miércoles, 25 de enero de 2012

Robledal - La Maroma. Sierra de Tejeda (Granada - Málaga)

La extensa mole de La Maroma se hace visible desde bastante antes de llegar.

Los primeros tramos del sendero se hacen por pista de tierra.

Gran parte del recorrido recorre la loma por la umbría.

La "procesionaria" ha dejado muchos ejemplares de pino cercanos a la muerte.

La erosión en rocas calcáreas provoca siempre formas llamativas.

El árbol que comparte nombre con la sierra: el Tejo antaño abundantes hoy escasean sobremanera.

Desde la divisoria de cuencas se observa una extensa vista, incluido el mar.

No puede faltar el mayor residente de estas sierras: la cabra montés.

El terreno de la cima lo forman rocas cuarteadas y sin apenas vegetación.

Punto geodésico que corona y señala la cumbre de La Maroma.

Llama la atención la extrema desolación con que nos encontramos en la cima.

Primer plano de las rocas cuarteadas por el hielo y las temperaturas extremas.

Desde la divisoria avistamos el sendero de subida por la vertiente malagueña.

Algunos tramos del sendero de subida presentan la misma desolación que la cima.

El frio reinante en algunas umbrías se hace patente en los veneros totalmente helados.

Y de fondo las cimas de Sierra Nevada.

Cortijo Robledal Alto en estado ruinoso.

Area de acampada del Robledal.

Vista de Alhama de Granada, población que he atravesado en mi acercamiento al sendero.

Pantaneta de Alhama, refugio de muchas aves.

Campos de cultivo cercanos al pueblo de Agrón, paso obligado hoy.




Fecha: 4-1-2012
M.I.D.E.:2,2,3,3
Duración: 7 horas (26.800p)
Desnivel en subida: 980 metros
Rangos de temperatura: de -1’5ºC a los 17ºC



El Parque Natural “Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama” se encuentra a caballo entre las provincias de Granada y Málaga. Situado entre los 100 y los 2.068 m. de altitud y con una extensión de 40.663 hectáreas, abarcando gran parte del macizo montañoso que va desde Alcaudín (Málaga), hasta la carretera de la Cabra en Otívar (Granada). El punto más alto dentro del parque a la vez que de la provincia de Málaga es “La Maroma” con sus 2.068 m. El origen del nombre de este pico parece que proviene de las maromas, nombre que se les daba a las cuerdas que se usaban antiguamente para sacar la nieve de los neveros de las zonas más altas para acumularlas en pozos para su posterior distribución en épocas más cálidas, usadas principalmente para la conservación de alimentos o elaboración de helados.

Estas sierras están considerados como uno de la enclaves florísticos más relevantes de toda la península. Por otro lado la existencia de escarpaduras casi inexpugnables favorece el asentamiento de muchas especies de aves, entre las que cabe destacar las águilas y otras cazadoras tanto diurnas como nocturnas. Actualmente se está realizando un esfuerzo hacia la recuperación de aves necrófagas.

Por otro lado el nombre de Tejeda, la sierra por la que voy a caminar durante la jornada de hoy, tiene su origen en las grandes extensiones de tejo que poblaban el monte, poblaciones que han ido menguando a lo largo del tiempo hasta la actualidad en que sólo se puede encontrar pequeñas manchas siendo éstas las más meridionales de la península.

Existen diversos senderos para subir a La Maroma, pero como en casi todas las montañas, al final la recompensa es la misma, llegar a la cumbre, respirar aire fresco y puro, admirar las amplias panorámicas que nos suelen deparar y en definitiva mirar y sentir de esa forma especial que sólo se consigue desde ellas.

La propuesta que nos hace el sendero que voy a realizar hoy es el ascenso por la parte umbría del monte, partiendo desde la altiplanicie de Zafarraya, perfectamente balizado mediante hitos verticales de madera rotulados como: SL-A-124 que nos acompañarán hasta el mismo pié de La Maroma, donde desaparecen junto al sendero. Para llegar he de recorrer unos 75 kilómetros de los cuales los cinco últimos son por pista de tierra. Quizás sea la subida más cómoda de entre las posibles por el “escaso” desnivel que tengo que salvar y porque gran parte del recorrido discurre entre bosques que le aportan sombra.

