viernes, 13 de julio de 2012

Juego de Bolos y Minillas del Sol (Sierra Nevada- Granada)

Radio-telescopio

La subida al refugio Elorrieta.

Laguna Aguas Verdes.

Lagunas de Río Seco.

Laguna de La Caldera.

El Mulhacén con sus cicatrices.

El agua de la Laguna del Mulhacén presentaba este aspecto.

El lagunillo del Juego de Bolos hoy era un charco.

Retirándome después de la decepción.

Desde la cima de uno de los Bolos con el Mulhacén de fondo.

Cerro de los Machos por su cara este.

Primer avistamiento de la Laguna Larga.

Laguna Gabata donde he repuesto energías.

Otros también se alimentaban en las orillas de la laguna.

Uno de los lagunillos de Minillas del Sol.

El desagüe ya ha roto el ventisquero en su salida.

Desde la distancia parece aun más pequeño.

...se hace camino al andar...

Buena parte del camino de regreso.

Desde el collado de Veta Grande accedo al Corral del Veleta.

Cabecera del río Guarnón, al pié del tajo del Veleta.






Fecha:13-6-2012                                           Albergues                                           6’45h
Temperatura: 6’5 – 18                                    Carihuela                                            8’15h
Tiempo: 9H 30’ (39.500p)                              Laguna Caldera                                 9’45h
Desnivel en subida: 1.300 m                            Laguna Mulhacén (Mosca)              10’30h 
M.I.D.E.: 3,3,4,4                                            Laguna Larga y Gabata                   12’00h (12’30h)
                                                                      Posiciones del Veleta                       15’15h
                                                                      Albergues                                        16’15h


Tenía la intención este año de intentar completar las visitas fotográficas a las lagunas que me faltan, que aunque no son muchas, si son las más alejadas, por lo que los recorridos para acceder hasta ellas suelen ser muy largos, si a ello añadimos que la estación en que las lagunas son bellas fotográficamente es corto, ya que voy buscando la combinación de agua y hielo, se complica mucho la cuestión.

Ya el año pasado me ocurrió acercarme hasta el Lagunillo del Puerto de Trevélez para encontrármelo seco. Si la salida no tiene como fin único ese, no importa demasiado, pero si el objetivo principal de la excursión es la visita a la laguna o lugunillo, las cosas cambian.

Hoy había pensado en visitar dos lagunillos que aunque conocidos y con alguna fotografía lejana, quería convertirlos hoy en los protagonistas de mi salida. Me refiero al lagunillo ubicado al pié del Juego de Bolos y a los que ocupan el paraje de las Minillas del Sol, al pié del Cerro de los Machos, en su cara noreste.

Suficientemente alejados entre sí para que la visita a los dos se convierta en una excursión larga, por lo que puestos a complicar las cosas, imagino una ruta circular que inicio en los albergues, para subir hasta la Carihuela, ver las de Rio Seco y Caldera, bajar hasta la del Mulhacén (Mosca), acercarme hasta el primero de los objetivos Lagunillo del Juego de Bolos, seguir para acercarme a la Laguna Larga y Gabata, intentar descubrir alguno de los lagunillos de las Minillas del Sol, volver por el Corral del Veleta, Posiciones y cerrar de nuevo en los Albergues.

Sabedor de que el recorrido de hoy era largo y duro intenté reservar una plaza en el microbús que sube hasta las Posiciones, pero me informaron que para una sólo persona no hacían el desplazamiento y que por tratarse de un miércoles no creían que concurrieran más solicitantes, tenía que haber un mínimo de tres personas para hacer el recorrido. Aunque los días ahora son muy largos decido madrugar para evitar el calor en lo posible y tener tiempo de sobra por si surge alguna incidencia.

Antes de las siete de la mañana ya estoy aparcado junto al albergue de la Hoya de la Mora y comienzo a andar. La temperatura a esa hora es fresca, cosa que se agradece dado que la subida hasta la Carihuela, aunque me la tomo con cierta tranquilidad, la hago prácticamente de un tirón. A tan temprana hora no transita por la sierra nadie, excepto las omnipresentes cabras, por supuesto que ya me las cruzo en la Virgen.

A la hora de coger la mochila tenía dudas de si sería conveniente sumar el peso de los crampones, al final opté por dejarlos en el coche. En el único sitio que los he echado algo en falta ha sido en los basares del Veleta, donde he tenido que atravesar un par de ventisqueros que por la mañana la nieve estaba todavía muy dura. Ese problema en cuanto ha avanzado la jornada y ha subido la temperatura se ha resuelto satisfactoriamente.

