miércoles, 30 de noviembre de 2011

Rio Blanco desde el Cortijo La Tejera (Sierra Harana).


Área recreativa Fuente  de Los Potros.


A pesar de los pronosticos favorables la mañana empezó así.


Prado Negro entre brumas matinales.


Y por fin el sol salió.


Cortijo Collado de las Aguas, donde comienza el sendero que he decidido seguir hoy.


Desde el Collado de las Buitreras me detengo para admirar el mar de nubes.


Las nubes bajas ocupaban toda la depresión de las Mimbres.


Por la mañana una moderada escarcha cubría toda la vegetación.


Cortijo La Tejera junto al que nace el río Blanco.


Peñón del Jorobado y de la Mata, al fondo. 


Bajos estos gigantes nace el rio Blanco, al pie del Cerro Arana, del que se alimenta.


El río, recien nacido, todavía lleva poca agua, mas tarde sumará otros arroyos.


Estado ruinoso del cortijo La Tejera, al pie del Harana.


Tres campando a sus anchas.


La cabra que nunca falta a su cita conmigo en la Sierra de Harana


Por este collado, entre moles, sube el carril.


Ya de regreso, desde la acequia Fardes, vista de los de siempre.


Fecha: 23-11-2011
M.I.D.E.:2,2,3,4
Duración: 8h (33.900p.)
Desnivel en subida: 800 metros
Rangos de temperatura: de 0ºC a 10ºC


Hoy ha sido un día de transición, en lugar de tener un objetivo claro al que ir me he propuesto merodear por una zona de la Sierra de Harana que aunque entrevista, no la había pisado, sobre todo quería hacer el recorrido del río Blanco, desde el nacimiento que si lo tenía ubicado por haber pasado cerca y las claras indicaciones de los mapas, para seguir su curso rio abajo hasta donde me lo permitiera el terreno o la maleza.

Por otro lado durante toda la semana he tenido dudas por la meteorología hasta que ayer por la noche, haciéndole caso a Maldonado, que me está demostrando que acierta más que nadie, me decidí a salir aun con el temor de mojarme. Siempre, en ésta época llevo la capa en la mochila, porque los chaparrones en las sierras son bastante impredecibles. No ha sido así hoy y aunque mientras subía por la carretera (Puerto de la Mora) las nubes lo cubrían todo y estaban muy bajas, una vez llegado al aparcamiento se comenzaron a abrir claros hasta despejarse casi del todo poco después cuando gané altura.

Poco antes de las ocho de la mañana estaba aparcando el coche en el área recreativa “Fuente de los Potros”. El día era frío, después de echarle una mirada al termómetro del coche y comprobar que marcaba 0ºC, las ganas de salir al exterior se difuminaron, en absoluto me apetecía abandonarlo, pero la voluntad se impuso y una vez dado el primer paso todo lo demás es más fácil. Mientras preparaba la mochila, la cámara, los bastones, se me quedaron las manos heladas. Puestos los guantes y una vez en marcha el cuerpo entra en calor rápidamente y ya sólo me tengo que preocupar de disfrutar.

Junto a la zona de los columpios de los más pequeños (a la derecha del arrollo pero sin cruzarlo), arranca un sendero que asciende entre los pinos para en unos diez minutos escasos acercarme hasta la acequia Fardes, aproximadamente una centena escasa de metros más arriba en la loma. Una vez en ella la sigo en dirección norte, este tramo por la acequia hasta su nacimiento y el siguiente hasta los primeros cortijos es común con el largo sendero de 32 km que saliendo de Puerto Lobo acaba en el Sotillo. A la vez que voy recorriendo la loma, sin apenas desnivel alguno voy viendo cómo todo el valle de las Mimbres se va cubriendo de nubes, se resisten a abandonarlo para lo que se pegan al suelo y se espesan, mientras más alto el sol ya ha hecho acto de presencia y comienza el duelo: hoy me parece que va a ganar el sol.