Voy a iniciar la subida desde el área recreativa “El Robledal” al que llego desde la carretera A-402, entre Alhama de Granada y Ventas de Zafarraya. En el kilómetro 35’5 me encuentro La Alcaicería y el arroyo De La Madre, desde donde arranca, dirección este, una pista por la que recorreré unos cinco kilómetros hasta, siguiendo las señales, llegar al Robledal. Nombre que no dudo que en su día fuera apropiado; hoy los robles son los menos frecuentes de los árboles de la zona, ya que por unas razones o por otras han sido sustituidos por pinos.

Arranca desde aquí un carril (a la izquierda del cortijo en ruinas) que vamos a usar para acercarnos en los primeros tramos de recorrido. Algo más de la mitad del camino lo voy a hacer por espacios arbolados, donde dominan los pinos de repoblación, pero también se alternan encinas, quejigos y alguna otra especie entre las que destacan las exóticas como cedros o abetos americanos, quizás resultado de algún capricho de los repobladores.

Tras un cuarto de hora de seguirlo, lo abandono para optar por otro carril que sale con dirección sureste, dando la espalda al cerro que anteriormente rodeábamos “Fuentes del Robledal”, nombre que acoge por el ambiente especialmente húmedo que he podido apreciar al atravesar la vaguada. Una media hora después acaba este nuevo carril convirtiéndose en un sendero que es el que definitivamente voy a seguir hasta bien arriba, ya cerca de la loma de La Maroma.

Aquí la vereda se pone seria, comenzando una subida pronunciada, sólo suavizada por la sombra del cerrado bosque por el que transitamos. A medio repechón me paro un rato junto a un letrero para divisar el Valle del Temple: hacia la izquierda y como telón de fondo Sierra Nevada, justo enfrente la Sierra de Jatar con el Cerro Malascamas (1.791 m.) y bajo nosotros un verde bosque de pino resinero con zonas abiertas dedicadas al cultivo de cereales, almendro y olivo. Ya he divisado mientras subía largas filas de la oruga “procesianaria” buscando nuevos árboles donde asentarse. Durante el recorrido he podido apreciar que hay zonas de bosque en que los pinos están totalmente perdidos por la abundancia de nidos de oruga. Generalmente hacen los traslados en fila india, excepto cuando baja la temperatura que se agrupan todas en un “ovillo” para darse calor.

Continua la ascensión pegándose el sendero a un paredón rocoso que me soprepasa en una cincuentena de metros. Aquí el panorama es caótico debido a la multitud de bloques desgajados de las paredes, de tamaños diversos pero que festonean toda la ladera. La temperatura ya debe descender varios grados por debajo de cero todas las noches, ya que en aquellos lugares en que la roca obliga a aflorar el agua, ésta aparece totalmente helada. Más adelante me encuentro el otro árbol que en su día debió ocupar gran parte de esta sierra, ya que le dio su nombre: el Tejo. Hoy representado por ejemplares sueltos en las zonas más umbrías de la ladera.

Me da un pequeño descanso el llegar al collado de Rojas, no sin antes pasar por un estrecho paso denominado “El Contadero” por ser usado por los pastores para el conteo de las cabezas ya que la estrechez las obligaba a pasar en largas filas facilitando la labor. Contar las cabezas al finalizar la jornada siempre ha sido una labor prioritaria para los pastores. Pero el relajo es momentáneo, ya que la pendiente vuelve a tomar la iniciativa, para tras otro fuerte tramo de subida llegar a otro collado, el de La Lobera, que por ser divisoria de cuencas a la vez que provincial, me permite divisar ya el mar. Aquí aparece otro de los senderos que permiten ascender a esta cima. Viene de la parte malagueña y partiendo de cota bastante más baja se convierte en un recorrido bastante más duro. No lo descarto para cualquier otro día.

La arboleda ya se ha quedado atrás. A partir de aquí la roca viva es la auténtica protagonista del resto de subida que me queda. Para empezar hay que recorrer una estrecha cornisa de pelada roca para acometer la árida loma de la montaña. Apenas si la jalonan alguna aulaga y poco más. Este tipo de roca cuarteado me recuerda a la Sierra de Harana en Granada, concretamente al Jinestral. Al estar la roca tan pelada, sin vegetación, el agua de la lluvia o del deshielo penetra en las pequeñas fisuras de las rocas, que con las bajas  temperaturas padecidas durante las noches, ya que el salto termométrico en invierno es muy brusco, la hiela haciendo de cuña, ejerciendo presiones que pueden llegar hasta los 2.000 kg. por centímetro. Estas descomunales fuerzas, reiteradas casi todas las noches de los fríos inviernos acaban triturando las rocas, o desgajándolas.