Cuando pasaba junto a las lagunas de Río Seco me he dado cuenta que hoy hubiera sido un día magnífico para bajar a hacerles fotografías. Estaban en su punto, con nieve dentro y fuera, sobre todo la mayor y todas con agua y algún ventisquero en sus inmediaciones. Me he limitado a fotografiarlas desde la carretera porque hoy no eran el objetivo programado.

La primera sorpresa me la he encontrado al atravesar Loma Pelá y acceder visualmente a la Laguna de la Caldera desde el collado. Me ha parecido que a pesar de tener ventisqueros en su circo, incluso alguno medio sumergido en su orilla, tenía un nivel de agua inusualmente bajo para las fechas en que estamos. Esta apreciación se ha ido confirmando conforma bajaba y me daba cuenta de lo reducida que era la lámina de agua, dejando al descubierto mucha orilla anegada otros años  por estas fechas. Lo curioso es que las pequeñas lagunas que se ubican por debajo de ella y con una vida bastante más efímera estaban bien surtidas. No quiero ser pájaro de mal agüero, pero me da la impresión de que este año la Caldera o queda reducida a su mínima expresión o incluso nos muestra su fondo al final de la temporada.

Hacía ya años que no visitaba la laguna de La Mosca (aunque a mi me gusta más el nombre de Mulhacén). La última vez que lo hice fue subiendo por la Estrella y remontando todo el desplome de la cascada y no guardo un buen recuerdo de esa excursión, por ser muy dura y larga, teniendo en cuenta que yo hice la ida y la vuelta en la misma jornada.

Hoy he aprovechado para recrearme haciéndole fotos por todos sus lados, desde arriba, a ras de agua, lo que se me ha ocurrido. Para después encaminarme hacia uno de los picos que componen el Juego de Bolos a cuyo pié se sitúa un laguillo de muy corta vida. Dura lo que la nieve que lo rodea. No debe tener buena impermeabilización, y a poco que te descuidas llegas tarde para verlo. Hoy, a pesar de resistir algunos ventisqueros en su embudo, sólo quedaba una pequeña charca.

Aprovechando que el sendero pasa cerca de uno de los Picos he ascendido a él para apreciar las vistas con los imponentes tajos del Mulhacén y la Alcazaba enfrentados y entre ellos y yo el profundo barranco por el que se despeña la cascada de la laguna para dar nacimiento al río Valdecasillas. Una vez satisfecha la curiosidad volver para retomar la vereda que me ha de acercar hasta las lagunas Larga y Gabata.

Este tramo ha sufrido infinidad de desprendimientos y si ya era de por sí estrecho y problemático se ha endurecido si cabe más y eso que yo hoy lo he hecho en bajada: aunque a veces en la sierra no se sabe si es mejor bajar o subir. He aprovechado mi visita a la Gabata para en uno de sus “nacimientos” descansar y comer a la vez que disfrutaba de las idas y venidas por las orillas de algunas pequeñas aves buscando su sustento acercándose hasta mis mismos pies.

Reiniciado el camino me separo algo del sendero para ascender hasta donde creo que puedo encontrar uno de los lagunillos (segundo objetivo de la jornada), al pie del Cerro de los Machos, en el paraje denominado Minillas del Sol, donde nace uno de los brazos del río Valdeinfierno, el otro lo forma el desagüe de la Gabata.  Es cuestión de días, si te acercas antes de tiempo la nieve cubre las pequeñas depresiones donde se asientan las diminutas láminas de agua; si te retrasas la nieve no aporta el caudal necesario para mantener el encharcamiento y sólo se aprecian los borreguiles que permanecen algún tiempo más.

Creo que he tenido suerte y al menos a uno de ellos lo he cogido en su momento. Los demás deben estar cubiertos por los amplios ventisqueros que aun quedan en la zona, aunque no creo que resistan mucho ya que a la hora en que los he visitado, alrededor de las 13h estaba la nieve tan blanda que en algunos sitios me he hundido hasta la pantorrilla.    

