miércoles, 27 de agosto de 2014

Cortijuela - Canal Central Electrica de Dúrcal (Sierra Nevada - Granada)

Desde la explanada, a media loma de Peñamadura, junto a los restos de corraletas ganaderas.



El sendero, del que aparece un hito, llanea a lo largo de toda la loma.

Toda esta ladera es un inmenso piornal. 

Ahora tengo enfrentado el Castillejos, pico de los Alayos situado más al este.

Una vez que accedo a la cuenca del río Dúrcal, el panorama cambia.

El dique, totalmente colmatado, que se construyó algo por encima de la toma del canal.

Inicio del canal y puente para atravesar el río.

Barranco, por donde discurre el río Dúrcal, muy cerrado y con abundante vegetación.

El sendero seguro que tuvo tiempos mejores, ahora el abandono se hace notar.

Los distintos cortijos por los que paso disfrutan de abundante agua.

Uno de los cortijos que me causó especial impresión. Aprecié un especial encanto.

Infraestructuras para salvar los diferentes barrancos.

Arroyos laterales (¿Barranco de los Alisos?).

Este barranco lo pude cruzar por encima de la canalización.

Todo el recorrido del canal o iba por mina subterránea o entubado.

En su día fueron amplias parcelas para el cultivo de cereal.

Infraestructura intermedia donde se decantaban los limos tras pasar las aguas por diversos estanques.

Este otro cruce ha mal-sufrido el paso del tiempo y el prolongado desuso del canal.

Zona donde abandoné el seguimiento, no pude continuar por el canal y no quería bajar hasta la carretera.

Generosa sartén con su tapa, yo me la imaginaba llena de migas y centro de atención de la familia reunida.

Río Dúrcal.

Grilleando


Confluencia del Sulayr con el sendero que remonta la Cuesta del Pino.

Toda la Dehesa del Dilar estaba profusamente poblada, prueba de ello son las numerosas ruinas que voy avistando.

Río Dílar junto a la escala truchera.

Escala truchera unos metros por debajo del puente del sendero.

Río Dílar y el puente por el que lo salva el sendero Sulayr.

Casa forestal y fuente de La Cortijuela, inicio de la etapa y de mi excursión. 

Tres vistas del Trevenque: por su cara noreste,

norte

y noroeste.






Fecha: 20-8-2014                                                                       Casa F. Cortijuela                             7’30h.
M.I.D.E.:2,2,3,4.                                                                          Río Dílar                                             8’30h
Duración: 9h30’  Lineal                                                           Río Dúrcal                                         10’15h                     
Desnivel en subida: 1.370 metros                                           Final recorrido                            11’45h-12h.
Rangos de temperatura: de 16ºC a los 27ºC                         Río Dúrcal                                         13’30h
                                                                                                       Río Dílar                                            15’40h.
                                                                                                       Casa F. Cortijuela                            17h.

El recorrido de hoy se solapa en su primera parte con la etapa segunda del Sendero Sulayr, concretamente hasta la confluencia con el río Dúrcal. Así el inicio lo haré a las puertas de la Casa Forestal de la Cortijuela (1.700 m.), para continuar por la pista forestal rodeando el Trevenque por su cara este, hasta llegar al Collado Martín, donde comienzo a descender hasta alcanzar, primero el Cortijo Chaquetas y posteriormente el río Dílar. Ascender por la vertiente contraria (Dehesa de Dílar en la loma Peñamadura) al encuentro de otra cuenca: la del río Dúrcal.

Una vez alcanzado el río desviarme del Sulayr para proseguir junto al canal que alimentaba la central hidroeléctrica de Dúrcal. Pretendo llegar hasta la cámara de carga para desde ahí iniciar el retorno. Es una larga etapa con un desnivel acumulado importante y que si no se han modificado mis referencias, en algún tramo me costará seguir el sendero por estar invadido por la maleza que escamotea algunos hitos haciéndolos invisibles.

Hace unos meses intenté alcanzar esta toma del canal subiendo desde Dúrcal pero las condiciones climatológicas, bastante adversas me lo impidieron, así que hoy con mucha mejor climatología espero alcanzar el objetivo partiendo desde el otro extremo.