Una vez llegado a la Fuente Grande (Prado Negro) donde tiene el nacimiento la acequia, cruzo el río Fardes, muy joven todavía y tras un pequeño repecho enlazo con la pista de tierra que sube toda la loma dirección Collado del Agua de los Pozos y Sotillo (Iznalloz). Este tramo de carril sirve de límite al Parque de la Sierra de Huetor por este lado norte. El carril también da servicio a una serie de cortijos que están un poco más arriba (1.500 m). Cuando llego a ellos (Cortijo Collado del Agua, Cortijo Los Castores, etc.), tengo que abandonar el carril por lo que cruzo el curso del río Prado Negro por un puente de cemento junto a una de las construcciones, para iniciar un sendero que sale a la izquierda. Por los prados la senda no es visible pero me ayuda para la orientación unos arbustos que hay por encima y recuerdo que el camino los atravesaba para acercarse a una espléndida era que hay más arriba, a partir de este punto el sendero se muestra ya claro.

Voy a ascender entre el Cerro de los Tejos a mi derecha y el Tajo de las Buitreras a la izquierda, hasta llegar al collado. Este tramo de sendero es molesto de caminar por la cantidad de piedra suelta que lo ocupa, lo que hace que la atención se tenga que centrar en los apoyos de los pies. Yo siempre les digo a mis acompañantes que en los recorridos por las sierras, sobre todo cuando transitamos por las veredas: cuando se mira, no se anda y viceversa. Yo al menos no soy capaz de atender a la observación del paisaje y caminar y cuando lo he hecho en más de una ocasión me ha costado un traspiés, cuando menos.  Es preferible pararse.

Una vez arriba miro hacia las Mimbres y las veo totalmente cubiertas de nubes bajas, pero el último cerro de las Buitreras (1.751 m) me estorba la panorámica. No lo pienso mucho y me lanzo a subirlo imaginando las impresionantes vistas de las que disfrutaré una vez llegue a la cumbre. Una vez arriba el espectáculo visual del “mar de nubes” compensa sobradamente el esfuerzo de la subida, ahora vosotros valorareis si las fotos corresponden o no. Como no es plan de quedarse arriba hasta que el sol consiga diluir las nubes, aparte de que el frio aire de la mañana, activado por la inversión térmica, sumado a que estoy en una zona de umbría, acaba haciendo mella en mi persona, decido dar por finalizado el espectáculo y bajar para proseguir la ruta.

Si la subida con el suelo fuertemente helado y con una apreciable capa de escarcha dificultaba el agarre, la bajada es bastante más delicada, no hay sendero y el campo a través con tanta piedra suelta es un evidente peligro. Con el frío, el cuerpo se entumece y se insensibiliza, aletargando las reacciones por lo que cualquier resbalón puede terminar es torcedura cuando menos, así que aumento la atención por lo que la bajada se prolonga algo más de lo debido. De nuevo en el collado recupero la zona soleada a la vez que el sendero se bifurca, un ramal desciende junto al barranquillo dirección al río y el otro prosigue a media loma en dirección oeste hacia donde está ubicado el Cortijo de la Tejera, junto al que nace el río Blanco, mi objetivo de hoy.

Así que rodeando el Cerro de los Tejos (1.837 m) me encamino hacia el Cortijo. Cuando llego constato que sufre abandono visible desde hace años, los techos de algunas dependencias están hundidos, cascotes y tejas rotas por todos lados, las vigas esparcidas por el terreno, ignoro si los animales disfrutan del don de la intuición ya que se atreven a resguardarse dentro del cortijo con el claro peligro de derrumbe que entraña, la mayoría de las dependencias tienen los techos rotos y alguna de ellas muestra el cielo totalmente.

