Tras esa piedra arranca el sendero que desciende hasta el cauce del río Darro.
Comienza a iluminar el sol el cerro del Maullo.
A primera hora, si caminamos hacia el este, la salida del sol nos cegará.
Cerro del Maullo y Sierra Nevada de fondo.
Sendero que recorre a media loma el acceso hasta el río.
El cauce del río Darro destaca por su árboleda de ribera.
Junto al río el sendero se convierte en carril.
Y enlazo con la pista que asciende hasta la Fuente de la Teja.
Bajo el sauce está la fuente de Icona.
Y tras la fuente el sendero que quiero caminar.
A pesar de la extrema sequía que padecemos el río Darro consigue que corra agua por su cauce.
Hasta muerto quiere descollar.
Final del sendero en su confluencia con el carril que lleva al Hospital de Berta.
Desde el mirador a la entrada de la Cueva del Agua.
Majalijar en primer plano y sierra Arana al fondo derecha.
Esta y las siguientes corresponden a la Cueva del Agua.
Alfacar.
Víznar.
Sierra Elvira y pantano del Cubillas. Cruz de Alfacar a la derecha.
Caseta de vigilancia que corona el Peñón de Víznar (1.559 m.)
Cerro de la Cruz (1.580 m.)
Desde el Collado de la Rata (1.551 m).
Fecha: 22-9-2017 Centro
Puerto Lobo 8’15h.
M.I.D.E.:2,3,3,3. Fuente
Icona 9’45h.
Duración: 6h (Circular) Cueva
del Agua 11’15h.
Desnivel en subida: 200 metros Cruz
Alfacar 12’00h.
Temperatura: de 14ºC a los 25ºC Caseta vigilancia incendios 12’45h.
Centro Puerto Lobo 14'15h.
En
una de mis anteriores incursiones por el Parque Natural Sierra de Huetor,
mientras descansaba junto a la Fuente de Icona (unos metros por debajo de la de
La Teja), vi aparecer por un barranco colindante un grupo de ciclistas que
pararon en la fuente para repostar. Me llamó la atención por mi desconocimiento
de que por dicho barranco hubiera habilitado un sendero practicable; como en
otras ocasiones que me ha pasado algo similar, tomo nota mental para una
próxima ocasión.
Esa
ocasión ha llegado hoy. Como no tenía acompañante ni ganas de encaminarme
hacia sierras de más entidad, me he decidido por esta sierra cercana aprovechando la poca dificultad que presentan la mayoría de sus recorridos. A pesar de que
he querido alargar un poco la caminata no he conseguido una jornada extensa ya que
en unas seis horas -con algunas paradas incluidas- he terminado el recorrido.
Tras
dejar el coche junto al edificio de la casa forestal de Puerto Lobo, he comenzado
caminando por la pista que asciende hasta la Alfaguara (dirección norte), para en
unos quince minutos abandonarla desviándome a la derecha y hacia abajo, por un sendero
que pasa muy desapercibido, que conduce hasta el lecho del río Darro, al
fondo del barranco.
Este
sendero comienza y termina con tramos de bajadas severas, dejando su tramo central prácticamente llano mientras recorre una extensa loma. Una vez llegado al cauce
del río que hoy estaba totalmente seco (tenemos un año excepcionalmente árido y
falto de lluvias), me dedico a remontarlo hasta enlazar con otra pista terrera
que comunica la casa forestal Peñoncillos con la Fuente de la Teja.
Junto
al acceso a la nueva pista aparece un reguerillo de agua discurriendo por el
cauce. Se mantendrá hasta que de nuevo abandono el cauce una vez alcanzada
la fuente de Icona. Tras degustar el hilo que mana por la fuente me encamino
hacia arriba buscando el inicio del barranco delimitado por pinos de gran
porte y que era el objetivo principal de la jornada.
Aunque
desde la fuente no se aprecia, el inicio del sendero está muy marcado unos
metros más arriba ya que parece muy frecuentado (las huellas de neumáticos son
abundantes). Tras una media hora, suaviza el terreno, allanándose incluso el
último tramo. Antes de concluir enlazando con la pista que daba servicio al
“Hospital de Berta” (totalmente en ruinas el antiguo establecimiento para
tuberculosos), cambio de dirección para seguir durante unos minutos una cañada que entre
pinos de extraordinario porte y que en su día fueron sangrados para obtener su
savia, desciende suavemente en dirección perpendicular a la que me interesa (Cañada de la Cuna).