El sendero ha desaparecido, sustituyéndose los hitos verticales indicadores hasta ahora por otros de piedras apiladas, sin un criterio homogéneo. Me ha dado la impresión que cada cual ha intentado trazar una ruta, la mejor subjetivamente, por lo que es difícil escoger. De todas maneras, tampoco plantea excesivo problema: caminar los casi dos kilómetros que faltan para coronar intentando mantener el rumbo este-sudeste a través de la larga loma hasta divisar el alto hito que corona La Maroma.

Es esta montaña una larga loma que se prolonga hacia el norte, manteniendo casi la misma cota. Totalmente despojada de vegetación, con la roca aflorando permanentemente sin apenas tierra a excepción de algunas acumulaciones de fina arenas, imagino que transportadas por el viento. Hoy en la cima soplaba un más que molesto y frío aire que unido a lo sudado que yo iba me aconsejaba no permanecer demasiado rato inactivo en la cumbre.

La he recorrido tranquilamente hasta su extremo norte, terminado en el alto tajo que se divisa desde bien abajo y una vez llegado a él me he descolgado por la cara este hasta acabar un poco por encima del collado La Lobera. En el transcurso de ese deambular por la cima de la montaña me he encontrado un grupo de cabras a las que había echado en falta durante toda la subida. Resguardadas del aire, en la zona soleada de la loma, echadas la mayoría en labores de rumia. Una vez pasado yo, lo que le ha hecho desplazarse un poco han vuelto a recuperar sus acostaderos.

Sólo me queda desandar la subida, cosa que me he tomado con mayor tranquilidad una vez comprobado que los horarios indicados en las hojas informativas eran excesivos. Si para la subida anunciaban un tiempo de 3 horas y media yo he tardado dos y media por lo que me he permitido afrontar la bajada con bastante más calma. A medio recorrido, mi exceso de curiosidad me he hecho seguir un ramal que se adentraba hacia un barranco en el que posiblemente no entre el sol durante todo el invierno y he descubierto un nacimiento de agua completamente helado y duro como la misma roca, a una cota aproximada de 1.600 m., lo que da idea de las bajas temperaturas que aquí se registran por las noches.

Como podéis apreciar, últimamente en todas las entradas dejo el recordatorio final fijo. Hoy me ha llamado la atención las innumerables cáscaras de naranja a lo largo de todo el recorrido. Hay una creencia extendida de que los restos de fruta se los comen los animales y generalmente no es así. Las cáscaras de naranjas pueden perdurar con las temperaturas tan bajas, años.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.



domingo, 22 de enero de 2012

Sierra Mágina I: majestuosa y mágica (Jaen).

Pegalajar
Amplias extensiones dedicadas al cultivo del olivo
Jimena
Fuente junto a la ermita.
Farallón donde se encuentra la Cueva de la Graja.
Pinturas rupestres.
Torreón-Castillo de Jimena.
Sierra Mágina entre brumas.
Albanchez de Mágina con su castillo guardándola.
Castillo de Albanchez.
Vista del pueblo de Albanchez desde el castillo.
Pasaje interno entre estancias.
Desafiante torreón del Castillo de Albanchez.
Llegando a Bedmar.
Adelfal de Cuadros.
Paseando por un túnel vegetal.
Mesas en el área recreativa de Cuadros.
Fin del sendero del Adelfal de Cuadros.
Santuario de la Virgen de Cuadros, por encima del río del mismo nombre.
Regresando.


Rodeando Sierra Mágina

Fecha: 21-1-2012


Hoy no voy a escribir sobre caminatas andando sino sobre recorridos en coche para visitar, mejor, rodear toda Sierra Mágina, con algunas paradas estratégicas para visitar rincones emblemáticos de esta comarca, tan contada y cantada por Muñoz Molina y tan desconocida para muchos granadinos, a pesar de estar relativamente cerca. Yo por razones, unas veces personales y otras laborales, he transitado por los aledaños de esta recoleta sierra en multitud de ocasiones, pero no ha sido hasta ahora que me he propuesto adentrarme algo más en ella.

