miércoles, 23 de abril de 2014

Sierra del Manar (Padul - Granada)

Panel informativo del primer sendero.

Al principio de la subida, apenas superados los almendros.

La intensa parcelación de toda la depresión del Padul.

Cerrado bosque de pinos de repoblación.

La humedad ayuda a prosperar a los más pequeños.

Homenaje a un paduleño.

Mirador del Padul.

Cima del pico de la Atalaya, actualmente ocupada por una cruz.

Las nubes no cabían en la ladera norte y acabaron desbordando la sierra.

Un pequeño anticipo.

Despedida y a correr; hay que trabajar.

Hoy desde la Silleta no había mucho que admirar.

Ermita Vieja.

El día ya mucho más amigable.

Largos, profundos y accidentados barrancos: la esencia de esta sierra.

Todos tratan de subsistir.

Grandes contrastes en poco espacio.

De nuevo junto a Ermita Vieja.

Dos versiones de una realidad.

Al final un día espléndido.

Piedra ventana.

Minas del tío Agustín.

Explotación de áridos.

Las Lagunas del Padul.



Fecha:26-2-2014                                                       Padul                                  8'00h.
M.I.D.E.:2,2,3,4.                                                          Mirador Padul                    9’15h
Duración: 8h. (Semicircular)                                     Silleta                               10'30h     
Desnivel en subida: 950 metros                                Ermita Vieja                     11’45h.
Rangos de temperatura: de 6ºC a los 13’5ºC           Final etapa                       12’15h.
                                                                                     Ermita Vieja                     13’30h.
                                                                                     Piedra Ventana                14’30h.
                                                                                     Padul                                16’00h.


La vertiente noroeste de la Sierra del Manar ya la conocía por haber realizado un par de ascensiones, tanto a la Silleta del Padul como a Picacho Alto, pero su cara sur me era totalmente desconocida, así que hoy había decidido remediar, al menos parcialmente, mi ignorancia. Como la subida a la Atalaya (1.240 m.), e incluso continuar hasta la Silleta (1.520 m.) me parecían que no tenían entidad suficiente para toda una jornada de marcha, he decidido recorrer toda la Sierra del Manar longitudinalmente, de sur a norte.

Había decidido que el inicio de la jornada fuera en la población de Padul (este año me he decantado por esta depresión cercana a Granada y que tenía bastante olvidada). En la misma población se inicia un sendero denominado PR-A 376 calificado con dureza media-alta (Padre Ferrer, Circular de la Atalaya) que me ha venido muy bien para iniciar mi recorrido. Seguir con la ascensión hasta la Silleta y prolongar la marcha hasta Ermita Vieja, base de Picacho Alto y proseguir un buen rato por la carretera que bordea los Alayos de Dílar por su cara sur.

Éste primer tramo, también denominado sendero de los gudaris (soldados prisioneros con base en la Casa Grande del Padul), porque fueron presos vascos los que estuvieron trabajando por toda esta zona. Durante catorce meses estuvieron “rehabilitándose” de sol a sol abriendo estos senderos a pico y pala durante el año 1937. El sendero se desvía sin ascender demasiado hasta casi la vertical de la Urb. El Puntal, para ahora sí, comenzar la ascensión de forma seria y constante. Estos primeros tramos hay que estar muy pendiente a la señalización porque, aunque hay hitos verticales, es fácil equivocarse de ramal, los bruscos quiebros pueden despistarnos.

Casi todo el recorrido transita bajo pinar de repoblación, protegiendo los típicos espartos y aromáticas propios de estas sierras: oréganos, tomillos, jaras. Me llama la atención que allí donde las espículas de los pinos no recubren el suelo y debido a la prolongada humedad han aparecido los musgos de intenso verde que me traen a la memoria recuerdos invernales de mi niñez cuando salíamos a recolectarlos para decorar el belén.

Cuando el sendero queda desprotegido de los pinos, el aire, más que apreciable, no sólo se deja oir meciendo las copas de los árboles, sino que lo siento yo a ras de tierra, fresco y a rachas impetuoso, lo que me hace dudar si me permitirá completar el resto de jornada. Se abre el paisaje y corono un collado donde enseguida diviso un monolito instalado a la memoria del Padre Ferrer; unos metros más bajo un amplio mirador desde se domina toda la depresión: Mirador del Padul.

Cuando me giro para apreciar el entorno distingo algo más arriba la cruz blanca que corona el Cerro de la Atalaya. Se afirma que la cruz actual ocupa los anteriores cimientos de una antigua atalaya árabe que señalizaba las novedades, ya que desde ella se domina tanto la entrada a este extensa depresión desde Granada como la salida hacia la costa. Situada apenas unos metros más arriba de mi cota actual y a escasos minutos de distancia. Justo en la cima de la Atalaya, mientras disfruto los retazos de espacio que me permiten las pertinaces nubes que recorren la laguna y sufro los embates del viento, me alcanzan un par de paduleñas a las que no había visto hasta ahora.

