó su deseo de ser enterrado en el pico más alto de la sierra, lejos de los hombres y con la única compañía del estrellado cielo. Al morir, se dice que Zoraya, cumpliendo su deseo, le dio sepultura en lo mas alto de la sierra, entre las eternas nieves y rodeado por el silencio.

Desde entonces el pico más alto de la península lleva el nombre del rey nazarí que eligió perder un reino a cambio de un amor. A lo largo de los años se han hecho innumerables búsquedas de la tumba del rey en las altas cumbres de Sierra Nevada y de los supuestos tesoros enterrados junto a él, sin éxito hasta el momento.  


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.