Panorámica de Bélmez de la Moraleda, inicio y final de mi jornada.
Fecha:16-9-2015 Bélmez
Moraleda 8’30h.
M.I.D.E.:2,2,3,3. Abrevadero 10’15h.
Duración: 8h (Semicircular) Collado
y Valla 11’30h.
Desnivel en subida: 1400 metros Pico
Mágina 12’30h.
Rangos de temperatura: de 11ºC a los 25ºC Miramundos 13’25h.
Bélmez
Moraleda 16’30h.
Me
dirijo hacia Bélmez de la Moraleda, ubicado en las faldas de Sierra Mágina,
pues es inicio de al menos dos subidas hasta los grandes cumbres de esta sierra. Al llegar al
pueblo (conocido y reconocido por sus “caras”), apenas si me encuentro con
personal a quien preguntar por el inicio del sendero. Alguien, finalmente,
me habla de un carril que arranca algo por encima de la casa-cuartel de la
Guardia Civil.
Consigo encontrar el carril, superar la excesiva pendiente que presenta, para de repente encontrarme -acabado el carril-, en medio de un olivar. Tengo que caminar marcha atrás y localizar un aparcamiento donde el coche no moleste durante el resto de la jornada. Me acerco
hasta el cortijo “Jaito” donde oigo ruidos de labores y tras intento fallido de ahuyentarme por un trío de chuchos muy posesivos, me encuentro con Juan
(Juan – Juanito - Jaito). Tras ordenar silencio a los canes y acompañarme por encima de la propiedad, me indica un sendero que me aconseja
seguir durante un tramo. Luego referencias de almendros, manchas verdes, cercas metálicas, collados, tajos
blancos y así hasta cerrar el horizonte. ¿Y sendero?, pues no lo va a haber si
el ganado anda para arriba y abajo todos los días.
Gente sencilla y muy amable, casi con ganas de acompañarme monte arriba si no fuera por las obligaciones del campo y los muchos años en que ya gastó las fuerzas para corretear por la sierra. Ofrecimientos: que allí tengo mi casa, esté a no esté el, y que no deje de pasar aunque sea sólo para saludar. Después de agradecerle tanto ofrecimiento y amabilidad comienzo mi ascensión buscando las referencias referidas.
Alcanzo
el primer collado al pie de la colina que soporta la torre vigía árabe del
pueblo y junto a él aparecen las dudas ya que senderos efectivamente los hay, pero
en demasía. Tras alguna pérdida -escalando pendientes por donde los caminos son sólo nombre- y la consiguiente rectificación y casi dos horas de marcha, acabo
alcanzando una de las referencias señaladas por Juan y tras él un triple
abrevadero junto a una pequeña charca (¿será la Fuentezuela?).
He
ascendido por un barranco paralelo al Gargantón, algo más norteño; pero a estas
alturas veo claramente que acabarán fundiéndose en fraternal abrazo poco más arriba. Salpica esta
zona, además de puntiagudas rocas que emergen muchos metros del suelo
(Chimeneas de las Hadas, o Los Frailes según Juan) algunos esbeltos ejemplares
de pinos que alcanzan los 30 metros, sobresaliendo sus copas de forma llamativa sobre el bosque que los arropa. Lástima que no ocupen todo el espacio y
sólo sean ejemplares sueltos.
Por
encima de la pequeña charca arranca un sendero, que aunque en ocasiones muestra
demasiados ramales, se deja seguir con cierta facilidad. Pero antes de encontrarlo me he "dejado perder" por otro que introduciéndose en la zona de bosque más cerrada me conducía hacia abajo. No era bajar lo que yo quería, así que a pesar de lo placentero que era caminar bajo tupido dosel verde he tenido que regresar.
El sendero buscado y encontrado recorre las amplias
lomas del pie del Miramundos, acercándome tras una larga hora de marcha hasta
una alambrada, ya en el collado, donde tras atravesar un portichuelo me
encuentro en terreno conocido. Aquí se une este recorrido con el que naciendo por
encima de Huelma que ya superpuestos se dirigen ambos hacia las cimas compartiendo desde ahora recorridos.
