Voy a tratar de contar mis experiencias en las salidas por las sierras y las calles de Andalucía. Recorridos, impresiones, cansancios.
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miércoles, 24 de febrero de 2016
Sierra Sur I: Valle del Quiebrajano (Jaén).
Valle de Quiebrajano
Panorámica desde el Mirador de Carlos III.
Monumento conmemorativo de la modificación del camino a Granada.
Piezas abandonadas en la cantera por defectuosas o roturas.
Otros restos de trabajos no utilizados.
Cueva de los Soles en mitad de un cortado y con difícil acceso.
Restos del tholo del cerro del Veleta.
A la izquierda y arriba la cantera en la que se trabajó.
Tholo y canteras.
Emplazamiento del dólmen.
Cubierta e interior del dolmen del Cerro Veleta.
Desde este emplazamiento se controla gran extensión de terreno llegando a visualizar Jaén capital.
La muralla enlazaba el tholo con el poblado.
.
Escogieron la cima de la colina para el asentamiento aproechando las defensas naturales que ofrecía.
Acceso al Cañón de la Hoya donde las sorpresas serían múltiples y variadas.
Marmita de Gigante donde decidieron grabar los petroglifos. Aseguran ver una venus esculpida entre las formas de la pared.
Multitud de figuras pueblan estas paredes.
Bajorrelieves grabados en las rocas.
El lugar escogido se asemeja a un santuario y es un abrigo muy protegido.
Aprendimos a ver maremotos "congelados" en estratos de sedimentos no totalmente consolidados.
Encontramos piezas talladas a la vera del camino.
Y lápidas verticales colocadas en las paredes laterales.
Primer avistamiento del Castillo en su totalidad.
La majestuosa Torre del Homenaje aun mantiene su prestancia.
Desafiando al tiempo y los enemigos, los laterales rocosos casi verticales ayudaban a la defensa.
Restos de los muros perimetrales de la basílica bizantina.
D
Desde el Castillo, enclavado estratégicamente, se controlaba el paso hacia Granada
Buena visión del curso del río y los terrenos dedicados al cultivo.
Una de las aljibes en el recinto amurallado.
Una segunda aljibe, casi a la entrada del patio de armas.
Puerta actual de entrada a las ruinas.
Bóveda colapsada de ladrillo del torreón de entrada.
Nuestro guía e instructor.
Desde el Mirador de las Chimbas abarcamos todos los elementos geológicos de los que nos han hablado.
Pequeño refugio que ocupa la cima.
Algunos de los pinos que ocupan estas laderas eran varias veces centenarios.
Fuente del Área Recreativa Cañada de las Hazadillas.
Valle del Quiebrajano.
Fecha: 09-11-2015
Duración: 6h (Semicircular)
Desnivel en subida: 400 metros
Rangos de temperatura: de 7ºC a los 14ºC
“De tal manera las palabras llevan la esencia humana de las cosas,
que las que no son nombres propios, los geográficos, los toponímicos,
llevan un paisaje, y a veces basta sólo oír la palabra para
adivinar lo que puede ser la tierra que recibió aquel nombre.”
Miguel de Unamuno
Hoy
nos hemos (me acompaña mi hijo Carlos) desplazado hasta Jaén porque había
quedado con Pedro Pablo para visitar el valle del Quiebrajano, después de
contarme maravillas del curso de este río y haberlas complementado con imágenes
a las que había añadido explicaciones geológicas, no podía resistirme hacer una
visita a este entorno.
Pedro
Pablo es geólogo y ha sido hasta hace poco profesor en Jaén, además de un
enamorado de su especialidad, regala generosidad haciendo de guía cuando se le
solicita y sus otros compromisos se lo permiten. Hoy hemos tenido la suerte de
contar con su presencia y sus doctas y apasionadas explicaciones durante toda
la jornada, recorriendo parte del valle que recorre el río Quiebrajano.
Este
río atraviesa la sierra Sur de Jaén. En su primer tramo hasta alimentar el
pantano del mismo nombre recibe el apelativo de Valdearazo para cambiar de
nombre a partir del pantano adquiriendo el de Quiebrajano, nombre que de nuevo
permuta por el de Jaén antes de engrosar el caudal del Guadalbullón.
