|
Estos días es frecuente poder captar estos amaneceres. |
|
Esta imágen puede ser representativa del desierto que voy a recorrer. |
|
Un desprendimiento fue aprovechado como redil en su día. |
|
La erosión va socavando las zonas más blandas provocando el colapso de grandes rocas. |
|
Las zonas por donde discurre el agua, cuando la hay, destacan sobremanera sobre el resto. |
|
El viento, los bruscos cambios de temperatura y el agua , hacen esto. |
|
En las ramblas se asienta la vegetación más voluminosa del desierto. |
|
Las tierras sin humedad no sustentan vegetación y la erosión se ensaña con ellas. |
|
Hoy me he introducido por diferentes cárcavas hasta donde me dejaban subir. |
|
La soledad y la desolación son permanentes aquí. |
|
Cabecera de la rambla que he seguido durante casi tres horas. |
|
Cualquier oportunidad es aprovechada por los especialistas. |
|
Viendo los puestos para cazadores entiendo porqué las perdices huían desaforadamente. |
|
Qué mejor testigo del remoto pasado marino de estas tierras?. |
|
Imagen típica de una colina en este desierto de Tabernas. |
|
Las plantas aceleran todas sus etapas para aprovechar las escasas lluvias. |
|
Los diferentes estratos desprendidos se deshojan. |
|
Parecía que las nubes querían dar la réplica al atormentado terreno. |
|
Inicio de la rambla que me llevaría a un largo, profundo y tortuoso desfiladero. |
|
Seguro que esto lo hemos visto en alguna película americana o italiana. |
|
Las múltiples oquedades de las paredes rocosas son bien aprovechadas por las aves. |
|
La erosión trabaja consiguiendo formas impensables. |
|
Una típica forma de "mesa" tan frecuente en este desierto. |
|
A muchas de éstas las he hecho desplazarse por el desierto. |
|
Oquedades como ésta han sido bien y largamente aprovechadas por el hombre. |
|
Uno de los escasos vestigios de ocupación humana avistados durante la jornada. |
|
Que mejor que terminar con una imagen parecida a la primera, no en vano todo el desierto es muy parecido a sí mismo. |
Desierto de Tabernas (Almería)
Fecha: 11-2-2014
Rangos de temperatura: de 5ºC a los 15’5ºC
Yo hoy quería perderme y ¿qué mejor sitio para
perderse que un desierto?.
Puedo afirmar que hace cerca de treinta años que
estoy visitando la provincia de Almería con más o menos asiduidad. En muchas de
esas visitas me he acercado por la carretera del interior desde Granada (por Guadix),
primero cuando no existía la autovía, más tarde, con ésta en construcción
teniendo que alternar los tramos del nuevo trazado con el antiguo e incluso
algunos de tierra y finalmente con la nueva carretera ya terminada.
En todas ellas, una vez sobrepasado el pueblo de Gérgal,
se atraviesa parte del desierto de Tabernas y ese tránsito siempre ha captado
mi atención despertando mi interés, asaltándome la idea de introducirme en él
con tiempo para metafóricamente perderme. Hoy voy a hacer realidad una
ensoñación macerada durante años. Aprovecho el mal tiempo en la provincia de
Granada y Jaén que no me permiten mi salida semanal por las sierras de esas
provincias con un mínimo de garantías climatológicas, para desplazarme hasta
Almería en que parece que las predicciones son alagüeñas. No en vano voy a un
desierto.
Con una extensión de 280 kilómetros cuadrados se ubica
geográficamente entre las poblaciones de Gérgal y Tabernas por el norte y el río Andarax como límite sur,
siendo el único desierto propio de todo el continente europeo. Enclavado entre
las sierras de Alamilla y los Filabres, que le merman las posibilidades de lluvia
a pesar de su cercanía al mar, por lo que recibe escasas aportaciones
(alrededor de 250 mm. anuales de media) gozando, por el contrario de cerca de
3.000 horas de sol, que le hacen alcanzar una temperatura media superior a los
17 ºC.