Iniciamos, tras los saludos de rigor, una amena charla y aprovecho que son experimentadas visitantes de estos lugares para informarme de la mejor forma de continuar hasta la Silleta. Compartimos unos centenares de metros y sorpresivamente se despiden de mí, junto a un abrevadero, ya que se les hace tarde para bajar al pueblo y abrir el negocio que regentan: "ahora nos toca correr cuesta abajo", me comentan. Si no quieren retrasarse en la apertura tendrán que hacer la bajada en algo menos de una hora.

Sigo ya con mi recuperada soledad intentando seguir las instrucciones recibidas. Al principio sin dudas ya que los senderos y las indicaciones eran precisas. Más tarde echaré en falta alguna explicación más amplia o una atención más eficiente. A ello se suman las nubes que empeñadas y ayudadas por las fuertes rachas de viento, están coronando la sierra del Manar por su punto más alto para derramarse, una vez superada, ladera abajo hacia la depresión. El último tramo no consigo encontrar sendero ni “senderillo” y me limito a caminar por la cresta hasta alcanzar la Silleta. Arriba, junto al hito, apenas si tengo 10 metros de visibilidad. Me planteo si seguir o volver. Como conozco ya el entorno decido intentar seguir por si mejora la climatología. Aquí comienza el tramo lineal, al enlazar con otro sendero balizado como PR-A 73 (ascensión de Dílar a la Silleta por Barranco Hondo).

Apenas llevo diez minutos andados cuando se abren las nubes y comienza a reinar el sol, por fin el insistente aire ha ganado la partida y las nubes se retiran o desaparecen y yo feliz por el resultado sigo con mi itinerario. Primero me acerco hasta Ermita Vieja para tras echar un trago en la fuente junto a la alberca proseguir hasta la base de Picacho Alto. Hoy no tengo intención de subirlo, sino que voy a continuar por la carretera que recorre Los Alayos por su cara sur hasta adentrarme en unos barrancos que desde la distancia me parecían atractivos.

Se empina la carretera más de lo que yo quisiera, alcanzando en algunos tramos un desnivel cercano al 25%, rampas que se hacen duras. La carretera serpentea salvando lomas y evitando barrancos, ascendiendo paralela a una rambla de arena que se divisa bien baja. Pero es engañoso, en minutos el barranco se estrecha y obliga a rambla y carretera casi a solaparse para acercarse hasta un collado. En esta zona de pinos más dispersos y viejos, decido abandonar el avance, llevo más de cuatro horas caminando y todavía me queda el regreso. Estoy en el punto más alto del recorrido de hoy, alrededor de los 1.600 m., donde aparecen algunos restos de nieve en las umbrías.

Tomo algo de fruta, me hidrato e inicio, ahora sí, la fuerte bajada que salvo algún pequeño repecho va a ser continuada hasta llegar de nuevo a Ermita Vieja, desandando el camino. Volver sobre mis pasos hasta la falda de la Silleta, que ahora no subo, para continuando por el sendero acercarme hasta Piedra Ventana, retomando el tramo circular del sendero inicial.

Piedra Ventana es un saliente rocoso en medio de una ladera a la que la erosión le ha hecho un buen boquete en medio. Ubicada junto al sendero que desde la Silleta desciende hasta el Padul, es muy conocida por todos los andadores de sierras que hacemos estos recorridos además de tener el encanto especial que le da la naturaleza a algunas formaciones rocosas. Tras las fotos de rigor inicio la prolongada e ininterrumpida bajada que de nuevo, entre denso pinar de repoblación, al que por la proximidad de sus troncos no parece que se le haya hecho limpieza en ningún momento, me va a acercar hasta el inicio del recorrido.

Aunque todavía, ya bien bajo, me detengo de nuevo en unos miradores habilitados junto a una de las canteras de grava (conocida como cantera del millón cuarenta y ocho, por ser esas sus coordenadas). Desde ellos aprecio los buenos bocados que se le han dado a estos cerros para extraer la grava que después se utilizará en la fabricación de bloques, firmes de carreteras y otros elementos constructivos. A pesar de la relativa cercanía, las grandes palas mecánicas que en ella trabajan asemejan miniaturas jugueteras de los niños, aunque seguramente cargarán varios metros cúbicos cada una.

Al final la jornada, amplia en su espectro climatológico y metereológico, ha sido gratificante. Lo que si me ha dejado patente esta sierra es que no son aconsejables las visitas veraniegas, ya que su sequedad y blancura deben hacerla extremadamente dura. Incluso hoy, cuando al final se ha impuesto el sol y sin subir en ningún momento la temperatura de los quince grados, por su dureza y su agresividad, se me ha mostrado recia. Pero había que conocerla y hoy ha menguado un poco mi desconocimiento sobre esta vertiente de la Sierra del Manar añadiendo a su vez, en mi haber algo de sabiduría.



Recordatorio: en nuestras salidas al campo sólo debemos dejar nuestras pisadas, todo lo demás: impresiones, fotos y residuos (orgánicos e inorgánicos), deben regresar con nosotros.

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