Este
río, de caudal permanente -hasta la construcción del pantano-, vertebra la
sierra Sur de Jaén, con altitudes que oscilan entre los 500 y los 1800 metros
de altura. Este valle que en parte vamos a recorrer durante la jornada nos
permite visitar una cueva con ocupación neolítica; un poblado fortificado con
necrópolis dolménica; numerosas cuevas y abrigos con grabados y pinturas
rupestres; canteras de sílex; villa romana; aldea islámica amurallada; atalaya;
castillo del siglo XIV y una aldea de principios del siglo XIX actualmente
deshabitada. En definitiva vestigios de su ocupación durante los últimos 6.000
años.
Entre
los enclaves visitados a lo largo de la jornada mencionaré:
Vítor de Carlos III. Este monolito, ubicado en un mirador
desde el que se divisa el paisaje de Jaén, deja a nuestros pies un imponente
precipicio por donde discurre el río Quiebrajano (actualmente seco). En tiempos
del rey Carlos III, se decide salvar un tramo de difícil tránsito
(escaleruela), modificando el trazado del camino hacia Granada a través de un
puerto. Este monumento, olvidado durante decenios se restauró con motivo del
segundo centenario de Carlos III. Compuesto de dos piedras y coronado con el
escudo real bajo el que aparece la leyenda “Reinando Carlos III, padre de los
pueblos, de 1784.
Cerro Veleta. Junto al mirador del monolito hay un
aprisco de ganado. En sus inmediaciones nace un sendero que asciende por la
loma hasta alcanzar el extremo este donde se ubicaba una cantera (junto a una gran encina). Caminando por entre el suelo
pétreo apreciamos los restos de las extracciones: menhires y un par de columnas
desechadas. Desde la propia cantera que ocupa la cima de cortado casi vertical
y algo por encima del trazado de la conducción de agua que abastece la capital se
visualiza laCueva
de los Soles. Se trata
de un profundo abrigo que lo preserva de las inclemencias lo que permite
mantener las pinturas en buen estado, aunque también haya ayudado el que para
alcanzarla hay que trepar ayudándose de pies y manos e incluso hacer algo de
escalada de nivel III.
Junto
a la cantera encontramos un tholo. Estas construcciones de planta circular,
hundidas en el terreno o recubiertas con talud como es este caso ya que se
erige sobre base de roca, aparecen en el neolítico. Tras consolidar las paredes
interiores con tapial de piedra local en seco, se suelen recubrir de cañas y
barro mostrando una entrada orientada hacia levante, escogiéndose para su
ubicación un lugar alto y muy visible desde buena parte del valle del río. De
los tapiales, muy deteriorados, apenas queda en pie alguna sección. Desde el
tholo arranca una muralla que se
prolonga casi doscientos metros y aparente gran grosor que lo unía con el poblado que ocupaba la cima de una
pétrea prominencia, donde estaba situado el poblado. A medio camino entre ambos
y algo separada de la muralla visitamos un dolmen
(III milenio a.C.). Es una construcción de dimensiones modestas con entrada
orientada hacia el este y cubierto parcialmente con una losa parcialmente
fracturada, ya que deja ver parte de la cámara interior.
No
es frecuente poder visitar, a escasos metros uno de otro, la cantera de donde
se extraen las piedras, taller donde se trabajan los menhires y el dolmen
destino de los mismos.
Tras
abandonar el Cerro Veleta, proseguimos un par de kilómetros por la carretera
hasta la “Casa del Pintor” donde volvemos a aparcar los coches para proseguir
la visita. Antes de adentrarnos por un barranco, nos acercamos hasta un pequeño
puente desde el que nuestro guía nos ilustra sobre las distintas disposiciones
de los materiales que tenemos a la vista; nos habla de cabalgamientos, calizas
y margas, fallas, ventanas y fosas, deslizamientos de laderas, sedimentos
lacustres, farallones rocosos y marmitas de gigante.