Tomo noto mental para una próxima ocasión.
Alcanzada
la pista me descuelgo hasta la Alfaguara para en el aparcamiento,
remontar de nuevo buscando alcanzar la Cueva del Agua que hace bastante tiempo
no visito. Es una subida algo exigente en su primer tramo para suavizar en su
segunda mitad. A la entrada de la cueva hay una pequeña explanada convertida en mirador desde la que
se contempla buena parte del Parque. Satisfecha la curiosidad y refrescados los
recuerdos, continúo el caminar al encuentro del sendero que me ha de llevar
hasta la cruz de Alfacar. Merece la pena recostarse unos minutos en su base
(hoy buscando también su sombra) ya que es excelente la vista de toda la vega
de Granada que desde aquí se domina.
Vuelvo
sobre mis pasos buscando el Collado de la Rata. Aquí coinciden diversos
senderos, el que me trae desde la Cueva del Agua y prosigue hacia la Cruz de
Viznar y Caseta de Vigilancia y los dos ascensos: uno -cara norte- Barranco de la Umbría y su continuación natural que baja hasta enlazar con la carretera de Puerto Lobo-Viznar. Comienzo a subir por el sendero que
lleva hasta la cruz para abandonarlo a media altura por un ramal que arranca a
la izquierda que conduce -soslayando la cruz- a la caseta de vigilancia y
prevención de incendios que corona el cerro sur de la línea de crestas, Peñón
de Víznar (1.559 m.).
Antes
de regresar por las crestas de nuevo hasta el collado de Víznar (1.484 m.), me
demoro charlando con los dos encargados de vigilar la amplia extensión, que
desde la caseta se domina, con la misión de descubrir cuanto antes cualquier conato de
incendio e impedir que tenga consecuencias graves. Me acerco hasta el pico
coronado por la cruz metálica que corona el peñón intermedio para descender de nuevo hasta el
collado de la Rata.
Solo
resta descender todo el barranco de la Umbría. Tramo en bajada por un amplio
sendero que va dibujando amplias eses por la ladera, casi siempre bajo la
fresca sombra de los pinos, hasta enlazar de nuevo con la pista que tras algo
más de dos kilómetros y medio alcanza el complejo de Puerto Lobo donde dejé el
coche esta mañana.
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
Corral del Veleta y Barranco del Guarnón. Último glaciar penibético.
Uno de los pequeños refugios que me han ayudado a pasar alguna noche. Loma de Cáñar.
El estrato de calima no auspiciaba buenas vistas.
Quien no ha estado de noche en el Veleta desconoce la sensación del abismo... Se ha perdido el contacto con la tierra; se está en el aire; se flota en el espacio... Es el vértigo invencible del vacío (Fidel Fernández).
Forzando un primer plano
Mi compañero recostado en el hito del Veleta.
Cuando ya el sol calienta nuestros cuerpos en la cima y alumbra las crestas de la cordillera basta volverse para ver que Granada y su extensa vega con todos los montes circundantes duermen aun en plena noche (Fidel Fernández).
Bajando por los Panderones me adentro un centenar de metros en uno de los pasos del tajo este del Veleta.
Otra toma del mismo paso con mi compañero al fonfo.
Una tercera toma.
Desde el Picacho hasta el collado hay una media hora de caminata por una pendiente desigual y sobre un piso de lajas apiñadas en caótico montón. (Fidel Fernández).
El paso de la Carihuela es el punto mas bajo entre el Veleta y el Puntal de Loma Púa que da inicio a los Tajos de la Virgen.
Si caminamos en silencio y sin movimientos bruscos nos podemos acercar bastante a ellas.
Los Tajos de la Virgen: itinerario elegido para acercarme hasta el Refugio Elorrieta.
Aquí aparece el sendero del que yo iba a prescindir casi del todo.
Es un terreno sumamente fracturado por donde hay que saber elegir los itinerarios.
Cualquier despiste me introduce en un pedregal en los que a veces es difícil progresar.
El terreno es siempre el mismo. Veleta al fondo.
El único tramo "amigable" de todo el recorrido.
Desde la divisoria vistazo a la cabecera del río Dílar.
