miércoles, 28 de enero de 2015

Pantano de los Bermejales (Arenas del Rey - Granada)




Fecha:10-12-2014
M.I.D.E.:2,2,2,2.
Duración: 6h15’  (25 km.)                                  
Desnivel en subida: 402 metros (Lineal)
Rangos de temperatura: de 0ºC a los 9ºC

El pantano de Los Bermejales está ubicado sobre el curso alto del río Cacín y englobado en su totalidad dentro del término municipal de Arenas del Rey. Con una capacidad inicial de 104 millones de metros cúbicos permitió el riego de tierras hasta ese momento de secano, posibilitando que la zona de regadío uniera las vegas de Granada y Loja, suministrando regadío a cerca de 6.000 Has.

Aunque ya estaba contemplada su construcción en el Plan Hidrológico de primeros del s. XX, no fue hasta el año 1958 cuando se materializó. A la vez que el propio pantano se construyeron todas las infraestructuras anejas permitiendo el riego de terrenos pertenecientes a los pueblos de Peñuelas, Fuensanta, Loreto y Romilla la Nueva. Conjuga los dos usos propios de estas construcciones, el de regadío y la producción eléctrica. 


Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.



A primeras horas de la mañana la escasa luz no deja apreciar las tonalidades en todo su esplendor.

La diferencia térmica entre el agua y la capa más baja de aire provoca estos vapores que iban cubriendo la lámina de agua.

En cuanto el sol ilumina el pantano, la gama de colores aparece como por arte de magia, a la vez que los reflejos.

El bajo nivel de las aguas me permitieron acceder a un par de islas que en cualquier otro momento son inaccesibles.

En principio quería caminar por todo el perímetro del pantano, siguiendo la línea de costa, allí donde fuera posible. Deseo cumplido durante los primeros nueve kilómetros.

Los diferentes barrancos y lenguas del propio pantano hacían que el sendero se alargara más por la necesidad de bordear la línea de agua. El recorrido apenas se distancia de la orilla algunos metros por lo que los desniveles son inapreciables. 

Todo el perímetro del pantano está ocupado por una estrecha franja de pinos de repoblación que intuyo se sembraron a la par que se construía el mismo y que sirve de frontera con los espacios cultivados.  

Una de las lenguas del pantano se acerca hasta las mismas casas de Fornes donde recibe la aportación del río Cacín, principal protagonista de este embalse así como de su majestuoso cañón posterior.

Cuando estoy ya muy cerca de la población de Fornes, el sendero desemboca en la propia carretera asfaltada de acceso al pueblo. Caminar varios kilómetros por carretera asfaltada con tráfico no es algo que me apetezca en absoluto, por lo que decido regresar.

Cerca de la localidad de Fornes emergen estos secos troncos del agua, antiguos vestigios de vegetación que el agua mató. Estoy en el límite entre río y pantano y he decidido dejar pendiente para otra ocasión el resto de circunvalación del pantano, aunque seguramente lo intentaré por la otra margen tratando de llegar hasta Arenas del Rey.

Fornes es una excelente puerta de acceso al Parque Natural de Almijara y una de los accidentes geográficos más conocidos es su "Mesa". Basta planicie elevada que proporciona unas excelentes vistas de todo este curso alto del río y del pantano. Aquí aparece duplicada gracias a su reflejo.

Hay diversidad de ánades viviendo permanentemente en el pantano pero la mayoría de ellas son sumamente esquivas, miedo provocado por la presencia de cazadores en la zona. Estos patos, sin embargo, no tuvieron reparo ninguno en que me acercara a ellos. 

Alguno de ellos era incluso "bicéfalo".

La orilla del agua es muy dispar a lo largo de mi recorrido. Hay zonas de "playa", otras de "acantilados" y otras en que la vegetación consigue acercarse hasta la misma agua.

Estos otros habitantes del pantano no tardaron en poner "agua de por medio" en cuanto detectaron mi presencia, así que sólo pude captar las salpicaduras en el agua de sus patas al tomar impulso antes de remontar el vuelo.

Ya de regreso, una vez que el sol había ganado altura y aportaba calor, aprecio el espacio que ocupa el pantano aprovechando la depresión que conforman las suaves laderas laterales.

De regreso me paro junto al Dólmen del Bermejales aprovechando unas mesas para tomarme el bocadillo.