Mediado el tramo de autovía (A-92), entre Gérgal y el
desvío a Tabernas existe un cambio de dirección que yo aprovecho para
abandonarla e ingresar en el carril de servicio, sólo unos metros antes de
aparcar. El trazado de la carretera atraviesa el Parque Natural del Desierto de
Tabernas longitudinalmente. Había pensado adentrarme en la zona suroeste del
parque (a la derecha de la carretera en el sentido en que la hago).
Las escasas nubes que pintan el cielo me dicen
que he escogido bien, la temperatura, algo baja a primera hora no me preocupa
ya que sé que es cuestión de paciencia para que ascienda. Lo primero que me
encuentro es un cortado de unas decenas de metros que tengo que salvar para
acceder a una rambla que diviso más abajo. Tras varios intentos consigo salvar
el primer obstáculo y ya en la rambla, con el piso de arena fina comienzo a
caminar hacia el sur.
Enseguida (unos cien metros) desemboca en otra
rambla, de mayor entidad, que tras pensármelo unos momentos decido recorrer,
ahora en dirección oeste -ascendente- con el firme propósito de acabarla, progresando por ella hasta donde me lo permita. En este desierto tan erosionado,
plagado por miles de cárcavas, ramblas, pendientes taludes y múltiples
torrenteras y todas iguales, lo más prudente, si de andar se trata, es elegir una de ellas y seguirla
fielmente.
Ello no evita que mi curiosidad me anime a adentrarme
en mi caminar por otras más modestas y adyacentes que me resultan atractivas.
Pero tras recorrerlas vuelvo sobre mis pasos y retomo mi camino original. Los
restos de asentamientos humanos fuera de las cercanías de la antigua carretera
son prácticamente inexistentes. Apenas descubro un aprisco enfrentado a donde dejo el coche y
unos restos de diques en una torrentera, bien avanzada la jornada, nada más en todo el día.
Tardo en hacer el primer recorrido algo más de
dos horas y media. Al final, ya en la cabecera de la cárcava, donde se unen
pequeñas barranqueras para formarla con los distintos aportes que recogen de
las escasas tormentas, decido remontar una colina para dominar más paisaje y
orientarme. Hasta hora en mi caminar, hundido por el centro de la rambla con
paredes que en ocasiones superan la cincuentena de metros, sólo me ha permitido
intuir que camino en una dirección oeste. Una vez arriba confirmo que no andaba
equivocado.
La pérdida de orientación en estos parajes, dada
la escasa existencia de hitos destacables, por la uniformidad del terreno y su
amplitud puede ocasionar problemas que yo en todo momento he querido evitar. Es
la primera vez que me adentro en el interior del desierto y 280 kilómetros
cuadrados son espacio más que suficiente para perderse y no precisamente de
forma metafórica.
Al regresar he ido más pendiente de lo que
ofrecía el suelo que pisaba. Así he podido constatar que estas “tierras malas” fueron
en algún remoto pasado un lecho marino y las distintas cochas sueltas que he
encontrado fosilizadas o formando parte de conglomerados así me lo ratifican.
He encontrado llamativos cristales de yeso, distintas pepitas de hierro y otras
curiosidades geológicas que a la ida, por ir pendiente de dirección y paisajes, me había
perdido.
La escasa vegetación que se acumula en las
cárcavas, hace que las escasas lluvias, que además suelen ser torrenciales, no
consigan retener la humedad, sufriendo una fuerte erosión que ayuda a formar
estos paisajes característicos de los badlands. Conjunto de cárcavas recorridos
por auténticos ríos torrenciales de los desiertos (wadls) que sólo llevan agua,
barro y piedras durante las escasas avenidas después de los fuertes y muy
esporádicos chaparrones. A pesar de todo en los lechos de los secos arroyos
abunda la vegetación entre la que destacan las adelfas por ser las plantas de mayor porte. En las laderas los espartos.