Un poco por encima del cortijo hay un venero que mana durante todo el año, seguramente es el del que se surtiría el cortijo en su época habitada. Hoy la balsa que recogía el agua esta desecha y el nacimiento riega libremente parte de la loma por la que se derrama en bajada libre. Junto al cortijo, un poco por debajo, hay una hilera de grandes árboles y al pié de éstos ven la luz las primeras aguas que formarán el río Blanco. Es una isla de verdes prados que contiene los únicos árboles de gran porte de la zona. El agua permanece durante todo el año, no en vano rezuma de la gran mole del Cerro Arana (1.975 m), aunque variando bastante el caudal dependiendo de la época en que lo visitemos. Rápidamente comienza el descenso, barranco abajo y yo lo sigo, a ratos apaciblemente por senderos lindantes, a ratos casi por el mismo cauce, cuando la vegetación me lo permite. Ya en los primeros pasos va ganando caudal por los diferentes aportes laterales que recibe, ya que el cerro destila agua por doquier.

Desconozco los criterios que se tuvieron en cuenta para la delimitación del Parque, pero viendo los contornos en el mapa, presupongo multitud de intereses de los distintos municipios implicados. Todo el curso del río Blanco transcurre por territorio externo al Parque Natural. Rodea, primero el Cerro de las Víboras (1.824 m), para tras sinuoso recorrido encaminarse a regar los primeros cultivos del pueblo de Cogollos, dejando a su izquierda el Collado de las Cuevas de Rota (1.739 m), más tarde el Peñón del Jorobado (1.742 m) y por último el Peñón de la Mata (1.669 m). No consigo yo llegar por su cauce tan abajo porque acaba echándome el denso y espinoso matorral que alimenta y que cada vez es más frondoso. Harto de pinchazos y arañazos asumo el desapego que me muestra y decido remontar un poco loma arriba para vislumbrar algún recorrido válido para mis intereses, ya cerca del Cortijo del Moralejo.

Enfrente aparece una posible salida, hay un estrecho carril que se retuerce por la loma de enfrente. Decido buscar un sitio donde la maleza me permita primero acercarme al cauce para después seguir buscando un paso suficientemente falto de vegetación como para poder cruzar a la otra orilla sin gran deterioro de mi ropa y piel, no es campaña fácil ya que aquí, a la sombra del Peñón del Jorobado, se espesa si cabe, aun más la vegetación. Cuando por fin consigo acercarme y cruzar, tras acceder al carril, me percato que más que un carril parece un desafío, con rampas de más del 30% y 40% de desnivel. Imagino que los constructores tuvieron excesiva prisa por llegar arriba o acaso fuera el presupuesto algo escaso. No ostenta rodadas, salvo la del agua de las tormentas en su búsqueda rápida del punto más bajo y no aprecio señales de ningún tránsito rodado por lo que parece que escasos vehículos lo hayan transitado y con estas rampas no me extraña, seguramente los posibles usuarios prefieran hacer más kilómetros y opten por algún otro algo más transitable.

A mí me sirve ya que me acerca, a ratos en las zonas de umbría crujiendo el suelo escarchado bajo cada pisada y en otros, ya soleados, acumulando barro a cada paso haciendo que las botas aumenten de peso exageradamente a la vez que gano algunos centímetros de altura, por lo que veo obligado a sacudir las botas de vez en cuando, para al final, una vez llegado al collado, asomarme a una amplia vaguada, a espaldas y base del Majalijar (cara noroeste). Después de descansar un poco junto a una fuente en la parte más baja de esta depresión al pie de la mayor altura del Parque Natural de la Sierra de Huetor, con amplios prados y donde habitualmente hay ganado suelto. (El Majalijar, techo del Parque, lo forman dos montes gemelos con alturas igualmente pareadas 1.887 m. y 1.878 m. uno dentro del parque y el otro fuera y eso que distan entre sí escasos 100 metros lineales). El nombre parece derivar de la unión de dos palabras: Maja – de majada, lugar de descanso de los rebaños en su tránsito por las sierras y Lijar – lija en relación a la multitud de piedra suelta de forma y tamaños diferentes que cubren prácticamente toda la loma por asociación a los granos del papel.