Estoy sentado en uno de los bancos, encarado al pantano y teniendo de fondo la sierra coronada de nubes. Estas han sido mis vistas mientras degustaba un bocadillo de jamón y no sabría decir si me faltó bocadillo o me sobraron "vistas", pero la estancia se podría haber prolongado bastante más. 

El Poblado de Bermejales se construyó a la par que el propio pantano. Hasta hoy no me había paseado por él, he aprovecho los cambios de planes para recorrerlo y conocer las distintas construcciones. 

En esta amplia iglesia se prestaban (no se si si sigue haciendo, aunque su campana va informando del paso del tiempo), los servicios religiosos para los escasos habitantes del poblado que en invierno apenas sobrepasa el centenar aunque en verano se incrementa sustancialmente gracias a los visitantes del camping. 

Me acerco de nuevo hasta el mirador porque hoy tengo intención de bajar hasta el cauce acercándome lo más posible al pie del dique del pantano.

Bajo los cortados, bajo el mismo mirador, me encuentro las ruinas de numerosas casas ubicadas aprovechando la protección de las paredes extraplomadas. Cuento hasta una veintena de casas. La espesa vegetación me impide alcanzar el lecho del río por lo que intentaré acceder por otro lugar.

Por porte y calidad constructiva estas casas debieron pertenecer a personal cualificado que estuvo por aquí mientras se construía el pantano.

Son construcciones muy distintas a las simples viviendas destinadas al personal. Estas, ademas de su amplitud, están rodeadas de espacios ajardinados y contaban con piscina y columpios. 

He cumplido uno de los deseos que durante años he mantenido. Aprovechando que había personal técnico trabajando cerca del acceso a la bajada al pié de la presa, he pedido permiso para tomar algunas fotos y me lo han concedido. 

Las paredes en la zona baja del dique de la presa, debido a filtraciones y a las pocas horas de insolación que recibe permite una vegetación de helechos que tapiza por completo las paredes verticales.

Los regueros de agua recogidos mediante canaletas recorren la zona baja que los conducen de nuevo hasta el cauce del río.

Desde el pié de la presa se aprecia toda su magnitud en esta imagen contrapicada. 

Estoy de nuevo en la coronación de la presa. La estrecha carretera de acceso al pie de la presa donde se encuentran los edificios de la central se ve obligada a serpentear por la ladera hasta acceder a la cota por donde discurría el río Cacín.

Desde arriba, se abarca buena parte de la extensa lámina de agua que entre los varios ríos: Cacín  con ayuda del Alhama mediante un canal, consiguen acumular en el pantano.

Antes de abandonar definitivamente el pantano en esta salida, fotografío la torreta por ser el mejor indicador de la altura que alcanza hoy el agua y las distintas marcas de tiempos de más llenado.


miércoles, 21 de enero de 2015

Camino de los Neveros (Sierra Nevada - Granada)





Fecha:3-12-2014                                                                    Rest. Las Perdices              7’45h.
M.I.D.E.:2,2,3,4.                                                                   Cerro de los Majojos          9’00h.
Duración: 8h30’  (33 km. lineal)                                           Purche                                  9’46h.        
Desnivel en subida: 1.455 metros                                        Dornajo                               11’30h.
Rangos de temperatura: de 6ºC a los 12º                            Cerro Ahí de Cara             12’00h.
                                                                                                Fuente del Purche              14’00h.
                                                                                                Rest. Las Perdices              16’15h.




En plena madrugada suena el despertador. Cuesta en la adolescencia levantarse, sobre todo si no se han dormido suficientes horas debido a los nervios por afrontar tan gran empresa. La mochila quedó preparada anoche a falta del pan que compraré –de paso-  en un horno por detrás de Santo Domingo. Lavarse la cara y tomar algo de desayuno para estar listo para las cuatro.

Procurando no hacer ruido para no despertar a los mayores, cosa que no siempre consigo, me dispongo a salir para atravesando toda la ciudad comenzar la subida por la Avenida Cervantes. Era obligado escoger noches de buena luna ya que la empresa de subir y bajar hasta el Veleta en la misma jornada requería de muchas horas. Parecía un objetivo imposible y hasta ahora lo había sido, quizás por eso mismo tenía que volverlo a intentar.