Hoy ha sido una primera aproximación a esta sierra que en semanas o meses siguientes espero aumentar significativamente. Hasta ahora sólo conocía, de pasada Mancha Real, Jódar y poco más. Hoy he programado un recorrido circular que me ayude a hacerme una ligera idea de lo que es en extensión y belleza esta pequeña sierra que ocupa un lugar cercano a la capital. Para ello y tras un recorrido de algo más de doscientos kilómetros vamos a visitar Jimena, Albanchez de Mágina y el Adelfal de Cuadros (muy cerca de Bedmar), para regresar por Jódar y Guadahortuna.

Para acercarme a Mágina he optado por hacer la autovía de Jaén hasta tomar el desvío a Pegalajar, dejo este pueblo a la izquierda, sin entrar en él, porque ya lo conocía de otras visitas y porque el programa de hoy no me permite distraerme en otros lugares que no sean los escogidos. No por esto dejo de aconsejar a quien no lo conozca que es un pequeño pueblo serrano que merece nuestra visita y no nos desfraudará. Sigo hasta Mancha Real, quizás el pueblo más importante de toda esta vertiente de la sierra, para terminar en Jimena, primer objetivo de hoy.

A Jimena, además de ser un precioso pueblo con el encanto típico de los ubicados en las laderas de las montañas, me ha traido el poder visitar la Cueva de la Graja, donde se conservan pinturas rupestres. Se encuentran dichas pinturas en un abrigo del farrallón rocoso que protege el pueblo. Enclavada en la ladera norte del monte Aznaitín (1.745 m), marcando la transición entre las tierras de cultivo y la sierra, cueva dada a conocer en el año 1902 por un notario del pueblo.

Para comenzar el camino debemos situarnos junto a la ermita de la Cánava, ya en las afueras de la población. Aquí solicitaremos la llave de la cancela que protege la cueva, para iniciar la subida compartiendo camino con el acceso al campo de futbol. Una vez dejado éste a la derecha, ya al pié del amplio farrallón y con la cancela y el abrigo a la vista, sólo nos queda remontar la ladera alfombrada, por estar en umbría, de hierba con abundancia de rocas diseminadas, espinos, zarzas y esparragueras que nos llevarán hasta la verja. Una vez traspasada, aun nos quedan unos metros de camino por las rocas hasta llegar a la entrada.

Las pinturas que observo tienen diferentes tonalidades que van desde los castaños a los rojos. Colores obtenidos mediante pigmentos de origen mineral, (óxido de hierro y arcillas ferruginosas) mezclados con grasas animales. Aparecen varias representaciones: figuras zoomorfas y antropomorfas. Me ha llamado la atención una figura que puede representar un oculado (arte esquemático ibérico), con tentáculos y rodeado por figuras humanas con los brazos en asa. Aparecen también dos pinturas juntas y la de un individuo que semeja dar de comer a un animal.

Las pinturas merecen toda mi admiración y respeto, dándome a entender la ancestral necesidad del humano en expresarse y ya que el transcurso del tiempo no ha impedido que lleguen a nosotros las muestras expresivas de nuestros antepasados, considero nuestro deber asegurar que nuestros más remotos descendientes puedan seguir admirando muestras pictóricas tan escasas disfrutando de este singular enclave de nuestra remota historia.

La siguiente etapa nos va a llevar a Albanchez de Mágina. Ya el adjetivo me indica que su ubicación es a los pies de la sierra, siendo quizás el pueblo que más se adentra en ella. Ocupa una ladera coronada por el castillo, objeto de nuestra visita. Como en el anterior, aconsejo demorarse por la población para apreciar las distintas construcciones como la Torre del Reloj o la iglesia parroquial renacentista. Una vez cumplimentada la visita urbana me dirijo al ayuntamiento ya que el acceso que arranca antes de entrar al pueblo está cortado por unas obras.

Inicio la subida justo detrás del ayuntamiento por diversas calles con fuerte pendiente hasta salir del entramado callejero y encontrar un sendero. Llegar al castillo es una exigente aunque breve subida que será suficientemente recompensada una vez arriba, tras recorrer diversas rampas y ascender los más de cuatrocientos escalones que en diferentes tramos me separan del torreón, algunos de ellos escalando literalmente por entre peñas o angostos pasillos jalonados por paredes rocosas. Aunque el origen del castillo es discutido, lo adjudican algunos autores a la época islámica, aunque la configuración definitiva data probablemente del siglo XIV, una vez ya consolidada la presencia cristiana.