Sólo me quedaba terminar la subida hasta el collado de Cuesta Colorá y bajar por la otra cara para adentrarme en el Corral del Veleta, para una vez abajo volver a ascender atravesando borreguiles, riachuelos y cascadillas hasta la cabecera del circo glaciar para, un poco por encima del refugio artificial del túnel, ascender hasta el Veredón para enlazar de nuevo con la  carretera muy cerca de las Posiciones, no sin antes volverme en el Mirador para visualizar todo el circo glaciar al pié del tajo del Veleta. Esta subida me ha costado mucho tiempo y esfuerzo, últimamente no estoy en plena forma y en las salidas largas que me exigen algún esfuerzo extra final, lo noto y lo sufro.

Desde las Posiciones ya sólo queda ir descendiendo los quinientos metros de desnivel que me separan de los Albergues donde tengo el coche aparcado para iniciar la bajada hasta Granada.

Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

jueves, 5 de julio de 2012

Trevélez - Mulhacén (Sierra Nevada - Granada)

A poco de comenzar me encuentro la primera fuente.

El recorrido está salpicado de cortijos, unos en mejor estado que otros.

A veces se comparte el sendero con todo tipo de "senderistas".

Típica construcción de la Alpujarra granadina.

Voy ascendiendo y ampliando horizontes.

Durante la subida atravieso dos acequias: Gorda y Mingo.

Desde la Campiñuela ya diviso las chorreras de la laguna Hondera.

Resto de ventisquero junto al río.

La laguna Hondera me da la bienvenida a Siete Lagunas.

Desde la loma del Mulhacén (Cuesta del Resuello) veo a un grupo que se dirige hacia la Alcazaba.

Mis dos compañeras "adosadas" de hoy casi tan cansadas como yo.

Durante mi recorrido por SieteLagunas.

Todavía quedaban algunos ventisqueros.

Imágenes de las distintas lagunas visitadas.

Esta , un poco más alta conserva hielo.

La abundancia relativa de nieve es engañosa ya que está muy blanda y no durará.

Las chorreras del desagüe de la última laguna.

El agua se despeña ladera abajo perdiendo altura precipitadamente.

A pié de cascada el ruido es atronador, pero merece la pena acercarse y ser salpicado.

Ya en Trevélez, típica fachada adornada de macetas.

Curiosa forma de hacer ventanas.

De regreso me paro un momento junto a esta construcción en rehabilitación: siempre me ha gustado.




Fecha: 30-5-2012                                                Plaza de Trevélez                              7’30h.
M.I.D.E.:2,3,4,4.                                                Campiñuela                                        9’30h
Duración: 8h45’  (26.300p)                                Siete Lagunas                                   10’50h                     
Desnivel en subida: 1.724 metros                     Loma Mulhacén (2.200m)                11’30
Temperatura: de 13’5ºC a los 24’5ºC               Bajada (7 Lagunas a Trevélez)          2’45h

                                   

En la primera semana de julio del año pasado hice un recorrido similar al de hoy, iniciando la andadura desde la población de Trevélez (1.476 m), subí hasta la Alcazaba (3.371 m). Recuerdo que cuando llegué a Siete Lagunas, tuve dudas de si subir a la Alcazaba o elegir el Mulhacén (3.482 m). Al final y por ser fiel a mis informaciones previas dejadas en casa opté por el primero dejando el segundo para otra ocasión.

La semana pasada tenía previsto hacer ese recorrido pero la petición de acompañamiento que me hizo una amiga al Trevenque, demoró una semana el itinerario que por fin afronto hoy. He tenido dudas hasta el último momento dado que las previsiones metereológicas no eran excesivamente alagüeñas ya que anunciaban posibles tormentas en las sierras, pero en el último momento rebajaron las predicciones, como mucho, a débiles chaparrones por lo que me he decidido a intentar subir.

Trevélez es un pueblo de la Alpujarra Granadina que presume de altura, ubicado en las faldas de Sierra Nevada, es inicio de algunos senderos que tienen en común entre ellos los fuertes desniveles que hay que afrontar si de subir a Sierra Nevada se trata, ya que las cimas están geográficamente muy cerca de la población y la diferencia de altura se salva en poco espacio. Es normal encontrarse con desniveles cercanos a los 2.000 m. a poco que nos adentremos en el macizo.

La distancia a salvar por carretera es de algo menos de 100 km. por lo que decido madrugar; primero porque hay tramos de carretera muy revirados y estrechos y, segundo por mi afán de comenzar a andar cuanto antes para evitar en lo posible, que las horas de calor me pillen todavía en la subida. A las siete y media ya estoy aparcando el coche en la plaza del Barrio Alto de Trevélez para una vez cargado con mochila, cámara y bastones iniciar el sendero señalizado que arranca junto al lavadero público que existe en la parte más alta del barrio.