El amplio y muy marcado sendero de arenisca blanca se mostraba iluminado por la luna. Estas primeras horas nocturnas eran especiales en sensaciones y emociones. La bisoñez de los pocos años enfrentada a los importantes retos autoimpuestos creaban un estado de ánimo peculiar. Atravesar la ciudad en completa soledad, silencio y oscuridad; abandonar las últimas casas, el monótono caminar sin apenas paisaje iba serenando el ánimo y haciéndome consciente de lo mucho que faltaba para culminar la epopeya.


Hace casi un año subí a este blog un recorrido en que incluía, ya en bajada, la parte alta del Camino de los Neveros, abandonándolo en el Dornajo con el comentario de que el resto lo reservaba para otra ocasión. Hoy he decidido intentar subir desde Granada hasta el propio Dornajo, para así completar un trayecto emblemático para los asiduos de esta sierra.

En Rebites, zona alta de Hüetor Vega está el inicio de este largo y ascendente sendero que ha sido uno de las tradicionales accesos a las cumbres de Sierra Nevada cuando todavía los vehículos no eran asequibles para muchos de nosotros. El otro era siguiendo el curso del río Genil hasta pasado Maitena (Güejar Sierra), ayudado por el Tranvía de la Sierra que me dejaba en las cercanías del río San Juan. Más tarde los medios me posibilitaban comenzar mucho más alto y por lo tanto gozar de mayor autonomía.

Vienen a mi memoria recuerdos de mediados de los años 60 cuando ascendíamos las primeras veces por este sendero en busca de las cotas altas. El camino ha cambiado radicalmente a lo largo de estos años. Irreconocible durante las dos primeras horas, ya que se ha convertido en una carretera terrera, que ha parasitado casi en su totalidad el trazado del antiguo sendero. Apenas quedan algunos -escasos y cortos- tramos para recortar alguna curva y poco más.

Una vez alcanzado el Purche, (tras recorrer el último kilómetro por la asfaltada carretera que accede desde Monachil), cede la fuerte pendiente, llaneo e incluso desciendo un corto tramo para volver a subir hasta cortar otra pista que da servicio a algunos cortijos de la parte alta. 

 Aquí sí que comienza el sendero que yo recuerdo, recorre hasta tres colinas que cierran la depresión del Purche por el noreste. 
Fuera ya de la ciudad el cielo mostraba su grandiosidad, la inmensa cantidad de estrellas, el camino indicado por el reguero de la Vía Láctea era un espectáculo, ya imposible en las noches urbanas, que siempre me emociona. Las primeras rampas de subida, caminando por la divisoria entre las cuencas de los ríos: Genil y Monachil hasta sobrepasar Cenes. El camino se endurece, la arboleda desaparece ocupando el espacio la vegetación baja (aulagas, retamas…), he iniciado la Cuesta del Desmayo. El objetivo al frente casi siempre va a permanecer visible.





A la vez que vadea las tres colinas va ganando cota hasta enlazar, cortándola perpendicularmente, con la carretera de San Jerónimo.

Hasta ahora las señales que indicaban dirección eran las de la via pecuaria (balizas plásticas verdes con las siglas V.P.).

Comienzo a ascender hacia el dornajo ubicado en la cota 2.000. Aparecen los pinos, de repoblación, como todos los de esta sierra y por ello muy espesos. 

A media subida tengo que cruzar la carretera asfaltada, el tramo nuevo que lleva a Pradollano, el tráfico es abundante y la continuación al otro lado no la veo clara. Una vez encontrada termino la ascensión hasta la cota 2.000 con lo que cumplo el objetivo prefijado: terminar todo el recorrido que dejé inconcluso en una anterior caminata. 

Aquí aparece el primer poste indicador que he visto durante toda la mañana. Aunque la dirección que me interesa la tengo clara.

El extenso Purche queda a mi derecha ya que el sendero asciende por una sucesión de colinas que lo cierran por el norte (las Tres Colinas). En continua, larga y moderada subida dejo los campos cultivados de cereales y los distintos cortijos a mis pies hasta enlazar con el carril de acceso a la residencia veraniega de San Jerónimo (Collado de las Vívoras). Tras cruzarlo inicio una dura rampa para alcanzar el Dornajo, ya en la cota 2.000. Pero a media subida debo desviarme unos metros para buscar la fuente, ubicada a los pies de una columna pétrea, donde aflora un escaso caudal de agua por lo que hay que demorarse un rato para beber y llenar la cantimplora.