Tras bordear un par de lomas por senderos adivinados más que seguidos, dado que la fuerte presencia de animales merodeando por aquí hacen que los ramales de las veredas sean más que suficientes para no saber cual escoger, acabando por situar un punto de referencia en la lejanía e intentar llegar a él con el menor desgaste posible. Después de retornar de nuevo al cortijo Collado del Agua y antes de seguir bajando, me acerco a la Majada Redonda ya que me ha llamado la atención mientras que descendía, un grupo de chopos con sus coloridas hojas aislados junto al barranco, así que a media bajada cruzo el arroyo por un decrépito puente de tablas y tras un centenar de metros llego a una explanada de terreno cultivada con los chopos en sus márgenes. Como está delimitada y vallada me conformo con mirar y tomar unas fotos a sus coloridos árboles antes de retroceder.

Ahora sí reanudo definitivamente la bajada por la pista hasta Fuente Grande (Prado Negro) y por el mismo recorrido que hace la acequia, por encima de ella ya que durante este tramos está entubada, atravesar la Majada y Cañada del Moro primero, con las casas de Prado Negro siempre a la vista y a la izquierda, para seguir bordeando el Tajo de las Garduñas, Tajo de los Halcones y acabar finalmente accediendo a la explanada de las Mimbres donde tengo el coche esperándome. Hoy en lugar de regresar por la autovía he decidido, ya que hace años que no lo hago, retornar atravesando todo el Parque para salir por Alfacar. Son unos diez kilómetros, los dos o tres primeros asfaltados, los siguientes de tierra, pero muy cuidado el carril lo que permite disfrutar del recorrido sin tener que estar excesivamente atento a la conducción para esquivar los habituales baches de estos trazados.










miércoles, 23 de noviembre de 2011

Sierra de Baza II - Cortijo Narvaez, Prados del Rey (Sierra de Baza - Granada)

La mayor parte del sendero de hoy discurre entre pinares.

Volviendo la vista hacia el altiplano.

En los barrancos con vegetación de ribera se dan los colores mas llamativos.

Un pino, casi en la cota 2000, deformado por los vientos y el frio.

Una de las numerosas minas que se asientan en la Sierra de Baza

Desde el collado ya se ven las cumbres almerienses nevadas de Sierra Nevada.

En algunas explotaciones todavía quedan restos de las infraestructuras mineras.

En esta mina las galerías están pareadas.

Obras con sensibilidad. Todos los abrevaderos vistos hoy tienen una rampa para que puedan salir los pequeños animales antes de ahogarse.

Cabecera del barranco de la Fonfria.

A mitad de recorrido del Collado del Resinero, donde he parado hoy.

Esta ha sido toda la nieve que he visto hoy en la Sierra de Baza.

El Pozo de la Nieve, construido en los Prados del Rey.

Paraje denominado Prados del Rey, casi en el collado (2.000 m.).

Fuente en el área recreativa "Canaleja Alta". 

Panorámica del área recreativa de Canaleja Alta.

Ya de regreso, el sendero entre pinos.

En el fondo de un barranco junto al Cortijo de Narvaez.





Fecha: 16-11-2011
M.I.D.E.:2,2,3,4
Duración: 8’30 horas (41.700p.)
Desnivel en subida: 1.100 metros
Rangos de temperatura: de 4ºC a 10ºC



El Parque Natural de la Sierra de Baza ocupa una superficie de 53.649 has., situada entre dos amplias planicies como son la Hoya de Guadix, al norte y los Llanos del Marquesado al sur. Estas altiplanicies que rodean la sierra tienen un clima mediterráneo semiárido, pero en la propia sierra, dada su altitud, las precipitaciones son bastante superiores y las temperaturas algo inferiores, lo que le dota de atractivos paisajes, hábitats y especies de indudable interés.

Entre los distintos parajes que nos podemos encontrar representados en la sierra están los calares que en algunos lugares pueden superar los 2.000 metros, complejos kársticos y profundos valles con arroyos permanentes, lo que facilita que se dé una amplia vegetación mediterránea, aunque no hay que olvidar que la inmensa mayoría de la superficie está ocupada por pinares de repoblación.