Tras algo más de tres kilómetros de pista, que en suave pendiente va a rodear la falda del Trevenque por su vertiente este, bajo dosel de pinos, antes de llegar junto al Cortijo Chaquetas, para abandonarla y descender al río Dílar por una ladera con fuerte pendiente de launas inestables. No es inusual, en la primavera, ver que el sendero a desaparecido en algún tramo porque las launas saturadas de humedad se han deslizado ladera abajo. Junto al cortijo hay posibilidad de repostar agua.

Una vez cruzado el río se inicia un ascenso pronunciado y continuado para superar los 300 metros que asciende el sendero escalando la Dehesa de Dílar, caracoleando entre robles melojos. Durante la subida, junto al sendero, por esta dehesa avistaré numerosos restos de construcciones: balates delimitando pequeños bancales, rediles, alguna era y restos de cortijos. Esta Dehesa de Dílar estuvo fuertemente poblada y explotada hasta mediados del pasado siglo, actualmente me la encontraré totalmente abandonada y con suerte sólo me toparé con alguna cabra o jabalí.

Cuando he recorrido los 6 primeros kilómetros alcanzo una zona llana en medio de un extenso piornal. El sendero deja de ascender para virar hacia el sur, primero llaneando por la loma de Peñamadura (1.980 m.) junto a unas antiguas corraletas para el ganado, hasta alcanzar el punto más alto de mi recorrido junto a un portichuelo antes de comenzar definitivamente a bajar en busca del otro río del día: Dúrcal.

Cualquier punto de esta larga loma es buen lugar para detenerme durante unos minutos y echar la vista atrás apreciando buena parte del valle por el que discurre el río Dílar y que pronto desaparecerá de mi vista, con la destacada figura piramidal del Trevenque. Ahora, enfrentados tengo el Castillejos, la atalaya más al este de los Alayos que recorrí la semana pasada. Si me acuerdo, a la vuelta ya de bajada en el coche, intentaré tomar varias fotos del Trevenque conforme lo voy rodeando.

Una vez iniciado el descenso claro y continuado llego hasta un portillo que otros años cuidaba de dejar cerrado a  mis espaldas, hoy no ha hecho falta porque apenas si existen los pilares de piedra laterales. Estoy en la divisoria de los términos municipales de Dílar y Dúrcal, pero no sólo comparto divisoria territorial sino fluvial e incluso de mares. He dejado atrás la atlántica donde desagua el río Dílar a través del Genil y Guadalquivir para penetrar en la mediterránea donde va a morir el río Dúrcal después de entregar sus aguas al Guadalfeo.

El descenso se hace cada vez más pronunciado al alcanzar otro paso que aprovecha una angostura que se utilizaba en su día para recontar el ganado. Usando una zona de tajos y ayudado por un tramo de valla metálica a ambos lados, se obligaba a los rebaños a pasar por un paso estrecho donde el pastor verificaba que estaban todas sus cabezas de ganado. Era frecuente en las sierras encontrarse estos “contaderos” aprovechando o maximizando los recursos geográficos existentes. Todavía comparto recorrido con el Sulayr en su tránsito por la comarca del Valle de Lecrín. El resto de esta etapa y las siguientes discurren por la vertiente sur de Sierra Nevada a la vez que se introduce en la Alpujarra.

Terminando la bajada acercándome al río Dúrcal, el sendero me llevará atravesando antiguos terrenos de cultivos, hoy abandonados, que van recuperando la vegetación autóctona: principalmente el encinar junto a hiniestas, escobones y majuelos. Es frecuente avistar por aquí jabalíes. Los últimos metros los hago por un carril que se habilitó en su día para la construcción de un dique, para enseguida, tras volver a abandonarlo, llegar hasta el puente que cruza el río aprovechando el azud que se construyó para la represa donde arranca la Toma del Canal. Llevo alrededor de 10 km., aquí abandono el Sulayr para llaneando acompañar al canal (construido en el año 1.923).

Esta segunda parte del recorrido de hoy, prácticamente llana en su totalidad, no en vano voy a seguir un canal y en bastante tramos protegido del sol por la exuberante vegetación que la abundancia del agua ayuda a mantener, se hace muy cómodo de caminar. Sigo progresando sobre todo al principio bajo robles melojos por un claro sendero tapizado de restos vegetales que amortiguan e insonorizan mis pisadas y que en escasas ocasiones se separa varios metros del canal, durante el recorrido lo va a acompañar e incluso llegan a solaparse.

