Nota: Las fotos 8 y última pertenecen al recorrido pero están tomadas otro día con muy distinto cielo.
Fecha:23-10-2013 Ermita
Nueva 8'30h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Ermita vieja 9'40h.
Duración:
4'30h. (Semicircular) Picacho Alto
10'30h.
Desnivel
en subida: 750 metros
Rangos
de temperatura: de 13ºC a los 18ºC Ermita nueva
13'00h
Hoy
he realizado en compañía de uno de mis hermanos una corta excursión
recorriendo parajes a caballo entre dos sierras. Por un lado la
Sierra del Manar y por otro Los Alayos de Dílar. La brevedad de la
salida de hoy ha venido condicionada por mi estreno de unas
plantillas para intentar corregir los defectos en la pisada que
últimamente se venían agravando, lo que me ocasionaba frecuentes
dolores y por tanto me estaban limitando durante los últimos meses
ya que no me dejaban ni disfrutar en mis salidas ni conseguir mis
objetivos.
Hoy
quería probar la bondad de las soluciones y tras un resultado más
que aceptable me he autoconvencido de que podré retomar la actividad
en próximas semanas con la intensidad con la que la venía ejerciendo antes
de las incidencias.
Habíamos
programado para hoy la subida hasta el Picacho Alto (1.750 metros).
Al no ser una subida excesivamente dura ni larga habíamos
calculado que para las primeras horas de la tarde estaríamos de
regreso y eso sin tener que madrugar excesivamente. Hemos iniciado la
actividad, una vez aparcados en las inmediaciones de Ermita Nueva a
las 8'30. El cielo prácticamente cubierto de nubes no nos ha
permitido disfrutar de un bello amanecer como en otras ocasiones. La
suave temperatura ha sido durante toda la jornada buena compañera de
viaje.
Justo
a las espaldas de la Ermita arranca (de la carretera asfaltada que se
dirige hacia Otura) un carril terrero que junto a un seco cauce de un
arroyo se dirige en dirección este entre campos dedicados al cultivo
del almendro y el olivo hasta acercarnos a la línea de pinos que se
divisan al fondo al pie de la ladera.
Precisamente
en la entrada del sendero en el bosque de pinos de repoblación se
inicia la subida para tras unos veinte minutos alcanzar un collado
donde comienza a llanear y posteriormente a descender buscando una
estrecha cañada arenosa por la que tendremos que remontar durante
unos quinientos metros. Tras alcanzar una señal doble que nos indica
que llevamos promediado el camino entre Ermitas, el sendero retoma la
subida bruscamente por un tramo muy marcado y con mucha piedra
pequeña y suelta. Empiezan los primeros sudores a pesar de ir en
camiseta de manga corta.
Atravesamos
la carretera perimetral del Parque, para tras otro tramo de sendero
volver a encontrarnos con ella algo más arriba. A partir de aquí
hay que seguirla durante unos minutos ya que nos va a acercar hasta
Ermita Vieja (está totalmente reconstruida y en muy buen estado),
cerrada y junto a ella unas higueras y algunos nogales rodeando una
balsa preparada para abastecimiento de helicópteros en caso de
incendio, todo ello en un recinto vallado al que no se tiene acceso.
Unos metros por encima una antigua alberca con una fuente que la
alimenta.
Aquí
abandonamos la pista para retomar la senda que de nuevo atravesando
los pinares salpicados de alguna encina y chaparras nos ayuda a
recortar el curveo de la carretera a la que nos volveremos a integrar
poco más arriba (Montellano). Ya tenemos enfrente la mole del
Picacho Alto, pero aun nos queda alrededor de una hora para poder
pisar su cima.
El
terreno es el mismo que conocemos de las distintas subidas al
Trevenque y de los Alayos, quizás con más vegetación a pesar de
estar orientado predominantemente hacia el suroeste. Tendremos que
atravesar algunas ramblas de arena antes de que el sinuoso sendero se
encamine y nosotros con él, hacia la cima. Es una subida que no
ofrece mayor dificultad que la de tomársela con tranquilidad,
apreciando los distintos salientes picudos rocosos que logran
destacar en las laderas por ser compuestos algo más compactos y duros que los de su entorno y aguantar mejor la erosión.
Estamos
atravesando un arrecife formado hace algunos millones de años cuando
este terreno estaba sumergido. Es difícil verlo pero en algunas de
las muy fracturadas rocas que pisamos durante la subida se pueden ver
los restos de su origen marino. Nos encontramos entre cotas 1.500 -
1.600 y con la colaboración de mi hermano localizamos algunas rocas
con vestigios marinos.
Siempre
me ha admirado la agilidad y capacidad de agarre que ostentan las
cabras monteses en estos parajes tan complicados con paredes de más
de 60 grados de desnivel sin soportes aparentes y con un terreno suelto.
Hoy nos han dado una nueva muestra al salir desde debajo de unas
chaparras, imagino que en busca de bellotas, asustadas por nuestro
paso por el sendero algo por encima de ellas. Una docena de cabras
han salido rapidísimas para en unos segundos poner más de
trescientos metros de separación con nosotros antes de aminorar en
su carrera y recobrar la tranquilidad.
Enseguida
llegamos al collado quedando la cima del Picacho a nuestra derecha,
sólo falta seguir el senderillo para coronar en escasos minutos y
desde la cima dominar prácticamente toda la línea de crestas de los
Alayos y la inconfundible silueta del Trevenque al noreste. De Sierra
Nevada apenas podemos ver hasta la cota 2.800 (Radiotelescopio)
porque todo lo que está por encima lo oculta la densa capa de nubes.
Iniciamos
el descenso que hasta casi Montellano va a ser por el mismo
itinerario usado para la subida. Ya abajo si tomamos un ramal a la
derecha (hay que ir atentos porque esta marcado por un pequeño hito
de piedras apiladas que pasa bastante desapercibido) que desciende
por el Barranco de Poca Leña y Cuesta Blanca. Aprovecha en su primer
tramo una rambla de arena suelta que en bajada moderada va perdiendo
altura a la vez que nos lleva hacia el suroeste.
Acabada
la cañada al llegar a la carretera aparece de nuevo el sendero que
llaneando durante más de dos kilómetros por entre pinares discurre
paralelo a un largo tapial fabricado con piedra local en seco que en
su día servía para delimitar una finca privada del monte superior.
Muy deteriorada y desecha a tramos, aun deja ver que en su día se
elevaba alrededor de metro y medio delimitando la propiedad de una
finca perteneciente al Marquesado de Dílar otorgado por el rey
Alfonso XIII a favor de Pablo Díaz y Jiménez, Senador del reino
(1.886).
Una
vez divorciadas la muralla y el sendero estamos prácticamente abajo,
solo nos resta unos centenares de metros para retornar junto al
edificio de la Ermita Nueva dando por finalizado el recorrido de hoy.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas,
todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e
inorgánicos), deben regresar con nosotros.
Ahora sí lo he logrado. Me encantan los paisajes, muchos de ellos los he pateado con mi grupo de alumnos. También hemos dormido en Hermita Vieja. Un abrazo
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