Notamos que las formas de sus esquinas son redondeadas, solución arquitectónica propia de los castillos de la Orden de Calatrava aplicando las redondeadas formas con el objetivo de repeler los proyectiles que las nuevas técnicas artilleras eran capaces de lanzar, haciendo que los impactos quedaran minimizados al conseguir el “deslizamiento” de los proyectiles. Construido de mampostería, sobre una roca en posición “inverosímil”, donde destaca el torreón superior, desafiante de las leyes de la gravedad y otro núcleo inferior con un aljibe, conservando el estuco que le aportaba la estanqueidad.

Una vez arriba dueños de perspectivas muy amplias y a poco de imaginación que poseamos, nos sugiere el enclave un perfecto dominio, vigilancia y control que estas fortificaciones tuvieron a lo largo de la Baja Edad Media. La posibilidad de enlazar visualmente con otros castillos de su entorno como el de Torres, Bedmar, Jimena, Jódar, Úbeda o Baeza, creando un sistema de vigilancia sumamente eficaz, lo que nos recuerda que estas tierras fueron durante largas épocas frontera muy inestable.

Desandamos recorrido ya que el acercamiento a Bedmar desde Albanchez no tiene continuidad por carretera, o al menos ni yo lo conozco ni le he encontrado reflejado en los mapas. Volved a Jimena para reencaminarnos hasta la población de Bedmar. Ya que no es éste nuestro objetivo, nos aprovecharemos de su obligado tránsito para el inexcusable “avituallamiento”, que aprovecho a su vez para solicitar información adicional sobre nuestro tercer objetivo programado para el día: el “Adelfal de Cuadros”.

Cuadros es un río que nace en el corazón de Sierra Mágina. Se apropia el rio Cuadros de las aguas de dos arroyos muy diferentes entre sí, el del Mosquito y el del Perú. El primero bastante agreste en su bajada y con una cueva que parece hecha por la mano humana por su entrada bastante circular; el segundo, con bastante mayor recorrido, con unas laderas plagadas de cornicabras y arces de montpelier, que si las visitamos durante el otoño nos regalan una explosión de color. Ambos comparten en sus orillas la abundancia de adelfas y una vez unidos sacrifican sus respectivos nombres para adoptar el de Cuadros.

Desde el mismo inicio del sendero percibimos dos claros protagonistas, la adelfa y el pino carrasco. El nombre “adelfa” proviene del griego y significa húmedo, lo que ya nos indica la querencia de ésta planta por las márgenes del agua. Es un arbusto que puede llegar a los cuatro metros de altura y alcanzar gruesos apreciables en sus ramas, manteniendo sus hojas de color verde oscuro de forma perenne. Florece durante la primavera y verano, deleitándonos con una floración de color generalmente rosa en su forma salvaje y raramente blanca, esta abundante floración es la característica que la hace muy usada en jardinería.

El adelfal que visitamos en el curso del río Cuadros es posiblemente uno de mayores de toda la península. Al no resistir las heladas, sólo las encontraremos en las zonas más bajas de la Sierra Mágina ya que es habitual durante el invierno ver blancas sus cimas cubiertas por la nieve, como ocurre hoy y junto a cursos de agua. Son venenosas (por lo que conviene vigilad a los críos para que no manipulen sus ramas y hojas), ramas que ostentan una gran capacidad de rebrote. Las acompañan en nuestro recorrido por este tramo del río los sauces llorones y las higueras, con ejemplares muy longevos. A lo largo del corto sendero veremos abundantes mesas donde poder merendar, ubicadas bajo la tupida sombre de las adelfas y cuando el follaje nos lo permita podemos divisar la Torre de Cuadros, desde la que se vigilaba todo el valle, hoy habilitada como mirador.

Más adelante el sendero se irá estrechando discurriendo bajo un auténtico túnel formado por las adelfas y el rumor del agua estará omnipresente por su cercanía, llegando un momento en que el barranco se vuelve bastante angosto. Aquí el agua discurre entre plantas de verde intenso: los berros, señal inequívoca de nacimiento de agua ya que requieren las características de: pura y cristalina. Es el primer nacimiento del Sistillo, y también el final de este sendero. Más arriba existe un segundo nacimiento con el mismo apelativo, ya que el arroyo fluye y se oculta en diferentes ocasiones, ofreciendo su mejor aspecto cuando las cumbres ostentan su manto blanco o en inviernos lluviosos.