Voy a atravesar diversas propiedades privadas, parcelas pertenecientes a cortijos donde los árboles frutales va a ser una constante: cerezos, nogales, manzanos y que en su mayoría se siguen explotando aunque sea de forma estacional. Incluso en alguno de ellos se estaba realizando alguna obra de mejora y consolidación. La abundancia de agua parece que los siguen haciendo atractivos. A mi me alegra ver que estas edificaciones se siguen manteniendo. 

Es el canal una construcción de factura rectangular abovedada con una altura de metro y medio y fuera de servicio. A lo largo del recorrido veré tramos cegados por haberse introducido por los múltiples agujeros tierra y rocas de desprendimientos. Avistaré diversas construcciones metálicas para salvar los barrancos y allí donde la canalización está en la superficie se ha sustituido por tubo de fibra de vidrio de dimensiones considerables.

A medio recorrido me he encontrado una estructura que no había visto en otros canales de servicio de centrales. Se trata de una serie de estanques comunicados que tenían la función de retener los lodos por decantación y conseguir que tanto el canal como la tubería de bajada hasta la central y por supuesto el agua transportada permanecieran lo más limpia posible.

El río Dúrcal por su caudal y pendiente tiene que arrastrar mucho material en su recorrido. Prueba de ello puede servir el ejemplo del gran dique construido por encima de la toma que está totalmente colmatado. 

La segunda parte de mi excursión de hoy, casi en su totalidad la hago junto o sobre el canal hasta llegar a un barranco donde un gran desprendimiento me ha impedido proseguir. Podría haber continuado descolgándome unos metros ladera abajo, buscando una pista que recorre la misma loma algo más baja, pero la hora y los kilómetros que llevaba más los que me esperaban de regreso me han aconsejado dar por terminado mi avance. Si no me equivoco me he quedado a unos dos kilómetros de la cámara de carga. 

El regreso, por tratarse de un recorrido lineal ha sido repetir camino invirtiendo las subidas por bajadas y viceversa. Al final he caminado 33 kilómetros que sumado al desnivel acumulado en ascenso han hecho, que lo que en principio parecía una salida sin gran dificultad, se convirtiera en bastante dura. La ventaja es que a la vuelta me suelo tomar los tramos con más calma y he ido aprovechando todas las oportunidades para refrescarme, incluida la fuente última junto a la Casa Forestal La Cortichuela.

No parece un recorrido muy frecuentado a pesar de que estamos en pleno periodo vacacional. Sólo me encontré al final una pareja –padre e hijo- que compartían unos días de senderismo. Habían salido del Dornajo y pensaban aparecer el sábado por Trevélez, a razón de dos etapas Sulayr por día. Es tan importante compartir experiencias y desgraciadamente cada vez más inusual.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.





miércoles, 20 de agosto de 2014

Integral Alayos (Sierra Nevada - Dílar - Granada)

Casi en el  límite superior de los pinos, en la falda ya de Picacho Alto se unen los dos senderos. 

A media subida, buena panorámica de Dílar pueblo y su vega.

Sierra del Manar con la Silleta al fondo.

Puros Alayos.

El collado de Picacho Alto donde comienzo el recorrido circular. De regreso pasaré de nuevo por él.

Coronado el primer hito importante me voy girando para apreciar el entorno.

De nuevo toda la depresión de Granada y su cinturón de pueblos.

Sierra del Manar. Cerrando las Sierras de Almijara, Tejeda y Alhama. 

Visualizando lo que me queda.

Algunas cimas de los Alayos que quedan fuera de mi recorrido.

La loma del Caballo cerrando el horizonte ya sin restos níveos.

De vez en cuando me gusta volver la vista atrás y ver mis progresos.

Curiosidades pétreas modeladas por la erosión.

Aquí se aprecia con nitidez el recorrido de parte del recorrido.

Enmarcando el rey de la media montaña: Trevenque.

Rápidamente apreciamos que tanto la cuerda del Trevenque como los Alayos pertenecen a la misma unidad.

Cima del Corazón de la Sandía, el pico intermedio.

El sol hacía brillar los matojos en la línea del horizonte. 

Los especialistas saben aprovechar cualquier oportunidad.

Hasta un amplio prado de alta montaña en medio de estas tierras calcinadas.

La vertiente norte de la cuerda de los Alayos, ya de regreso y a menor altura.