Mogote pétreo que parece mirar hacia el Caballo (al fondo e izquierda).
De nuevo las cabras en las cercanías del refugio.
Hace décadas la sierra estaba plagada de pluviómetros. Hoy apenas queda alguno en pie.
Esta serie corresponden el Refugio Elorrieta.
Laguna y Lagunillo de Lanjarón, cabecera del río del mismo nombre. El Caballo al fondo. Entre una y otro Verea Cortá.
Durante el descenso hay un trecho desde el que divisa el Lagunillo Misterioso.
Uno de los Lagunillos de la Virgen donde paro para comer y me reencuentro con mi compañero.
Uno de los Lagunillos de la Virgen, con escasa y cálida agua, lo que favorece el crecimiento de algas.
Al fondo -centrado- el pico Elorrieta donde se encuentra el refugio.
Como corderos al matadero: era muy atractiva la sombra aunque fuera dentro de un tiburón.
El complejo de Borreguiles con sus dos lagunas artificiales.
Prado Llano: estación invernal.
La sierra una exuberante mezcla de color y pizarra.
Otro de los refugios usados para pasar alguna noche. Cumbre del Mulhacén.
Desnivel en subida: 950 metros Embalse
Yeguas 11’45h. (2.900m.)
Temperatura: de 10ºC a los 19ºC Hoya de la Mora 13’15h. (2.500
m.)
Dicen que me han de quitar
las veredas por donde ando;
las veredas quitarán,
pero la querencia, cuándo.
Evaristo Carriego
El
año pasado, creo recordar que en julio, me impuse rememorar los amaneceres
serranos de mi juventud e hice una ascensión nocturna hasta el Veleta
(3.394m.) (aquí): las nubes no me dejaron apenas ver el sol hasta bien entrada la
mañana, después, una magnífica jornada. Este año (soy insistente), lo he intentado
de nuevo y tampoco con demasiada suerte, no le echaremos esta vez la culpa a
las nubes pero sí a la amplia franja de calima (polvo africano en suspensión a
la altura del horizonte) que ha deslucido bastante la ocasión y por qué no, a
mi falta de imaginación y entusiasmo con el paso de los años.
Pero
por qué no empiezo por el principio?. Hoy me acompaña J.M. (un amigo tan joven como yo). Combinando
su petición de subir al refugio Elorrieta y mis propios deseos he elaborado un
recorrido circular que intentara satisfacer a ambos: subida al Veleta, bajada al refugio
Carihuela por el Panderón, crestear por los Tajos de la Virgen (3.224, 3.228,
3.201 metros) hasta alcanzar el Pico Elorrieta cuya cumbre ocupa el refugio del
mismo nombre, mitad edificado, mitad excavado en la propia roca de su cima
(3.185m.), bajada hasta los Lagunillos de la Virgen, Embalse Yeguas y de nuevo
hasta el aparcamiento en Hoya de la Mora.
La
luna –casi al 100%- nos ha sido fiel durante casi las dos primeras horas
aunque, durante la ascensión, algunas lomas nos escamoteaban su luz dejándonos
en mayor penumbra. Mi compañero, portador de frontal permanentemente me ha
obligado a caminar a cierta distancia para evitar continuos deslumbramientos.
Yo más acostumbrado o menos temeroso de la oscuridad apenas he hecho uso de mi
luminaria: sólo cuando percibía que nos estábamos desviando de los senderos
habituales. Durante la ascensión mi sombra se comportaba como la gloria: unas
veces iba por delante y otras por detrás, pero casi siempre muy nítida.
Es
llamativo, que para la mayoría de nosotros, las situaciones naturales no
habituales nos desequilibren excesivamente: en un día de lluvia no ves a nadie
sin protección, aunque no haga frío; caminar bajo la luz de la luna produce
desasosiego e inseguridad a mucha gente aunque seamos capaces de ver con
aceptable nitidez los accidentes del camino. Nos hemos alejado tanto de la
naturaleza que no soportamos mojarnos, o simplemente caminar a la luz de la
luna, e incluso, somos incapaces de disfrutar de un buen cielo estrellado porque la oscuridad nos produce desasosiego.