Sólo nos falta acercarnos hasta el Santuario Virgen de Cuadros (siglo XV – XVII), situado en una de las laderas del cerrado valle del mismo nombre. Sobre él se ubica el torreón medieval que en tiempo de al-Andalus era un punto de comunicación más entre las tierras del norte y el reino nazarí de Granada. Este templo mariano, ejerce como morada de la patrona de Bedmar y de toda la comarca. El último domingo de octubre se celebra la romería en honor a la Virgen de Cuadros, procesionando la imagen desde Bedmar hasta el santuario por mujeres que ceden su sitio a los hortelanos del valle para que acaben de subirla hasta el templo. Rodean todo el santuario numerosas y caudalosas fuentes lo que otorga al paraje una alta humedad ambiental, sirva como muestra el que ostenta la propia placeta de entrada al Santuario adornado con peces de colores y vistosas macetas floridas.

Ya con el ocaso encima nos encaminamos hacia Jódar para enlazar con la carretera hasta Guadahortuna, Píñar e Iznalloz, para ya de nuevo en la autovía de Jaén regresar hasta Granada saboreando a ratos una preciosa y colorida puesta de sol.






Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

jueves, 19 de enero de 2012

Lentegí y Pico Lopera (Sierra de Almijara - Granada)

La sierra Almijara al ser caliza permite que la erosión modele estas formas en los picos y crestas.

El recorrido de la pista serpentea por las lomas para acercarse al pueblo.

Aunuqe el incendio fue devastador, el monte bajo ha reconquistado casi todo el terreno.

Los diferentes barrancos se suceden aunque al final todos acaban aportando sus aguas al río Lnetegí.

Desde el collado de la Piedra Azul diviso parte del recorrido hecho.

El primer cortijo del recorrido es el "Aguas Blanquillas" con terrazas para el cultivo del olivo y del níspero.

El barranco "Gardajamás" con su nacimiento de agua permite el cultivo de riego.

Por aquí tenía previsto atravesar para salir a la carretera de La Cabra.

Lentegí, pequeño pueblo de menos de 400 habitantes y ubicado a una altura de 631 m.

La bajada hacia el río se hace por la denominada "Cuesta de la Olla"

Río Lentegí con poco caudal pero de aguas cristalinas.

Desembocadura del barranco de "Guardajamás" en el del Lentegí.

Remontando el cauce del río me encuentro la fuente "El Cascajal" por estar situada al pie del mismo.

Ya de vuelta me paro a comer el bocadillo junto al nacimiento de "Guardajamás", junto a la cortijada del mismo nombre.

El contraste entre el verde intenso de los pinares y la blanquecina sierra es fuerte durante todo el recorrido.

El cerro Lopera, segundo objetivo de la jornada, excelente mirador del parque.


Desde la cima del cerro Lopera (1.485 m), vistas hacia Río Verde.

Aunque la altura del Lopera no es significativa permite observar casi todo el parque.

En la cima del cerro Lopera hay un puesto de observación contra incendios.




Fecha: 28-11-2011
M.I.D.E.:2,2,3,3
Duración: 8 horas (36.500p)
Desnivel en subida: 800 metros
Rangos de temperatura: de 1’5ºC a los 10ºC



Por ahora este va a ser el último recorrido por esta zona de la Sierra de Almijara, aunque en honor a la verdad, la primera parte de la caminata de hoy será por territorios ajenos al parque, no así la segunda que sí pertenece al parque y a una de sus cimas emblemáticas. Tenía ganas de hacer el recorrido de hoy para dar por cerradas mis visitas a ésta parte del parque y dedicarle a partir de ahora mis miércoles a las otras dos sierras. Le he dedicado tres semanas y creo que he recorrido los rincones más emblemáticos de la misma, por lo que a partir de ahora me dirigiré a otras zonas del Parque, gran desconocido para mí, ignorancia que pienso remediar brevemente.