Panorámica de parte del recorrido de regreso.

El sendero en su primer tramo corre paralelo a este tapial, (finca que en su día perteneció al Marquesado de Dílar). 

Cuerda del Trevenque. Tres niveles: sendero y acequia, mas arriba la pista.




Fecha:13-8-2014                                                                                 Ermita Nueva                                     7’30h.
M.I.D.E.:2,3,3,4.                                                                                   Picacho Alto                                      9’15h.
Duración: 9h.  Semicircular                                                             Corazón de la Sandía                     10’15h.                
Desnivel en subida: 1.800 metros                                                    Castillejos                                  11’15-11’30h.
Rangos de temperatura: de 17’5ºC a los 31’5ºC                           Bifurc. Cuesta del Pino                 12’30h.C        
                                                                                                                Coll. Picacho Alto                           14’50h.
                                                                                                                Ermita Nueva                                   16’30h.

Alayos – ¿Galayos?:  Cada una de las prominencias agudas de roca desnuda que sobresalen de una montaña.

Para hoy había imaginado un recorrido semicircular que incluyera una integral de los Alayos, uniendo las cimas más emblemáticas a la ida  y un regreso que los recorriera igualmente a una cota más baja (media loma por su cara norte), consciente de que el regreso iba a ser, si cabe, más duro que la ida.

Los Alayos de Dílar son una formación dolomítica que al igual que la cuerda del Trevenque, se formaron a la par que los Pirineos y los Alpes durante el Triásico Superior (30 o 40 millones de años). Entre ambas formaciones discurre el río Dílar por un profundo barranco. Estos profundos barrancos conservan una vegetación específica y autóctona de gran valor. Además de las encinas y los pinos se desarrollan otra serie de plantas que se han adaptado a estos suelos ricos en magnesio como la vulneraria y erodium, las acompañan otras más frecuentes como aromáticas y propias de la media montaña nevadense.   

Todos estos picos culminan en llamativas aristas alpinas desde los que arrancan innumerables ramblas y barranqueras arenosas. Las lluvias erosionan estas rocas deshaciéndolas y las torrenteras las arrastran hasta los profundos barrancos donde acaban formando verdaderos ríos de arena.

Se me ocurren dos posibles inicios para realizar una integral de los Alayos. Una desde el Collado Sevilla, bajando hasta el río Dílar para remontar por la cara norte del Picacho Alto. La otra desde Ermita Nueva y rambla seca acceder hasta el Picacho. Yo me he decidido por esta segunda.

Hay que atravesar la población de Dílar en su totalidad, buscando la zona alta donde se ubica la Ermita Nueva. Junto a ella hay espacio suficiente para dejar el vehículo sin molestar a nadie. A la izquierda de la construcción un carril terrero se prolonga por más de un kilómetro que voy a seguir para acercarme hasta la línea de bosque por donde transcurre el primer tramo de sendero.

Discurre paralelo al tapial que delimitaba una finca privada. Es una pared confeccionada con piedra del lugar, apilada en seco y que debió tener una altura cercana a los dos metros. Hoy, muy deteriorada, presenta multitud de derrumbes e incluso falta en algunos largos tramos. Junto a ella, en paralelo discurre el sendero en suave pendiente hasta confluir con la carretera que asciende hasta Ermita Vieja, a partir de aquí el sendero aprovecha una reseca rambla arenosa para seguir ascendiendo hasta acercarme a los pies de Picacho Alto.

Pero antes, a medio camino me he topado con una numerosa familia de jabalíes. Han cruzado perpendicularmente el sendero, loma arriba. Abrían el desfile los dos adultos para enseguida aparecer en retahíla hasta cinco jabatos. Una vez que han cruzado todos y yo había reanudado mi caminar ha cruzado, como una exhalación, un sexto rezagado -debía ser el independiente de la familia-.

La primera subida es al Picacho Alto, una de las cimas emblemáticas de los Alayos y la situada más al oeste que eleva sus 1.776 metros sobre una relativa planicie donde se asienta la población de Dílar. El ascenso a primeras horas de la mañana se hace de forma “cómoda” por un sendero de piedra suelta y arena que va a ser el piso permanente durante toda la jornada. Una vez llegado al collado que hay algo por debajo del Picacho, acabo el tramo lineal para comenzar el tramo circular de la excursión de hoy.