Del recorrido de subida hasta Siete Lagunas no voy a hablar mucho ya que lo hice en la entrada del pasado 7-7-2011 (Trevélez – Siete Lagunas – Alcazaba). Lo que sí os comentaré es que al cruzar la Acequia Gorda se me “adosaron” dos perras ávidas de aventuras y con muchas ganas de rastrear media sierra y ya no me abandonaron hasta el regreso al pueblo. Esta compañía entretenida por un lado me impidió que avistara ningún animal ya que se encargaban ellas, al ir continuamente olisqueando el terreno en sus amplias batidas, de espantarlos o hacerlos esconder. Con deciros que la única cabra que vi fue a bastante distancia y asustada por una de las perras en las chorreras de la Laguna Hondera.

El recorrido entre las dos acequias que cruza el sendero en su ascensión (la Gorda primero y la del Mingo después, unos metros por debajo de la Campiñuela 2.400 m) está cubierto por raquíticos pinos que no sólo no han crecido desde mi anterior visita sino que la mayoría de ellos presentan un aspecto lamentable. Muchos de ellos secos  en su totalidad o en buena parte de su ramaje, imagino que por sumarse a las duras condiciones climáticas que soportan la constante acción de las orugas (procesionaria) cuyos nidos se enseñorean en sus ramas.

Una vez llegado a Siete Lagunas, me percato de que no estoy muy pletórico de fuerzas: las piernas las tengo algo pesadas y los gemelos un poco cargados, me planteo dejar la subida al Mulhacén cambiándola por un recorrido, mucho más suave por las lagunas, opción muy atractiva para mí ya que siempre me ha despertado un interés especial este paraje de la sierra (mitificaciones infantiles? supongo que debido a reminiscencias de mis primeras experiencias serranas). Al final decido intentar la subida. El sendero apenas visible en la distancia arranca junto al refugio natural de Siete Lagunas: una oquedad bajo las rocas suplementada con muretes de lajas al sur de la desembocadura de la laguna y unos metros por encima de ella.

Me acerqué para verlo y me sorprendió la cantidad de moscas y mosquitos que mi presencia puso en movimiento, no aconsejo pasar la noche en él, so pena de amanecer con multitud de ronchas y algún decilitro menos de sangre, no olvidar que acostumbrados a las recias pieles de los animales autóctonos, la nuestra les debe parecer pura mantequilla. Los restos de comida junto a algún otro desecho y la sombra proporcionada por las rocas propician que allí se reúnan buena parte de los insectos alados que ocupan estos lares.

Inicio la subida para un rato después convencerme de que me he equivocado al elegir la opción de subida. Madiada la Cuesta del Resuello a mí se me acaba el mío, las piernas apenas me responden y cada paso me supone un fuerte acto de voluntad: no merece la pena seguir, por lo que decido dar la vuelta aproximadamente en la cota 3.200 m. Volver a bajar, buscar uno de los nacimientos de agua que alimentan la laguna y sentarme a disfrutar, a la vez que me recupero comiendo algo.

Ya que estoy aquí decido hacer un breve recorrido por las lagunas más bajas, recorrido bastante menos exigente que el intento anterior y  que con el fin de avanzar en el proceso de recuperación afronto con mucha calma ya que se prolonga durante una hora y media, más que caminar me dedico a pasear. No llego a visitar las dos lagunas más altas para no castigarme demasiado consciente de que la bajada es larga y dura y mi estado de forma no es el óptimo.

Se me ocurre que después de todo no está mal haber sido capaz de mover mis ochenta y pico de kilos, junto con algunos mas adosados a la espalda de la mochila más de 1700 m. en subida para luego pasearlos por el recorrido de las lagunas y terminar bajándolos de nuevo hasta el pueblo. La subida al Mulhacén por este recorrido va a quedar relegada para otra ocasión en que la “fuerza me acompañe”.

A lo largo de la mañana, además de la pertinaz compañía de las dos perras, que con sus idas y venidas, unas veces adelantándose hasta perderlas de vista, para acto seguido regresar corriendo cerciorándose de que sigo por allí, otras volcando lomas con una agilidad envidiable siempre con la nariz cerca del suelo para que no se les escape el más mínimo olor, han hecho al menos cuatro subidas a la par que yo no he conseguido terminar una solamente.