En cuanto a la fauna, dada su gran extensión y el amplio abanico de especies forestales que sustenta favorece el asentamiento de diversas aves, siendo las rapaces quizás las mejores representadas con varias especies de águilas y el búho real. En las pequeñas islas de bosque natural nos podemos encontrar pequeños mamíferos como la garduña, zorro, gato montés o el tejón. En las riberas de los ríos, a pesar de su escasez, abundan las ranas comunes, las culebras de agua y viperina, musarañas, ruiseñores, entre otros. No podemos olvidar los más grandes como el ciervo, cabra montés y el jabalí.

Hoy voy a recorrer un tramo del sendero GR-7. Partiendo del Cortijo Narvaez (del que se terminaron los trabajos de acondicionamiento durante el año 1.996 y fue abierto al público en octubre del 1.999), de donde arrancan una multitud de posibles recorridos o lo atraviesan como es el caso, comienzo el tramo en dirección sur. Voy a dedicarle de cuatro a cinco horas en el recorrido de ida y algo menos en el de vuelta, ya que acumula algo menos de pendiente y se anda con más facilidad. Al ser un itinerario lineal me limitaré a comentar aquello que me llame la atención en el recorrido de ida.

He comenzado a caminar unos cien metros antes de llegar al Cortijo Narvaez por la misma carretera de acceso al complejo, junto a un pequeño puente arranca un sendero señalizado que nos va a acercar hasta el GR-7. Este sendero de recorrido internacional, ya que nace en Grecia, recorre todo el sur de Europa y atraviesa la península, desde Francia hasta Tarifa. Tras unos diez minutos de suave ascenso por el sendero junto al barranco llegamos a un abrevadero donde desemboca en una pista de tierra. Hacia la derecha está señalizado un corto sendero “Cortijo Casimiro”; hacia la izquierda nos acercamos al GR-7. Tras unos minutos por la pista llegamos a la fuente “El Olvido” y un poco más adelante comienza la subida ya por verdadero sendero.

Este primer tramo de subida, a ratos bastante empinada, serpentea en todo momento por un bosque de pinos con algunos ejemplares de encinas aislados. Salpicado en sus comienzos por bancos de piedra y madera, con algún mirador en cuanto coge la suficiente altura como para que las vistas merezcan la pena. A la media hora de ascensión nos encontramos con un cortafuegos por el que avanzaremos un centenar de metros para volver a dejarlo por la vereda. A partir de este momento ya hemos hecho toda la subida de este primer tramo, toca llanear e incluso descender, hasta desembocar de nuevo en una pista de tierra unos metros por debajo del área recreativa “Canaleja Alta” con múltiples bancos, algunas barbacoas e incluso servicios.

Dejamos el área a nuestra izquierda y retomamos el sendero en una curva de la pista, justo antes de un pequeño puente. A partir de ahora comienza de nuevo el ascenso bruscamente, sin descanso y a veces con tramos exageradamente empinados hasta alcanzar la cota 2.000. Seguimos serpenteando por entre pinares, casi todos de repoblación, las isletas de pino autóctono nos las vamos a encontrar bien arriba, casi en las cimas. A lo largo de la ascensión me encuentro algún ejemplar de arce granadino, especie que sólo se da en suelos profundos y fértiles con humedad abundante (precipitaciones anuales superiores a los 600 mm), especie muy delicada ya que si se deteriora no consigue recuperarse.

Tras casi una hora de exigente subida accedo de nuevo en la pista. En realidad el sendero me va a llevar al mismo sitio que la pista de tierra, sólo que sin el curveo característico, el ahorro de kilómetros se da a costa de ascender en mucho menos recorrido. De nuevo en la carretera, avanzo por ella hasta encontrar un mirador: Collado del Toro, donde me detengo para apreciar las vistas. Orientado hacia el embalse del Negratín con el impresionante cerro Jabalcón delante, un monte aislado de considerable altura en la cabecera del embalse y conocido por sus manantiales de aguas termales, disfrutadas tradicionalmente por los zujareños, como elementos más destacables y todo el altiplano a nuestros pies.