Decido
ascender primero al Pico Mágina (2.167 metros, techo de la sierra y de la
provincia). Comenzando la parte circular de la jornada. Éste recorrido está perfectamente balizado y el sendero no ofrece más dudas que el de decidirse a subirlo. Antes del tramo de ascensión más serio me
entretengo visitando un “chozo” que los voluntarios del Parque han recuperado
recientemente tras excelente labor.
Se
ha complementado -ampliando- un abrigo rocoso existente con muros de piedra local apilada
en seco (sin utilización de ninguna argamasa) y se le ha añadido un techo vegetal, recolectado en los alrededores
para impermeabilizarlo. A las afueras, se extienden amplios los apriscos para el
ganado. En estas construcciones solían pasar las noches los pastores en sus
estancias serranas, en los desplazamientos durante la época más calurosa para aprovechar los pastos altos de esta sierra. Éste de Cobatillas se utilizó hasta los años 70, cuando se reguló el pastoreo en esta sierra. Cabe destacar la gran altitud en la que se asienta: 1.885 metros.
Durante
la ascensión al Mágina el viento ha ido arreciando y los 20/30 kilómetros por
hora con que soplaba abajo se han duplicado arriba, por lo que ha mutado de
agradable a molesto. Arriba, en la cima, se dejará sentir con fuerza suficiente
como para incomodar consiguiendo acelerar mi partida. Unos minutos antes de coronar paso
junto al Pozo de la nieve (2.125 metros).
Desde el Mágina me
dirijo hacia el Pico Miramundos (2.077 metros), sirviéndome de las crestas que une ambos picos para mi recorrido.
Aunque esta posibilidad no está indicada en los planos, ahora, sin nieve, no
ofrece dificultad alguna y me ahorra tiempo y muchos metros de cota; basta ir atento a los hitos de piedras apilados que jalonan todo el recorrido. (Recuerdo la
primera vez que anduve por estos lares, que por desconocimiento subí y bajé dos
veces para coronar los dos picos).
Grata
sorpresa en la cima del Miramundos. Los voluntarios lo han rehabilitado
totalmente: ventana y puerta nuevas, suelo de hormigón y un segundo nivel de
madera soportado por vigas metálicas habilitando una zona para dormir en
altura, con capacidad para alrededor de diez personas. Gran trabajo.
La
bajada desde el Miramundos hasta la valla del collado no ofrece más
dificultades que la fuerte pendiente y la mucha piedra suelta, aunque el sendero pasa junto a algunas dolinas apenas me entretengo. Desde el Collado
hasta los abrevaderos me he dejado guiar por media docena de equinos, que al
verme casi arriba del todo, no han querido cederme el sendero. Quizás hartos de soledad y tras deambular por las alturas con escasez de pasto, han decidido bajar siempre delante y ellos sí conocían perfectamente el
sendero bueno, por lo que totalmente despreocupado sólo me he limitado a seguirlos hasta la fuente donde tras compartir rato de bebida, allí han
quedado indecisos entre seguir acompañándome o remolonear por los alrededores.
Durante
el resto de bajada he tenido que ir bastante más atento al haberme abandonado
“los guías”, pero el recuerdo de la mañana me ha servido para no equivocar recorrido, sabiendo escoger entre las muchas opciones que se me presentaban, las más idóneas consiguiendo bajar de forma directa. Durante mi nueva travesía del pueblo me lo vuelvo a encontrar prácticamente desierto: quizás los habitantes han encontrado la forma de descansar entre los gruesos muros dejando que "las caras" ejerzan la vigilancia de las casas, o lo más probable: era la hora de la siesta.
Reproduzco
aquí una estrofa de una canción popular que por su sencillez y picardía me
llamó la atención a la vez que me provocaba una sonrisa mientras buscaba información sobre
esta salida y sobre Bélmez de la Moraleda.
“Una niña en un baile
dio una caída: ¡Catapón!.
Se le vieron las ligas
y el canastillo del carbón”.
A vosotros ¿también os la ha provocado?.
Recordatorio: en nuestras salidas al campo
sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y
residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.
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