jueves, 21 de julio de 2011

Remontando el río Aguas Blancas

Tras su corto recorrido, entrega sus aguas al Genil.

El tramo del río por debajo de la presa está ocupado con edificaciones y cultivos.

Desde la presa, vista parcial del pantano de Quentar.

Zona ajardinada junto a la presa con pequeño estanque de peces de colores.

Vista parcial del pantano de Quentar.

Carretera de acceso por encima del pantano de Quentar.

En este tramo, junto a la fuente de "Los trucheros", el río se remansa.

La existencia de avellanos es indicio de suelos húmedos, estos tienen fruto.

Lo que a primera vista parecía una mancha en la pared resultó ser algo muy distinto e inesperado.

Chopos plantados junto a las áreas recreativas para procurar sombra.

Libélula azul, abundante en el nacimiento del río.

Sorprendida con la boca llena.

Tramo de la pista de tierra rodeada de pinos de repoblación y alguna encina.


Fecha: 19-7-2011
Duración: 7h (25.375 p)
M.I.D.E.: 2,2,2,3
Desnivel en subida: 300 m
Rango de temperaturas: 11ºC (7h30’) – 30ºC (16h30’)


Hoy va a ser un día de transición, ya que la semana pasada fue dura, ésta me he propuesto poco más que estirar las piernas. Con ese objetivo en mente se me ocurrió remontar el río Aguas Blancas. Pequeño río, por su escasa longitud entre su nacimiento y su desembocadura en el río Genil, que a pesar de su corto recorrido es capaz de llenar todo un pantano: Quentar (con 13 hectómetros cúbicos de capacidad), ayudado por el río “Paules” y el barranco “Tintín”. Este embalse divide su curso en dos partes bastantes distintas entre sí.

Hay disparidad de opiniones en cuanto a su nacimiento, cosa bastante habitual cuando se trata de ubicar el nacimiento de un río, unos lo ubican en el término de la Peza (Fuente Loca). Otros aseguran que su nacimiento se produce en el área recreativa que lleva su nombre. Es un nacimiento que abastece también, mediante canalización, al pueblo de Quentar.

Yo he optado por seguir su curso desde su desembocadura en el Genil un poco por encima de la sede del Parque Nacional (término de Pinos Genil), hasta el nacimiento en el área recreativa “Aguas Blancas”.


En el l primer tramo, hasta el pantano, el cauce es amplio, lo que ha propiciado que se aterracen parcelas y se dediquen al cultivo. Ello unido a que la carretera discurre paralela a él con multitud de propiedades, el acceso a él quede dificultado sobremanera ya que son escasos los carriles de libre tránsito, no rotulados como “propiedad privada”.

El Pantano corta su cauce en dos partes bien distintas, siendo la superior un ejemplo de vegetación de ribera totalmente salvaje que incluso imposibilita el acceso. La carretera circula durante todo este segundo tramo paralela por su margen derecha, primero asfaltada ya que también da servicio a La Peza, para convertirse en carril de tierra en el último kilómetro mediante un desvío señalizado.
Ya cerca del nacimiento, en el primer kilómetro de su recorrido, aparecen bancales sembrados de nogales con linderos de avellanos, algunas higueras y membrillos, todo ello indica la existencia de asentamientos humanos. A ras de suelo los “limoncillos”, helechos, juncos e innumerables zarzas nos hablan de la humedad. Los cortijos incluso por encima del nacimiento, a orillas de un arroyo que se le une también en el área recreativa, son abundantes. Aprovecharon el amplio valle para sembrar árboles frutales, hoy día prácticamente dejados a su suerte, lo que facilita la residencia de todo tipo de aves.

Ya que el recorrido ha sido corto, he decidido alargarlo un poco más siguiendo el carril que acompaña al arroyo. Al rato el agua desaparece en superficie, aunque la línea verde de helechos, juncos y zarzas, indican claramente por donde discurre cuando llueve. Llegados a una bifurcación, uno de los ramales termina algo más arriba en un dique de contención. A partir de aquí, el terreno totalmente asilvestrado me aconseja retroceder para optar por el otro ramal.

Una vez en el otro ramal que asciende por la ladera entre encinas y chaparras alternando con algunos pinos de repoblación, pinos que van solapando paulatinamente conforme se asciende a las primeras hasta sustituirlas en su totalidad, convirtiéndose en bosque cerrado extrañamente silencioso. A ras de suelo abundan las jaras, romeros, mejoranas y otros tomillos.

Abundan las silenciosas codornices, al menos yo he espantado varios grupos, uno de ellos al que he pillado a “contra pié” ha tenido que volar monte arriba; no parece que les vaya bien con su cuerpo rechoncho y su pequeñas alas, porque tras un corto vuelo se han posado en el suelo, prefiriendo correr. Por el contrario el canto de las perdices resuena insistente en el silencio de la mañana. Un poco mas tarde veo a una perdiz ajetreada cuidando de una decena de polluelos correteando a su alrededor que se quedan inmóviles cuando me acerco, para salir disparadas en cuanto consideran que la distancia ya no es segura obedientes tras el insistente reclamo de la madre.

Al principio me permite vistas hacia Sierra Nevada (desde el Veleta hasta el Picón de Jérez), para al cambiar la dirección, más tarde, cerrarse no dejándome ver más que algunos metros de carril por delante y los pinos a ambos lados. Llegado a un collado donde la pista comienza a bajar, decido dar media vuelta. No tengo noción clara de donde me encuentro y la falta de referencias visuales no me ayudan a ubicarme.

Ya de regreso me detengo en el área recreativa, junto a una mesa y un par de barbacoas (prohibido hacer fuego en estas fechas), todo bajo la sombra de media docena de esbeltos pinos y rodeado por el cauce del nacimiento del río, aprovecho para liquidar uno de los bocadillos. Un poco más abajo, el río ya recibe el aporte de su primer afluente, para un poco más abajo recibir otro (el que algunos consideran verdadero nacimiento) que proviene de Tocón. A partir de aquí camina paralelo a la carretera hasta diluirse en la cola del pantano.

A medio camino de este tramo, merece la pena pararse en la “Fuente de los Trucheros”. Fuente con un potente caudal en una zona remansada del río especialmente atractiva, ubicada un par de metros por encima del río y a la que se accede a través de un rústico puente de troncos.

No nos podemos despedir del río sin visitar el pantano. Es junto con el de Canales, los que abastecen de agua a Granada. Situado por encima del pueblo de Quentar con un muro algo superior a los cien metros, fue inaugurado en el año 1976. A partir de su construcción se han eliminado las frecuentes riadas. Sirva como dato que después de dos años de sequía el pantano estaba bajo mínimos y después de una tormenta Fuente Loca “reventó” llenándolo en sólo cinco días.

El río Aguas Blancas en su corto recorrido sólo atraviesa dos pueblos, que son en sentido descendente: Quentar y Dudar.

1 comentario:

  1. Mi suego le hablaba a su hijo cuando era pequeño de este paraje que te puede inspirar poesia pués tiene todo el encanto y armonia ,para que cualquier enamorado de ella se sienta agusto en su entorno.EL Domingo lo visitare y creo que me atrebere a escribir algo

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