Decía que además de esa doble compañía, a lo largo de la jornada me he ido cruzando con bastantes esforzados que habían elegido el mismo recorrido que yo, más un grupo que viniendo del Refugio Poqueira se encaminaron a través del “Canuto de la Altera” a conquistar la Alcazaba. Durante la bajada, a pesar del calor y la avanzada hora todavía me he cruzado con un par de parejas que afrontaban la fuerte subida aderezada por el intermitente sol que a veces conseguía abrirse paso a través de las nubes presentes durante toda la jornada.

Abajo, ya en el pueblo me demoro en el lavadero para refrescarme y lavarme un poco la sal de la cara acumulada por la sudoración de toda la jornada, momento que aprovechan mis dos acompañantes caninos para desaparecer sigilosamente, imagino que en busca de descanso y comida, o quizás en busca de nuevas y excitantes aventuras.





Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

lunes, 2 de julio de 2012

Trevenque, una nueva subida (Sierra Nevada - Granada)

Una panorámica distinta del Trevenque.

Peonías en plena floración junto a la fuente del Hervidero.

Los Alayos de Dílar.

El Trevenque a contraluz.

La otra ladera del arroyo Hüenes.

Mi acompañante en el tramo duro de ascensión.

Disfrutando junto a la cima.

Objetivo alcanzado.

Las lomas de la cara este arañadas por los aguaceros. 

Rocas erosionadas con formas caprichosas.

El tramo más duro durante la ascensión por la cara oeste.

Supervivientes aferrados a la vida.

Fuente junto a la pista por debajo de los arenales.

Casa - Refugio Rosales.

Detalle de la chimenea.

Pequeña cascada en el Río Dílar.

Río Dílar.

Pequeña presa en la toma del Canal de la Espartera.

Cerro Hüenes desde el Collado Sevilla.



Fecha: 23-5-2012
M.I.D.E.:2,2,3,3.                                                                                                            
Duración: 6h  (25.300p)                                                                     
Desnivel en subida: 500 metros                                                        
Rangos de temperatura: de 12ºC a los 23ºC

                                   
La naturaleza deberíamos concebirla no como una herencia para nuestros descendientes sino como un alquiler de nuestros hijos.


Casi siempre que me lo solicitan me muestro dispuesto a acompañar al peticionario de excursión por Sierra Nevada o por cualquier otra sierra de nuestro entorno. No me molesta lo más mínimo, es más, me alaga el que recurran a mí solicitándome que haga de guía para dar a conocer lugares serranos a aquellas personas que muestran disposición e interés por visitarlos, independientemente de su estado de forma física y por supuesto siempre trato de indagar qué lugares les llaman más la atención o si muestran alguna preferencia concreta, para tratar de satisfacerla, dejando aparcadas temporalmente mis preferencias, a la vez que intento elaborar un recorrido que se adecúe al estado y capacidades físicas de mi acompañante y a ser posible circular.

Hoy ha sido uno de esos días en que me he prestado a acompañar a una joven amiga a hacer un recorrido por la media montaña de Sierra Nevada. Ante las variadas posibilidades sugeridas, se decantó rápidamente por la subida al Trevenque, por lo que “imaginé” distintos posibles itinerarios, todos circulares que incluyeran esa subida y se complementaran con algo más de recorrido para dotar la salida de más entidad.

Al final nos decidimos por la subida al Trevenque por su cara oeste, bajarlo por la cara este, visitar la pequeña represa donde nace el Canal de la Espartera pasando por el Refugio Rosales y regreso hasta el Collado Sevilla por el sendero del Canal. Una salida no excesivamente dura ni larga, pero que incluía un recorrido bastante completo por el que poder apreciar los diferentes terrenos y vegetación de la media montaña granadina, incluida la visita al río Dílar.

Iniciamos la andadura alrededor de las ocho de la mañana, una vez aparcado el vehículo en el Collado de Sevilla. El día se muestra excelente y la moderada temperatura es ideal para la marcha. Toca subir desde el mismo inicio. Nos lo tomamos con calma para que las piernas vayan cogiendo ritmo, haciendo diferentes paradas, usando como excusa la lectura de los diferentes carteles que nos encontramos durante el recorrido y que dan a conocer los nombres de los diferentes picos que tenemos visualmente enfrente (los Alayos del que siempre llama la atención el denominado “Corazón de la Sandía” con sus 1.872 m. y la Boca de la Pescá) o explicaciones geológicas sobre la formación de estos arenosos terrenos que pisamos y su extrema fragilidad.