Hay que remontar los escasos y pendientes metros que me separan de su puntiaguda cima, con apenas espacio y desde donde ya se abarcan amplias panorámicas. Desde arriba se domina buena parte de la vega de Granada, toda la cadena de montes que forman la Sierra del Manar con la Silleta al fondo y por supuesto la larga cuerda de los propios Alayos que voy a recorrer hoy. Apenas me encuentro con alguna dificultad en los primeros metros de bajada para no volver a aparecer durante el resto de jornada.

Enlazar, por las crestas, siguiendo un minúsculo sendero los siguientes hitos: el Corazón de la Sandía con sus 1.887 metros y terminar con el que ocupa el otro extremo de la cuerda, Castillejos que con sus 1.978 metros ostenta el techo de esta formación. En medio innumerables collaos, picos menores, e incluso algún prado de alta montaña extraño de ver en medio de estas formaciones que en algún momento se separan de la línea de crestas desviándose siempre hacia el sur.

El recorrido entre los picos extremos se hace mayoritariamente por la misma cresta excepto las escasas excepciones en que el sendero se descuelga unos metros, siempre por la cara sur, para esquivar algún accidente in-andable. Me llama la atención las numerosas “manchas blancas” que salpican toda la ladera. La todavía oblicua luz solar las hacer brillar aparentando espejos: son las miríadas de trampas elaboradas por las arañas al objeto de capturar el sustento, con preferencia sobre los piornos. Cuando el sol se eleve perderán esta llamativa y romántica imagen que ahora muestran.

Al llegar a la falda del último de las cimas (Castillejos) me despisto siguiendo el sendero y cuando quiero acordar me doy cuenta de que estoy descendiendo en demasía. Opto por abandonarlo y remontar monte a través para acercarme hasta la cumbre. Arriba aprovecho que la hora es propicia para comer algo y recrearme visualmente ya que se abarcan los dos barrancos: ríos Dílar y Dúrcal, toda la línea de crestas desde el Caballo hasta el Veleta y la imponente mole de la Loma de Dílar que trazando un amplio semicírculo en ascensión llega hasta las mismas puertas del embalse de las Yeguas.

Hacia el norte y enfrentada tengo la cuerda del Trevenque y algunas de las cimas que se levantan en la otra vertiente del arroyo Hüenes: Pico de la Carne, del Tesoro y los Pollos, por mencionar los cercanos. Desde la cumbre localizo el sendero que me va a servir de enlace, tras bajar buena parte de la Cuesta del Pino, hasta enlazar con otro sendero que de nuevo se adentra en los Alayos para recorrerlos en su totalidad, pero esta vez a media altura.

Larguísimo y hoy tedioso, por el calor, recorrido que me ha ocupado cerca de tres horas con un sol de justicia y un paisaje de piedra o arena blanca que no ayudaba al reverberar el calor y la luz. A su longitud hay que añadir las innumerables subidas y bajadas para salvar ramblas, esquivar zonas de pequeños tajos y otros accidentes.

No lo recordaba. Cuando ya aburrido de recorrer lomas pierde cota alarmantemente a la busca de enlazar con otro sendero que asciende por la cara norte y que comenté como la otra alternativa de acercamiento al inicio del relato, me ha pillado de sorpresa. Cuanto más se baja, más amplias son las lomas y junto al mayor recorrido, como al final tengo que desembocar en el Collado de Picacho Alto me veré, siguiendo el sendero, obligado a recuperar todos los metros perdidos.   

De regreso en el collado y cerrado el tramo circular del recorrido de hoy, comienzo definitivamente el descenso para repetir el tramo lineal que ya realicé a primeras horas de esta mañana, ahora más cómodo por ser en su totalidad en bajada y con más cansancio acumulado del previsto debido a las altas temperaturas y a los más de 25 kilómetros que he caminado hoy.

Si sólo se busca recorrer los Alayos, sin extras añadidos, recomiendo programar la salida a primeros de primavera o en el otoño tardío, ya que el calor en estas sierras es un factor a tener en cuenta y tan importante como el desnivel acumulado o la propia dureza del recorrido. En cualquier caso no olvidar llevar bebida suficiente, ya que no la encontraremos en todo el camino, a mi hoy no me ha sobrado nada de los casi tres litros que portaba.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.