En casa y sobre el mapa había previsto hacer un recorrido casi circular, para lo que había programado hacer un sendero que saliendo desde la carretera de La Cabra me iba a llevar al pueblo de Lentegí y a la vuelta recorrer otro anunciado que, empezando cerca del pueblo, desembocaba de nuevo en la carretera de La Cabra pero unos dos o tres kilómetros más abajo de donde había previsto aparcar el coche. Así conseguía la circularidad del recorrido a cambio de andar casi una hora por asfalto y cuesta arriba aprovechando que el tráfico es bastante escaso en esta carretera un día de semana, al menos esa era la idea con la que he salido esta mañana de casa, pero la experiencia me ha enseñado que: el hombre propone y la naturaleza dispone.

El inicio de la caminata de hoy está en la carretera de La Cabra, kilómetro 32’800 (48’300 km. desde Granada) desde donde arranca una pista a la izquierda (dirección Almuñecar), anunciada por un cartelón explicativo de la distancia y lugares que vamos a atravesar. Esta carretera de tierra comienza descolgándose unos doscientos metros hasta introducirse en el lecho del barranco Arroba. Largo barranco que arranca bastante más arriba y que junto con otros que voy a ir atravesando durante la mañana acabarán muriendo todos en el del río Lentegí. Este recorrido está señalizado y los accidentes más relevantes tienen su letrero a pié de carretera. El Barranco Arroba tiene el suyo junto a un gran dique construido en él para frenar el arrastre de las arenas que ocupan su lecho en la época de lluvias. Hoy sólo lo recorría un hilillo de agua.

Más adelante y ya con menos pendiente que salvar llego a un collado también nombrado mediante su letrero “Tranco Piedra Azul”. A partir de aquí la carretera comienza a bajar de nuevo y me doy cuenta de que me estoy acercando a terrenos explotados agrícolamente porque comienzan a sustituirse los pinos por olivos. Aunque esta zona sufrió el gran incendio también, apenas se perciben troncos quemados, aunque si observo detenidamente el terreno que me circunda me doy cuenta de que apenas hay pinos viejos y los que quedan están bastante aislados, salteados con otros de tamaño muy inferior. Enseguida me encuentro en los dominios del Cortijo “Aguas Blanquillas”, totalmente rodeado de terrazas dedicadas casi en exclusividad al olivar. En estos lares, los cortijos, los barrancos y las fuentes suelen compartir el mismo nombre. No parece que la cosecha de aceituna haya merecido la pena cogerla, ya que la que no permanece en el árbol, bastante arrugada por cierto, se dispersa en el suelo.

Sigo la carretera hasta encontrarme con una cueva bajo una peña a la misma vera de la carretera y enseguida atravieso otro barranco: “El Palmito” con un escaso riachuelo que atraviesa el carril. En los barrancos y en las fuertes pendientes han optado por cementar la pista para evitar que las riadas la inhabiliten. Dejo a mi derecha una cortijada, mitad derruida, mitad nueva a la que no entro. El siguiente barranco es el “Del Agua” del que sólo veo el nombre, porque el cauce está seco.

La carretera se acopla al terreno por lo que las bajadas y subidas se suceden hasta que ya próximo a Lentegí ha de descender ya que me muevo a una cota superior a la que se ubica el pueblo. En esta bajada se inicia el sendero que quiero recorrer, pero antes prosigo un poco para acercarme hasta un mirador enfrentado al pueblo y que nos da unas vistas estupendas del mismo. Aun avanzo algo más hasta otro barranco que hace de divisoria con las primeras casas. Aquí me vuelvo para remontando lo que antes he bajado alegremente llegar al inicio del sendero que he decidido hacer.

El cartelón lo anuncia como “Las Viñas – Barrancones - Cortijo Lisardo” y enlaza con la carretera de La Cabra, aproximadamente en el kilómetro 35. Harto de pista (ya he mencionado en más de una ocasión que no me llevo bien con ellas) inicio el sendero con ganas. En sus primeros tramos me recuerda al de Rio Verde. Este comienza apenas atraviesa una acequia, con una fuerte bajada, ya que se dirige con decisión al fondo del barranco. La bajada es molesta por la gran cantidad de piedra suelta que hay, lo que provoca frecuentes resbalones. El uso de los bastones se muestra muy útil en estas ocasiones.