Una vez recuperado sigo carretera arriba hasta visualizar a mi derecha los Prados del Rey. El terreno se suaviza, la vegetación se abre y aparecen unos extensos prados húmedos que ocupan una buena parte de la ladera, ya junto al collado. El terreno es de material impermeable lo que facilita la acumulación del agua durante más tiempo consiguiendo que los prados permanezcan verdes. En estos prados se sitúa la Casa del Pozo de la Nieve cerrada a cal y canto y con bastante basura en su exterior y un poco más abajo en la misma ladera el famoso “Pozo de la Nieve”; estructura cilíndrica de unos diez metros de diámetro y otros tanto de altura con una bóveda semicircular, elaborado con piedras ensambladas con argamasa y que servía como depósito para la nieve recogida durante el invierno, en su base tenía una serie de canales de drenaje para expulsar el agua. Se iba acumulando en capas separadas por material vegetal recogida en la misma zona, se compactaba mediante presión a fin de que solidificara convirtiéndose en hielo. Al final de la temporada, ya convertida en hielo se bajaba por los neveros a Baza para su venta. Este depósito ya es citado en el catastro mandado elaborar por el Marqués de la Ensenada en el año 1.753, lo que nos da idea de su antigüedad e importancia.

Francisco Franco escribe un libro hablando del tema titulado: Tratado de la nieve y del uso della, (Sevilla,1569), del que transcribo un párrafo:
“Allá donde nieve y hielo no resisten todo el año y se funden, había que almacenarlos durante el invierno en edificios especialmente construidos para esta función. Son las neveras, cavas, pozos de hielo y de nieve o ventisqueros, generalmente ubicados en las montañas de las latitudes medias. Durante todo el año y, especialmente, durante el verano, se bajaba el preciado producto a las ciudades y pueblos, donde se consumía con deleite, siempre aprovechando las horas en que el sol menos daño hacía a esta delicada mercancía”.


Un poco más arriba coronamos ya al collado, estamos en la cota 2.000. Aquí la carretera comienza a descender por la ladera contraria, algo que a mí no me agrada por lo que decido no seguirla. Aprovechando que en el mismo collado y un poco más abajo diviso multitud de escombreras, lo que delata la intensa actividad minera de tiempos pasados, decido curiosear algunas de las minas. Encuentro algunas explotadas a cielo abierto, se limitaban a seguir las vetas de mineral y cuando éstas se sumergían las seguían mediante galerías para su extracción. Así me he encontrado con minas que parecen un barranco que serpentean por el terreno siguiendo la veta de mineral, convirtiéndose en galerías cuando estas se sumergían, incluso alguna de ellas con varias bocas. Otra situada en una ladera con bastante desnivel, de la que queda algo de infraestructura exterior como un armazón de troncos sujetando una voluminosa polea para, mediante capazos subir el mineral de un pozo vertical al que no he conseguido ver el fondo o un tramo de vías semisepultadas para sacar los minerales al filo de la carretera para su carga en camiones.

La minería en estas sierras es muy antigua, ya los fenicios y romanos comenzaron las explotaciones en busca de oro, plomo e hierro; ha tenido continuidad la extracción durante la dominación árabe para ampliarse posteriormente durante el siglo XIX y XX ayudado con el descubrimiento de cinabrio. A lo largo de los siglos, hasta bien mediado el siglo pasado, ha sido una de las actividades más documentadas de toda la Sierra de Baza hasta que alrededor de los años cincuenta del siglo pasado, en que la dificultad y carestía del transporte para acercar el mineral hasta el ferrocarril y las subidas de los sueldos las hicieron inviables, no obstante alguna de ellas mantuvo la producción hasta los pasados años 80. Actualmente las sabinas y los enebros vuelven a colonizar las antiguas escombreras a las puertas de las minas.