Unos centenares de metros antes de regresar a la
bifurcación donde inicié mi caminar me encuentro otra rambla a la izquierda que
promete. Sin dudarlo me animo a recorrerla ayudado ahora por el sol que ha
conseguido liberarse, al menos parcialmente, de la barrera de nubes y porque
mis piernas aún se muestran animosas.
Seguro que los que sobrepasamos los sesenta recordamos las películas de las décadas 60 y 70 del pasado siglo, donde los héroes y villanos a caballo
recorrían misteriosos desfiladeros y desolados desiertos. Eran estos. Esta segunda cárcava
que he iniciado se va encogiendo conforme avanzo por ella hasta convertirse en
un estrecho, sinuoso y largo desfiladero a la que hoy solo le ha faltado algún indio apostado tras las rocas preparado para la emboscada de rigor.
Recorriendo territorios tan extraños afloran pensamientos
que estos desiertos ayudan a elaborar. Al contemplar la inmensidad de colinas, tan envueltas en luz como escasas de vegetación, se me ocurre que la paz que a nivel
personal anhelamos no se alcanza con consejos, ni con asignaturas académicas
sino sólo con el lento aprendizaje del esfuerzo personal, esfuerzo para ir aprendiendo de los propios
errores, para llegar a la conclusión de que nos movemos entre dos mundos tan
reales el uno como el otro, el exterior como el interior; así si a la vez que
pretendemos cambiar el entorno que nos rodea, me esfuerzo, nos esforzamos por
mejorar el mundo interior, estoy convencido que puedo, podemos ayudar a mejorar
la sociedad que habitamos.
En el día a día nos movemos y experimentamos
desde la seguridad, en el desierto nos desnudamos de preocupaciones, nos
quedamos a solas, con nosotros mismos, concediéndonos la posibilidad de buscarnos y
quizás de encontrarnos. El desierto nos quema tanto por fuera como por dentro;
aparecen sensaciones de incertidumbre, desasosiego y asombro y hoy todas ellas
se han apoderado de mí.
Pero basta de disquisiciones y volvamos a la realidad.
He echado de menos algo que me ha llegado tarde: la lluvia. Que espectáculo
habría sido soportar un buen chapetón cuando caminaba entre altas paredes
rocosas, recorriendo el desfiladero que tantos recuerdos fílmicos aportaba. Sin
embargo había abandonado ya el embrujo del desierto y me había reincorporado al
tráfico cuando ha hecho acto de presencia. En mi regreso aun me ha dado tiempo
y he tenido ánimo para desviarme unos minutos y adentrándome en Gérgal pueblo,
acercarme hasta su castillo.
Pequeño exponente del siglo XVI que permanece en
manos privadas e incluso parece habitado lo que sin duda ayuda a su buen
mantenimiento. Este castillo fue protagonista destacado en la rebelión de los
moriscos del año 1.568, ya que se asesinó a la población cristiana del pueblo. Actualmente propiedad privada desde el año 1972. Ni que decir tiene que sólo he disfrutado
de sus exteriores, el interior quizás, acondicionado para la habitabilidad, habrá
perdido su carácter defensivo y sobrio.
Nota: Para mayor información sobre el Desierto de
Tabernas adjunto éste enlace al estudio elaborado sobre él a petición de la
Diputación de Almería, ya que me ha parecido altamente instructivo e
interesante:
http://www.almeria.es/Servicios/Informacion/informacion.nsf/D6136ECB1F2B19F7C125780600617181/$file/Estudio.pdf
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo
demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar
con nosotros.
El que te siga, como es mi caso, se encontrará ern su casa si es de aquí. Una casa dura pero entrañable y propia para reconocerla y reconocerse producto de este paisaje agreste y de gran capacidad de supervivencia. Siempre te agradezco tus propuestas y me recuerdan la de veces que he pasado por ellas, pero en coche y desde la carretera. Un abrazo
ResponderEliminar