Tras atravesar el primer arroyo el sendero se dirige hacia el Río Lentegí, utilizado también en sus saltos y desniveles para la práctica del barranquismo, al menos así lo venden en el cartelón del inicio. Una vez llegado al río lo acompaña el sendero un tramo cauce arriba, para tras cruzarlo, llegar a la fuente “El Cascajal” que como su nombre indica nace al pie de un cascajal que hay que remontar, ya que el sendero lo usa como solución para librarse de la abundante vegetación que ocupa toda la ladera. Una vez superada la piedra suelta el sendero se adentra en una zona de umbría en que definitivamente la vegetación ha ganado la partida y acaba tragándoselo por completo. En mi empeño de completar el recorrido previsto, prosigo con la esperanza de ascender por la ladera y dejar la maraña de maleza atrás. Vano intento que debo abandonar al poco rato harto de sufrir arañazos y sin conseguir visualizar el trazado del mismo. Decido volver sobre mis pasos, es decir, volverme a pinchar hasta conseguir llegar de nuevo al tramo de sendero abierto.

En el cartelón junto al pueblo lo vendían muy bien y quizás en su día así fuera. …"descendiendo por el antiguo camino de herradura conocido como camino de la “Cuesta de la Olla”, serpenteando por la ladera de la montaña hasta llegar al paraje de “Los Barrancones” donde se une el “Barranco de Guardajamás” con el Río Lentegí, donde encontraremos un área de descanso denominado como “Aza Las Ánimas”, etc. El camino de herradura ha encogido hasta quedarse en una vereda y el área de descanso es una hermosa haza de zarzas, escobones y adelfas, prácticamente intransitable.

Volver a subir hasta la pista de tierra para volver a leer el cartelón (sin fecha) y desandar lo andado. Al llegar al barranco de Guardajamás un letrero anuncia una fuente. Me desvío ya que quiero aprovecharla para tomarme el bocadillo. Enseguida la encuentro, es un nacimiento, bajo una higuera de una “pierna de agua”, que enseguida es encauzada por una acequia para aprovecharla al máximo en el riego de los bancales que se extienden hasta llegar al pueblo.

Junto a ella encuentro un propietario que ha subido a echarle un “ojo” a sus posesiones y aprovecho para preguntarle por el sendero que no he podido hacer. Me comenta que se trabajó en él hace cinco o seis años con ayudas comunitarias para hacerlo atractivo y transitable pero se ha ido perdiendo por falta de mantenimiento y uso. Casi siempre ocurre lo mismo, se habilitan partidas para fomentar el turismo rural, pero una vez acabado el proyecto cae en el olvido por falta de aportaciones dinerarias para su mantenimiento, haciendo que sean inversiones que no tienen continuidad alguna, sin conseguir rentabilizarlas cara al futuro.

Una vez apaciguada el hambre y despedido del informador, retomo el caminar hacia la cabecera de la pista donde aparqué el coche esta mañana. Cuando llego a él me doy cuenta de que son sólo las 14 horas, por lo que decido subir hasta el puerto en coche para iniciar un sendero que he visto varias veces que arranca justo en el collado.

Tras recorrer los escasos kilómetros que me separan del inicio de mi próximo objetivo, apenas quince minutos motorizado vuelvo a aparcar para ascender hasta el Pico de Lopera (1.485 m.). El cartelón anunciador del sendero me informa que es un recorrido de 2’5 kilómetros, dificultad baja y duración de una hora. Como compruebo que tengo tiempo y en las piernas me quedan pasos sin gastar, me creo la información e inicio la subida.

El sendero recorre prácticamente las crestas hasta llegar a la cima del cerro, esta ascensión se hace por la divisorias de aguas de las cuencas mediterránea hacia el sur e izquierda nuestra y una amplia panorámica del macizo sudeste de la Sierra de Almijara compuesta por cadenas montañosas calizas de tonos blanquecinos con fuertes pendientes, escasa vegetación y grandes desniveles. A nuestra derecha la vertiente atlántica nos muestra en la distancia un magnífico bosque de robles, encinas y pinos. Se usa la cima del Lopera, en temporada “caliente” como observatorio contra incendios, para lo que dispone de una caseta, un par de placas solares y las antenas correspondientes, pero el acceso para vehículos lo tiene por “Huerto Alegre”. Desde la cima a pesar de no ser de las más altas del parque, permite divisar prácticamente la totalidad del Parque de las Sierras de Tejera, Almijara y Alhama además de la cercanía del Mar Mediterráneo.

Esta vez la información era veraz en cuanto a recorrido, dificultad y duración por lo que en un par de horas estaba de vuelta en la carretera dispuesto a hacer los kilómetros que me separaban de una buena ducha.




Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.