Después de un buen rato de curiosear por varias de las explotaciones he decidido hacer un sendero que arranca en el mismo collado denominado: Sendero “Collado del Resinero”. Es un corto sendero de una hora de duración para la ida y con un desnivel suave que discurre en su totalidad por una pista de tierra. En la ida, excepto la corta subida del inicio, voy perdiendo altura durante todo el recorrido, aunque de forma suave pero constante, desnivel que habrá que recuperar a la vuelta. Este sendero nos acerca hasta la cabecera del Barranco de la Fonfría lo que me permite disfrutar de una de las zonas más especiales y sensibles de toda la sierra. Atravieso uno de los bosques de pinares autóctonos de alta montaña mejores conservados de toda Andalucía, reliquia de tiempos más húmedos, destacando el pino silvestre, junto con enebros y sabinas que sirven de cobijo a otras pequeñas plantas y animales, lo que lo hace merecedor de la mayor protección. En un cortado lateral del barranco podemos divisar también la Cueva del Zanahorial usada tradicionalmente como refugio para el ganado. En este paraje se encuentra también el “Pino de la Señora”, descrito como el mayor de toda la sierra con un perímetro de su tronco superior a los seis metros.

A medio camino del recorrido nos encontramos con unos bebederos para animales bastante deteriorados pero con agua y junto a ellos e invisible si no nos acercamos, una pequeña fuente donde me he detenido para comerme el bocadillo. El agua aunque escasa, sólo caía un hilo, me ha sabido a exquisitez y muy fresca. He estado observando pinos en ambas laderas con unos troncos más que apreciables, posiblemente algunos de ellos con más de trescientos años. Además del uso tradicional de la madera y la extracción de la resina de los pinos “resineros” para elaborar productos industriales, del mismo tronco se cortaban trozos de madera para las “teas” ya que la abundancia de resina las hacía duraderas.

Acostumbrado en mis salidas por Sierra Nevada a conseguir primeros planos de cabras casi habitualmente, me ha extrañado la suma esquivez de los ciervos residentes en la Sierra de Baza. Algunos de ellos han salido en estampida aun a pesar de divisarme a mas de cien metros de distancia y con un barranco de por medio, luego en la charla con el personal de mantenimiento he entendido las extremas precauciones que toman estos animales para evitar los encuentros con el hombre. Sufren batidas para regular su número o para eliminar ejemplares enfermos, sufren el acoso y derribo de las partidas de caza legales y sufren el asedio de los furtivos. Me ha comentado mi interlocutor que no es infrecuente encontrar un cuerpo decapitado para la venta de la cabeza como trofeo y evidentemente están más cotizadas cuantas más puntas tenga la cornamenta.

El regreso ha sido repetir el recorrido de la subida, con una temperatura más agradable, ya que el día ha sido soleado, sólo demorada con una pequeña charla con personal de mantenimiento en el área recreativa Canaleja Alta, que estaba recogiendo todos los desperdicios que los domingueros: plásticos, botellas, papeles, etc., no hicieron en su momento a pesar de los varios contenedores que hay en la zona. El problema de siempre cuando la gente que sale a disfrutar del campo no hace lo que debe, siempre en la confianza de que algún otro lo hará por él.

Siempre me ha llamado poderosamente la atención la gran irresponsabilidad de que hacemos gala algunos de los “racionales” que a pesar de que no nos agrade nada encontrar parajes pintorescos o de esparcimiento que usamos los fines de semana sucios y llenos de residuos, hacemos casi todo lo posible para que estos se encuentren así, en algunos casos, alegando incluso que para eso pagamos impuestos, como si para el uso de los impuestos no hubiera multitud de tareas más perentorias. En alguna ocasión, transitando por un sendero cubierto de vegetación, he llegado a oir la queja: ¿porqué no se habilitaban brigadas para mantener los senderos limpios durante todo el año? y yo irremediablemente me preguntaba: dónde estará el límite para poder catalogar a un bípedo como ser inteligente.