Atardecer ya desde casa.
Fecha:14-5-2014 Cortijuela 7’45h.
M.I.D.E.:2,2,2,2. Río Dílar 9’00h.
Duración: 3h30’ Lineal Prado de las Yeguas 9’30h.
Desnivel en subida: 500 metros Cortijuela 11’15h.
Rangos de temperatura: de 10ºC a los 14ºC
Tanto
la Laguna de la Mula como las Chorreras del Molinillo son dos enclaves que me
gusta visitar cuando están, la primera con agua y la segunda pletórica. La
laguna, por su baja cota y su escasa profundidad, se convierte en un pastizal en
cuanto las temperaturas ascienden y consiguen derretir los neveros de su
entorno. Las Chorreras son la unión de los múltiples arroyos que se forman a
los pies del Cartujo (cara oeste), para terminar desplomándose en una cascada
de unos diez metros de altura antes de aportar sus aguas al río Dílar.
El
acercamiento a ambos enclaves lo quiero hacer siguiendo el discurrir en su primera
parte de la etapa 2 del Sulayr (Cortijuela – Rinconada de Nigüelas), al menos
hasta llegar a la Cruz del Contadero, para abandonar ese trazado y remontar por
la cresta la Loma de Peñamadura hasta acercarme hasta la Laguna. Si el tiempo y
las ganas lo permiten visitaré también el Lagunillo Misterioso y/o la Laguna
del Carnero.
Con
estas intenciones me levanté ésta mañana para comenzar a la vez que desayunaba
(alrededor de las seis y media), con la multitudinaria y optimista algarabía de
los mirlos. Aves madrugadoras que esperan el amanecer animándola con un canto
muy elaborado y diverso, al que pasados los minutos, y mientras el cielo va
clareando, se van uniendo otras aves menos “extrovertidas”.
La
jornada, si es que a jornada a llegado, se ha desarrollado de forma muy
distinta. Con el coche me he acercado hasta la Cortijuela, para una vez
aparcado a un lado de la carretera, seguir a pie, pista adelante, buscando,
primero el Collado Martín y después el Cortijo Chaquetas. Antes de alcanzar el segundo
ya notaba que las cosas no se iban a desarrollar como yo quería. El pie derecho
empezó a molestar, cada vez con más insistencia e intensidad.
Molestia
achacada, en un principio, a una mala colocación del grueso calcetín o alguna
costura, me he descalzado para confirmar que no era ese el motivo. No obstante
he seguido hasta bajar al río Dílar y al comprobar que las molestias no sólo no
desaparecían sino que iban en aumento, he decidido “abortar” la excursión y
dedicarme a pasear –literalmente- por las riberas del Dílar hasta donde la
maleza y las molestias me permitieran.
Las
molestias, una vez rebajado el ritmo a nivel de paseo se han minimizado,
pasando a soportables, aunque sin desaparecer en ningún momento. La maleza ha
sido más pertinaz y el mes de mayo, primaveral por excelencia, haciendo
derroche de exuberancia no ha tardado en obligarme a abandonar la ribera
haciéndome ascender ladera arriba.
Mi
arribo al Prado de las Yeguas, donde me he entretenido en recorrer lo que queda
de un amplio complejo y antiguo asentamiento, con múltiples construcciones,
hoyos de papas y alguna era ha marcado el final de mi avance para hoy. Tras el
recorrido inspeccionando el emplazamiento, he iniciado el regreso siguiendo el
mismo itinerario que a la ida.
No
ha tenido más historia mi salida serrana de hoy. Otro día, espero, más y mejor.
A
pesar de todo os dejo algunas fotos ya que tanto el río como su entorno están
de una primavera exaltada, por color, por humedad y hoy también por
temperatura.
Recordatorio:
en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo
demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar
con nosotros.
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Hay partes de tu recorrido que he compartido. En alguna ocasión, hace tiempo, hasta la propia cumbre del Trebenque. Más cercano en el tiempo, en paseos con los pequeños cuando hemos pernoctado ella Hermita Vieja y hemos paseado Rio Dílar arriba hasta la subestación de electricidad y alguna cabra nos ha salido en el camino para trotar por el monte arriba a sus dominios. Un abrazo
ResponderEliminarAhora me viene a la memoria unas colonias que hacíamos con los pequeños en la fuente del Hervidero. Teníamos que llevarnos hasta los colchones y de noche. el generador se cortaba a las 11 de la noche y nos quedábamos sin luz hasta la mañana siguientes. Teníamos que llevarnos velas y linternas por si alguien se despertaba en medio de la noche. Nunca he conocido unos truenos tan sonoros como los que sonaban en aquel espacio. Bueno, sí. En Graus, Huesca también eran lo mismo y también se hacía de noche a las tres de la tarde. Todavía me acuerdo. Un abrazo
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