Las
explicaciones geológicas se han prodigado durante toda la jornada haciéndonos ver
que en esta sierra Sur de Jaén se han dado y se siguen dado multitud de
fenómenos geológicos que han dejado su huella en el paisaje que ahora
disfrutamos. Nos invita a caminar cada semana con él por los geosenderos que
tiene intención de hacer los miércoles cabalgando las sierras Sur de Jaén y
Mágina.
Retrocedemos
sobre nuestros pasos para adentrarnos en un barranco de origen fluvio-glaciar: Cañón de la Hoya e el Barranco de la
Tinaja. Cuando se acumulaba gran cantidad de nieve en las cabeceras de cortos
barrancos sin circo glacial superior, que se fundían en la temprana primavera
en cortos espacios de tiempo, un gran caudal se precipitaba barranco abajo.
Este caudal arrastraba piedras y otras partículas sólidas que erosionaban las
paredes del barranco por el que descendía formando las llamadas “marmitas de
gigante”. En una, magnífica, de ellas nos hemos detenido para descubrir
múltiples petroglifos: bajorrelieves tallados en las propias rocas.
Estas
formas concéntricas asemejando espirales son numerosas y se combinan con otras
representaciones de figuras humanas e incluso (para algunos autores) algunos
signos identificados como “protoescritura”, lo cual sería de vital importancia
dada la antigüedad de los grabados (4000 años a.C.), ¿anterior a los sumerios?.
Mientras ascendemos, descubrimos grandes bloques tallados junto a alguno de los
percutores utilizados a la vera del camino.
En
este valle de Otíñar se han encontrado numerosísimas lascas, molinos, piezas de
pizarra y otras rocas cuyo origen se sitúa en Sierra Morena, lo que sugiere que
el poblado de Cerro Veleta aunaba las funciones de minero, taller y cobijo;
complementando estas actividades con otras agropecuarias, caza, etc., que
aseguraban su supervivencia.
Progresando
por el cañón, de pronto se abre el barranco, apareciendo la primera visión
cercana de los restos del Castillo de
Otíñar (hacer luz) extendiéndose por la cima de un promontorio rocoso. Ocupando
el mismo espacio sobre el que existió una fortificación anterior árabe, de la
que se pueden apreciar algunos restos de tapiales; construido a mediados del
siglo XIII tras la conquista de Jaén por Fernando III. Ya que hizo de frontera
durante años entre los distintos reinos y que desde él se controlaba el
principal paso hacia Granada, se tuvo en cuenta la comunicación visual a través
de Torre Bermeja con el Castillo de Santa Catalina en Jaén.
A
pesar de su abandono presenta una excelente figura, destacando contra el cielo
la Torre del Homenaje y las recias murallas que la rodean. Contaba con tres
aljibes en su recinto para recoger el agua de lluvia y abastecer a los
pobladores. En la punta oeste del enclave visitamos los restos de una pequeña
basílica de la que apenas quedan unas hileras de bloques dibujando la planta y
la extensión. Por debajo los solares que ocuparon las casas de los antiguos
pobladores.
Tras
descender de nuevo hasta la carretera y desplazarnos unos kilómetros alcanzamos
el Área Recreativa Cañada de las
Hazadillas, desde ella y junto a la fuente, arranca un sendero que ascendiendo
(alrededor de 30 minutos) nos lleva hasta el mirador y refugio de Las Chimbas. Mirador natural desde el
que se domina todo el recorrido hecho durante la mañana e inmejorable atalaya
para comprender mejor los comentarios geológicos de Pedro ya que desde aquí se
tiene una visión de conjunto.
Los
cortados calizos a ambos lados del barranco; el fondo del mismo, relleno y
ocupado por los sedimentos lacustres, roto por el cauce del río, que presentan
una perfecta horizontalidad. El deslizamiento de la ladera que obstruyó la
salida del agua y provocó el embalsamiento que formó el lago, todo el conjunto se
abarca visualmente ayudando a la comprensión de lo explicado a lo largo de la
jornada.
Un
pequeño refugio corona el cerro (1.156 metros) que anteriormente sirvió como
caseta de observación para la prevención de incendios. Sólo resta bajar de
nuevo hasta el área, tomarnos un bocadillo del que hasta ahora nos habíamos
olvidado e iniciar el regreso a Granada.
Para
conocer más del lugar os recomiendo el siguiente enlace:
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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