Alcanzado el Dornajo, se alternan tramos de sendero con otros de carretera, siempre en subida, hasta alcanzar, primero el Collado de las Sabinas (2.175) y después el del Diablo. La vereda tras cruzar la pista que baja hasta el refugio de San Francisco, continúa por la cuerda hasta los Peñones de San Francisco para hacer el último tramo por la propia carretera hasta alcanzar la zona de los Albergues.


Aparecen los pinos, de repoblación, como todos los de esta sierra y por ello muy espesos.
En la cota 2000 (objetivo cumplido) me vuelvo para contemplar el paraje conocido como "Las Vívoras".

Poco más arriba descubro una manada de cabras y  mi afán por fotografiarlas me hace seguirlas, carretera adelante. Conscientes de las fechas ¿quisieron posar asumiendo la tradición catalana?. 

Al final, después de perdida de vista el pequeño rebaño, me animo a seguir ascendiendo hasta alcanzar el mirador que culmina el cerro Ahí de Cara, techo de mi salida de hoy (2.105 m.).

Las nubes cada vez más densas y el aire cada vez más frío me empujan rápido de nuevo hacia abajo. 

Pero antes de abandonar la cima, como todavía esta zona serrana está libre de nubes, tomo unas fotos de las cabeceras de los ríos Vadillo y Maitena.

Falta el último esfuerzo, los ochocientos metros de subida más continuada y exigente. En este tramo el aire o el cansancio han malogrado diversos intentos anteriores. No quiero pensar en la agónica bajada, me basta con soñar en poder con el resto de la subida. Las Posiciones y por fin la cima del Veleta. Sentado en el borde de la construcción del observatorio que ocupa la cima, extasiado con las vistas, añorando no tener tiempo y fuerzas para seguir adelante, para perderme entre majestuosas montañas que me llaman poderosamente.

Ahora ya puedo comer con la sola limitación de mis vituallas. Para bajar no importa que el estómago esté más lleno y el cuerpo necesita calorías para recuperarse del desgaste y asumir el esfuerzo al que todavía tengo que someterlo. Aunque todo ahora es bajada, no dejan de ser exigentes horas de caminar, que aunque haga trabajar otros músculos de las piernas a estas alturas ya duelen los usados y los nuevos.

Al final el cansancio es intenso, se pierde buena parte de la noción de la realidad que me rodea , tras 16 horas de esfuerzo continuado, recuperarme físicamente me costará dos o tres días, movilidad dolorosa y muy limitada pero la satisfacción de haberlo conseguido queda grabada a fuego tanto en mi voluntad como en mi orgullo: se puede y yo he podido.






De nuevo bajo la protección de los pinos la temperatura se suaviza y la cobertura de nubes no parece contener amenaza de lluvia. Me lo tomo con calma. Aprecio la gran diferencia entre talar árboles por una tarea de "aclare" y lo que me encontraré más abajo.

Me desvío para acercarme a la antigua fuente “del muerto” la llamábamos así por su forma –simplemente era un abrevadero-, hoy totalmente seca y colmatada de piedras y basura.

Ruinas de un antiguo cortijo que estaba a la entrada de la depresión del Purche, incluso poseía cochera a pie de carretera.
No se qué es más llamativo, si la ubicuidad de los grafiteros o su constante necesidad de pintar cualquier espacio.
Fuente de los Castaños, aunque curiosamente ahora solo le da sombra un solitario majuelo. No habrá mas detenciones hasta bien abajo, cuando alcanzo la zona quemada enfrentada a Cenes.

En su trazado construyeron bancos de piedra estratégicamente ubicados para sentarse y disfrutar del paisaje, hoy sólo se podía disfrutar de la destrucción y desolación producida por la quema. ¿Y cabe preguntarse: qué penitencia redimen estos pecados?. 


El pasado agosto se quemaron 200 hectáreas por actuaciones imprudentes. Hoy me he detenido a charlar con una de las brigadas que están actuando en la zona, sobre todo tala y retiro de los pies quemados y que no tienen posibilidades de recuperarse. Presupuestado mas de millón y medio de euros.

He asistido a la tala de varios ejemplares casi centenarios y verlos caer me ha producido una honda tristeza. 


La pista delimita prácticamente la zona quemada por su zona alta (sur), actuando aparentemente de cortafuegos, o fue simplemente que a partir de ella la falta de bosque detuvo el incendio.

Lo que recuerdo vivamente de mis primeras subidas era la fuerte tentación que estas viñas despertaban en nuestros regresos, tentación difícil de evitar.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.