He combinado algunos tramos de subida por sendero con otros por la antigua carretera que ascendía hasta la falta de la montaña, lo que nos ha permitido alternar los silencios durante las rampas más exigentes con la amena charla en los tramos en los que la subida se suavizaba. La diferencia de edad que nos separa ha ayudado a contrastar opiniones sobre diferentes temas desde perspectivas muy distintas, que no por ello dejaban de tener interés. Siempre he sido de la opinión que cualquier persona, aun situada ideológica o temporalmente en las antípodas, que no era en absoluto el caso de hoy, puede dibujar matices interesantes en la apreciación de las cosas o situaciones y por supuesto enseñarme a poco que sepa escuchar.

Ya en plena ascensión al pico en uno de los descansos obligados, pararnos para aprehender el entorno: la rala vegetación, pequeños grupos de raquíticos pinos, los “ríos” de arena con su múltiples “afluentes” (uno por barranco), que quedan a nuestros pies y que el sol de la mañana ilumina de forma especial; las agujas pétreas que la erosión he respetado por la diferente dureza con su entorno, la pertinaz insistencia de la vegetación por subsistir en terrenos tan áridos, el lento caminar loma arriba de alguna cabra montés molestada en su reposo, todo ello no exento de belleza.

Alrededor de las diez de la mañana coronamos el Trevenque (2.075 m.) en cuya cima nos demoramos generosamente, consciente de que el recorrido de hoy no nos va a ocupar excesivo tiempo, para que mi acompañante disfrute de las vistas a la vez que macere la satisfacción del logro conseguido. Estos momentos de relax en la cima de cualquier meta son los que hacen seguir deseando ascender a otras metas más ambiciosas y hay que aprovecharlas.

La bajada por la cara este es tanto o más dificultosa que la propia subida, por la fuerte pendiente de la ladera por la que serpentea el trazado del sendero y por el piso de arena suelta que obliga a afianzar el pié a cada paso para evitar el más que probable resbalón. Aquí es donde se aprecia la diferencia de un buen calzado que nos presta un agarre adecuado y el que no lo es. Una vez abajo, en la base del pico decidimos recortar a través de los arenales hasta encontrarnos con la pista que baja hasta el Refugio Rosales, con la parada obligatoria en la fuente que hay unos metros por encima del carril.

A partir de aquí nos dejamos caer tranquilamente por la carretera, siempre entre pinares en los tramos superiores, hasta la parada programada en el refugio donde había previsto tomarnos el bocadillo. Una vez terminado el avituallamiento seguir bajando, siguiendo en todo momento la carretera hasta llegar abajo, junto al río Dílar. En los últimos tramos de la carretera antes de encontrarnos en el valle del río atravesamos viejos bancales dedicados al cultivo de nogales salpicados con algún que otro frutal. Arboles que sufren el abandono de años, carentes de cuidados y que poco a poco van sucumbiendo a la invasión de majuelos, rosales, zarzas y alguna que otra yedra que acabará asfixiando a su soporte.

Tengo la intención una vez abajo de acercarnos hasta la pequeña represa donde se sitúa la toma del Canal. Un poco antes dejamos a nuestra izquierda una gran casa con algunas higueras y otros frutales de los que los asiduos hemos degustado en más de una ocasión, en sus alrededores junto con alguna pequeña parcela antiguamente cultivada que debió cuidar el personal encargado del mantenimiento de la acequia hace ya bastantes años. Hoy todo sumido en un largo abandono ha acabado integrándose en el paisaje circundante, no destacando ni siquiera las higueras, todo junto a la casa que permanece cerrada y que extrañamente aun no ha sido “violada”.

Refrescarnos en el río ya que el calor aprieta y retomar la marcha por el sendero del Canal hasta volver al Collado Sevilla. A medio camino aprovechar un pequeño mirador natural sobre el río para visualizar una pequeña y ruidosa cascada, ya que no volveremos a ver el agua en lo que queda de recorrido. Trayecto en el que empleamos poco más de una hora, para ya en el vehículo (alrededor de las dos de la tarde) iniciar el descenso hacia Granada. 




Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.