Cuando
la luna se ha puesto (bella puesta, totalmente roja como un sol menor), ya
estábamos algo por encima de Las Posiciones (3.000 m.), por lo que he decidido
continuar la ascensión por la propia carretera y disfrutar con prolongadas
miradas de un cielo profusamente estrellado, imposible en Granada. La tenue
cinta blanquecina del viejo asfalto hacía innecesaria, hasta para mi compañero,
la luz artificial.
Aunque
ahora, con mis muchos años, no tienen los amaneceres desde el Veleta gran
espectacularidad ya que las demás cimas situadas al este hacen que la aparición
del sol sea rápida y sin nada en que reflejarse, siempre queda la ilusión de
aquellas primeras veces, de niño o jovenzuelo, en que ateridos y soñolientos
acudíamos a la llamada de los mayores, violentando ya la voluntad al salir de
las “madrigueras” (construcciones diminutas –uno a tres durmientes- edificadas
con piedra del mismo lugar muy cercanas a las líneas defensivas que atravesaban
toda la sierra y que edulcoraban el insomnio con su escasa protección), para
contemplar el espectáculo.
Reubicados
los recuerdos, en uno y otro sentido, hemos descendido toda la loma del Veleta
(Panderones) hasta el refugio de la Carihuela (3.225m.), donde mi compañero,
cambiando de opinión, ha modificado el recorrido acordado decidiendo bajar y esperar
en Los Lagunillos de la Virgen hasta mi regreso por allá.
Yo,
una vez informado de un recorrido en casa, circunstancia que habitualmente
queda reflejada por escrito, salvo causa mayor, lo realizo. Así que me he
encaminado por los Tajos de la Virgen hasta el refugio del Elorrieta, donde me
he detenido para hacerle una visita algo más detenida que otras veces a la vez
que desalojaba las numerosas cabras que había dentro de sus dependencias o
merodeaban por los alrededores.
Hoy,
liberado por mi compañero en su decisión, he decidido no seguir el sendero que
recorre estas cimas por su ladera sureste y dejarme llevar, unas veces
siguiendo hitos y otras por la intuición, un recorrido tranquilo y disfrutado
por las cresterías de todas estas cumbres que sirven de unión entre el Puntal
de Loma Púa y el Elorrieta (que no dejan de ser tres miles todos ellos). Es un
recorrido entre peñascales, con zonas realmente abruptas en que hay que caminar
por encima de enormes bloques desprendidos de los tajos cercanos, tajuelos que
soslayar y crestas muy agrestes que no siempre he creído conveniente coronar.
Hacía
tiempo que no intentaba hacer un recorrido “distinto”. Hoy (en soledad) el
hacerlo con tranquilidad no me ha ocasionado ni demasiados titubeos ni ha
supuesto temeridad alguna. He caminado despacio no tanto para no fatigarme sino
para hacer durar el recorrido.
Este
refugio (el más alto de los que pueblan el valle del río Lanjarón, el más
amplio y en su día el mejor dotado), a pesar del interés y de los variados
esfuerzos y peticiones por parte de diversos colectivos que claman por su
recuperación, sigue sumido en su habitual abandono en el que parece que nadie, con capacidad de decisión, quiera inmiscuirse aunque sea para proporcionarle una
nueva habitabilidad antes de que el tiempo acabe haciéndolo desaparecer o el deterioro sea tan grave que justifique la inacción.
La
bajada usando el recorrido tradicional hasta los Lagunillos de la Virgen no ha tenido más interés que los ratos de charla en los encuentros con algunos senderistas que ascendían. Los lagunillos con
escasa y muy deteriorada agua: por la acumulación de polvo sahariano y la
abundancia de algas debido a las altas temperaturas de su lámina estancada, no presentaban hoy su mejor aspecto. Aquí me he reencontrado con mi
compañero quejoso por sus posaderas doloridas debido a la larga espera y el duro asiento
elegido.
Circundamos,
en nuestra bajada, el Embalse de las Yeguas; tramo en que nos hemos cruzado con
varios grupos que habían elegido dispares destinos, en distancia y ubicación.
Más abajo el complejo estacional Borreguiles, con sus dos lagunas artificiales preparadas
ya para la próxima temporada, para finalmente alcanzar de nuevo los aparcamientos
en las inmediaciones de la Hoya de La Mora. Finalizamos la jornada de nuevo en la cota 2.500m., donde
abandonamos el vehículo esta madrugada.
* Las citas de Fidel Fernández corresponden a su libro Sierra Nevada.
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.